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lunes, 13 de septiembre de 2021

NICARAGUA: Y TODO PORQUE TONGOLELE NO DA UNA

 El escritor nicaraguense Sergio Ramírez seguramente no es alguien completamente deshonesto. Es decir, no completamente. La oposición en algunos países "progresistas" o crítica de regímenes como el cubano, el nicaraguense y el venezolano tiene una rara costumbre, de la que está casi (casi) exento Ramírez: si se acusa a aquélla de haberse robado tres manzanas, no hablará nunca de robo ni de manzanas, ni de nada parecido, sino que hablará por su cuenta, sin responder a lo planteado, sobre -por ejemplo- "la inconveniencia de que los patos le tiren a las escopetas". Si el gobierno nicaraguense encarcela a ciertos opositores, lo hace con acusaciones concretas, y no "porque sí", de tal forma que los afectados y sus fieles pueden argumentar que dichas acusaciones son falsas. Pero no lo hacen, sino que discurren sobre el hecho de que "los patos le tiran a las escopetas".

     Ramírez, hoy fuera de Nicaragua, fue acusado entre otras cosas de lavado de dinero. No se trata de crimen organizado ni nada por el estilo, sino de la asociación entre una Fundación del escritor y la Fundación Violeta Barrios, financiada por estadounidenses para desestabilizar al gobierno de Daniel Ortega y que encima se embolsó para fines personales parte de la "ayuda". Ramírez ha dicho por lo menos que trató de explicar la relación de su Fundación con la otra, aunque sin precisar en qué estaba metida ésta. Contra la creencia de algunos intelectuales, al estilo de Gilles Bataillon, que prácticamente aseguran que un enfermo Daniel Ortega no gobierna, sino que está en casa en calcetines viendo todo el tiempo la televisión, el escritor afirma: "Daniel maneja el poder no puedo decir que de manera racional, pero sí realista. El sabe lo que está haciendo, esas historias de que se pasa el día viendo la televisión en calcetines no son ciertas. La articulación del poder es a través de él, la fuerza represiva depende de él.". A pregunta expresa de si Ortega estaría manejado por su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, Ramírez contesta: "a ella no le harían el más mínimo caso, maneja la propaganda y da órdenes represivas, porque él le ha delegado esos poderes". Nos dejamos entonces de que Ortega está entoloachado, dedicado al vudú y a utilizar calzoncillos rojos con sus amantes.

      Ya que, a sugerencia de Ramírez, se podría ser realista, lo es evitar comparaciones sin ningún sentido como las hechas en sus "lances" por el escritor mexicano Héctor Aguilar Camín: según éste, las acusaciones contra Ramírez "hacen palidecer las del dictador Anastasio Somoza",  Ortega es "una versión empeorada de Somoza", y "en Daniel Ortega ha reencarnado Somoza". Aquí no se está hablando de saber si hay o no algún vínculo y de qué tipo entre la Fundación de Ramírez y la Fundación Violeta Barrios, por ejemplo. Aquí se habla de algo totalmente diferente, por ejemplo de que Ramírez es "un escritor emblema de la literatura latinoamericana" y "la torre mayor de las letras nicaraguenses", suficiente para volver "inexplicable" la actitud de las autoridades nicaraguenses. Tampoco se trata de la manera de Ramírez de incitar contra Ortega, diciendo por ejemplo que a ver quién lo reconoce internacionalmente si gana las elecciones. No: se trata de que cuando alguien es Premio Cervantes, literato y político, no tiene que dar explicaciones de nada, a juicio no de Ramírez, sino de quienes lo adulan para utilizarlo y en beneficio propio, porque "los patos le tiran a las escopetas".

     Dado que el problema planteado no existe, sino que "los patos le tiran a las escopetas", es inadmisible que un advenedizo de la peor ralea le haga éso a don Sergio. Ramírez, quien como vicepresidente de Nicaragua en el pasado dice que trabajó bien con Ortega, se dice perseguido por su más reciente libro, Tongolele no sabía bailar, sin que conste en la orden de arresto. El caso es que don Sergio terminó prestándose en nombre de "la democracia y la libertad", según sus propias y bellas palabras. En los desplegados en su defensa están desde luego desde Enrique Krauze hasta Mario Vargas Llosa, pasando por el rector de la universidad pública y la Academia Mexicana de la Lengua, que ahora tiene al parecer funciones políticas (salvo que el gobierno de Ortega haya especificado en algún documento legal que está prohibido por subversivo decir que Tongolele no sabe bailar). No es lo más importante, sino el que coincidan muy tranquilamente en un desplegado condenatorio Aguilar Camín y señora  con Paco Ignacio Taibo II, Paloma Saiz, Fabrizio Mejía Madrid y nada más y nada menos que Epigmenio Ibarra. Es toda una concepción de lo que significa ser "intelectual" la que está en juego, pero no hay mucho qué agregar, si no queda claro, estándolo: el problema principal en Nicaragua es que Tongolele no sabe bailar y que los patos le tiran a las escopetas, porque no "se" ha oido hablar de nada más, ni "se" quiere oír, lo mismo que entre la intelectualidad cubana. Esta canción sale del más allá (da click en el botón de reproducción para ir al más allá).






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