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miércoles, 19 de junio de 2024

HAZTE PAYASITO

 El primero en abalanzarse a felicitar a la presidente electa mexicana, Claudia Sheinbaum, fue el mandatario estadounidense Joseph Biden, llamado por ella Joe. A las pocas horas, una comitiva estadounidense de asuntos de Seguridad se apersonó en México para hablar con Sheinbaum,. Dicha comitiva estuvo presidida por la asesora del gobierno de Estados Unidos en temas de Seguridad, Elizabeth Sherwood-Randall, y en la reunión estuvo "el embajador", Ken Salazar. A las pocas horas, desde el gobierno estadounidense se le pidió a Sheinbaum que, de hacerse en México una reforma judicial, no se afecte a la inversión extranjera. Se podrá alegar que todo lo anterior tuvo lugar por la cercanía con Estados Unidos, pero es por el mismo motivo que seguramente valía la pena no precipitarse. Al mismo tiempo, lo que se llama "los mercados" se movieron para que Sheinbaum ratificara al secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, sin que se sepa si el voto por Sheinbaum fue para que tuvieran esta influencia "los mercados" y para que se tuviera que rendir cuentas a un solo país, Estados Unidos, puesto que nadie más se abalanzó así. No se podrá decir que se tiene mayor soberanía económica cuando deciden "los mercados", al grado de orillar a un nombramiento, o cuando se depende a tal punto de Estados Unidos que este país se toma las licencias descritas. Después de todo, en campaña, tanto Sheinbaum como su contrincante, Xóchitl Gálvez, tuvieron que ofrecerse a representantes de intereses económicos estadounidenses, y de ningún otro país.

     En estas circunstancias, cabe decir que hasta los años '70 existía en México un fuerte sentimiento de nación, para decirlo casi como "los sentimientos de la nación" de esa gran persona que fue José María Morelos y Pavón, retratado por Fernando Benítez. Se tenía nación, pero ahora se tiene "proyecto de nación". ¿De dónde eres? "Del proyecto de México", tal vez. Ya el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, había hecho un mal "proyecto de nación", encargado al empresario Alfonso Poncho Romo. Como no se ocupa de los grandes problemas nacionales, Sheinbaum con sus 100 Puntos anticipa un gobierno, y sin duda buscará cumplir, pero no se refiere nunca a "nuestra nación", por ejemplo, como algo existente, sino al "proyecto". Ni se diga al Estado, que los libertarios aborrecen. Si hubiera Estado, se hablaría del interés general o de la voluntad general: con todos sus defectos, el PRI (Partido Revolucionario Institucional), hoy para dar lástima, entre otras cosas en sus pugnas intestinas, al menos hacía el ademán, y un poco más, de considerar a todos los de la nación existente, que hasta el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) tenía por lo demás respaldo económico (empezó a desmoronarse entre otras cosas en 1986 con la entrada al GATT-General Agreement onTariffs and Trade). Los juniors empezaron a tomarse la calle, como ocurrió cuando el Mundial de fútbol, comenzando un viraje clasista. Luego vino la ruptura de equilibrios entre grupos dentro del PRI y el Libre Comercio con Estados Unidos, fracturando la unidad para quienes decían creer permanecer por décadas en el poder, además de dejarle espacio, tampoco exento de clasismo, a la derecha de Acción Nacional (PAN), y asesinar a buena cantidad de integrantes de la opción nacionalista de Cuauhtémoc Cárdenas, el PRD (Partido de la Revolución Democrática, liquidado). Cárdenas tenía sentido de nación y de Estado. Como sea, la nación empezó a dividirse, y no es López Obrador quien la dividió, sino la actitud de juniors, "mirreyes" y pirrurris, por si no se recuerdan los tiempos de aparición de lo fresa. De paso, el seductor de la patria le entregó la dirección del gobierno a un asesor extranjero, Joseph-Marie Córdoba Montoya. En cierto modo, los ricos hicieron "secesión" y de paso saquearon el Estado, que es como se hicieron fortunas como la de Carlos Slim, Germán Larrea o Ricardo Salinas Pliego. Todo ocurrió en lo que se ha dado en llamar "neoliberalismo".

       La autodenominada Cuarta Transformación es una reacción a dicha "secesión" y el saqueo mencionado, desde parte de la "clase media", y que no retomó a la nación (la tiene "en proyecto", entiéndase que "en veremos") y mucho menos al Estado, sino que se orilló a la contraparte, "el pueblo" entendido como "los de abajo", tipo Pepe el Toro no ha muerto, pero, cabe insistir, bajo dirección clasemediera, a lo que Sheinbaum está por dar un toque de "se ve que son de familia" (y además, a diferencia de López Obrador, está cierta tendencia a mirar al de abajo un poco por encima del hombro). No hay Estado para todos porque se acabó hace mucho, y la nación es folclore de boutique, "patrimonio" y no algo vivo. Si hubiera otra cosa que "proyecto", no se andaría en espectáculos "milenarios" con bastones de mando, porque no son nación (tuvo cerca de dos siglos de existencia, y los pueblos originarios no representan a la nación toda), como tampoco los carnavales de huipiles y blusitas bordadas. Eso es fashion. Es un estilo empresarial bordado de pueblo, como el de Susana Harp.

     "Los mercados" son gigantes internacionales tipo los inversionistas "institucionales" (?) de BlackRock o Vanguard que se manejan por chantajes que nadie votó. BlackRock tiene influencia sobre unas decenas de empresas que operan en México, cerca de 70. BlackRock y un puñadito más controla las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft), Pepsi y Coca Cola,  Huawei, Sony, IBM  y Dell, empresas de teléfonos inteligentes, electrónica y electrodomésticos, agroalimentarias,  Citigroup, Goldman Sachs, Monsanto,  Exxon Mobil, Johnson &Johnson, Ford, Pfizer,  McDonald's, Uber, Boeing, Walt Disney y más. Cuando aparecen esos gigantes, es a ellos, no al "pueblo", a los que se tiene que "tranquilizar" y "dar confianza", lo que no está permitido a los trabajadores y sus salarios, por ejemplo: "nos dan tranquilidad y confianza en nuestro poder de compra, o paramos todo". Lo curioso es que fueron sobre todo trabajadores los que votaron por Sheinbaum, no tanto receptores de ayudas sociales, y por ende con la esperanza de recuperar poder adquisitivo. Esto coloca a Sheinbaum como equilibrista ante una franca división de intereses que está por encima de los restos del Estado y de la caricatura de una nación en la que ha dejado de creerse, porque está resquebrajada. Yluego niegan que haya lucha de clases...Habrá que ver si se puede tranquilizar y dar confianza al mismo tiempo a "los mercados" y al "pueblo" (da click en el botón de reproducción, es para buscar "la fórmula del proyecto").

CONTROLAR EL CAOS

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