Con el arresto del ex gobernador de Chihuahua, César Duarte, en Estados Unidos, volvió a salir a la luz el asunto de la "Operación Safiro" (así, con "S") mediante la cual se habrían desviado en el pasado cuantiosas sumas de dinero de fondos públicos a empresas ligadas al Partido Revolucionario Institucional (PRI), con la anuencia y el conocimiento del ex gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones. A diferencia de Andrés Manuel López Obrador, el mandatario mexicano, más de un lópezobradorista no quiere perder la costumbre sexenal, de origen priísta por cierto, de las intrigas, los rumores, los chismes y los linchamientos "para escarmentar", para lo que debiera servir también el caso de Emilio Lozoya Austin. Una cosa es descubrir las prácticas del antiguo régimen para que no se repitan, edificando algo nuevo, y otra ponerse a destruir lo que sea y husmear persona por persona incluso con la esperanza de llegar al ex presidente Enrique Peña Nieto, como lo quisiera por ejemplo la revista semanal Proceso.
Decimos "destruir" porque, contra lo que pronosticaban algunos, Beltrones se apersonó a principios de julio en la opinión pública para sugerirle al PRI, hoy en la oposición, que se deslinde de los afanes golpistas de lo que el sonorense llamó "la derecha más rancia". En particular, Beltrones recordó que es por la vía de las urnas, en el 2021 y el 2022 (referéndum revocatorio), que se deben buscar los cambios que se quieran, sin salir de ninguna manera de los cauces institucionales. Cabe señalar que una parte de la oposición, proveniente entre otras agrupaciones de sectores del PRI, está provocando de tal modo que se salga de dichos cauces so pretexto de que López Obrador es quien lo hace, lo cual es inexacto, más allá de la concentración de las decisiones en un solo hombre, algo que no ha cesado y es pernicioso pero que no inventó el actual mandatario de México. Para Beltrones, el asunto central no es "quitar al presidente", menos si llegó, en palabras del sonorense, de manera "contundente y democrática". Nótese bien que el ex gobernador de Sonora criticó en específico al golpismo "enmascarado de sociedad civil", sugiriendo denunciarlo y alejarse de él. Para Beltrones, el cauce de las instituciones debiera ser "serio y maduro". El también ex dirigente del PRI señaló, apoyándose en ideas del ex rector universitario Jorge Carpizo, autor de El presidencialismo mexicano, que hay que buscar contrapesos al presidencialismo, algo que quería Luis Donaldo Colosio. En el lópezobradorismo, los mismos que buscan destruir y hacer algo así como "el juicio del siglo" al régimen anterior, "caiga quien caiga", son quienes están más dispuestos a quemarle incienso al mandatario tabasqueño, incluso con retratos en sus oficinas, lo que está prohibido. López Obrador no es "científico", ni hasta ahora "mejor que Juárez", etcétera... A la larga, estos provocadores -Porfirio Muñoz Ledo ya le marcó el alto a uno- pueden terminar coincidiendo con el ex presidente Felipe Calderón, quien desconoce las reglas de la democracia en México, y con ciertos priístas crecidos a la sombra del seductor de la patria, no muy a gusto con que se exponga su forma de saquear el país. Beltrones señaló igualmente que el debate público no debería reducirse a "neoliberales y conservadores", algo con lo que López Obrador cansa tanto como quienes parecieran creer que absolutamene todo lo hace mal. Fue Francisco Labastida Ochoa, ex candidato presidencial del PRI, quien señaló hace rato que el peor presidente de la historia moderna de México fue Enrique Peña Nieto.
Ni Sonora es un bloque monolítico (para el caso, el nefasto ex gobernador Eduardo Bours estaría cerca de la actual dirigencia priísta), ni Beltrones una perita en dulce, pero al parecer una parte del lópezobradorismo, no exenta de provocaciones (muchas, intelectuales) quiere "trascendencia" a la antigua usanza, es decir, sin la menor misericordia para el vencido, práctica de la Revolución Mexicana en sus años álgidos, como lo mostrara Fernando Benítez en El rey viejo. No faltan los que se toman por lo que no son, los 30 abajofirmantes, La Comunidad Científica, la Sociedad Civil Miranda de Wallace, etcétera, y desde luego que muchos en los medios de comunicación y en las redes, de oposición pero también El Nopal Times y gracejadas pro López Obrador por el estilo. Dicho sea de paso, la respuesta de algunos intelectuales lópezobradoristas a los 30 abajofirmantes fue igual de pobre que la carta de éstos. Las verdaderas cifras de apoyo a López Obrador no hablan de polarización de la sociedad mexicana, que tal vez sea menos alérgica a la verdad de lo que alguna vez supusiera Justo Sierra. La polarización es entre provocadores con afán protagónico de los medios y del lópezobradorismo (también en los medios), todos representativos de nada. Están montados en la "trascendencia" y buscan al mismo tiempo "quedar bien" con el jefe para ganarse favores o conservar posiciones desde las cuales trepar.
No ayuda el hecho de que, por un origen tropical-activista, López Obrador carezca de un poco más de investidura, aunque no quepa más que agradecerle la franqueza en lugar de la simulación, como no ayuda que nadie le haya explicado a Calderón que México lleva casi un siglo de estabilidad política gracias al respeto por ciertas reglas no escritas. Cabe lamentar por lo demás que se haya armado la confusión con el "PRIAN" cuando el PRI y Acción Nacional no son lo mismo, pese a las maniobras del seductor de la patria, y puede echarse de menos un poco más de institucionalidad. Pero Beltrones (foto, abajo), que antes había sugerido que el PRI girara a la izquierda, es más bien una excepción, que por lo demás incomoda en Estados Unidos. Casi cuatro décadas o incluso más (tal vez medio siglo, desde el presidente José López Portillo) de capitalismo financierizado hicieron que el priísmo se inclinara en buena medida por su propia perdición al seguir dictados ajenos a sus orígenes, así hayan sido a la postre contradictorios. Es imposible no estar a favor del esfuerzo por erradicar la corrupción del gobierno, el tema central, y no la supuesta imitación de "pesos y contrapesos" al estilo estadounidense.