Fernando Haddad fue alguna vez candidato a la presidencia de Brasil, y no ganó. Hoy es ministro de Hacienda en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y, como alguno que otro gobierno progresista (incluído el de México), ha hecho de la austeridad un fetiche. Así, llega el momento en que hay que contener el gasto público así existan recursos. Haddad ha estado llegando a presionar para echar atrás estipulaciones constitucionales sobre el porcentaje de lo que debe ir a educación y salud. Dadas las condiciones en las que llegó al gobierno, Lula no ha podido hacer mucho, como tampoco en el plano internacional, aunque no por ello se despierten críticas.
La falta de apoyo público, dada la austeridad, hace que los hogares tengan que voltear al sector privado. No se explica muy bien por qué países del Sur siguen recetas que no aplican los centrales: el Estado brasileño invierte cuatro por ciento del producto interno bruto en salud, contra 11,1 % de Alemania, 10,4 % de Francia y 10,3 % del Reino Unido. Una cosa es tener finanzas sanas. Otra cosa es apretar el gasto "porque sí" -ya se ha dicho, por fetichismo-, por lo que el equipo de Haddad considera que la inversión pública en salud y educación debe seguir bajando pese a que, como se ha dicho, hay recursos. Esto quiere decir tal vez que es un gasto que se está entendiendo meramente como tal y no como una inversión a largo plazo. Los perjudicados están en la mayoría de brasileños que recurren a servicios públicos. Como lo explicara alguna vez el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, el camino de reducir el gasto público "porque sí" es el contrario de los países desarrollados, pero en cambio una buena manera de acercarse a Sudán del Sur. La nueva "idea" es que l gasto público crezca un 30 % menos que la recaudación fiscal cada año. No es ajeno a más de un gobierno progresista que no quiere tocar en lo más mínimo a los más ricos, gravando los dividendos de los accionistas, las grandes fortunas o a las transnacionales, o evitando las fugas a paraísos fiscales. No hay modo de hacer una reforma fiscal para una redistribución más justa, por lo que cabe preguntarse si ya cundió la creencia de que la riqueza la crean las inversiones o, dicho de otro modo, que "la riqueza la crean los ricos". Pareciera que alcanza más para subsidiar ya a la iniciativa privada, por ejemplo con toda suerte de infraestructuras. Es más atractivo que atender la salud y la educación.
El resultado: en un año, el número de multimillonarios brasileños pasó de 51 a 69, según la revista Forbes y el portal Rebelión. Los brasileños más ricos tienen la mitad de la riqueza del país y 122 veces más que todo el 50 % más pobre, según lo recuerda Rebelión. ¿Es realmente una sorpresa? Si bien en otros tiempos Lula redistribuyó más, no dejó de ser de gran ayuda para los ricos, mediante las tasas de interés. Entretanto, se puede mandar una que otra limosna a pueblos originarios y activistas de los "derechos emergentes" (!), seguramente de tercera generación (para personas vulnerables). Lo dicho, junto a la potencial destrucción de las obligaciones ("pisos constitucionales") en materia de educación y salud.
El esperado regreso de Lula ha estado envuelto en el silencio. Y no es un problema que se le pueda cargar al hoy ex presidente Jair Bolsonaro, que no es quien hace los actuales Marcos Fiscales ni negocia con el Centrao para no caerse y "tener el poder" -si es que no lo tiene en realidad la aristocracia financiera brasileña y extranjera. No es tan nuevo: se trata de tener bajo parálisis a la gente de trabajo y de entregar el país al rentismo local y a la inversión extranjera. Para algunos, las cosas van siempre de prisa; para otros, muy, muy despacito (da click en el botón de reproducción).
A reserva de lo que dé a conocer Ricardo Raphael, muy buen conocedor del caso, Isabel Miranda de Wallace es una mujer de antología que lleva a pensar qué significa que el actual sea supuestamente "tiempo de mujeres". Miranda de Wallace fue candidata del partido Acción Nacional (PAN) a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México en 2012 y, lo mejor, Premio Nacional de Derechos Humanos en 2010, durante la presidencia panista de Felipe Calderón. Para más señas, Miranda de Wallace se hizo cómplice del autosecuestro de su hijo, Hugo Alberto León Miranda (y no Hugo Alberto Wallace). En un acto digno del premio que le fue otorgado, la "terrible señora Wallace", como la conocían an la defensa de Florence Cassez, hasta se dió el lujo de organizar la escena del "crimen" -"sembrando" supuestas "evidencias"- para lanzarse a la fabricación de culpables y lograr contubernios en el aparato Judicial. Pareciera que el PAN tiene una irrefrenable vocación por la delincuencia y, en otros casos, por "servirse" de mujeres, sea Xóchitl Gálvez o en el pasado Josefina Vázquez Mota, dejada a su suerte.
Cuando no es así el "tiempo de mujeres", como el de la señora Miranda de Wallace, que preside una organización llamada "Alto al secuestro" (Guadalupe Lizárraga es una periodista de Los Angeles Press que le ha seguido muy bien la pista a las trapacerías de esa señora), el PAN es algo así como una cofradía de niños machines, los "Ocean", que aspiran a hacerse del control de la Ciudad de México mediante el candidato Santiago Taboada, y a mantener la alcaldía Benito Juárez (BJ) con Luis Mendoza. Este, seguramente, no puede ser inculpado él por la trayectoria delictiva de su hermano, víctor Mendoza, hoy prófugo de la Justicia, y que fuera director de recursos materiales de la alcaldía en cuestión. La gracia consistió durante décadas en el contubernio con constructoras a cambio de dinero u otros privilegios, lo que se conoce en México como "moches". Encabezados por Jorge Romero, quien perdió las elecciones en BJ en 2012 pero se las granjeó con jueces a modo, los "Ocean" difundieron la especie de que el boom inmobiliario era asunto de un bando de Andrés Manuel López Obrador cuando era jefe de gobierno capitalino, sólo que dicho bando no autorizó colindancias mal hechas ni pisos excedentes ni otras trapacerías por el estilo. Supongamos que el actual candidato del PAN en la alcaldía, Luis Mendoza, es inocente: lo que no pinta muy bien es que haya sido secretario particular de Romero. La cosa no termina ahí, puesto que existen pruebas de que Taboada (ya conocido como "Santiago Tajada") también ha estado involucrado en negocios turbios con el llamado "cártel inmobiliario". Están incluidas funcionarias de Taboada, como Adelaida García, quien fuera directora general de Obras BJ. Santiago Taboada en sus spots radiales: se desganita como el golpeador Carlos Loret de Mola hasta alcanzar un extravagante estado de excitación. Más "tiempo de mujeres" . la hermana del preso Christian Von Roerich, Sofía Soraya, con cargos de asociación delictuosa, detenida en 2023 en Querétaro. Más "tiempo de mujeres" y hasta la amiga de Romero, una partidaria ferviente de Hillary Clinton y familiar de la esposa de Calderón, Margarita Zavala. Ni Felipe Calderón vió bien la manera en que "los Ocean" se apoderaron del PAN capitalino, según quedó plasmado en el libro Decisiones difíciles. No queda claro por qué un pocentaje no desdeñable de capitalinos se apresta a votar por un delincuente, al parecer sin dimensionar de qué se trata.
Taboada fue impulsado por Romero dentro del PAN, y como alcalde se vió involucrado en negocios turbios en BJ (City Towers), al simular operaciones financieras (simulación de pagos por contratos de reparaciones de edificios, del estilo "vale 25 y pago 15), pero, como Romero, está amparado. Si proliferan edificios con exceso de pisos y/o colindancias mal hechas, sus habitantes corren riesgos en caso, por ejemplo, de sismo. Si bien, salvo excepciones (edificio Nuevo León en Tlatelolco), no se abundó en el problema de la corrupción inmobiliaria luego del terremoto de 1985, en el de 2017 era algo claro, aunque el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, optó por no ir más lejos y parecía no estar muy al tanto de cierto acontecer (llegó a tratar por ejemplo con Genaro García Luna, secretario de Seguridad con Calderón y hoy encarcelado por narco en Estados Unidos). Mancera y Alejandra Barrales son "cartuchos quemados". Como sea, en caso de sismo las construcciones irregulares del "cártel inmobiliario" panista no son una garantía de seguridad para los vecinos, sino al contrario. El cuadro delincuencial se completa en los estados panistas de Chihuahua y Guanajuato, aunque dentro del PAN puedan haber excepciones. Queda por saber si es por un peculiar clasismo que se llega a preferir a un delincuente, si es de cuello blanco, o qué es el "tiempo de mujeres", por si acaso fuera que Miranda de Wallace, después de ser premiada, pueda seguir gozando de una impunidad de fábula.
En BJ, el candidato panista, Luis Mendoza, no tiene dos dedos de frente ni preparación comparable a la altísima en administración pública de Leticia Varela, candidata del oficialismo a la que Romero le robó en 2012 las elecciones; Romero, el mentor de Mendoza y de "los Ocean". Se ha dicho que el PAN es un grupo delictivo, salvo excepciones, y lo cierto es que Querétaro y Yucatán -secreto a voces en lavado de dinero- no se salvan del todo. Entretanto, Taboada tiene una extraña manera de hacer sus spots radiales: se desgañita muy "loca", casi a gritos, como para que se oiga el escándalo y no un mensaje pésimo, porque "el cambio viene" no coincide con la oferta real de más delincuencia y extorsión. La corrupción del poder Judicial todavía da para mucho, e incluso para que, refugiándose en su condición de "dama", Miranda de Wallace se dé el lujo de chantajear a la Corte y evitar a la Fiscalía General de la República (FGR). (da click en el botón de reproducción).
