El actual presidente salvadoreño, Nayib Bukele, se peleó tal vez de manera inútil con la Venezuela de Nicolás Maduro, quien sin embargo faltó a la diplomacia y se puso, como se acostumbra en la izquierda pro-cubana, a repartir premios y castigos, por lo que aquél resultó ser un "traidor", un "pelele" y un "mequetrefe". Como sea, la verdad es que de El Salvador pocos se ocupan y casi nada se ha dicho de lo bastante mal que gobernó en el pasado reciente el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), sobre todo con Salvador Sánchez Cerén, habiendo tenido una oportunidad histórica. Hasta cierto punto, el FMLN convirtió el gobierno en una "fábrica de empleos" para familiares, práctica con la que Bukele ha buscado terminar.
Un aspecto interesante del actual gobierno salvadoreño es que ha prometido ocuparse en serio de la inseguridad que provocan miles de pandilleros, las "maras", de tal modo que el problema prácticamente se termine en unos cuatro años y sin entrar a negociar con esta forma de crimen organizado, que vive básicamente de la extorsión (80 % de sus ingresos). Se han descubierto tratos entre la ultraderecha (de la Alianza Republicana Nacionalista, ARENA) con las pandillas, por ejemplo en el caso del líder arenero Norman Quijano. Bukele propone en su estrategia controlar los centros de las grandes ciudades, que es donde más extorsiones se cometen (en vez de focalizarse en pequeñas comunidades), armar correctamente a la policía, atacar las finanzas de estos grupos delincuenciales (lo que hasta ahora no se había hecho, en la medida en que se afectaba ni más ni menos que a partidos políticos), y desde ya cortar las comunicaciones en las cárceles, además de depurar a los custodios, contaminados por la corrupción. Habrá que ver qué resultados da Bukele, pero sí cabe mencionar que la izquierda no debiera relegar el problema del combate a la inseguridad y el crimen organizado so pretexto de que "nada más responde a situaciones socioeconómicas agobiantes", lo cual podría ser por lo demás inexacto. Este descuido se está viendo en México, pero también en un país como Uruguay.
Por otra parte, que Bukele busque mantener buenas relaciones con el presidente estadounidense Donald Trump no es un delito, como para que por ejemplo el analista mexicano Pedro Miguel lo insulte por twitter (otra vez con que "Bukele rima con pelele"), porque si así fuera, también habría que condenar al modelo del mandatario salvadoreño, que no es otro que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (en la foto, pandilleros en reclusión).
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