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domingo, 7 de abril de 2024

GLAS NOT

 De regreso a México, la ex embajadora mexicana en el Ecuador, Raquel Serur Smeke, consideró adecuado el asilo "sin juzgar si la persona es inocente o culpable": De acuerdo con la canciller de México, Alicia Bárcena, México había estado en contacto con el gobierno ecuatoriano sobre el tema de Jorge Glas, ex vicepresidente del Ecuador refugiado en la sede diplomática mexicana y capturado al ser ésta asaltada por la policía local. Serur dijo que el Ecuador tiene "un gobierno que improvisa", pero no es seguro que así sea. Desde tiempo atrás, el gobierno ecuatoriano había solicitado  permiso para entrar en la embajada y llevarse a Glas. Es extraña la tardanza mexicana en resolver sobre Glas, y extraño que no se haya tenido una sola palabra sobre el capturado, más que para dejar la sombra de la duda ("así sea inocente o culpable, tal vez"). Los delincuentes planean y, como lo sugirió el periodista mexicano Julio Astillero, el Ecuador se agarró de unas palabras del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para armar un "pleito ratero", provocando. Así sea de manera tibia, el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa hizo notar la tibieza de la condena estadounidense al asalto a la embajada mexicana: el Ecuador no está improvisando.

       Lo que está ocurriendo mediáticamente es grave, porque las noticias, casi de manera unánime, insinúan algún grado de culpabilidad de Glas. Es gracias a una entrevista muy secundaria de Ricardo Patiño, ex ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, a Milenio en México que pudo saberse lo que permite averiguar una investigación exhaustiva en la Web: Glas es desde hace años un perseguido político porque el aparato de "justicia" ecuatoriano tampoco está improvisando, sino dedicándose a fabricar culpables, algo que por cierto se conoce muy bien en México. Glas estuvo cinco años en la cárcel porque un "testigo protegido" dijo que "alguien le dijo que le habían dicho que Glas ni sé qué" con Odebrecht (a lo que se agregó algún objeto sembrado), lo que quiere decir que basta con que a alguien, por lo demás delincuente, se le ocurra un "decir" para meter preso a otro. No hay manera de lograr de las noticias, por ejemplo, que lean la sentencia que condena a Correa, resulta que por "influjo psíquico", es decir, por tener supuestamente facultades como las del vudú o de Uri Geller para doblar cucharas sin tocarlas. Es simplemente "la Fiscalía" dice o "la Contraloría dice" a manera de fraude, es decir, vendiendo la idea de que por ser "Justicia" no se equivoca o es honrada e independiente. Si la primera acusación de Glas no se sostenía, la nueva, menos: Glas, parafraseando a Patiño, no se llevó "ni un real partido a la mitad" del erario y los supuestos desvíos de fondos públicos en el terremoto de Manabí -provincia costera ecuatoriana- son del tipo "se compró un helicóptero necesario para rescatar gente cuando se debía alquilar una excavadora en el pueblo de al lado", cosas por el estilo. ¿Alguna riqueza indebida de Glas? Ninguna. ¿Algún enriquecimiento extraño? Ninguno. ¿Algo que indique algún beneficio personal o de grupo? Tampoco. Está muy bien que México abra un caso que siente el precedente de que un asalto como el ecuatoriano no puede tener lugar. No es posible tener toda la certeza, pero si México estuvo consultando con el gobierno ecuatoriano sobre Glas, es como si el gran embajador mexicano en Chile en 1973, Gonzalo Martínez Corbalá, le hubiera preguntado al dictador Augusto Pinochet si quienes estaban refugiados en la sede diplomática eran inocentes o culpables, o si era algo que no debiera ser juzgado. ¿Grave, inesperado e insólito, lo hecho por el gobierno ecuatoriano? Si acaso el "pleito ratero" engaña y se sirve de la sorpresa. Desde hace rato podía saberse que "grave e insólita" era la manera de proceder de la "Justicia" ecuatoriana con Glas. La canciller Bárcena SÍ lo dijo, en vez de cubrirse: "México decidió otorgar asilo político al ex vicepresidente Jorge Glas porque no se demostró su culpabilidad  en los delitos imputados por la actual administración ecuatoriana". Por lo tanto (!y cómo hay que hurgar en la Web para encontrar lo afirmado por Bárcena sobre la INOCENCIA de Glas), México cumplió con la Convención de Caracas. Si se revisa la reproducción de lo dicho por Bárcena, la Web lo entrecorta sistemáticamente. A principios de marzo, México seguía dudando, según lo declaró Bárcena: existe una ley clara sobre cómo debe proceder una misión diplomática en estos casos, y quien quiera encontrar algunos errores podrá hacerlo. ¿Por qué se estimó de tal o cual manera al gobierno del Ecuador, se desestimó una escalada y se desconocieron formas de proceder del Ecuador con engaños, habiendo precedentes que Bárcena reconoció? 

         Tan es "político" el problema que Noboa está calculando hacia las elecciones de 2025 y Correa ha declarado, después de lo ocurrido en la sede diplomática mexicana, que no hay garantías de juego limpio en esos comicios. Los elementos para reconstituir la secuencia de lo ocurrido dan para algunos indicios, no mucho más, pero queda un detalle por mencionar, puesto que se trata según Correa de un caso de traición a la patria: la actual ministra de Gobierno y del Interior, del Ecuador, Mónica Palencia, es una duranguense (de Durango, México) recientemente naturalizada (en circunstancias dudosas y sin que se sepa si renunció a la nacionalidad mexicana) y encargada de cerrar el trato con Estados Unidos para el otorgamiento de 200 millones de dólares (además de acuerdos con Canadá y algunos países europeos para capacitación e inteligencia) destinados a seguridad. 

     En otros tiempos, con Serur en la embajada mexicana un puñado de ecuatorianos -entre ellos, Patiño- alcanzó el asilo político. Glas fue un hombre clave en el gobierno de Correa y destaca por una franqueza que no es propia del Ecuador, mucho menos de la sierra. Lo propio es entre otras cosas la sevicia -crueldad extrema- y es igualmente falso que el Ecuador tenga alguna tradición pacífica o próspera. Correa ha advertido que más de uno parece preferir vivir engañado: el Ecuador también es la exigencia de servilismo. No queda claro si en México, con todo y su gran cortesía e ironía, que es lo que cree ver Serur, se alcance a percibir cómo también en el Ecuador llegan a desatarse -como entre la derecha mexicana- la necesidad imperiosa de aniquilar moralmente la independencia de criterio, la de comprar voluntades  y la de acallar con promesas de reparto -"la patria del tongo", la llama Glas- más de una conciencia (y nos volvemos a Michoacán en México: da click en el botón de reproducción).



EL BALBOA QUIERE DÓLAR

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