De acuerdo con el periodista Hernán Gómez Bruera, en Traición en Palacio, Julio Scherer Ibarra aprovechó entre 2019 y 2021 su cargo de consejero jurídico de la Presidencia, para hacer negocios turbios. El mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, terminó por hacer a Scherer Ibarra a un lado, aunque también es cierto que éste logró mantenerse intocado, pese a que también pudo haber estado involucrado en las turbiedades de Segalmex. Gómez Bruera arranca con la biografía de Scherer Ibarra, hijo de Julio Scherer García, considerado un gran periodista y al frente de la revista Proceso. Scherer García y López Obrador eran amigos, aunque el primero sabía de las trapacerías de su hijo. ¿López Obrador no vió ningún expediente de nada y se hizo de un consejero jurídico a partir de una vieja amistad? Al margen de las cualidades de Scherer García, éste, pese a ser "crítico", se encontraba obnubilado por el poder, como Proceso, no sin dejos de sensacionalismo y chismografía como medios de dirimir diferencias en política: buscarle al otro el flanco débil para maniobrarlo. De ésto se enfermó hace mucho la dizque "política", al grado que un debate hoy es un espectáculo en el que no queda más que ese tipo de maniobra. El hecho es que Scherer Ibarra se las ingenió para involucrar a un poder Judicial corrupto, no nada más por el actuar de muchos juzgadores, cosa que el hoy ex ministro Arturo Zaldívar no logró erradicar, sino de abogados y despachos de abogados expertos en fungir como intermediarios para corromper.
¿Scherer García deslumbraba a López Obrador? El problema no está tanto en las ilegalidades del gobierno mexicano saliente, las reales y las presuntas, sino más bien en el amiguismo y el nepotismo. Tómese el caso del secretario de Salud, Jorge Alcocer, totalmente incompetente ante la crisis sanitaria de la Covid-19 y que el subsecretario Hugo López-Gatell manejó apenas como alumno de Estados Unidos y carente de criterio propio (¿realmente estaban al tanto de lo que se investigaba a nivel internacional, y por qué se desembocó en el peligro de priorizar la terapia génica de Pfizer?). Alcocer había sido el médico de la primera esposa de López Obrador, pero, además, el secretario se casó con la hija de una conocida sindicalista (Adela Salazar de Castillejos), y en casa de...Heberto Castillo. ¿Fue la de López Obrador una elección profesional o de algún otro tipo?¿Y la de Román Meyer Falcón (Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, para más señas), hijo de Lorenzo Meyer, en la secretaria de Desarrollo Agrario,Territorial y Urbano, aunque sin una amistad cercana, pero sí tal vez el probable acomplejamiento? Meyer Falcón fue de los pocos del gabinete "elegido" para una notita de La Poni.
¿Ser hija de un conocido político priísta es una profesión? No deja de resultar extraño que Layda Sansores, autora de odas extravagantes al presidente, y bastante vulgar, además de dueña de una inmensa fortuna, haya logrado una gubernatura luego de un pésimo desempeño en una alcaldía capitalina. ¿Pesó alguna profesión o alguna capacidad política, o el nombre, aún sin amiguismo de por medio? Era la peor alcaldesa de la Ciudad de México. El asunto se repitió en Guerrero, con Evelyn Salgado, pese a que tiene buenos estudios: pudo haberse visto favorecida como "la torita" por ser hija del "toro" político Félix Salgado Macedonio, un fracaso, por cierto, como presidente municipal de Acapulco. ¿Hubo alguna relación con una defenestración en la secretaría de la Función Pública? Tenía al frente a la hija de un sindicalista, con un hermano en el aparato judicial y otro diputado, que aspiró a la gubernatura de Guerrero, además de una madre colocada en la universidad pública por el esposo de la primera (dedicada a citar sistemáticamente a sus suegros). Ya se han mencionado otras colocaciones familiares, aunque la actual secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, tiene muy buenos estudios, al igual que los muy amplios de Bertha Alcalde. No es exactamente el caso de los Batres Guadarrama. Hubo algo más: si bien no muy bien visto por el lópezobradorismo, el ex alcalde de Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, y ex gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal, explicó la mala historia que se le fabricó a la familia en esa entidad federativa, donde como sea gobierna el hermano, David Monreal. Lo que sí ya se pasó un poco es que compita por Cuauhtémoc Caty Monreal, hija de Ricardo Monreal. Es la segunda vez, sin tantos estudios (egresada curiosamente del Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM, y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO). Incluso en las hermanas Alcalde, de trabajo, hay algo de lo que algunos llaman patrimonialismo, al ser hijas de Bertha Luján, ex funcionaria de López Obrador, aunque todas honestas (no es exactamente el caso de la esposa de Martí Batres).
No existe nada de la oposición sobre lo enumerado. Ni sobre Scherer Ibarra. Ni nada de la izquierda sobre el mito de Scherer García, intocable, pese a que le conocía las andanzas al hijo y lo perdonaba. Son pocas excepciones en que hay respaldo de trabajo y desde abajo, como en Luján y las Alcalde. Caty, Layda la empresaria, "la torita", el clan guerrerense universitario, Meyer y Alcocer cayeron desde arriba y en uno que otro caso por amiguismo, como el ultranefasto Scherer. Se puede entender que López Obrador haya visto muchos casos como de "lealtad", sin que siempre lo fueran: pero de lealtad personal y "política", no siempre de lealtad al profesionalismo "en el cargo y el encargo". La candidata oficialista Claudia Sheinbaum es más descarada: hay que aguantarse como parte de la mercadotecnia a su señor esposo -de familia en Sinaloa- o a Rodrigo Imaz, además de ocurrencias como las de Pedro Miguel o el "gran hombre" Epigmenio Ibarra, o universitarios totalmente "chapulines" como Juan Ramón de la Fuente -más herencia del presidente Ernesto Zedillo- y otras que se cocinan en nombre de "la ciencia". En fin,, que a veces, si bien hay excepciones, pareciendo cosa de "cercanía personal" es de amiguismo o nepotismo si no hay respaldo firme con el trabajo, y hasta pudiera parecer que parte normal de "lo humano" de la idiosincracia local, éso de no olvidarse de los amigos ni de la familia (da click en el botón de reproducción).
Ningún comportamiento humano está exento de errores, aunque el clientelismo frecuente en América Latina presenta dos problemas: el temor a reconocer el error, más aún en público, por ser tomado como potencial vulnerabilidad y "flanco débil" del que pueda aprovecharse la maniobra de otro, más si es enemigo; y el hábito de confundir lealtad e incondicionalidad y de no señalar los errores del amigo, arriesgándolo a no verlos y a caerse. Así, en la izquierda se ha impuesto la creencia riesgosa de que no deben ventilarse los errores porque debe prevalecer "la unidad", y por lo mismo, de que es tabú señalar la contradicción no infrecuente entre los valores pregonados y los vividos personalmente, cercanos a los oligárquicos, por clientelismo, favoritismos extraños a la meritocracia y "familismo", reforzado por el debilitamiento de los lazos públicos. Privatización, particularismos han querido decir también vuelta sobre valores arcaicos, entre por protección y por "movilidad social ascendente". No es algo que la gente no vea, para preguntarse por qué se habla de "pueblo" y se utiliza la causa o la adhesión ideológica para trepar, al grado de que no falte quien critique a la burocracia soviética o diga que "no es nuestra historia" y reproduzca entre sus familiares hábitos de "aparato", de colocaciones en familia y de oportunismo político galopante. Desde los años '90, si no es que desde antes, aunque de manera más embozada, se ha utilizado el "carril izquierdo para rebasar" y hacerse de dos cosas: una supuesta "trascendencia" y modos de vida cómodos y algo alejados de la "honrada medianía" juarista. El arte particular consiste en hacer pasar ciertos privilegios como algo "debido" por la "justeza de la causa" o por las dificultades experimentadas: la "piñata" nicaraguense en su momento, los hábitos de no pocos exiliados en México, sobre todo a partir del ultracorruptor sexenio de José López Portillo (1976-1982), el refugio español convertido en renta, etcétera...
El gobierno mexicano saliente no logró superar este problema. Algunos repartos se quedaron "en familia": sin profesionalismo o mérito en más de un caso, con ostentaciones innecesarias, con presencias repetidas una y otra vez sin sentido del límite, con el presidente, la candidata oficial y la candidata al gobierno de la Ciudad de México, por ejemplo. Está el caso de la esposa de un jefe de gobierno catapultada sin ninguna razón a un programa televisivo (que de tan malo tuvo que salir del aire). O el caso de la señora del escritor del que dice la candidata que "ojalá repita" antes mismo de ser evaluado o de rendir cuentas. El de un ex jefe delegacional que no hizo nada por su delegación, pero es de un "grupo". El del intelectual "cardenista" o algo parecido que está en todo, con su bolsillo incluido; los casos de algunos apellidos tal vez no exentos de méritos, pero que no debieron repetirse; las "viudas de la cancillería" como concesión a la señora, que se permite además ser "corriente" (¿también se va al rancho?); el del hijo de un periodista de renombre que parece pertrecharse en este mismo para hacer negocios turbios; los poderosos 4T provenientes del poder Judicial que no tomaron en cuenta mandatos constitucionales y no se recortaron privilegios exorbitantes. Cierto, rara vez han existido ilegalidades y en más de una ocasión la oposición ha querido sembrar lo inexistente. Tampoco se trata de llevar una vida franciscana. Pero lo que no faltó tanto fue el hábito de clientela por encima del meritocrático, y no es, a fin de cuentas, sino el mismo mal de la oposición, ya sin los "equilibrios de grupo" de antaño, rotos entre 1988 y 1994 por ambición desmedida. Entonces se está en el viejo defecto que no se justifica con el "90% honestidad, 10 % capacidad": el de ir de una instancia a otra con "mi gente", que es lo que tiene por ejemplo al ex ministro Arturo Zaldívar en la mira. Es la pugna de intereses particulares por encima del interés público y de institución. Nadie podrá decir que el gobierno de López Obrador fue institucional, menos en el sentido de "equilibrar intereses", aunque el problema de antaño haya sido con frecuencia no salir del clientelismo. Así, en el sexenio que termina a veces el líder colocó no al de más mérito, sino a "su gente", cuando no a la gente de la señora. Lo que se entiende por polarización, aunque empujada por el encono de la derecha, no es ajeno a la comprensión de la adhesión como clientelista: "los Ocean" en Acción Nacional, pero también pifias evidentes y graves como la selección de Juan Ramón de la Fuente, "chapulín" consagrado, porque "la doctora" debe creer que un ex rector es "su gente", como universitario, y sin mayores méritos, por decir lo menos (un pésimo papel en Naciones Unidas, por ejemplo, y otra vez cero evaluación ni rendición de cuentas). Brugada repite y se lleva a "su gente", con apariencia de un giro a "lo popular", pero, atención, sin verdadera promoción meritocrática de gente desde abajo, salvo excepciones no tomadas en cuenta (Adán Augusto López y Andrea Chávez, por ejemplo); no, abundan los casos de "mi gente" decidida desde arriba, que no estuvo exenta de copar y que no hizo nada por impulsar una verdadera participación desde abajo, por lo que, como ha dicho el muy buen historiador Enrique Semo, es "modernización pasiva". Más de uno cayó "desde arriba", por no mencionar en la Ciudad de México "mi gente" de mi época estudiantil. Ha seguido contando no lo que sabes, sino quien ya sabes, y con más de una falta a la honrada medianía. La del hijo del periodista tal vez no sea, parafraseando a Hernán Gómez Bruera, la única "traición en Palacio". No puede tenerse al mismo tiempo clientelismo y meritocracia, y debería llamar la atención lo confundida que está la autodenominada "4T", en la que no faltan quienes creen que meritocracia es cosa del "neoliberalismo". Dicho de otra manera, y a reserva de comparar ciertos sueldos con los de la mayoría de la población mexicana, también es posible tener gente muy honestamente incompetente. 90 % honestidad, 10 % de incompetencia. Es el rumbo de la nueva señora que no parece entender cómo se contradice con frecuencia sin siquiera darse cuenta.
Parte del problema de clientelismo en el sexenio que termina pasó por los complejos de López Obrador ante ciertos figurones. Como lo sugirió Hernán Gómez Bruera, cuyo número de testimonios es suficiente para pensar en una investigación seria (Traición en Palacio), ser hijo de -como Julio Scherer Ibarra- no es garantía de nada, a reserva de que haya que revisar otras cosas; tampoco ser hijo de Quijano, hijas de Selser, hijo de Dussel, hijos de Pierre-Charles o hijos de Pablo Sandoval.
El gobierno de López Obrador y el de Claudia Sheinbaum en la capital mexicana jalaron a "su gente" del CEU (Consejo Estudiantil Universitario); la cancillería presionada jaló de la señora a "su gente", las "viudas de la cancillería"; una que otra familia colocó a "su gente" en ocasiones de manera totalmente extraña, como la señora del actual jefe de gobierno de la Ciudad de México; una familia guerrerense heredera de un sindicalista se colocó en el aparato gubernamental y universitario -además de intentarlo en una gubernatura- con privilegios ajenos al mérito real en el trabajo. En el límite, otra familia, aunque no exenta eso sí de méritos, encontró a sus hijas "chapulineando", pues no se puede pasar de cierta secretaría a otra o de un instituto electoral a uno de salud. El familiar de un intelectual simpatizante se hizo de una secretaría. La esposa del escritor se volvió experta en "cultura" como parte de que el primero colocara a "su gente" -hija en ciernes- desde el proyecto de país hasta el de capital. No hubo en todos los casos garantía de trabajo profesional, salvo excepciones, aunque sí "adhesión" no desligada de vínculos personales.
Si ya está descrita la "mafia" judicial, tal vez alguien se anime a decir algo sobre la "mafia" intelectual, y contra la creencia de que un científico o un académico no pueden ser corruptos, como tampoco un escritor. La creencia de que "una doctora" es garantía de progreso no está probada, y menos que sea "tiempo de mujeres". Si se actuó en el caso Segalmex, en el de Scherer Ibarra ha sido distinto. El problema no está en la adhesión ideológica "de principio", sino en la no erradicación de prácticas clientelistas, de facción y personalistas (para "hacer Historia" y ser retribuido en consecuencia), si bien la "4T" no es "la facción de López Obrador". No está resuelto el problema del uso de dicha adhesión como "pegamento" para las prácticas descritas, y no puede estarlo si la base de la "selección" no es el trabajo bien hecho y el mérito en él, y no lo que se entiende -mal- por "política"., salvo que se crea que ésta es de lealtades muy personales La nueva señora ya está en lo mismo, en más de un aspecto, y encima mandando a gente profesional (como Omar García Harfuch o Ernestina Godoy) a "hacer política". Igual se sigue cojeando del mismo pie porque se lo cree parte de "la idiosincracia" local, en éso de acordarse de los amigos, así sea con cierta frecuencia amistad instrumental. Tampoco hubo quien le dijera al presidente que ser maestra no es garantía de saber de gobierno, como lo muestran Delfina Gómez en el estado de México o Leticia Ramírez en Educación Pública. Cultura brilló por su ausencia en un gobierno con algo de "Atlántida". Por cierto que la oposición ni se inmutó, más preocupada por quitarle lo frontal al presidente y meterse a la mala con su familia. No es "polarización": son políticas de facción sin los equilibrios que a través del Estado garantizaba el antiguo régimen (da click en el botón de reproducción).
En un libro reciente, el periodista J.J. Lemus, a partir de una investigación muy exhaustiva, ha demostrado hasta qué punto no existe la menor justicia en México (El cártel Judicial). ¿De qué debe ser "independiente" el poder judicial? No del Estado, del que forma parte, por lo que debiera primar el interés público sobre los intereses privados o de facción. No es el caso, comenzando por la parte de juzgadores que sirven al crimen organizado.
Los ex ministros de la Corte cercanos al presidente Andrés Manuel López Obrador no han seguido el ejemplo de la ministra Lenia Batres. A través de grandes sueldos y de fideicomisos, los juzgadores tienen privilegios insultantes, y no se justifica que, de no tenerlos, puedan corromperse. Los tienen y se corrompen. Lo segundo es la frecuencia del nepotismo en el aparato judicial. A raíz de medidas tomadas en 1995 con el presidente Ernesto Zedillo y secundadas por su funcionario Esteban Moctezuma, entonces secretario de Gobernación (además una presencia inexplicable en un tramo del gabinete de López Obrador), se facilitó la designación de juzgadores "a dedo" (a través del Consejo de la Judicatura), lo que no podía sino dar en una gigantesca corrupción, incluyendo la presencia en el poder Judicial de gente que de leyes no sabe mayor cosa.
Es cierto que se modificó la Constitución en el actual sexenio para hacer del poder Judicial algo meritocrático, y que se decretó la creación de la Escuela de Formación Judicial, desde 2021, para que hubiera concursos de oposición para poder acceder a plazas de juzgadores. Sin embargo, llegó la trampa con redes de tráfico y comercialización de los exámenes de los concursos de oposición, por cierto que a cambio de sumas exorbitantes. En estas condiciones, si bien hay una minoría de excepciones, el aparato Judicial mexicano sigue en la corrupción. Si, como se dice coloquialmente en México, se le "saca la vuelta" al concurso, el primer lugar en el que se viola la ley es...el aparato Judicial. No es seguro que se trate de agregar instancias, si bien la Agencia Federal Anticorrupción que aspira a crear la actual candidata oficialista Claudia Sheinbaum parece querer ocuparse sobre todo del problema de la adjudicación de contratos. Simplemente correspondería hacer efectivo el criterio meritocrático y encontrar la forma de penar muy gravemente a quien lo viole. De paso, el aparato Judicial debiera suprimir distintos privilegios para que prime la vocación de servicio sobre el ánimo de hacerse de prebendas.
