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domingo, 26 de junio de 2022

MÉXICO: CUANDO NO HAY AUTORIDAD

 El gobierno mexicano del presidente Andrés Manuel López Obrador, pese a que éste se lo propusiera, no ha logrado nada que se parezca ni de lejos a una "revolución de las conciencias". La corrosión de valores sigue presente, sobre todo por algo obvio: la izquierda no tiene ninguna alternativa que levantar. Tan es así que, apersonándose al Día del Orgullo LGBTTTIQA+, la jefe del gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, no llegó más que a tuitear a favor de "las libertades y los derechos", que es lo único que tienen que decir los "demócratas liberales". El estado de cosas es mucho más conservador de lo que parece, y la autodenominada "Cuarta Transformación" no está muy lejos, sea con Sheinbaum o con el canciller Marcelo Ebrard, de arribar a una nueva versión de "la norteamericanización que todos quieren", aunque sea porque la inducen los medios de comunicación masiva prevalecientes.

      La cultura ha sido completamente despreciada por el lópezobradorismo, y la secretaria del ramo, Alejandra Frausto, ha pasado desapercibida, siendo abogada y gestora cultural, salvo para dar en uno que otro lugar común manido: Fuentes, Monsivaís o Poniatowska. Es mucho menos relevante de lo que pudiera parecer, y López Obrador, con su proverbial acomplejamiento ante los intelectuales, ha mostrado no saber nada del tema. La cultura, ni siquiera mexicana, la inculcan los medios de comunicación masiva, con frecuencia transnacionalizados.

     Ante este medio hay otro fracaso, no desligado del no funcionamiento de Notimex: el Estado tiene el deber constitucional de informar (artículo 6), pero no lo ha hecho, y no puede darse por equivalente el sucedáneo de las "mañaneras" del presidente, o por algunos programas en las "benditas redes sociales", que imposibilitan una visión objetiva de lo que ocurre y de los resultados gubernamentales. El alcance de la "Cuarta Transformación" es imposible de conocer, salvo en que la gente reconoce la honestidad de las altas esferas gubernamentales y del presidente, y recibe ayudas sociales, pero sin que nada se traduzca en participación activa en los asuntos del país.

      López Obrador buscó no dejar la subjetividad de lado, llamando primero a la lectura de la Cartilla moral de Alfonso Reyes y luego con la creación, que no consiguió escapar del espíritu "libertario", de la Guía ética para la transformación de México. Se quiso jugar erróneamente sobre la creencia de que se trataba de "catequizar" o de volver "obligatorio" un comportamiento. El hecho es que ni los elaboradores de la Guía se encargaron de hacerse preguntas sobre la difusión de la misma.

     Lo anterior tiene mucho que ver, al igual que en algunos otros procesos progresistas, con una creencia en la libertad hecha de tal modo que el solo hecho de educar parece coartarla. La educación está al abandono mientras se está con todos los aparatos electrónicos que se quiera. No hay enseñanza que transmitir, ni aprendizaje por hacer: lo que necesitan "los pobres", por igual en Brasil (lo ha dicho abiertamente Luiz Inácio Lula da Silva) que en Argentina o en México, es tragar tres veces al día, distraerse y ascender lo que se pueda, pero no hay humanismo en juego: la izquierda no puede no saber que lo abandonó junto con la renuncia a toda verdadera alternativa. La izquierda carece de otros valores que los progresistas del capitalismo, "derechohumanistas", sin tocar la cuestión social. Si lo hace, es con la visión salida de las universidades estadounidenses, irrespirables con frecuencia: basta oír al encargado de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en México, Marx Arriaga,hacerse el portavoz de los saberes ancestrales, contra el eurocentrismo y el patriarcado, pero encima, sin entenderla, contra la meritocracia, al igual que otros cercanos al lópezobradorismo (Asa Cristina Laurell, Gibrán Ramírez...). Las ideas comunitarias de Arriaga no están lejos de los arcaismos "Ubuntu" de la recién electa vicepresidente de Colombia, Francia Márquez: el individuo y toda posibilidad de individualismo como desarrollo de la personalidad propia y singular deben ser sacrificados a la comunidad, en vez de que haya una sociedad que permita el florecimiento de las individualidades y las premie, antes que inculcar  "el derecho a participar en la distribución". El lópezobradorismo cometió errores en parte del artículo 3o. constitucional. No se trata de hacer proliferar los ghettos.

      No hay mejor prueba del rumbo norteamericanizado de la autodenominada "Cuarta Transformación" que lo ocurrido con el Instituto de Formación Política del Movimiento de Regeneración Nacional, el partido lópezobradorista: el "trabajo cabeza por cabeza" resulta ahora en llevarle a "la gente" una agenda a la vez de clase media y transnacional (feminismos, masculinidades, LGBTTTIQA+, medio ambiente, pueblos originarios), en vez de escuchar las inquietudes que pudieran surgir desde abajo. No hay que ser muy ducho para darse cuenta de que es dicha clase la que está imponiendo sus intereses y adulterando el sentido del cambio, desde estructuras intermedias a las que las preocupaciones del mundo del trabajo les importan muy poco, y que encima -en México, incluso contra la Constitución y el respeto a la Etica que indica- tachan de "fascista" a cualquiera que no comulgue. Es bastante tiempo haciendo trampa, y además doblándole las manos a López Obrador.



EL BALBOA QUIERE DÓLAR

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