Federico Finchelstein es una joven promesa que ha relacionado de modo interesante al populismo con el fascismo en un texto reciente, Del fascismo al populismo en la Historia (Taurus). Negándose a salir de la equivalencia entre "los totalitarismos", Finchelstein sin embargo los diferencía de una manera exquisita, digamos que en un lance de academia gourmet, con un "toque" especial:
"En el totalitarismo, en suma - escribe- el Estado pasaba a ser un criminal que aborrecía la normatividad ilustrada. Sin embargo, aunque en la práctica era totalitario, Stalin nunca rechazó el legado iluminista desde un punto de vista teórico. Esa era, por supuesto, la falla ética de la ideología comunista" (¿excuse me?). Y prosigue, refinadísimo: "el hecho de que los nazis gozaran escuchando a Beethoven en pleno Auschwitz contrasta con la incapacidad de Lenin de escuchar al compositor alemán en medio del terror comunista. Lenin creía que escuchar a Beethoven lo ablandaría a la hora de ocuparse de reprimir a sus opositores políticos (!qué poco exquisito!). Como cuenta la película alemana La vida de los otros (2006), para Lenin la música de Beethoven representaba la razón, concretamente el legado del Iluminismo. Era la señal de que Lenin reconocía que no se podía escuchar a la razón mientras se actuaba contra ella (...) Para los nazis, en cambio, el compositor alemán representaba la belleza desnuda y la violencia (...)".
En suma, con su "falla ética", Lenin no sabía darse uno que otro gustito mientras mataba o mandaba matar (!), o incluso mientras intentaban asesinarlo, como lo hizo Fanny Kaplán. Simplemente le hubiera bastado cambiar a Beethoven por Rimski-Kórsakov. ¿No? El caso es que Lenin, al parecer, sabía perfectamente bien que actuaba contra la razón mientras reprimía, y sin embargo, pues !prefería seguir actuando contra la razón! Esto da una idea de lo orate que era el líder bolchevique, al saber que hacía mal las cosas y sin embargo hacerlas, y además, exigiendo silencio para regarla. !Schhhht, la estoy regando! En cambio, los nazis estaban locos de remate y se asumían como tales, por lo que llenaban las cámaras de gas al ritmo de una sinfonía de Beethoven. Es decir, llenaban esas cámaras al ritmo de "bellezas desnudas". A todo lo de Finchelstein se le llama "academia" y lo transcrito es parte ¿cómo diríamos? de una "ensalada rusa" (nada de música, ni del gay Chaikovski, por favor)-
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