Al parecer, Francia, junto con algunos otros países europeos, quiere gracias a su gobierno ganar un extraño campeonato en la lucha contra la Covid 19. En efecto, el gobierno francés ha declarado el toque de queda, con algunos preguntándose si el coronavirus sale de noche, y además el reconfinamiento. El ministro francés de la Salud, el nefasto Olivier Véran, había dicho hace varios meses que el confinamiento puede provocar más muertes que el estar al aire libre: en el segundo caso, el virus se "disipa", mientras que a puerta cerrada se pone a circular. Se sabe que la mayoría de los contagios en China fue intrafamiliar y se ha estudiado también que hay menos contagios entre quienes salen a hacer "trabajos esenciales" que entre quienes se quedan en casa. No importa. Francia prohibió la prescripción de hidroxicloroquina (un antipalúdico útil contra la Covid 19) a raíz de una publicación fraudulenta en la revista médica The Lancet contra el fármaco. Dado el tamaño del fraude, la revista tuvo que retirar el artículo, por lo que el gobierno francés debió haber retirado la medida. Pero no lo hizo, y acaba de endurecerla. En cambio, quienes estaban trabajando con la hidroxicloroquina, como el Instituto Hospital Universitario (IHU) de Marsella, quedan desde ahora invitados a utilizar !gratis! el antirretroviral Remdesivir, que no sirve mayormente, pero que la Unión Europea compró en grandes cantidades, lo que resultó en un negocio para la empresa farmaceútica estadounidense (californiana) Gilead Sciences. Se sabía desde hace rato que los médicos que atacaban la hidroxicloroquina tenían conflictos de interés con Gilead. Pero ahora en Francia se puede saltar la ley: los médicos que hacen apariciones públicas están obligados a declarar dichos conflictos, pero no lo hacen, y lo que llama igualmente la atención es que no se los piden los medios de comunicación masiva, que se toman por el tribunal de la sociedad.
Un grupo de médicos franceses hizo el experimento de mandar los bastoncitos para prueba PCR de la Covid 19 a laboratorio, pero sin haber tomado ninguna muestra a pacientes. Apareció un buen número de falsos positivos. Si bien hay más contagiados (¿con qué cantidad de falsos positivos, por lo demás?), no se ha disparado el número de muertos, aunque el gobierno francés está manejando proyecciones fantásticas. El asunto es que se está en una "segunda ola" que se quiere manejar como potencialmente más mortífera que la primera, prohibiendo al mismo tiempo las curas eficaces (como la hidroxicloroquina) y promoviendo las ineficaces (Remdesivir), aunque el negocio ya se hizo. El médico Gerard Maudrux ha demostrado a la perfección cómo la mortalidad es sensiblemente más baja en los países que usan el antipalúdico (como Turquía, India, Indonesia, Marruecos o Malasia). No hay ningún estudio que demuestre la ineficacia del uso de la hidroxicloroquina en fase precoz. Esto incluye estudios hechos en Francia (800 médicos e Hycovid Angers) y que deniegan las autoridades sanitarias. Los famosos estudios "randomizados", una manía que se exige desde tiempos de la aparición del VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) muestran cero fallecimientos entre quienes toman el antipalúdico (+azitromicina+zinc) y decesos...entre quienes recibieron placebo. Ni así. Por lo demás, hay estudios randomizados chinos desde hace meses (universidad de Zhejiang desde finales de marzo, por ejemplo, con 80 % de pacientes que mejoraron al cabo de cinco días). Maudrux analizó metadatos de 100 publicaciones, y no hay nada contra la hidroxicloroquina, menos aún en materia de efectos secundarios. En fin, el antipalúdico no funciona en Francia...ni en parte de Estados Unidos, donde la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) autoriza el Remdesivir (los estados demócratas rechazan la hidroxicloroquina). Según el periodista Eric Zemmour, lo único que interesa al gobierno francés, que espera la vacuna para mediados del año 2021, es que no se acabe filmando camas de hospitales llenas y pacientes en los pasillos, sin haber invertido casi nada desde el inicio de la epidemia para mejorar la infraestructura hospitalaria (dicho sea de paso, el promedio de edad de los médicos en Francia es de 55 años y no se han estado formando nuevos buenos especialistas). Una situación algo similar apareció entre las muy americanizadas autoridades sanitarias mexicanas: el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, podría terminar siendo, como se lo dijo la senadora sonorense Lilly Téllez, el "pequeño virrey de las camas de hospital vacías y los muertos en casa". El confinamiento no evita los muertos: simplemente difiere una parte de los decesos en el tiempo.
Hasta donde lo ha habido, el repunte de muertes en Francia tiene que ver de nuevo con gente muy mayor o con gente de menor edad pero con corta esperanza de vida por comorbilidades asociadas graves y enfermedades como el cáncer. La Covid 19 sigue sin matar indiscriminadamente a todo el mundo. Entretanto, las autoridades sanitarias siguen sin poder explicar varios fenómenos, desde el hecho de que hayan fallado los pronósticos catastrofistas sobre la epidemia en Africa hasta la realidad de Suecia, país que no confinó ni llamó a llevar cubrebocas y que, después de un periodo difícil, vió caer las muertes a casi nada, pese al repunte de contagios.
Si hubiera existido interés en evitar los efectos de la Covid 19, se hubiera mejorado en Francia el equipamiento médico y se habrían aprobado las curas eficaces existentes, en vez de promover negocios ineficaces como el Remdesivir. Es posible pensar que hay otros motivos para tomar medidas tan drásticas como el toque de queda y el reconfinamiento, y sobre todo para apostarle básicamente al miedo y la paralización de la sociedad. Francois Asselineau, líder de la Unión Popular Republicana, sugiere que la gestión financiera del presidente Emmanuel Macron puede conducir a un endeudamiento público similar al que tuvo en algún momento Grecia en porcentaje del producto interno bruto (PIB). En estas condiciones y ante la negativa a salir de la zona euro, antes al contrario, le esperaría a Francia, por presión europea, un "ajuste" que terminaría de quebrar al país. En este proceso, lo que queda del patrimonio nacional tendría que irse enajenando a una banca lista a prestar y que puso a Macron en el gobierno. Así, no estaría mal tener al grueso de la sociedad asustada con todo y en la parálisis. Quedémonos con música popular de Francis Cabrel: