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domingo, 19 de junio de 2022

COLOMBIA: NUEVA REPÚBLICA AMOROSA

 El recientemente electo presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha sido encasillado en la "izquierda" por los medios de comunicación masiva prevalecientes, pero el ganador se considera simplemente "progresista" y no dejó lugar a dudas: al considerar al país sudamericano con muchos rasgos de feudalismo, prometió: "nosotros vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia. No porque lo adoremos, sino porque primero hay que superar la premodernidad en Colombia", lo cual es cierto. Sin estas palabras, Rodolfo Hernández, contrincante que no quedó muy atrás de Petro (y que en ocasiones anteriores lo había apoyado, por cierto), se proponía algo similar, pero por otra vía: la de terminar con la corrupción en el Estado. Las propuestas de Petro en este terreno no llegan muy lejos.

     Hernández podía llegar amarrado al uribismo, aunque se deslindó de éste. Petro llega amarrado a quienes lo movieron al centro y a un programa y dichos no muy alejados del estilo Demócrata estadounidense. "Somos parte de una resistencia que ya tiene cinco siglos", afirmó el ganador. La vicepresidente Francia Márquez ha puesto lo suyo con diatribas contra la colonialidad (seguramente que la del poder, porque Colombia no es una colonia de nadie), el patriarcado, etcétera. Con algunas buenas ideas para el campo (Hernández también las tuvo), Petro está al mismo tiempo comprometido en la aventura de las nuevas energías, algo sobre lo que Estados Unidos no ha parado de presionar, como lo probó recientemente y con desverguenza el funcionario estadounidense John Kerry en México, secundado por un embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, a quien se le permite cualquier injerencia. En este orden de cosas, Colombia es uno de los países latinoamericanos con más bases militares estadounidenses en su territorio, sin que parezca una anormalidad.

     Petro tiene otros desbarres sesentaiocheros. Llamó a la oposición a dialogar para un acuerdo basado en "amor, paz y esperanza". "Necesitamos del amor, dijo, entendida la política del amor como una política del entendimiento, del diálogo de entendernos unos a los otros". Un poco a la mala, pero es probable que Hernández tuviera autoridad. No es seguro que Petro la tenga: el hecho es que, en la perspectiva de construir un capitalismo democrático, hay cosas interesantes y otras no tanto.

     Colombia ha roto con siglos de bipartidismo y se abre la posibilidad de romper con la práctica oligárquica de resolver las discrepancias a tiros. Lo interesante está sobre todo en los planteamientos para el agro. Sería un error no llevar a buen puerto los Acuerdos de Paz de 2016 en La Habana, pese a la catástrofe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia: dejaron sembrada la semilla de una reforma agraria que es el pilar de todo capitalismo democrático, la clave para desplazar a la oligarquía en los hechos, no en el discurso, y para cesar los asesinatos de líderes sociales. Toda experiencia de capitalismo exitoso lo prueba. Es de desear que a Petro lo dejen gobernar, y que lo haga para quienes estén interesados desde abajo en su capitalismo democrático (desde tanto amor, o demasiado amor, da click en el botón de reproducción).



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