Sobre la base de la corrupción existente, el poder Judicial está malamente influido por la "política" -la facciosa- y por el mundo mediático. Así, si resulta cierto y comprobable que la presidente de la Corte, Norma Piña, se reunió con líderes de partidos políticos de oposición, no queda claro en qué quiere la oposición que el poder Judicial sea independiente. El mundo mediático pone su parte: después del escándalo armado hace algunos años por el paso del "socavón exprés" en Cuernavaca (un tema que interesaba sobremanera por ejemplo a la periodista Carmen Aristegui), ni importó en lo más mínimo que la ministra Lenia Batres fuera dejada sola en la Corte por la renuencia de otros ministros a sancionar a un culpable del hecho. No se trata de defender a Batres o al ex ministro Arturo Zaldívar, sino de mostrar lo siguiente: si cada quien entiende el aparato Judicial como lugar para "su gente", cada facción se hará pasar por el "interés de la Justicia" y no verá en la otra sino "puros intereses mezquinos", sin que ninguno pueda reivindicar el interés superior del Estado. Es la pura parálisis. Se retomará el tema, puesto que ya despuntó con Sheinbaum: mientras algo tan vago como "el pueblo" sea el "pegamento" de la izquierda, y no el trabajo (es decir, la base de la meritocracia), no puede evitarse el amiguismo, el favoritismo y otras prácticas que, a fin de cuentas, perjudican a quienes ponen la honestidad por delante. Como sea, trabajos como los distintos de J.J. Lemus, independientes, de alguien que fue víctima de la bajeza de la familia Calderón Hinojosa (Acción Nacional), pero que por igual han denunciado al fiscal Alejandro Gertz Manero, merecen reconocimiento. Va otra vez, así, muy feo (da click en el botón de reproducción).
Ayotzinapa es una "causa" de los libertarios para terminar diciendo, como lo hizo en su momento el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, que hubo un "crimen de Estado". Encinas está hoy en el equipo de la candidata oficialista Claudia Sheinbaum, que no para de reivindicar su herencia del 68, como acaba de hacerlo en un podcast con Epigmenio Ibarra, "un gran hombre". Ibarra supo encontrar en el destrampe de Argos la feliz coincidencia de grandes poderes económicos y del libertarismo: es a lo que se dirige quien se hace llamar en el podcast "Sheinboom" (!), hace videos al estilo "Friends" (con el "equipazo": Clara Brugada, Omar García Harfuch y Ernestina Godoy) y le da "amor y paz" al "pueblo" ("Amor con amor se paga", en el estilo OV7). En su podcast con Ibarra, Sheinbaum vuelve sobre la "onda": haber "terminado con los dogmas", lo que significa haberse lanzado al pragmatismo, haber abandonado toda teoría, estar cerca de hacerlo con cualquier capacidad de abstracción, dedicarse de lleno a la mercadotecnia, haber perdido todo sentido de Estado -el que le quedaba al presidente Andrés Manuel López Obrador, no demasiado- y estar por terminar de rematar a la nación.
Encinas no terminó con el asunto Ayotzinapa y Sheinbaum ofreció que, de ser necesario, seguirá con el caso. López Obrador conoce algo bien al "pueblo", por lo que hace rato dejó establecido que ya se sabía a grandes rasgos lo ocurrido en 2014 con los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, que no se trataba de seguir embistiendo al ejército, si bien algunos militares estuvieron involucrados en el caso, y tampoco de prolongar la manipulación de los padres de familia de los muertos, sobre todo por quienes insisten en el descrédito de las fuerzas armadas. No hay motivo -contra lo que dice Sheinbaum- para que el priísta (del PRI, Partido Revolucionario Institucional), Jesús Murillo Karam, no vaya a terminar de purgar su pena en prisión domiciliaria, a la que tiene derecho por ley, habida cuenta de la edad y algunas enfermedades de cuidado. Nadie saldrá a defender a Murillo Karam, quien entendió muy bien, según lo expresó al ser detenido, las reglas vigentes del sistema: la necesidad de un chivo expiatorio, mientras un juez deja en libertad a más de un criminal involucrado en el caso.
El "mal gobierno" requiere de un "buen pueblo", así que es irrepetible lo que sugirió Murillo Karam para no herir susceptibilidades de los padres de los normalistas. Este "buen pueblo", entiéndase que no todo, no está exento de recurrir a prácticas erróneas: tal vez por ello lo que más lamente López Obrador sea cómo gente "de pueblo" fue a "huachicolear" a Tlahuelilpan hasta que el ducto estalló y dejó un reguero de muertos. Parte del "pueblo" sabe servirse de su lugar de víctima para extorsionar.
La Alianza Mexicana de Transportistas (Amotac) ha hecho 20 denuncias por robo de vehículos de carga y hurto de combustible que desemboca cerca de la normal de Ayotzinapa. No hay manera de mencionar que el secuestro de transporte, de distinta índole, es un delito, y que los 43 y otros se habían tomado alegremente autobuses a costa, nótese bien, de los chóferes, que son gente de pueblo y que trabaja, por lo que uno, harto, encerró a normalistas en un camión. El otro riesgo es el de tomarse un transporte con una carga equivocada, de droga, por ejemplo. Los normalistas han seguido tomándose transportes: aunque éstos están asegurados, a los chóferes como sea les cobran dinero, por ejemplo por los deducibles. Según la denuncia reproducida por Quadratín Guerrero, si la carga cuesta 700 mil pesos, por ejemplo, el deducible es de 150 mil pesos.
Hecho poco conocido, el delito en el estado de Guerrero ha ido a la baja, también según el portal de Quadratín Guerrero, por lo que la entidad federativa ha bajado al octavo lugar en homicidios dolosos, incluyendo el puerto de Acapulco. Casi la mitad de los homicidios dolosos se concentra en un puñado de entidades federativas en las cuales, salvo excepciones, "gobierna" la oposición, o gobernaba hasta hace poco (como el estado de México): Guanajuato, Chihuahua y Jalisco, junto con Baja California y Michoacán, sin negar tampoco la influencia jalisciense en el clima de violencia en algunas partes de Michoacán. Enrique Alfaro, "el amo de Jalisco", es un gobernador de Movimiento Ciudadano ligado al crimen organizado. Y el partido Acción Nacional (PAN), de derecha, que amedrenta a periodistas en Querétaro (como ocurrió con Vicente Serrano), tiene una irrefrenable vocación por la delincuencia (Guanajuato y Chihuahua), que se repite en algunas alcaldías, si bien no todas, de la Ciudad de México. Las cifras de Guerrero, un estado poco amable por herencia colonial terrible, son de 2024.
Así las cosas, puede ser. Los estudiantes normalistas no eran ajenos a actividades delictivas, pero el tema es tabú, pese a que estas actividades prosiguen y dañan a la gente de pueblo que se gana la vida con su trabajo, no lucrando con tragedias. Dicho sea de paso, los delincuentes narcotraficantes y los policías municipales que participaron en los hechos de "la noche de Iguala" son tan gente "de pueblo" como los normalistas: no es lo que ocurre cuando hay un "crimen de Estado", sino cuando el Estado no ha estado presente o ha dejado de estarlo, por lo que ya no queda ningún interés público, como el de la seguridad, sino apenas intereses particulares de facción. En el informe de Encinas, resulta que el gobierno (autoridades federales y estatales) fue "omiso y negligente", lo que no hace sino confirmar la ausencia de Estado, sin excluir una buena dosis de interés de facción, aunque, según la costumbre priísta, se diera y se tuviera un aspecto institucional (por cierto que Enrique de la Madrid es menos de mala fe, aunque no le falte un lado cínico, que el líder oficialista Mario Delgado, que no entiende de economía y se cubre metiéndose con "el papá de Enrique", una bajeza). El informe de Encinas concluyó en 2022 "que no hay indicio alguno de que los estudiantes sigan con vida". Hay indicios, como es habitual, del "ya me cansé" de Murillo Karam y de que no faltará el taxista "de pueblo" que jure que su compadre vió a los 43 en el Campo Militar no. 1. En fin, que canciones para Sheinbaum ya hay varias, y tal vez falte ésta de algún fan (da click en el botón de reproducción):
Dejemos de lado el legalismo formal para capear el temporal internacional y dar la apariencia de estado de derecho, procediendo a otro engaño con una finta: la Justicia ecuatoriana, o lo que parece tal, resolvió a través de un tribunal que la detención del ex vicepresidente Jorge Glas en la embajada mexicana en el Ecuador fue "ilegal" y "arbitraria", y que correspondería la "inmediata libertad", si no fuera porque tiene otros procesos pendientes, por lo que debe continuar preso en la cárcel de La Roca. Se trata de procesos anteriores (casos "Odebrecht" y "Sobornos"), que ameritarían ocho años de cárcel, por lo que Glas, que ya tiene cinco, debe cumplir con todavía cerca de tres. Los casos mencionados tan no se sostienen que Glas ya estaba en libertad cuando se le fue a inventar el asunto del terremoto de Manabí. De alguna manera, se reconoce lo que está internacionalmente en el aire, en el sentido de que Glas debe volver a la situación previa a la de su captura en la sede diplomática mexicana, y se trata de salvar la cara (incluso ante el hecho de que la ley nacional ecuatoriana no permite el allanamiento de sedes diplomáticas), pero manteniendo una persecución absurda contra Glas, puesto que los dos casos mencionados se desvanecieron. Hace rato que los culpables de haber fabricado el caso -llegando a sembrar un pendrive - hablaron, como lo hizo Dalo Bucaram, por cierto que en un gesto raro para un latinoamericano, ya que en América Latina no suele darse el arrepentimiento, sino la creencia en el "genio y figura, hasta la sepultura".
