La izquierda "progresista" de varios países latinoamericanos al parecer no realiza lo que le ocurre. Ahora es en Argentina donde los herederos del peronismo acaban de darse de bruces contra el suelo, pero basta ver cómo se orientan los "pensadores" del presidente argentino Alberto Fernández, en la llamada "Agenda Argentina", para percatarse del anclaje del "poder blando" estadounidense. Si ya se ha dicho que rara vez este tipo de gobiernos tienen que ver con los intereses de los trabajadores (que no son por lo demás lo mismo que "los obreros", mucho menos industriales), ahora igual pueden desapegarse de los sectores populares.
Resulta particularmente desagradable que, en vez de darle un genuino servicio a la gente de pueblo, no falten como antaño las personas de clase media que llegan para tomar el lugar del antiguo patrón, con "benevolencia y caridad" hacia los sectores populares, pero siempre desde arriba: es decir, sin dar cabida a una movilidad social que le permita a la gente mencionada hacerse del poder. Es imposible porque hay "alianzas" que conservar. Francamente, no se puede hacer como la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto: ulular que se celebra "un México más libre y soberano que nunca" al poco tiempo de ratificar el libre comercio con Estados Unidos mediante el TMEC (Tratado México -Estados Unidos- Canadá) y pegar de gritos, muy en el estilo del antes oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI), sobre la "grandeza cultural de México".
Al rato pululan los disparates como los de la de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, una de las favoritas para suceder al mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador: tirar una estatua a Cristóbal Colón para aspirar a poner la de una mujer indígena olmeca, Tlali, pero dejar el asunto a un comité de expertos porque no puede ser que un hombre blanco haga la escultura. Mientras tanto, la señora Sheinbaum rebautiza un tramo del Paseo de la Reforma como "Paseo de las Heroínas" sin ninguna trabajadora, desde luego (adiós, Benita Galeana, por ejemplo), pero con figuras tan "señeras" como la esposa de Benito Juárez y la de Francisco I. Madero, así no hayan destacado mayormente: pareciera que se lanzan este tipo de iniciativas para autoconvencerse de que se está "haciendo Historia" y "trascendiendo", lo que no es lo mismo que brindar un servicio público y dejarle al tiempo que decida quién amerita qué en la memoria. Vuelve la sensación desagradable de gente de clase media sirviéndose de "las causas", y sin entender que el pueblo no es tonto.
Luego llega la señora del presidente a justificar lo de la estatua de Colón con el "argumento" de que éste no descubrió nada, puesto que el continente y sus pueblos originarios "ya estaban allí". Ni siquiera se leen entre lópezobradoristas, dado que el historiador Enrique Semo ha explicado el problema de la insularidad del continente, que limitaba sus contactos con otros mundos: para decirlo de otro modo, desde luego que los pueblos originarios tampoco sabían dónde estaban, ignorándolo todo o casi de Europa, Asia y Africa. A este tipo de debates se les llama "bizantinos", pero igual se puede hacer algo más que llamar "Abya Yala" a América: como todos los apellidos terminados en "ez" en español son patronímicos de un nombre masculino, no serían sino expresiones patriarcales del colonialismo ("Martínez" son los hijos de Martín, "Hernández" los de Hernán, "López" los de "Lope", "Sánchez" los de Sancho, etcétera, sin que existan los "Cristinez", "Isabelez", "Pilarez", etcétera, para colmo), por lo que habría que proceder también aquí, para ser congruentes. El próximo presidente de México no podría ser más que Esteban Moctezuma, porque Clouthier, Ebrard, Sheinbaum o Nahle no es de lo más "originario" que haya. A decir verdad, se puede correlacionar cualquier cosa con cualquier cosa, y ya que todo ésto es parte de una ciudad de "derechos y libertades", también se pueden organizar los pocos hombres que no hacen genuflexiones ante estas cosas para acusar a las mujeres de misandria, que se define en el límite como desprecio por todo lo masculino. Lo principal es que cada quien acaba a la estadounidense: recluido en un ghetto o una reservación para salir únicamente a votar Demócrata.
A este ritmo, el pasado en la Conquista es difícil para las mujeres, en el caso del futuro México: ¿qué van a hacer a fin de cuentas con Malinalli, también conocida como Malintzin? Reina sobre el tema un silencio sepulcral. Al mismo tiempo, se quitan estatuas de personas como Bartolomé de las Casas o Pedro de Gante.
