Uno de los argumentos favoritos de los "demócratas liberales" es que, dado que todo individuo, como ser "racional", no hace más que buscar su propio beneficio (beneficio para sí mismo), quien se encuentra en el poder no es en nada diferente: en el fondo, juega "el juego que todos jugamos", aunque se autorice a hacernos creer lo contrario, hacernos creer en algo "superior" (cualquier causa) o en alguna convicción distinta. Todos somos muy iguales: no buscamos más que "éso".
Es en este orden de cosas tan sencillote que la oposición mexicana y los medios de comunicación masiva, para no hablar de casos patológicos como el de Carlos Loret de Mola, un pseudoperiodista,, llevan lo que va del sexenio y se seguirán lo que queda de él, hasta el 2024, "demostrando" lo que ya se supone que es sabido: que el presidente Andrés Manuel López Obrador, diga lo que diga, no es más que otro que no busca sino algún beneficio para sí mismo (se extiende a los suyos), sea material o de poder. Sin que se trate de estar ciego a los errores del presidente mexicano, que no son pocos, debe darse entonces por sentado que es igual que todos, o hasta peor, por vergonzante, porque se haría pasar por lo que no es, siendo que no pasa de vulgar ambicioso que lo quiere "todo", "todito" para él solito, o para él y su círculo más cercano, incluida su familia. No puede haber nada más, y si despunta, es sospechoso: no vale hacer caso de lo que dice porque lo que cuenta es lo que está supuestamente "detrás", con el agravante de que el señor tiene poder. Quiere saciar su apetito autoritario, su sed de venganza, su ánimo rencoroso y un largo etcétera que debe justificar, cómo no, que "cuadre" en la "racionalidad", que explica que el desinterés no existe, salvo entre los idealistas perdidos, que pierden su tiempo y lo hacen perder a los demás . En el mejor de los casos, López Obrador es alguien que camina al filo de la navaja, hasta que se le terminen de sacar los trapos al sol, de intereses oscuros, y además, de ineptitudes. Así, las palabras de una persona no valen por lo que dicen, sino por lo que no dicen, por lo que al presidente mexicano todo el tiempo hay que estar "destapándole" lo que "nos oculta" desde la tenebra.
No es que quienes tanto lo critican se tomen ellos por la moral, sino que defienden un "orden" en el cual cada quien pueda hacer "éso", seguir no más que la búsqueda del beneficio para sí mismo sin ser importunado por nadie, o lo menos posible, y sin preocuparse demasiado por los demás, puesto que lo que llamamos “sociedad" es apenas la suma de todos los individuos que persiquen su propio beneficio, y párenle de contar. Que encima el presidente pretenda tener "autoridad moral" (habría que saber si la tiene, efectivamente) o peor, "superioridad moral" es ya el colmo, porque la moral no tiene nada que ver con una sociedad que no es más que la suma de cada individuo, sino asunto de cada quien. A decir verdad, si pudieran, los "demócratas liberales" o gente como Loret de Mola ya habrían llevado a López Obrador a juicio por lo que sea. En esta perspectiva, podría decirse que otros son menos condenables, puesto que supieron llevarse su beneficio propio y las cosas "así son", han sido y serán. No cabe en el Hombre ni asomo de generosidad: todo-el-mundo-busca-su-beneficio-o-sea-ya-entiéndelo y es con este mismo prisma que debe interpretarse todo, incluidas las políticas de todas las potencias o la actitud de todos los vecinos, por lo que no se mete las manos al fuego por nadie, salvo donde hay, claro está, la manera de buscar el beneficio para sí mismo ( la familia, por ejemplo). Queda por ver quién se atreve a rematar: si todos somos egoístas y el mundo no es más que un gigantesco ejercicio de onanismo entre muchos, falta únicamente el valiente que diga que en López Obrador no hay más que egoísmo, además de compartirle al país sus "mañaneras". Hay algo mejor aún: que los seguidores del presidente no estén siguiéndolo más que por ver qué beneficio pueden encontrar para sí mismos. Cuidado, no es una broma. No exactamente.