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viernes, 3 de junio de 2022

A LA IZQUIERDA DE LA DERECHA

 Hay quienes, como el intelectual mexicano Jorge G. Castañeda, sostienen que existen hasta tres izquierdas en América Latina: una "extrema izquierda" (Cuba, Nicaragua y Venezuela), un "centro-izquierda" ( tipo de Alberto Fernández en Argentina o Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil) y algo intermedio que suele ser "populismo". Uno puede perderse en el catálogo y, a final de cuenta, percatarse, como lo hace Castañeda (quien desafortunadamente se extravía regularmente en concesiones a "los amigos"), que la diversidad es importante.

     En Colombia, Gustavo Petro ni siquiera quiere ya definirse como "de izquierda", y prefiere que lo llamen "progresista". Nadie está planteando una alternativa socialista, salvo en Cuba y Nicaragua (socialista cristiana, en este último caso). En Cuba se habla poco de socialismo: no es el tema del líder Miguel Díaz-Canel. Venezuela arrumbó el Socialismo del Siglo XXI e igual lo han hecho líderes como el ecuatoriano Rafael Correa. De marxismo no hay nada, salvo parcialmente en el ex vicepresidente boliviano Alvaro García Linera. Cuba y Nicaragua están ante todo en el antiimperialismo, pero en caminos diferentes. Amalgamarlo todo no sirve de mucho, salvo que se trate de una vieja cantinela: hay países de "muertos de hambre" que ni siquieran tienen "las libertades". Un país como Cuba es incapaz de contestar.

      El Foro de Sao Paulo parece radical y tienen más protagonismo el Grupo de Puebla y la Internacional Progresista. Teóricamente, es casi cero, salvo por reflexiones de Correa y García Linera. Si se habla de izquierda, está en buena medida bastante a la derecha del marxismo o el leninismo, y muy en el conservadurismo: moviéndose de tal manera que lo prioritario sea tratar de ganar el poder, o un semblante de tal en el gobierno. En algunos casos, de los más celebrados, como el de Petro o como el del presidente chileno Gabriel Boric, los programas están adaptados no nada más al mundo de los organismos internacionales (Agenda 2030 de Naciones Unidas, etcétera), sino al gran capital tipo Davos (en el "ecologismo", por ejemplo) y al estilo Demócrata estadounidense (minorías, lenguaje políticamente correcto, etcétera). Las vías para pasar por una etapa plenamente capitalista en América Latina no son todas iguales. Lo que llama la atención es la clara opción de buena parte de la izquierda mencionada por los Demócratas estadounidenses y por el gran capital. Los pronunciamientos en este sentido han llegado a ser abiertos (Lula, por ejemplo). Cuando se amplían "al centro", estas izquierdas se apresuran a tratar de granjearse a la clase media y acomodarse a los medios de comunicación masiva, de tal modo que bien cabe preguntarse quién queda realmente al mando. Pasos mínimos en otro sentido pueden costarle lo que le ha costado por ejemplo a Pedro Castillo en el Perú. Pareciera que se trata de darle un "rostro humano" al capitalismo, mientras no se deja de insistir, desde la derecha, que el socialismo es "inhumano".

     No faltan puentes entre la izquierda y los "demócratas liberales", entendiéndose que los primeros hablan del pueblo, al que le conceden desde arriba, pero sin promoverlo al poder. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador puede intentar él también moverse: Rocío Nahle, Adán Augusto López, Rosa Icela Rodríguez...Los medios de comunicación masiva se han adelantado desde hace mucho: Marcelo Ebrard o Claudia Sheinbaum, lo necesario para seguir bajo la tutela estadounidense. La jefe de gobierno de la Ciudad de México no tiene empacho en compartir infantilismos con los "demócratas liberales" (al homenajear a la escritora Elena Poniatowska, en lo que se metió extrañamente Correa) ni en comportarse como lo que el escritor mexicano Juan Rulfo llamó "los encomenderos del otro lado": la voluntad de acaparamiento, el amiguismo, la creencia en el puro argumento de autoridad demostrados por ejemplo con la universidad pública en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, con una "agenda" ajena a éstas (por lo demás, el canciller Ebrard, igual de extraviado ante el mundo intelectual, nombró "Elena Poniatowska" a un vagón de Metro de la Línea 12).

     Es a la izquierda porque se sientan a la izquierda de la derecha, aunque igual llegan a darse sus tocaditas por debajo de la mesa. La derecha no tiene gran cosa que ofrecer, pero en términos de programa la izquierda está a la derecha: con los Demócratas, el gran capital del Foro Económico Mundial y una parte de la clase media, además de la mayoría de los medios de comunicación masiva. Es decir: a la izquierda de la derecha, no más. Es el momento conservador-libertario. Igual y da click en el botón de reproducción.



FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...