El resultado puede parecer contradictorio: Glas es inocente, por lo que debe seguir en prisión. Desde cierto punto de vista, es de lo más comprensible: Glas es tan inocente que se conduce con rectitud donde muchos consideran que es garantía de no llegar a ningún lado, por lo que es preferible "tener intereses" y no ver más que por uno mismo (y la familia y el grupo), así haya que pasar por encima del prójimo para obtener algún beneficio. Es el "sentido común", "folclore de la filosofía", que indica servir al poder, servirse del poder, tener su parte de reparto en "la patria del tongo" -como la llama Glas- y "hacer como todos": si la rectitud diera frutos, Glas no estaría en La Roca ni el ex presidente Rafael Correa asilado en Bélgica, por no perseguir "sus intereses personales" sino por creer en "abstracciones" características de gente "idealista", del tipo "la patria" o el "bien público", cosas de ilusos en el seguramente existente monólogo interior de más de uno. No se trata de gente improvisada, ni inexperta, ni inconsciente, sino que en algún momento decidió jugar a las escondidillas con su conciencia y creerse que el engaño es lo normal. En suma, es gente que se cree normal, que cuida sus intereses y las comodidades que resulten del reparto y de posicionarse adecuadamente, y que encuentra ocioso y pérdida de tiempo -o franco riesgo- valores como los de Glas o Correa, para el caso, "desviados" y que dudosamente escaparían a la "norma": posiblemente no sean más que gente ordinaria que también sigue "intereses" y busca beneficios personales, por lo que se está en plena disposición de creer que, después de todo, "ellos también", puesto que "son humanos" y "falibles". Si no estuvieran cuidando "intereses", no se asilarían en Bélgica o no buscarían asilo en la embajada mexicana. El poder no se equivoca, y tiene razón incluso cuando necesita fabricar algo para garantizar la normalidad: si Glas, por ser inocente, quedara libre, la norma sería otra y tendrían que ser socialmente señalados como "desviados" quienes se convencen o buscan convencer -desde el mundo mediático o desde el aparato Judicial- de que Glas o Correa son capaces de cualquier trapacería. Como somos "falibles" y "humanos", en realidad todos "lo" hacemos, porque es el camino señalado para "ser alguien" -en algo mediático, por ejemplo- o para "tener" -en las recompensas al mundo Judicial. No queda claro, si todos somos iguales en esta "naturaleza falible", en nombre de qué gente como Correa se toma la libertad de hacer ciertos juicios de lo más "tontos", propios de un "don nadie" que no sabe de realismo ni de "intereses".
La nueva "idea" es que Glas debe seguir en prisión porque tiene dos casos por los cuales había conseguido libertad provisional. El asunto es, en primer lugar, de las buenas conciencias que tan bien retratara en una novela del mismo nombre el escritor mexicano Carlos Fuentes, así que vamos a "esconder el muertito"; no arrepentirse, aunque Abdalá "Dalo" Bucaram diga que es una forma de aprender, porque no interesa ningún aprendizaje sino cuidar intereses, manejar la imagen y no correr ni el más mínimo riesgo; y si de intereses se trata, además de los que tuvieron los Bucaram, utilizados contra Glas por el presidente Lenín Moreno (quien hizo fabricar el pendrive a ser sembrado), es normal que, en un asunto de petróleo, Estados Unidos los tenga en hundir a Glas, generador de una matriz energética ecuatoriana proclive a la soberanía e incómoda. La resolución más reciente sobre Glas es otra vez propia de la malicia para buscar un arreglo internacional "que satisfaga a las dos partes" (México y Ecuador), puesto que Naciones Unidas llamó como Estados Unidos a una conciliación que seguramente cuente con el olvido.
De hecho, pese al ademán histriónico ecuatoriano de indignación por lo dicho por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, en el Ecuador no se ha hecho mayos esfuerzo por terminar de aclarar la ejecución del presidenciable Fernando Villavicencio, que presenta algunas similitudes con la del presidente haitiano Jovenel Moise: luego de que la mayoría de los sicarios participantes fueran asesinados, los policías que custodiaban al candidato temen por su vida y no han asistido a las citas con la Comisión de la Asamblea destinada a investigar el caso: "se está viendo poco interés en esta investigación de parte de toda la Policía Nacional", constató según el portal Primicias la asambleísta Viviana Zambrano. Y éso que presuntamente se conoce a los autores intelectuales. Nada que hacer si "los intereses", muy terrenales, dictan que es preferible no encarcelar culpables (tampoco Moreno ni Bucaram hijo, para no hablar del presidente Guillermo Lasso). El mensaje social es que la rectitud es una conducta punible y "tonta" y que delinquir puede resultar en impunidad y hasta en facilidades para fugarse, como las obtenidas por el narcotraficante Fito Macías.
El poder Judicial en México no es independiente, a reserva de lo que se entienda por "independencia", porque es parte del Estado, y, en este sentido, no puede actuar contra él, es decir, contra el interés público que es, también, el de cada ciudadano, cualquiera sea su condición. Dicho lo anterior, se entiende que el poder Judicial es público y, por ende, que no privilegia intereses privados: sin embargo, lo primero que suele entenderse en México del poder Judicial es un mensaje y un precedente de que cualquiera está expuesto a una arbitrariedad, a la incertidumbre y, a fin de cuentas, al desamparo, porque se suelta dinero para comprar la voluntad de un juez, sujeto así a un interés particular. La Justicia se dirime en la "correlación de fuerzas" entre particulares y no en la interiorización de un interés superior en el que no se cree más de que manera ceremonial durante unos instantes la noche del "Grito" y en algún anuncio sobre sabrá Dios qué "grandeza mexicana".
El aparato Judicial no es así algo como una Virgen Inmaculada, y se dedica a paralizar toda verdadera impartición de Justicia, enturbiándolo todo, también. ¿Alguien sabe y puede probar que Rosario Robles, acusada por la llamada "Estafa Maestra", es inocente o culpable?¿O que lo es Emilio Lozoya?¿Por qué no hubo nunca manera de proceder contra Isabel Miranda de Wallace?¿Cuál es la dificultad de reconocer que con Florence Cassez no hubo ni orden de aprehensión?¿Cómo puede seguir preso por casi dos décadas Israel Vallarta sin que haya realmente nada que lo inculpe?¿Por qué sigue presa Brenda Quevedo?¿Por qué puede existir un expediente tan burdo como el del caso Colosio? Si algo llama la atención, es, además de la tendencia a fabricar culpables (como incluso el extinto presidente Luis Echeverría Álvarez) o chivos expiatorios, llegando al linchamiento, la facilidad con la que más de uno queda impune. El actual sexenio no remedió nada, ni siquiera con las promesas del que fuera presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar. Tampoco es entendible qué ha estado haciendo el Fiscal Alejandro Gertz Manero, más allá de algunos arreglos personales. El asunto llega lejos, porque involucra una relación con la justicia que no habla bien de otros sectores de la sociedad: la ministra Yasmín Esquivel demostró su inocencia ante la acusación de plagio (no la demostró en cambio en la universidad Anáhuac), pero la universidad pública optó por el engaño: hacer creer en un asunto "ajeno a la política" -la Academia Inmaculada- para buscar darle un sesgo político (¿no hubo manera de darse cuenta de que un magistrado involucrado ocupa un alto puesto en la Fundación universitaria?) y salir luego con otra finta, la de alegar no querer ser "parte de un juego político" para brindarle una salida "política" a Xóchitl Gálvez, candidata opositora. Se debe suponer así que "ser realista" es ser "político" -es decir, hacer juego de facción y personalista- y que creer en la justicia es propio de "idealistas" o asunto que se debe dirimir en el otro mundo, porque en éste se trata de sobrevivir y ambicionar con malicia.
