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lunes, 23 de marzo de 2020

MEXICO: LA PERDIDA DE UN PERIODISTA HONESTO

En estos días falleció el economista mexicano y colaborador del rotativo La Jornada, Alejandro Nadal Egea. Sin duda, cada miércoles se esperaba su colaboración en ese periódico, a sabiendas de que, cualquiera fuera el tema abordado y se estuviera o no de acuerdo con lo escrito, se tendría acceso a una información y un argumento fundados y sensatos. Nadal no era "ultra" pero sí de izquierda, digamos que moderada, no alejada de cierto keynesianismo, pero el asunto de la posición política/ideológica en realidad contaba poco, por contraste con la sensatez. Se ha dicho que Nadal se caracterizaba en sus clases por explicar de manera sencilla temas complicados. Es lo que sucedía con sus artículos, que con frecuencia se adentraban en una economía no siempre fácil: Nadal hacía el tema asequible y, desde este punto de vista, no cabe duda de que sabía pensar en el lector, en vez de pavonear algún Ego. Retomando palabras de Calles (el otrora presidente mexicano), Nadal estaba muy, muy lejos de los dos grandes males de los medios de comunicación masiva y la politiquería en México: la grosería maliciosa y la más refinada mala fe.
     Alejandro Nadal conocía bien temas de economía, pero también de medio ambiente y, desde antes, de tecnología, de tal modo que llegó a ocuparse en un libro de problemas de la carrera armamentista. Pero no está de más insistir en que, con una posición nunca omitida (de izquierda), Nadal tuvo la muy rara virtud de la ecuanimidad. Es interesante ver cómo la define la Real Academia Española:"igualdad y constancia de ánimo", y al mismo tiempo "imparcialidad de juicio". Aún teniendo una posición definida, el economista mexicano no torcía hechos ni argumentos de manera maliciosa, jamás, a diferencia de la inmensa mayoría de periodistas, siempre mercenarios de algo o de alguien. Incluso en un ambiente que presiona a las complicidades muy mal entendidas, como el de la izquierda no comunista, Nadal Egea se caracterizó por una ejemplar independencia de criterio y el alejamiento de las modas y las coyunturas para lucimiento personal. Que se haya tratado de una persona modesta no quiere decir que su trabajo haya valido menos: su obra periodística debería ser rescatada o retomada como ejemplo de honestidad -claro que sí se puede- y, por lo demás, dejó una importante obra académica, incluyendo su último texto en la revista El Trimestre Económico de crítica a la teoría económica neoclásica, con un muy preciso fundamento matemático. Vaya esta despedida salsera al ritmo de la Ponceña para uno de los muy contados periodistas honestos que haya tenido México en estos tiempos (aunque no sea Toñito Ledee).

EL BALBOA QUIERE DÓLAR

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