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viernes, 13 de agosto de 2021

CUBA: NI LO UNO, NI LO OTRO

 Es difícil hacer entender que el gobierno de Estados Unidos y los autodenominados "demócratas liberales" tienden a aliarse con el lumpen y con delincuentes. Es lo que sucedió en las recientes protestas callejeras en Cuba.

     En efecto, Estados Unidos ha estado trabajando años en dos frentes. Uno de ellos es con lo que los propios estadounidenses llaman la "juventud des-socializada", que no son sino marginales, provenientes con frecuencia del campo e insertos precariamente en las ciudades, viviendo sobre todo de ayuda estatal. Los marginales no son una novedad en Cuba si se recuerdan episodios como el llamado "éxodo del Mariel" ya en 1980. Se entiende que las condiciones de vida en Cuba no son fáciles, pero no es apelando al bloqueo que se pueden explicar conductas antisociales. Y las que estallaron en las calles hace poco en nombre de la "libertad", sin mayor contenido, fueron justamente conductas antisociales que curiosamente muchos en la isla no se atrevieron a llamar así, y mucho menos entre la intelectualidad, incluyendo por cierto al esta vez "ubicuo" cantautor Silvio Rodríguez, quien descubrió en giras recientes por la isla la existencia de la marginalidad. No es lo mismo que la escasez de recursos o la penuria. Por si alguien no se dió cuenta, la "pacífica manifestación por la libertad del heroico pueblo cubano" consistió entre otras cosas en atacar y voltear patrullas, lanzar cóctels molotov contra las fuerzas del orden y atacar igualmente locales comerciales. Esta gente no tiene raíces, está en la economía informal y pulula alrededor de un turismo que con frecuencia corrompe, aunque justamente bajó a raíz de la Covid 19. 

     Gran parte no es gente blanca e intenta "racializar" la protesta. Se trata de una "subclase" que puede ser blanco de organizaciones no gubernamentales (ONGs) y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) o el Fondo Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés). El pretexto es el carácter "afro-cubano" y "vulnerable" de este grupo de la población. El asunto es usarla de punta de lanza para chocar contra autoridades que entretanto han sido sancionadas por el gobierno Demócrata de Joseph Biden, buscando crear la impresión -no correcta- de fisura entre "autoridades" y "pueblo". Por indiferencia y por no meterse en problemas (desafortunadamente) o por adhesión, gran parte de la sociedad cubana está lejos de ser contraria al régimen. 

     En el NED han estado actuando para "nuclear" este grupo de la población Carl Gershman y Orlando Gutiérrez. La USAID encontró por su parte a quiénes financiar: exponentes cubanos del hip-hop. En la promoción de cierto tipo de música cubana intervienen hasta activistas de "golpes blandos" como el serbio Rajko Bozic, quien siendo un activo de la Central de Inteligencia Americana (CIA) se acercó al grupo rapero Los Aldeanos, por ejemplo. El mundo "artístico" cubano ha estado fuertemente infiltrado, y se ha estado aprovechando desde Estados Unidos el acceso mayor a internet en la isla. La infiltración incluye a músicos, escritores, poetas, cantantes de rock y periodistas, y desembocó en la aparición del llamado Movimiento San Isidro.

      Los cubanos y sus amigos deberían cuidarse de no pedir demasiada normalización de las relaciones entre la isla y Estados Unidos, porque es el canal para que "fluyan" las infiltraciones. Estados Unidos ha estado buscando que los cubanos tengan mayor acceso a Facebook y Youtube para vehicular ciertos mensajes. Biden está en sintonía. Cubanet, ADN Cuba y Cibercuba, por ejemplo, se han convertido en plataformas de penetración para arremeter contra las autoridades cubanas, que por lo demás calcularon perfectamente mal la ampliación del acceso a internet desde 2018. Volviendo a la música, el gobierno estadounidense ha destinado por ejemplo  80 mil dólares a la Fundación del Soul Cubano y 70 mil a distintos artistas de rap. Como la política cultural cubana es un desastre desde siempre, ahora el líder Miguel Díaz-Canel ha tratado de enmendar la plana con un decreto (349) que obligaría a las expresiones artísticas a registrarse ante el Ministerio de Cultura, por lo menos para evitar lenguaje "sexista, vulgar y obsceno". Lo que no queda claro es por qué se trata de lo que a los occidentales les parece equivalente de "la libertad", como si a ésta la tuvieran localizada en los genitales. Desde luego, ahí está el Movimiento San Isidro seguramente para convencer a la audiencia de que la genitalidad como modo de expresión artística no tiene nada de malo "mientras no dañe a nadie". De remate, es Luis Almagro, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), quien ha salido a confundir libertad de expresión con genitalidad.

      Ciertamente tiene razón Frei Betto cuando argumenta que un millonario se puede aburrir a morir en Cuba, que un clasemediero puede encontrar muchos defectos y que un pobre -todos provenientes de fuera de la isla- puede pasársela bien. Otra cosa es la retórica inservible: discursos de Martí, el "Che" o Fidel Castro no pueden fungir como sucedáneos de razonamiento, y hace rato que la política cultural cubana no hace más que concesiones a Estados Unidos mientras que gente con problemas para despegarse de "lo que dice todo el mundo" no hace más que pregonar, oficialmente, desde la "libertad artística" hasta las críticas al realismo, sin pasar ya ni siquiera por la palabra socialismo. Desde hace años no había modo de convencer a los cubanos que evitaran, además del machismo (si lo pueden hacer), una "mente abierta" al grado de tolerar todo lo LGBTTTIQ+. Ya está, este movimiento es uno de los arietes estadounidenses para, en flagrante mentira, quejarse de la "opresión", cuando la primera en promover el "de todo con todo" es Mariela Castro, hija del ex líder Raúl Castro.

      Por lo demás, al parecer en Cuba hay un subdesarrollo socialista (ciertamente mejor que el capitalista, pero de todos modos subdesarrollo) que no puede resolver los problemas estatizando todo como en la Unión Soviética de Nikita Jrushchov. Enhorabuena parece que se comenzará a permitir la pequeña y mediana empresa -como existió en el sovietismo antes de 1953, entienda quien quiera-, sin que ello signifique privatizar a lo loco al sector público y lanzar gente a la calle. Con el lumpen basta. Y que los "demócrata liberales" nos expliquen que no hay nada más libertario que el pito de un negro. Falta que la muy bolivariana Venezuela nos muestre con estudios detallados de qué tamaño la tenía realmente el Libertador. El cubano Yotuel Romero, mira, sabe de "éso que tu quieres de Cuba":



LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

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