La señora presidente de la SCJN, Norma Piña, decidió violar la ley -dando cabida a una denuncia anónima sin pruebas - y que no quedó bajo reserva- para investigar a Zaldívar y colaboradores suyos, que con frecuencia actuaron a favor del actual gobierno: el problema no está en saber si fue así, porque no se trata de un asunto de facción, sino en poder demostrar que se violó la ley, salvo que entremos en otro terreno: un lópezobradorista violó la ley, por lo tanto todo lópezobradorista es un "político" violador de la ley, y la ley es tan lo de menos que tampoco se rebela la opinión pública o la oposición por el hecho de que la señora Piña viole la ley. La actuación legal es nada más el lugar en el cual hurgar para encontrarle al otro el flanco débil para poder maniobrar: si no es asunto político, es decir, de grupo, ¿por qué se toma por blanco un conjunto de juzgadores más bien favorable al gobierno? Si bien Zaldívar respondió señalando correctamente que Piña violó la ley, no es seguro que todos los casos convertidos en blanco -o más bien, flanco- no sean débiles, ciertamente, ya que conductas como la de Netzai Sandoval o en mucho Julio Scherer Ibarra no se han destacado por ser de lo más limpias. Desde luego que no es difícil sugerir que la conducta de Piña es más "política" -de facción y personalista-, ahora que Zaldívar está en el equipo de la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, que judicial, es decir, que apegada al interés público. Se trata de un interés particular. Terminará si la autodenominada Cuarta Transformación logra demostrar que responde al interés público y no al particular, por lo que tampoco tiene caso poner la elección de ministros de la Corte, etcétera en manos del "pueblo". La respuesta no debiera ser de facción o personalista, en este caso , en el hacer creer que "lo justo de la causa del pueblo" amerita seguirse con privilegios (como los de la ex ministra Olga Sánchez Cordero o los del mismo Zaldívar, que tiene más prisa en seguir a Taylor Swift que en seguir el ejemplo de la ministra Lenia Batres). Desafortunadamente, lo montado por Piña y su "anónimo" no dicen cualquier cosa, menos al aducir tráficos de favores o influencias en nombre de causas como las "afirmativas" o las de las mujeres. Sheinbaum ha propuesto -mientras la oposición no dice nada- reformar el poder Judicial: queda por ver si es posible y si, de paso, se puede terminar en la izquierda con comportamientos que creen que estar "del lado correcto de la Historia" (éso lo dice Obama) merece ser recompensado con privilegios y con licencias para conductas de facción y personalistas iguales a las de la oposición. (da click en el botón de reproducción).
Cada país de América Latina hace como puede con su herencia colonial. Durante la Colonia, a falta de metales preciosos, el Ecuador tenía fama de ser lugar de "conquistadorcillos amotinados por falta de botín", es decir, sin mucho esplendor, pero con pretensiones bravas.
Hace poco, el presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, estuvo de viaje por España. El rey de este país le prestó su coche y Noboa se fue a un restaurante japonés en Madrid, con escolta y amigos. A la salida, apareció el señorito que más de un ecuatoriano pretende ser, así que Noboa, magnánime, empezó el escándalo lanzando billetes al aire y prosiguió con un estrenduoso "llévenme de farra, llévenme de farra" (parranda), en estado etílico, que duró hasta altas horas de la madrugada, ante la mirada atónita de los escoltas españoles. Noboa el magnánime, el de la compra de voluntades, el del reparto, se creyó así con licencia y autorizado a hacer "lo que le diera la gana", clásica reivindicación del señorito en su modo de entender el libre albedrío.
Como resultado, el Ministerio de Exteriores español protestó ante la embajada ecuatoriana en España, pero el escándalo se tapó. Nada impropio de un señorito (no ajeno al histrionismo costeño), pero sí ajeno a la etiqueta diplomática. Pareciera que Noboa se sintió con investidura de virrey de Audiencia y sacó el típico comportamiento de indiano perulero. Nada más le faltó terminar haciéndose estafar por alguna dama madrileña. Por si se cree que Noboa no es un magnate improvisado, sacó el abolengo del indiano en la Corte.
Al poco tiempo, como si fuera parte del chuchaqui (cruda, en el argot ecuatoriano), el magnánime que lanzaba billetes al aire en Madrid pasó a justificar una conducta miserable, pero también otra licencia o autorización: no nada más de entrar en la sede diplomática mexicana, sino de secuestrar en ella al ex vicepresidente Jorge Glas, ya para ese momento asilado, para rebajarlo como al peor de los delincuentes, o más, siendo que Glas es inocente y se puede probar. Era necesario autorizarse otra de hacendado -humillar a quien no la debe- y darse la licencia de ostentarse con derecho al trato más miserable, puesto que de humillar se trataba. Otra vez la gran altura y la bajeza: "majestad y pobreza", hubiera dicho el escritor ecuatoriano Jorge Icaza. Bajeza porque quien quiera ver puede enterarse de que Glas no se ha llevado ni un quinto, así que era necesario demostrarse y demostrar que, como dijera algún personaje de "la oposición silenciosa", "nada bueno queda sin castigo", puesto que, supuestamente, en el lodo estamos todos. ¿No acaba de estarlo el presidente en Madrid? Para ésto se bebe en el Ecuador, como se "echa relajo" en México pasado cierto límite: para que, en la farra, no quede alma libre de corrupción. ¿Nobleza del pueblo ecuatoriano?¿En los chaquiñanes (a la vereda del camino)?¿Con los indios votando por Noboa y llevando al señorito al triunfo? Más de un servil tiene que mostrar que, quiéralo o no, "todo el mundo" está forzado a serlo. Siervo perulero del rey de España, siervo de Noboa. Es así que se recita que Glas es "obviamente" corrupto: todo el mundo lo es, pero hay unos con más malicia que otros para salir del agua sin mojarse, impunes, y agua es mucho decir. Para que lo sepa el lector, el ecuatoriano promedio tiene pésima fama cuando va en busca de mejor vida a otro país: detrás de una aparente timidez o del silencio, acecha el conquistadorcillo listo a permitirse alguna bajeza creyendo que, porque se la autoriza, es "alguien", y de altura.
Este es, eso sí, el decorado. El resto lo arreglan un par de ministras con "la embajada" en el norte de Quito, capital ecuatoriana, como la fiscal 10/20 se complace en fotografiarse con "el embajador". (da click en el botón de reproducción).
De regreso a México, la ex embajadora mexicana en el Ecuador, Raquel Serur Smeke, consideró adecuado el asilo "sin juzgar si la persona es inocente o culpable": De acuerdo con la canciller de México, Alicia Bárcena, México había estado en contacto con el gobierno ecuatoriano sobre el tema de Jorge Glas, ex vicepresidente del Ecuador refugiado en la sede diplomática mexicana y capturado al ser ésta asaltada por la policía local. Serur dijo que el Ecuador tiene "un gobierno que improvisa", pero no es seguro que así sea. Desde tiempo atrás, el gobierno ecuatoriano había solicitado permiso para entrar en la embajada y llevarse a Glas. Es extraña la tardanza mexicana en resolver sobre Glas, y extraño que no se haya tenido una sola palabra sobre el capturado, más que para dejar la sombra de la duda ("así sea inocente o culpable, tal vez"). Los delincuentes planean y, como lo sugirió el periodista mexicano Julio Astillero, el Ecuador se agarró de unas palabras del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para armar un "pleito ratero", provocando. Así sea de manera tibia, el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa hizo notar la tibieza de la condena estadounidense al asalto a la embajada mexicana: el Ecuador no está improvisando.
Lo que está ocurriendo mediáticamente es grave, porque las noticias, casi de manera unánime, insinúan algún grado de culpabilidad de Glas. Es gracias a una entrevista muy secundaria de Ricardo Patiño, ex ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, a Milenio en México que pudo saberse lo que permite averiguar una investigación exhaustiva en la Web: Glas es desde hace años un perseguido político porque el aparato de "justicia" ecuatoriano tampoco está improvisando, sino dedicándose a fabricar culpables, algo que por cierto se conoce muy bien en México. Glas estuvo cinco años en la cárcel porque un "testigo protegido" dijo que "alguien le dijo que le habían dicho que Glas ni sé qué" con Odebrecht (a lo que se agregó algún objeto sembrado), lo que quiere decir que basta con que a alguien, por lo demás delincuente, se le ocurra un "decir" para meter preso a otro. No hay manera de lograr de las noticias, por ejemplo, que lean la sentencia que condena a Correa, resulta que por "influjo psíquico", es decir, por tener supuestamente facultades como las del vudú o de Uri Geller para doblar cucharas sin tocarlas. Es simplemente "la Fiscalía" dice o "la Contraloría dice" a manera de fraude, es decir, vendiendo la idea de que por ser "Justicia" no se equivoca o es honrada e independiente. Si la primera acusación de Glas no se sostenía, la nueva, menos: Glas, parafraseando a Patiño, no se llevó "ni un real partido a la mitad" del erario y los supuestos desvíos de fondos públicos en el terremoto de Manabí -provincia costera ecuatoriana- son del tipo "se compró un helicóptero necesario para rescatar gente cuando se debía alquilar una excavadora en el pueblo de al lado", cosas por el estilo. ¿Alguna riqueza indebida de Glas? Ninguna. ¿Algún enriquecimiento extraño? Ninguno. ¿Algo que indique algún beneficio personal o de grupo? Tampoco. Está muy bien que México abra un caso que siente el precedente de que un asalto como el ecuatoriano no puede tener lugar. No es posible tener toda la certeza, pero si México estuvo consultando con el gobierno ecuatoriano sobre Glas, es como si el gran embajador mexicano en Chile en 1973, Gonzalo Martínez Corbalá, le hubiera preguntado al dictador Augusto Pinochet si quienes estaban refugiados en la sede diplomática eran inocentes o culpables, o si era algo que no debiera ser juzgado. ¿Grave, inesperado e insólito, lo hecho por el gobierno ecuatoriano? Si acaso el "pleito ratero" engaña y se sirve de la sorpresa. Desde hace rato podía saberse que "grave e insólita" era la manera de proceder de la "Justicia" ecuatoriana con Glas. La canciller Bárcena SÍ lo dijo, en vez de cubrirse: "México decidió otorgar asilo político al ex vicepresidente Jorge Glas porque no se demostró su culpabilidad en los delitos imputados por la actual administración ecuatoriana". Por lo tanto (!y cómo hay que hurgar en la Web para encontrar lo afirmado por Bárcena sobre la INOCENCIA de Glas), México cumplió con la Convención de Caracas. Si se revisa la reproducción de lo dicho por Bárcena, la Web lo entrecorta sistemáticamente. A principios de marzo, México seguía dudando, según lo declaró Bárcena: existe una ley clara sobre cómo debe proceder una misión diplomática en estos casos, y quien quiera encontrar algunos errores podrá hacerlo. ¿Por qué se estimó de tal o cual manera al gobierno del Ecuador, se desestimó una escalada y se desconocieron formas de proceder del Ecuador con engaños, habiendo precedentes que Bárcena reconoció?
