A últimas fechas, buena parte del debate público en México se ha vuelto muy chabacano (soso). El presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), le dice "Lucas Alamán" al historiador Enrique Krauze, quien a su vez tiene la alucinación de ver a "Mariano Otero" y la tradición liberal en el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. AMLO no encuentra nada mejor que recordar a Carlos Monsivaís, Monsi, como si fuera alguien en verdad "grande, grande" y no más bien populachero, y la esposa del mandatario, Beatriz Gutiérrez Muller, la arma en grande por algo completamente secundario, que ni siquiera llega a bullying, el hecho de que a su hijo Jesús Ernesto se le diga "Chocoflán". Entretanto, se considera "clasista", "racista" y "discriminatorio" que el opositor Jorge G. Castañeda diga que Putla, pueblo de Oaxaca, es un lugar "horroroso", "arrabalero". Puede ser subjetivo, pero no todos los pueblos de México son mágicos. Los representantes de los putlecos se enojan y el conductor del programa Sin Censura, Vicente Serrano, tacha a Castañeda de "hijo de Putla". Alguien agarra a Gutiérrez Muller en un vuelo a Cancún y le espeta cualquier cosa, Epigmenio reclama todos SUS DERECHOS porque Ciro Gómez Leyva lo trató de "Goebbels de cuarta", etcétera...Medio mundo pide y da disculpas públicas innecesarias pero grandilocuentes.
Hay algo muy notorio en los medios de comunicación masiva, en buena medida en manos de la oposición. Sus columnistas guardan un silencio sepulcral cada vez que AMLO destapa uno de los tantos escándalos de corrupción heredados de un pasado que consistió en saquear México. El ejemplo más reciente es el de las factureras simuladoras descubiertas por el Sistema de Administración Tributaria (SAT), en algo que sigue a lo que había encontrado y limpiado la antigua administradora del sistema, Margarita Ríos-Farjat: un gigantesco mecanismo para evadir al fisco mientras los adalides de "los derechos y las libertades" creen que se compraron el Estado porque "el contribuyente manda" (!habría que pagar primero!¿no?). ¿Que con AMLO se ha conseguido que grandes empresas paguen por fin impuestos? Igual, reina un silencio sepulcral, como sobre el aumento de la capacidad recaudadora. Es apenas un ejemplo. Igual podría mencionarse lo que ocurre con el sector salud: ninguna investigación sobre centenares de hospitales abandonados, venta de medicamentos a sobreprecio, etcétera, pero todos los focos sobre el menor movimiento del hijo de Manuel Bartlett, el actual director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Para los medios mencionados, AMLO está fuera de la realidad, es decir, de los negocios, como sea que se den, por lo que destapar la corrupción pareciera no aparecer más que como un costo que es preferible no mencionar y barrer bajo la alfombra. Vamos, entre hombres de negocios no se habla de pérdidas. Todavía falta el guapo que quiera cubrir de silencio sepulcral o con ruido infernal, el resultado es el mismo, las denuncias por desvíos de fondos académicos a empresas privadas que los dilapidaron sin rendir cuentas a nadie (los montos podrían ser superiores a los de la "estafa maestra", según lo dijera el año pasado el vocero de la presidencia, Jesús Ramírez Cuevas) y que llevaron en el pasado al total descuido de la investigación básica, para la que casi no hubo recursos. Comenzando por lo del "huachicoleo", llevamos dos años descubriendo las mil y un formas de saquear el Estado mexicano. Es incluso más fuerte que el caso Ayotzinapa, lo de la Chayo Robles y de Emilio Lozoya, para complacencia de las clases medias lópezobradoristas. ¿Sobre el saqueo? Ni una columna de opinión en los principales medios de comunicación masiva, y tampoco mucho que se diga en una izquierda tipo el rotativo La Jornada. Al parecer, no es que cada quien tenga "otras cifras". El asunto es tan grueso que cada quien tiene por lo visto "otro México".
En cambio, si el mandatario mexicano visita a su homólogo estadounidense, Donald Trump, los columnistas de opinión, casi sin excepción, salen todos en tropel a expresar su punto de vista, como si fuera asunto de incumbencia mexicana y no de trato entre estadistas: es por el vasallaje, y de lejos más importante que las distintas formas de saqueo del país. Trump se considera una pérdida, además se nos quedó mirando feo y no se entiende que López Obrador se entreviste con él. !De verdad no sabe de negocios! Y la crítica no es ni siquiera porque el nuevo tratado de libre comercio pueda ser más lesivo que el anterior, en una pifia del presidente y su equipo económico. No, el asunto es ponerse al unísono a debatir como si nos resultara de mayor incumbencia el año electoral en Estados Unidos que el hecho de que bastantes mexicanos no paguen impuestos o hagan hasta prestidigitaciones para desaparecer el dinero público. En realidad, no es AMLO quien polariza, salvo que se considere que destapar la corrupción es "polarizar" y que "aquéllo" se debería arreglar como se negocian los problemas en las casas de los ricos, a escondidas y hablando lo menos posible. Polarizan quienes al parecer no se sienten mexicanos más que para saquear (y por lo mismo, instalarse en el golpeteo constante contra el presidente y su gabinete), es decir, para ser gente "a todo recibir" y no "a todo dar". No está de más repetirlo: si México consigue que el Estado deje de ser el principal mecanismo de acumulación y medio de enriquecerse, por motivos subjetivos y objetivos (herencia colonial, estrechez del mercado interno...), habrá sentado un precedente de avanzada en América Latina. Es mucho más importante que los programas sociales o que lo que el país haga o deje de hacer en el exterior, o que las burradas y contradicciones de la autodenominada "Cuarta Transformación" y otras ocurrencias. ¿Pero a la oposición en verdad le interesa que se liquide la corrupción estatal, o en conturbenio público-privado? (abajo del presidente, unas coloridas hijas de Putla, para que no se diga que aquí no se es políticamente correcto).