¿Se quiere saber o no se quiere saber? Mucha gente, sobre todo en la izquierda, aunque no están ausentes los llamados "demócratas-liberales", sigue al feminismo sin tener al parecer muy claro por qué lo hace. Después de todo, no hay que arriesgarse demasiado a aparecer como alguien "aguafiestas" o como el "negrito en el arroz" cuando la manada va en una dirección determinada, tal vez a la espera de alguna recompensa.
Recientemente, por decisión judicial, un partido mexicano (el Partido Verde) tuvo que retirar a dos de sus representantes y poner a otros dos diferentes para que se lograra la paridad de género en la Cámara de Diputados. Dos hombres de dicho partido tuvieron que ceder su lugar a dos mujeres, sin que se tenga la menor idea de si las mujeres tenían la misma capacidad para legislar que los hombres. Lo que en principio es un asunto de igualdad y/o de equidad se convirtió en otra cosa, algo de cuotas (50 %/50%). La medida puede interpretarse como anticonstitucional, puesto que los representantes hombres fueron discriminados para beneficio de las mujeres, contraviniendo el artículo primero de la Constitución que rechaza la discriminación por cuestiones de género o de preferencia sexual. Por si no se nota, el asunto es denigrante para las dos diputadas: no llegaron por mérito, sino por "lo que tienen entre las piernas".
A veces sirve de coartada. Cuestionada sobre sus propiedades, la antigua secretaria de la Función Pública mexicana argumentó: "me atacan por ser mujer", lo que seguramente no dijo al adquirir los bienes ("buenas, vengo como mujer a comprarme esta casona en Tepoztlán, porque me lo merezco"). La ex funcionaria Rosario Robles no ha parado de insistir en que está bajo escrutinio de la ley "porque es mujer", aunque suponiendo que sea inocente, seguramente no haya optado por no ver los papeles que le pasaban por delante (los de la "estafa maestra") pensando: "me distraigo por ser mujer". Eso sí, Robles alega que además la atacan "por ser Rosario Robles", lo que equivale a decir que "Rosario Robles se cree Rosario Robles".
Para quien considere que es algo parte de lo que ahora es normal o "normal", cabría saber entonces qué se entiende por paridad de género y en qué ámbitos se deben aplicar este tipo de medidas. En México hay profesiones en las cuales las mujeres están sobrerrepresentadas (como la educación preescolar, el trabajo social o la enfermería), y otras donde están muy ampliamente subrepresentadas: si vamos a negar que una de las diferencias entre hombres y mujeres radique en la fuerza física (y es cierto que las mujeres pueden muy bien competir en levantamiento de pesas o participar en la policía o en el ejército), entonces pueden acercarse a trabajos como los de la minería, la generación de energía eléctrica o el de andar en flotas mercantes. Adelante. 81 % de los profesionistas en el área de la literatura son mujeres, en el caso de México: si el asunto es de paridad, las carreras de Letras ya pueden cambiar sus criterios de selección y admisión, salvo que...se trate de otra cosa que de verdadera paridad.
Hay que saber de qué grupos sociales se está hablando en el feminismo: las monarquías tienen en su haber a Cristina de Suecia, Isabel I de Inglaterra, María Tudor (María I de Inglaterra), Catalina la Grande de Rusia...o Isabel La Católica. Los egipcios tuvieron a su Cleopatra y los babilonios a su semi-mitológica Semíramis. Mucho antes de que Estados Unidos empezara a imponer su cultura woke o su "cultura de la cancelación", que funcionan a la manera de la Inquisición desde hace pocos años, América Latina ya había tenido a Violeta Barrios de Chamorro o a Mireya Moscoso, como alguna vez tuvo a Josefa Ortíz de Domínguez, Manuela Sáenz y Juana Azurduy, o a Anacaona entre los taínos (igual pueden preguntar en el Juchitán que admiran tantos izquierdistas). Aunque no exentos de los valores dominantes, en los sectores populares la mujer siempre ha trabajado, en muchos países, incluyendo trabajos pesados: nada más sencillo que toparse en Ucrania con una mujer conduciendo un tranvía, por ejemplo.
Dejando de lado lo que habrá que decir sobre la cultura woke o la "cultura de la cancelación", el socialismo (sovietismo, porque quien quiera hacerlo podrá notar ciertas diferencias con China) luchó por la emancipación de la mujer por dos motivos: para que sea tratada en pie de igualdad, es decir, primero como ser humano y después como mujer, para bien o para mal; y segundo, contra la conversión de la energía de la mujer -no de su persona, salvo en la trata- en objeto sexual y nada más. Hasta la fecha, los resultados no han sido siempre los mejores. Pero de lo que nunca se trató es de lloriquear por los talibanes y permitir al mismo tiempo sin chistar el florecimiento de la pornografía que puede encontrarse en muchos países en cualquier kiosco de periódicos, o la exhibición en una misma portada de diario de una mujer en bikini y al lado el cadáver de otra descuartizada, como lo señaló el señor Iván Ruiz en un programa radiofónico mexicano sin que ningún radioescucha hiciera palpable su indignación por esta "estética".
No hay problema. Tal vez haya gente que quiera ser gobernada por Elba Esther Gordillo o que vuelva Marta Sahagún, en el caso de México.
Más allá de la emancipación del machismo (sobre el que las feministas no dicen ni pío) y de las formas patriarcales capitalistas, llega un momento en que, al igual que lo que sucede con el movimiento LGBTTTQI+, la sobrecarga de la "opción preferencial por las mujeres" llega a ser un asunto que hastía. Este hartazgo lo acaba de provocar el encargado de Universidades en la España socialdemócrata y de "Unidas Podemos" (!!!), el señor Manuel Castells (tan admirado en la academia mexicana), al decidir que en adelante se establecerán medidas "de acción positiva en los concursos de acceso a plazas de personal docente e investigador funcionario y contratado para favorecer el acceso a las mujeres", además de la cada vez más consabida "perspectiva de género". Muchas mujeres lo entendieron muy bien y lo criticaron: no serán consideradas por sus capacidades, sino por "lo que tienen entre las piernas", lo que es denigrante. Significa, entre otras cosas, que cualquiera se podrá preguntar si tal o cual mujer llegó a su cargo (como en el caso ya mencionado del Partido Verde) por sus capacidades o por "lo que tiene entre las piernas". Es lastimoso lo que ha hecho la izquierda al desvirtuar el sentido de la emancipación femenina y seguir, en el fondo, tratando a la mujer como una "cosa", que ahora se puede utilizar para quedar bien ante la dizque opinión pública, entre amigotes (cuyas reflexiones sobre la masculinidad seguimos esperando) y para convertirse en afamados "abajofirmantes". No cabe duda que la proletarización -en el sentido estricto- y hasta lumpenización -también- de la causa es un "acontecimiento histórico". Es de suponer que hay que perdonarle a la señora de la foto ser una criminal, puesto que "es mujer".