El desastre cultural se acerca igualmente a parte de la universidad pública y otras instituciones metidas a un absurdo: "descolonizar", para seguir al egresado de la universidad de Yale y sempiterno de Madison-Wisconsin, Boaventura de Sousa Santos. Así se quiera "descolonizar el saber", se trata de un absurdo porque la manera de operar imperial, de Estados Unidos, no es la misma de las potencias coloniales clásicas, desde las antiguas España y Portugal hasta las más modernas Inglaterra y Francia. Estados Unidos no manda colonos, sino que utiliza, además del siempre eficaz poder económico, el "poder blando", un infalible lavado de cerebro que, como el diablo, tiene la ventaja de ser invisible y hacer creer que no existe. En Estados Unidos, lo que cuenta de la palabra es el negocio: es decir, que la gente "se la compre" o no. Tal vez no falten quienes por ganas de "trascender" y llevándose a ignorantes entre las patas se "compren" todas las tonterías culturales del lópezobradorismo, para ganancia de ambiciosos, que nunca faltan. Ni la universidad pública esta protegida de esta forma de degeneración que niega la universalidad y atenta contra los propios principios de aquélla, puesto que la raíz de la palabra es la misma, pero hay que disolverse en "estudios de lo uno y lo otro" (de género, culturales, decoloniales y postcoloniales, etcétera) y armar la guerra de todos contra todos con tal de mantener a la gente atomizada y desorganizada, pero creyendo al mismo tiempo que está en plena "rebeldía" y viviendo el paraíso de los derechos sin tener que dar nada a cambio. !Es gratis! ¿En algún momento algún animoso adversario del "eurocentrismo" le ha levantado la mano a Estados Unidos? No, para nada.
Todos estos actos circenses se acompañan de pan bajo la forma de ayudas sociales sin resolver ningún problema de fondo, porque la clase media aludida está convencida de una "naturaleza humana" o una "condición humana" que no han salido de la etapa del mal llamado "neoliberalismo" y se han olvidado de que la gente necesita educación, la misma que se abandona cada vez más en nombre de esa invariable "naturaleza" o "condición", para complacencia de la ambición de sectores de clase media con espíritu sesentaiochero y mentalidad de protectorado. México no está lejos de dar un vuelco hacia el franco estilo Demócrata estadounidense que puede representar una ruptura con lo popular del lópezobradorismo. El circo para reescribir la Historia es sobre todo sintomático de cierto espíritu de protectorado.
La justificación que invade la universidad pública, al menos en ciertas áreas, está liquidando el humanismo, que seguramente deba ser visto también como imposición-patriarcal-de-Occidente: ya no se es primero ser humano, sino primero parte de alguna especie, mujer, afrodescendiente, pueblo originario, no binario, joven y todo lo que excluya al adulto trabajador, peor si blanco. Es fácil demostrar a qué conduce esta forma de ver, en el sentido de perder la capacidad para discriminar y tener criterio ético: ¿se debe preferir al indio analfabeta sobre el hombre blanco humanista, o admitir únicamente al segundo a condición de que su humanismo termine reduciéndose a hablar interminablemente del primero? En otros tiempos se hubiera preferido darle al indio analfabeta educación y la posibilidad de ser humanista; ahora, desde luego, no hay que atraverse a imponerle nada semejante porque es patriarcal-colonial-eurocéntrico-occidental y es preferible una pluralidad epistémica: más vale un volador de Papantla que un avión, puestos a buscar alcanzar las alturas.
Todos estos hábitos, que llegan a la cultura woke y la cultura de la cancelación al estilo estadounidense, son inquisitoriales. En el pasado, quien confesaba ante el Santo Oficio era culpable y quien no, ni siquiera bajo tortura, es que estaba poseído por el diablo y por lo tanto era de todos modos culpable. Ahora basta con un poco de "psicología" o de "psicoanálisis": 1) sabes que eres gai pero no te atreves a decirlo: !suéltate el pelo!, o 2) si no lo reconoces, o consideras no serlo, es que no has escarbado lo suficiente en tu inconsciente, ya que todos "lo" somos de una u otra manera desde tiempos inmemoriales y es hora de que te atrevas a abrir tu clóset, y 3) si ni así, es que eres un reprimido intragable al que sería preferible no dirigirle la palabra. Ya habrá manera de mostrar a qué se remontan estas prácticas que, más o menos generalizadas, tienen también algo de fascistoide. Pero, por favor, sigamos en el homenaje a las mujeres, oh mujeres tan divinas...no queda más camino que adorarlas (adora a Sandra dando click en el botón de reproducción).