Lo único que retuvo Occidente de la reciente votación sobre las enmiendas a la Constitución rusa es que el actual mandatario Vladimir Putin podría eternizarse en el poder. No es muy aconsejable que así sea, por bien que lo haga Putin, aunque al mismo tiempo han aparecido candados para que los oligarcas no puedan volver a tomarse el gobierno.
En efecto, una de las enmiendas propuso que quien quiera ser candidato a presidente o a altos cargos en la Federación (desde primer ministro hasta gobernador regional o juez) no tenga doble residencia o nacionalidad, y que haya tenido una residencia permanente en Rusia durante 25 años. Se ha hecho notar que es un golpe incluso a los hijos de allegados a Putin: se hizo costumbre tener a los vástagos fuera del país, de tal modo que el hijo del ex primer ministro, Dmitri Medvedev, ya no podrá instalarse como lo soñaba en Estados Unidos para estudiar la universidad: el hijo del primer ministro Mijaíl Mishustin está en Suiza, la hija del vocero presidencial Dmitri Peskov se encuentra en Francia, etcétera, etcétera.
En algo que muchos países son incapaces de hacer, por lo que se tragan cualquier directiva o intromisión de organismos internacionales, en la Federación Rusa se aprobó como enmienda que las leyes internacionales (de organismos interestatales o de tratados) no sean aplicadas en el país si en su interpretación contradicen la Constitución rusa. Se siguen restando motivos para injerencias extranjeras.
Aunque ya estaba en gran parte constitucionalmente consignado, en el artículo 75 de la Constitución se aprobó que el salario mínimo no esté por debajo del mínimo de subsistencia para la población económicamente activa, y la indexación de las pensiones y otras prestaciones sociales. El salario mínimo debe ser indexado para cubrir el costo mínimo de la vida, por lo que no puede estar por debajo de la línea de pobreza, lo que no deja de ser una muy buena noticia.
Algunas enmiendas son más espinosas, como le designación del pueblo ruso como fundador del Estado, siendo que hay en la Federación Rusa muchos otros pueblos (unos 190, incluidos algunos que por Historia pueden considerarse legítimos fundadores del Estado). La nueva Carta Magna se propone la defensa de la verdad histórica, en particular sobre la segunda Guerra Mundial. En materia de cultura, se adoptó el "legado único del pueblo multinacional" y la buena idea de que le corresponda al Estado protegerlo.
La nueva Constitución tomó la sana decisión de definir el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.
Lo extraño, a raíz de la intervención de la Iglesia ortodoxa y del patriarca Kirill, es la mención de la "fe en Dios", aunque el patriarca se haya referido al hecho de que, según él, la mayoría de los rusos creen en la existencia de un ser divino superior. A falta de ideología clara y por rechazo de la ideología misma, que se confunde con propaganda, Rusia parece seguir buscando a tientas una salida a un problema que había sido denunciado desde antes de la caída de la Unión Soviética, con particular fuerza entre los años '70 y '80 (ya despuntaba la corrupción en las altas esferas, existían las mafias y el mercado negro, ya se quería todo lo occidental por principio de cuentas, etcétera): se trata de la pérdida de valores espirituales y la carrera desenfrenada de muchos tras el dinero y el estatus, al grado de pasar sin mayores problemas por encima del prójimo y de estafar a quien se deje, si occidental mejor. No es nada más asunto de oligarcas, sino que está bastante difundido en algunos estratos de la población, sobre todo en las grandes ciudades.
Un 78 % de la población se pronunció a favor de las enmiendas, sin que faltara el empujoncito tradicional de la telecracia que tiene envenenados a muchos rusos, por ejemplo mediante la figura del conductor Vladimir Soloviov. Algunos burócratas más papistas que el Papa pudieran de paso ahorrarse un anticomunismo entre cretino y aburrido. Al parecer, no asisten ni a las librerías rusas, donde no escasean textos muy bien documentados sobre el verdadero pasado soviético, aprovechando que se han abierto muchos archivos..
Queda sobre todo esperar que las leyes, que en conjunto no son malas, antes al contrario, se cumplan Y en Rusia no es tan sencillo. Te dejamos con Nadezhda Kadisheva (da click en el botón de reproducción), y Putin: !ocúpate un poco de las aldeas, se están cayendo!