Tan es "político" el problema que Noboa está calculando hacia las elecciones de 2025 y Correa ha declarado, después de lo ocurrido en la sede diplomática mexicana, que no hay garantías de juego limpio en esos comicios. Los elementos para reconstituir la secuencia de lo ocurrido dan para algunos indicios, no mucho más, pero queda un detalle por mencionar, puesto que se trata según Correa de un caso de traición a la patria: la actual ministra de Gobierno y del Interior, del Ecuador, Mónica Palencia, es una duranguense (de Durango, México) recientemente naturalizada (en circunstancias dudosas y sin que se sepa si renunció a la nacionalidad mexicana) y encargada de cerrar el trato con Estados Unidos para el otorgamiento de 200 millones de dólares (además de acuerdos con Canadá y algunos países europeos para capacitación e inteligencia) destinados a seguridad.
En otros tiempos, con Serur en la embajada mexicana un puñado de ecuatorianos -entre ellos, Patiño- alcanzó el asilo político. Glas fue un hombre clave en el gobierno de Correa y destaca por una franqueza que no es propia del Ecuador, mucho menos de la sierra. Lo propio es entre otras cosas la sevicia -crueldad extrema- y es igualmente falso que el Ecuador tenga alguna tradición pacífica o próspera. Correa ha advertido que más de uno parece preferir vivir engañado: el Ecuador también es la exigencia de servilismo. No queda claro si en México, con todo y su gran cortesía e ironía, que es lo que cree ver Serur, se alcance a percibir cómo también en el Ecuador llegan a desatarse -como entre la derecha mexicana- la necesidad imperiosa de aniquilar moralmente la independencia de criterio, la de comprar voluntades y la de acallar con promesas de reparto -"la patria del tongo", la llama Glas- más de una conciencia (y nos volvemos a Michoacán en México: da click en el botón de reproducción).
Algo debía pasar, pero fue más rápido de lo previsto en la entrada más reciente de este blog. No es que interesara demasiado el detalle personal de la hoy ex embajadora de México en el Ecuador, Raquel Serur, pero las noticias en la Web indicaban que informaba a México sobre la situación del ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, refugiado en la embajada mexicana en Quito, capital ecuatoriana. La cancillería mexicana actuó bien, pero tarde, al otorgar el asilo político a Glas, hasta después de que Serur fuera declarada persona non grata- Glas estaba en la sede diplomática desde diciembre, por lo que pasaron meses sin que se le diera el asilo.
Afortunadamente, el gobierno ecuatoriano de Daniel Noboa, tratado con extraños miramientos, ya pudo mostrar que es, como lo dijo un funcionario de la embajada mexicana, un grupo delictivo. La policía ecuatoriana, violando el derecho internacional, se metió en la embajada y capturó a Glas, que tal vez sirva para montar un teatro sobre la supuesta corrupción del gobierno de Rafael Correa (2007-2017). Las agencias noticiosas en la Web no reproducen el hecho de que Glas estuvo ya en prisión por cerca de cinco años a partir de lo que se probó que eran inventos y, desde entonces, según lo reconoció una parte de los medios, un caso de lawfare. En suma, cuando llegó en diciembre a la sede diplomática mexicana, Glas ya había probado que el primer caso en contra suya fue fabricado judicialmente por motivos políticos. No es todo: parte de la prensa ecuatoriana había reconocido que el caso era inventado y decía, no sin cinismo, que Glas era "víctima de las circunstancias". El intento por vincular a Glas a la empresa brasileña Odebrecht se cayó desde la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil, cuando se mostró que la empresa inventaba y promovía falsas declaraciones de "testigos protegidos". Las agencias de la Web no reproducen nada de lo anterior, pese a que lo demostró Glas y su defensa y al estudio mencionado que reconoce el lawfare. La cancillería mexicana actuó con principios, pero dudó un buen tiempo, según lo reporta la Web, porque tal vez no estaba convencida de qué clase de gente "gobierna" Ecuador, como tampoco lo estaba Rafael Correa. Se omitió todo lo que Estados Unidos venía !cocinando" en el Ecuador. Tampoco Correa insistió en este tema, aunque tan se sabía que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador dijo que había injerencias extranjeras en la manera de meter miedo en las campañas presidenciales. ¿Hubo miedo?¿Faltó conocimiento de la información, pero entonces qué equipo trabajó en la embajada mexicana en Quito?
Estados Unidos mete la mano, pero no se conoce que sea tan abiertamente delincuente como el gobierno de Noboa. A raíz de la invasión militar estadounidense a Panamá, en 1989, el líder panameño Manuel Antonio Noriega se refugió en la legación diplomática de El Vaticano. Estados Unidos sabía que no podía entrar a punta de pistola sin provocar un escándalo mayúsculo. Lo que hizo la soldadesca estadounidense, no sin inventiva, es rodear la sede diplomática con altoparlantes y poner rock pesado durante días enteros hasta que Noriega, antes que terminar de desquiciarse, prefirió salir y entregarse. Hasta ahí. En cambio, la policía ecuatoriana entró en un territorio nacional ajeno -como lo marca el derecho internacional sobre las sedes diplomáticas- por la noche, en plan de ladrón, a llevarse una persona de manera ilegal, por si no se quiere entender que hace rato que los gobiernos ecuatorianos (Lenín Moreno, Guillermo Lasso y Daniel Noboa) delinquen: no por nada Moreno está prófugo en Paraguay y Lasso sorteó un juicio que debía hacer salir sus vínculos con el crimen organizado, incluyendo la mafia albanesa. La ley en el Ecuador la aplican delincuentes, lo que hace que la policía se permita comportarse como asaltante. Además, analfabeto, puesto que se argumentó una Convención de Caracas al parecer mal leída, y éso que son pocas páginas. La canciller ecuatoriana, Gabriela Sommerfeld, es por cierto alguien sin la menor idea de la diplomacia: además de especialista en finanzas y marketing (seguramente se calculó lo "rentable" de capturar a Glas), es empresaria turística y cervecera.
Noboa ni siquiera conoce la Constitución ecuatoriana (art- 84), que lo obliga a cumplir con los tratados internacionales (además de que se están violando varios artículos constitucionales, como el 5, 6, 11, 51, 66, 75, 76, 77, 89, etcétera) . Es tan descaradamente delictivo que incluso el gobierno argentino y la Organización de Estados Americanos (OEA) condenaron el asalto, según la agencia EFE y la cancillería argentina. Por cierto, ¿ya depuró Noboa de narcogenerales a la policía ecuatoriana, o como en gobiernos anteriores las decisiones las toma "la embajada"? El gobierno de México optó por actuar en la Corte Internacional de Justicia, pero destaca algo más: debe pedirse del "gobierno" ecuatoriano que garantice la integridad de Glas, contra la que se atentó gravemente - con sevicia-durante sus cinco anteriores años de prisión, por órdenes directas de altísimos funcionarios ecuatorianos en complicidad con Estados Unidos, y en particular de la antigua Ministra de Gobierno, María Paula Romo. ¿Para cuando la captura del gran capo Fito, o es que además la bravuconada de la policía es de gente cobarde? Y nos seguimos con México (da click en el botón de reproducción).
La embajadora saliente de México en el Ecuador, Raquel Serur Smeke (declarada persona no grata por el gobierno ecuatoriano), nunca tuvo ni la más mínima idea de la diplomacia, siendo docente universitaria especializada en Letras Inglesas (López Obrador la convirtió en "filósofa" que no es, y en "intelectual excepcional", que tampoco). Serur fue a extorsionar al presidente Andrés Manuel López Obrador, pidiendo la embajada, a nombre de "la amistad", que consistió en introducirle en algún momento al hoy presiente a la señora. Serur lo pidió como viuda del filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría, que a López Obrador en su sempiterno acomplejamiento le pareció "un luchador social" . Sabrá Dios con qué mitomanía le habrán salido el actual mandatario mexicano.
