El ex canciller ecuatoriano (en tiempos del mandatario Rafael Correa) Ricardo Patiño (foto, arriba) tuvo finalmente que abandonar el Ecuador. Se decretó prisión preventiva contra Patiño por el delito de "instigación", algo ridículo: resulta que en octubre de 2018, en una reunión interna del Movimiento Revolución Ciudadana, Patiño llamó a protestar en las calles contra el gobierno de Moreno, de manera pacífica. Por lo visto, no sin habilidad, el gobierno de Lenín Moreno (foto, abajo) quiere descabezar al progresismo ecuatoriano: Patiño destaca por su inteligencia y ética y es, si se quiere, lo que se llama un "líder nato".
Ya fuera del Ecuador, Patiño hizo una denuncia grave, además de insistir en que con la entrega de Julian Assange el Ecuador violó el principio de no devolución que rige el asilo (es decir, que no se puede "devolver" a un asilado a quienes lo buscan). Es un principio del derecho internacional. Como sea, según el ex canciller, Moreno no estaría gobernando en el Ecuador, entre otras cosas por no tener la inteligencia para hacerlo. En realidad, manda "la embajada" y asesoran al presidente informantes de la Central de Inteligencia Americana (CIA). El embajador estadounidense en Quito, capital ecuatoriana, Todd C. Chapman, asiste regularmente a reuniones del gobierno de Moreno. Andrés Michelena, secretario de Comunicación de la Presidencia, es informante de la CIA, y en una posición similar se encontraría Gustavo Larrea, el "flaquito lindo" que es "eminencia gris" de Moreno. ¿Vive el Ecuador un "neofascismo", como tan tontamente lo afirmó el botarate de John Ackerman en su programa de RT en Español (Russia Today)? No. A lo sumo es un "fascismo inepto" y Alianza País, el partido oficial, cuenta con muy poco respaldo de la población, alrededor del 10 %. Con todo, no hay estado de derecho en el Ecuador. La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la ex mandataria chilena Michelle Bachelet, no hace absolutamente nada. "Mueve tus nalgas", le pidió hace poco el cantante español Miguel Bosé a Bachelet sobre Venezuela, y la chilena decidió hacerlo, además de inmiscuirse de modo raro en la situación interna de México. Mientras Moreno se salta todas las leyes, las internacionales incluidas, la obsesión general es el presidente venezolano Nicolás Maduro y hay que amarrar a su homólogo mexicano Andrés Manuel López Obrador para paralizarlo.
Los simpatizantes de Correa han tenido hasta aquí la manera de responder, pero está claro que el gobierno de Moreno quiere descabezarlos, utilizando una "Justicia" que en realidad no es tal y opera "a modo". En todo caso, ya se sabe por Patiño que en el Ecuador las órdenes salen de "la embajada" y no del Palacio oficial de Carondelet.
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viernes, 26 de abril de 2019
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