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jueves, 6 de junio de 2024

LA MUERTE TIENE PERMISO

 Una de las cosas por las que no se vota es por que tal o cual país -México o Haití- se vea inundado de armas que son un negocio "rápido y furioso" estadounidense, Dicho sea de paso, no se vota por las decisiones económicas importantes, como la de la "relocalización industrial" (nearshoring), impuesta desde el exterior y compartida por ejemplo por las dos principales candidatas en las recientes elecciones mexicanas: no rinden cuentas al electorado, sino a los empresarios que encima extorsionan a través de "la confianza en los mercados".

       Alguna vez, el líder cubano Fidel Castro realzó su figura en el Movimiento de los No Alineados sugiriendo que lo que el mundo gastaba en armas se destinara a aliviar males sociales básicos como el hambre o la desnutrición, la mortalidad infantil, la necesidad de escuelas y hospitales, etcétera. No fue Castro el único por luchar por el desarme, y hay que considerar que a su manera también lo hizo la Unión Soviética, porque en su modalidad anterior la carrera armamentista limitaba recursos para otras necesidades internas. La Unión Soviética ya no existe, como tampoco la "amenaza comunista" en Europa, y se sigue gastando en grande en armas, "por principio de cuentas" o porque ahora hay una "amenaza rusa". En realidad, se ha gastado en grande en armas para que la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) "envuelva" a Rusia, sin que nadie lo haya votado: simplemente se le vende a los no pocos que se la compran la idea de un conflicto que no pagarán más que los rusos, Ni siquiera importa que las armas sirvan o no: se le ha dado a Ucrania armamento perfectamente inútil -no puede dar en un solo blanco- ante el sistema electrónico ruso. Dada la manera en que funciona el complejo militar-industrial occidental, que "jala" en parte a la economía, a cuenta del Estado (es lo que se conoce como "keynesianismo militar"), no es conveniente cesar este subsidio al negocio de las armas. En términos generales, el gasto militar en el mundo va de récord en récord, llevándose Estados Unidos la parte del león, y "vendiendo protección", para lo que hay que fabricar también un mundo de amenazas. Nadie protesta, a diferencia de lo que ocurría hasta los '80 y pese a que se tenga la "cultura de paz" en la boca. Se acabó el potente movimiento pacifista (lo era en Europa Occidental, en particular Alemania, y Japón, que se ha estado armando en grande), Desde 1991, más armas y menos pacifismo, pese a que es el mundo del "amor y paz" y "queremos rock" en vez de odio. Lo que pone cierto límite es la supremacía nuclear rusa, luego de que en los años '90 el presidente estadounidense William Clinton se haya propuesto la implosión de la Federación Rusa un poco a la manera en que "voló en pedazos" la Unión Soviética. Es de bastante antes del conflicto en Ucrania y nadie votó el monumental gastadero de la OTAN a costa del nivel de vida de buena parte del planeta. Se admite porque no es "odio", sino business as usual, negocio, es decir que, si se invierte en la muerte y hay derrama, es natural. Hoy no se mueve un dedo por el desarme ni se entiende o se recuerda a quienes lucharon por él. El tema deja indiferente pese a que lo que se va en armas es parte de presupuesto que se resta a otros fines, por los que a veces sí se vota, como disminuir la pobreza o tener mejor salud y educación. El gasto en armas, un dispendio, es visto como buena inversión, y tal vez garantía de que el presidente Vladimir Putin no invada el planeta entero. Luego, hay negocios redondos: armar al crimen organizado y a quienes lo combaten. Mátense softly mientras los ayudamos y al mismo tiempo controlamos.

     Cuando se terminó la Guerra Fría, se habló de "dividendos de la paz" (o sea, de la paz como un negocio más, puesto que deja dividendos). Era uno de los discursos Demócratas. Se llevó un Premio Nobel de la Paz el presidente estadounidense que más tiempo ha estado en guerra, Barack Obama. Después de un corto intermedio, desde finales de los años '90 el gasto militar mundial no ha parado casi de crecer, superando en mucho el nivel de 1990, es decir, de poco antes del fin de la Guerra Fría. En gasto militar por habitante, Estados Unidos se encuentra muy a la delantera. Casi el 40 % del gasto militar mundial es de Estados Unidos (China y Rusia van bastante atrás. Ucrania es el octavo país con mayor gasto y el más pobre de Europa. Rusia, en cambio, ha encontrado la manera de evitar que sea dispendio en detrimento de otros sectores y de que sea efectivamente inversión. No faltará quien piense que, además de lo bueno de la derrama, es garantía de seguridad. Tanto armamentismo no tiene por qué desembocar en una Gran Catástrofe del Juicio Final; la ganancia está hecha desde el momento en que el Estado le compra al fabricante privado. En casos como el de Rusia se explica la necesidad de garantizar la seguridad y existencia misma del Estado. Se explica menos el monumental gasto estadounidense cuando nadie se está metiendo con Estados Unidos. Lo que se acabó fueron esos "dividendos de la paz", es decir, dejar de meterle dinero a la muerte para meterle más a la vida. Igual se acabó el pacifismo y dejó de importar cuánto se podría aliviar de pobreza, o en materia de alimentación, salud y vivienda, sino se hiciera de matar un negocio. En fin: una causa menos y menos abajofirmantes o protestas en la calle. (da click en el botón de reproducción).





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