En el mundo médico, no es raro que se prescriba bajo influencia. En países como Francia, se calcula que hasta un 90 % de los médicos ha recibido alguna vez un regalo de alguna empresa farmaceútica. Y como se sabe, cuando se recibe un regalo hay que dar en principio algo a cambio. "No hay almuerzo gratuito", llegó a decir alguna vez el economista estadounidense Milton Friedman.
Siempre a propósito de Francia, aunque es perfectamente válido para otros países, como México, se sabe que los grandes laboratorios médicos del Big Pharma llegan más lejos: además de los bastante comunes almuerzos, pagan viáticos (por ejemplo, para asistencia a congresos médicos) y hospedajes, o llegan más lejos aún, cuando invitan a cantidades considerables de médicos a, por ejemplo, viajes en crucero, ni más ni menos. En México, tal o cual laboratorio, en ocasiones de consuno con una cadena de farmacias, puede gratificar al médico que le receta a su paciente tal o cual medicamento, digamos que con algún descuento, de tal modo que parezca que resultan beneficiados tanto el médico como su paciente. Estudios hechos en Francia han demostrado que, a medida que refuerzan este tipo de vínculos con las grandes empresas farmaceúticas, los médicos recetan más y peor. Dicho en otros términos, tienden a prescribir más medicamentos y sin reparar mayormente en lo que ésto conlleva, por ejemplo de efectos secundarios. Se han escrito libros sobre el tema, por ejemplo sobre el modo de actuar de la farmaceútica Merck: de repente, gracias a los procederes descritos, logra hacer pasar medicamentos no del todo probados y sin reparar demasiado en las quejas que puedan acumularse de parte de los pacientes.
A juicio del doctor marsellés (Francia) Didier Raoult, quien dió una audición reciente ante la Asamblea Nacional, con estos "vínculos de interés" se crea un "ecosistema" particular. En efecto, aparece una familiaridad del médico con los laboratorios que afecta el juicio del mismo sobre las cosas. No se está forzosamente en la ilegalidad ni en la corrupción. Como sucede en el mundo plenamente capitalista, simplemente ocurre que el médico se ha vendido y que la empresa farmaceútica lo ha comprado. Una ideología lo suficientemente hábil puede hacer pasar lo anterior como nada más que un rejuego natural de intereses: una empresa en el mercado está naturalmente para hacer negocio y el médico para "seguir sus intereses", que puede interpretar también como los del negocio (lo que lo "beneficie"). Al rato, según lo ha demostrado algún trabajo sobre Merck, el médico ni siquiera entiende bien el folleto del medicamento que la farmaceútica le invita a prescribir, a tal punto aquél está redactado por "expertos" inintelegibles. El negocio pasa en la familiaridad, por ejemplo la del almuerzo, o la de la visita amable y con regalos de los hombres del maletín al consultorio. Los regalos no consisten siempre en cajitas de medicamentos para probar con el paciente. En México se llega hasta regalar para Navidad, de parte del laboratorio, un calendario con el nombre del médico (en letras doradas, por ejemplo). Según Raoult, cualquier vínculo de interés (y puede haberlos políticos o ideológicos) impide ser objetivo. Es por ello que la capacidad de juicio está por así decirlo "nublada", aunque aparezca envuelta en esa familiaridad casi Jingle Bells. Con la mayor credulidad del mundo (aunque suele ser algo un tanto distinto), si la ideología de "los intereses" ha hecho su labor, "interpelando" al médico, éste puede ponerse a creer ser el mejor habiendo mermado su capacidad de juicio y de objetividad. Está listo para estafar, en el límite, poniendo en riesgo a su paciente, ahora convertido en "cliente". Raoult ofreció la prueba: a mayores vínculos con la empresa estadounidense californiana Gilead Sciences, que quiso hacer pasar el antirretroviral Remdesivir (hasta ahora poco probado), mayores eran las posibilidades de dar por sentado que la hidroxicloroquina no sirve para tratar la Covid 19. ¿Y a los médicos, entonces, quién los cura? Ya habrá ocasión de ejemplificar cómo se crean este tipo de "ecosistemas" en la política (con la izquierda a su manera, desafortunadamente) y en el mundo intelectual y de los medios de comunicación masiva.