De acuerdo con Paul Craig Roberts en un artículo publicado recientemente en su blog y reproducido en el portal de Sputnik ("Sauron reina en Washington...."), el sistema antimisiles estadounidense, que va de Europa del Este a la península coreana, busca establecer las condiciones para un primer ataque contra Rusia y China que evite con un escudo las medidas de respuesta de Moscú y Beijing. Las bases pueden estar equipadas con misiles nucleares sin que Rusia y China lo sepan, sugiere Craig Roberts. En este caso, el tiempo de alerta ante un ataque estadounidense se reducirá a cinco minutos, dejando poco tiempo para tomar una decisión.
Los neoconservadores estadounidenses, dice Craig Roberts, están convencidos de que el primer ataque de Washington causará tanto daño a las capacidades de represalia rusas y chinas que ambos gobiernos se rendirán en lugar de lanzar ataques de respuesta. De esta manera, los líderes en Moscú y Pekín concluirán que tienen pocas posibilidades de que sus misiles balísticos intercontinentales sean capaces de superar el escudo de Estados Unidos.
Por otra parte, una represalia débil simplemente provocaría una segunda ola de ataques nucleares por parte de Washington que borraría ciudades rusas y chinas, matando a millones de personas, y dejando a ambos países en ruinas.
Este planteamiento supone el sueño más salvaje del capitalismo: ganancia máxima, costo cero, puesto que la capacidad rusa y china de infligirle un daño a Estados Unidos sería mínima -se buscaría que no exista- y a lo sumo podrían ser golpeados los vasallos estadounidenses en Europa del Este y Asia Pacífico. El plan, desde luego, existe, pero además con la anuencia tácita de gran parte de una supuesta "opinión pública" que no ve inconveniente en que una monstruosidad como la planeada llegue a tener lugar mientras no le cueste nada a los occidentales y sus aliados asiáticos. En simples términos de "mercado", las cosas cambiarían si el costo de un ataque de la naturaleza descrita se elevara de tal modo que hiciera la ganancia poco atractiva y que el enemigo, a su vez, pudiera subir ese costo llevándose su parte de ganancia (y no es la destrucción mutua asegurada). No es porque alguien está a la ofensiva y otro a la defensiva que está garantizado que el primero se lleve todas las ganancias y el segundo asuma todos los costos. Todo es cuestión de no caer en la ignorancia. Digamos por lo pronto que lo que están haciendo los neoconservadores no es una simple "locura": es el cálculo "racional" de "mercado" llevado a su máxima expresión.
Los neoconservadores estadounidenses, dice Craig Roberts, están convencidos de que el primer ataque de Washington causará tanto daño a las capacidades de represalia rusas y chinas que ambos gobiernos se rendirán en lugar de lanzar ataques de respuesta. De esta manera, los líderes en Moscú y Pekín concluirán que tienen pocas posibilidades de que sus misiles balísticos intercontinentales sean capaces de superar el escudo de Estados Unidos.
Por otra parte, una represalia débil simplemente provocaría una segunda ola de ataques nucleares por parte de Washington que borraría ciudades rusas y chinas, matando a millones de personas, y dejando a ambos países en ruinas.
Este planteamiento supone el sueño más salvaje del capitalismo: ganancia máxima, costo cero, puesto que la capacidad rusa y china de infligirle un daño a Estados Unidos sería mínima -se buscaría que no exista- y a lo sumo podrían ser golpeados los vasallos estadounidenses en Europa del Este y Asia Pacífico. El plan, desde luego, existe, pero además con la anuencia tácita de gran parte de una supuesta "opinión pública" que no ve inconveniente en que una monstruosidad como la planeada llegue a tener lugar mientras no le cueste nada a los occidentales y sus aliados asiáticos. En simples términos de "mercado", las cosas cambiarían si el costo de un ataque de la naturaleza descrita se elevara de tal modo que hiciera la ganancia poco atractiva y que el enemigo, a su vez, pudiera subir ese costo llevándose su parte de ganancia (y no es la destrucción mutua asegurada). No es porque alguien está a la ofensiva y otro a la defensiva que está garantizado que el primero se lleve todas las ganancias y el segundo asuma todos los costos. Todo es cuestión de no caer en la ignorancia. Digamos por lo pronto que lo que están haciendo los neoconservadores no es una simple "locura": es el cálculo "racional" de "mercado" llevado a su máxima expresión.