López Obrador quiso ilustrar la actuación de los medios de comunicación en las últimas elecciones ecuatorianas: no hubo mucha precisión, pero luego el mandatario enmendó y explicó muy bien. Para entender el asunto, hay que pasar por la siguiente canción nicaraguense (de Luis Enrique Mejía Godoy), inspirada en un poema de Tomás Borge (extinto comandante sandinista), cantada alguna vez por el grupo ecuatoriano Pueblo Nuevo y que la RC-5 (Revolución Ciudadana, de Luisa González y a la que es afín el ex presidente Rafael Correa) utilizó en la campaña presidencial:
El candidato Fernando Villavicencio, agente estadounidense denunciado como tal en una publicación ecuatoriana de Jaime Galarza (La CIA contra América Latina. Capítulo: Ecuador), se pasó buena parte de su vida atacando a Correa. Villavicencio fue asesinado en plena campaña y he aquí lo que hicieron los medios: se aprovecharon de la canción para sugerir que la ejecución había sido obra del correísmo, lo que disminuyó la clara ventaja de Luisa González. Hasta la fecha, el gobierno ecuatoriano no ha aclarado nada de la autoría intelectual del asesinato. Como sea, el gobierno de Daniel Noboa tomó a mal lo dicho por López Obrador y Serur salió volando, aunque lo cierto es que el mandatario mexicano en nada se inmiscuyó en los asuntos actuales del Ecuador ni con el gobierno de Noboa.
Noboa ha logrado una disminución tan drástica de los homicidios, gracias a los militares en las calles, que tiene un 80 % de popularidad -las próximas elecciones son en 2025- y a los delincuentes dedicados ahora a hacer subir los índices de extorsión y de secuestro. Seguramente coronar la cereza del pastel incluya algún nuevo invento contra Correa o alguien más de la RC-5. Asilado en Bélgica, Correa no ha podido ser extraditado al Ecuador porque las instancias internacionales consideran algo así como ridículas las ocurrencias de la "Justicia ecuatoriana".
Queda por saber si Serur es el verdadero tema, ya que desde hace buen rato está en la embajada mexicana en Quito, capital ecuatoriana, el ex vicepresidente Jorge Glas, de la RC-5, un ser humano de gran calidad y de excelente desempeño en el gobierno de Correa. Glas, encarcelado por cinco años por algo que se reveló totalmente falso, estaba siendo víctima de otra fabricación de un aparato de "Justicia" que parece considerar la dignidad de unos como un atentado terrorista al servilismo de otros, algo no tan raro en los hábitos señoriales de la sierra ecuatoriana. Cansado de tanto invento y de tratar de recuperar el buen nombre al que tiene derecho, Glas escogió meterse en la embajada de México y solicitar asilo, lo que estaba en estudio. Ecuador, que considera la dignidad como delito, había solicitado capturar a Glas, pero México se negó por inmunidad diplomática. Finalmente, a las pocas horas de la salida de Serur, la cancillería mexicana, con la excelente canciller Alicia Bárcena, mostró haber entendido muy bien el engaño ecuatoriano y le concedió el asilo a Glas, sin que con ello se termine el problema, puesto que el Ecuador se niega a otorgar el salvoconducto para que Glas pueda salir. Además de dos o tres personas más, en México está asilado otro hombre inteligente que fuera ministro de Exteriores de Correa, Ricardo Patiño, igualmente guayaquileño. Es según cómo evolucione la situación de Glas que podrá saberse el fin de una provocación del gobierno de Noboa en la que México no cayó, al no querer romper relaciones. En la prensa mexicana recogida en la Web se argumentó que Serur informaba regularmente a México de lo que ocurría con Glas. México encontró la respuesta adecuada, a reserva de lo que siga, mientras se va de vuelta a la pirekua (da click en el botón de reproducción)
Poco a poco se han ido alejandro de Acción Nacional (PAN) en México algunos integrantes honestos, como en su momento Jesús González Schmal o Bernardo Bátiz. Como lo constatara hace poco el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, pareciera que esas personas honestas tienen un umbral que no consiguen pasar. Ahora, el ex gobernador panista de Chihuahua, Javier Corral, ha decidido trabajar con la candidata oficialista Claudia Sheinbaum. La pregunta es la misma, la de saber qué tan lejos puede ir Corral.
La idea es que el chihuahuense se coloque a la cabeza de una Agencia de lucha contra la corrupción. Sheinbaum, una persona honesta (misma interrogante sobre el umbral), ha constatado, según declaraciones recientes, que no basta con un Ejecutivo honesto para terminar con la corrupción, lo cual es cierto y niega en parte la creencia de López Obrador de que las cosas se arreglan con "barrer las escaleras de arriba abajo". Hasta hace poco, según lo sugirió la estudiosa Viridiana Ríos, parecía que abajo seguí la corrupción, a nivel municipal y estatal. En honor a Sheinbaum, hay que decir que su gestión al frente de la Ciudad de México fue la más pulcra, al ser, según lo demostró la Auditoría Superior de la Federación (ASF), la única entidad sin cuentas por explicar. Pese a cierta forma de ser vulgar y a proyectos dudosos, es también un hecho que Clara Brugada, candidata oficialista a la jefatura de gobierno de la capital mexicana, ha sido una alcaldesa destacada por su capacidad para presentar cuentas claras, puntuales y limpias. Hasta ahora, más allá de la imaginación de Santiago Taboada, candidato opositor e involucrado en ilícitos, no se ha podido probar actos de corrupción de Sheinbaum o Brugada. Sheinbaum no construyó la línea 12 del Metro y sancionó a los responsables de la caída de la escuela Rébsamen. No hay en Sheinbaum ni en Brugada nada comparable al cártel inmobiliario en la Ciudad de México armado por el grupo de los "Ocean" en Acción Nacional. Dicho sea de paso, a diferencia de la candidata opositora nacional Xóchitl Gálvez, quien reconoció haber plagiado ("la pendejié", fue su declaración), librando extrañamente una sanción universitaria, no hay nada equivalente en Sheinbaum o Brugada.
La AFA (Agencia Federal Anticorrupción) ideada por Sheinbaum y Corral parece tener entre sus fines uno principal que es importante: vigilar la adjudicación de contratos. Existen algunos otros fines más, entre los cuales se encuentra la profesionalización de la administración pública, que hasta la fecha no se ha logrado, tal vez porque no ha terminado de verse al gobierno como un botín (basta con ver la penosa actuación de Olga Sánchez Cordero, antigua magistrada, funcionaria de López Obrador y legisladora, que considera como atentado cualquier intento por disminuir los privilegios de parte del aparato Judicial, en sueldos y fideicomisos). La corrupción galopante del aparato Judicial es uno de los principales escollos para barrer con la corrupción en México. Hoy con Sheinbaum, el antiguo ministro Arturo Zaldívar no pudo gran cosa. Tampoco es seguro que el problema se resuelva "por elección popular".
Es positivo que Sheinbaum no se engañe y crea que "ya no hay corrupción en México". Es igualmente cierto que no es un problema cultural, pero, a diferencia de lo que ha dicho la candidata oficialista, no es asunto de las últimas décadas (así se haya acentuado): un excelente historiador como Enrique Semo ha demostrado cómo la corrupción se remonta a la Colonia, cuando aquélla era generalizada, y Semo es por lo demás el único -en México, pero también en buena medida más allá- que ha sabido ver lo que subyace en esta corrupción como parte de una herencia señorial. Los descubrimientos importantes en la ciencia -como, en este caso, en la historia- poco tienen que ver con el reparto en vida de privilegios y la repetición de nombres como si fuera asunto de genios -es lo que se cree sobre Octavio Paz-. Es el tiempo el que decide y no la compra de trascendencia de origen colonial, la simonía.
Sheinbaum logró una buena experiencia de profesionalización de la policía en la Ciudad de México y, junto con un buen trabajo de inteligencia, se redujo en la capital mexicana, de unos 10 millones de habitantes (20 millones con la zona conurbada) -la incidencia de homicidios en un importante 58 %. Para sus dimensiones y problemas, la Ciudad de México tiene una inseguridad ejemplarmente baja, pese a que no se hace gran cosa por "civilizar" la conducta de los chilangos (capitalinos). Como sea, el secreto con la policía ha sido subir los salarios y establecer concursos de méritos (exámenes) para los ascensos. Simplemente, debiera lograrse algo similar en la administración pública: salarios honorables, estabilidad en el empleo y concurso de méritos. El resto lo marca la ley y es muy claro: habría que crear condiciones para que se cumpla. La ley es igualmente bastante clara en materia de contratos. La iniciativa de Sheinbaum y Corral no es mala, salvo, por lo pronto, en una cosa: México es una montaña de papeles e instancias de excelentes iniciativas para acabar con todos los males, y una montaña de instancias y papeleo suficiente para que cada uno encuentre siempre la manera de evadir su responsabilidad. Es así que no ha funcionado el Sistema Civil de Carrera ni el Sistema Nacional Anticorrupción. El ejército es prueba de lo que funciona: condiciones materiales de trabajo decorosas y carrera meritocrática. Hasta ahora, trátese de las fuerzas armadas o de la policía capitalina, es lo que hay. Multiplicar las instancias, no, pero es de celebrarse la iniciativa de Sheinbaum y Corral y de esperarse que se traduzca no en "elevar los costos de la corrupción", como dijo Corral (otra vez el "control"), aunque ciertas sanciones mencionadas no están nada mal, sino en crear condiciones para el ejercicio responsable del servicio público. A ver (da click en el botón de reproducción para recordar algo olvidado de la música mexicana).