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domingo, 30 de junio de 2024

SABIOS, YA NO HAY

 Desde que la presidente electa de México, Claudia Sheinbaum, ha ido nombrando a su gabinete, es llamativo ver aplaudir a la Iniciativa Privada -lo acaban de volver a hacer con el nombramiento en Energía-  y a "opinadores" que se dedicaron seis años a golpear al presidente Andrés Manuel López Obrador sin la menor misericordia. De entrada, no pierden la costumbre de vender creencias adulteradas y hacer trampa: sobre sus preferencias para un gabinete, López Obrador dijo "90 % honestidad y 10 % capacidad", y no "90 % lealtad". Gran parte de la "capacidad" encontrada por Sheinbaum es para responder a requerimientos externos, no a los problemas nacionales. Es el típico reflejo del provinciano que, al ceñirse a todo lo que llega del exterior, creyéndolo mejor, se da autorización para ponerse megalómano: lo gringo más un toque originario milenario. Ahora resulta que el gabinete de "la doctora" es de "científicos": si lo que se está pidiendo es que reinen "los científicos", tal vez sea mucha administración y poca política. Eso mismo decía Limantour, y no es una agencia de viajes. Era un funcionario de Porfirio Díaz. Mucha fachada de modernidad -energías renovables, digitalización, "tecnológicos", infraestructura- y ningún avance social, o casi ninguno.

      En México se tienen a veces creencias extrañas sobre la gente de ciencia, que no forzosamente es sabia. Se la cree por ejemplo incapaz de robar, por lo que se tomó muy a mal en el sexenio que termina la "persecución" contra un pequeño grupo de científicos, por la vía legal. No es seguro que el motivo fuera un falso, pero se salió con que era "un ataque contra la ciencia". Esto quiere decir que si un científico trafica favores, influencias o fondos, queda impune por ser "científico", como equivalente de tener fuero, en el sentido de estar exento de las leyes que son para todos. De este modo, más de un universitario puede hacer negocios indebidos -por ejemplo a partir de mentiras sobre los transgénicos- o utilizar para fines propios el erario sin que se diga nada, y con sueldazos que en más de un caso no justificado superan en bastante al del presidente, sin hablar de la burocracia dorada. Cuando lo entrevistan en los medios, el señor Antonio Lazcano -que se equivocó en varios asuntos de la Covid-19- es bastante representativo: es deporte entre universitarios extorsionar al gobierno de turno pidiendo "más presupuesto", y la extorsión llega por el lado de que, de lo contrario, México no saldrá del atraso. "Coopera (con nosotros), o cuello (para el país)" El resultado es que, para que México se desarrolle, Lazcano debe meterse todavía más dinero al bolsillo. "Denme plata, denme plata, denme plata" parece el himno de lo que no funciona como academia, sino con espíritu de secretaría de Estado. Y pues sí, al fin hay una. Dinero circulando. Más, porque no ha faltado, pero se despilfarra mucho, sin racionalización de los recursos, multiplicando por ejemplo sin necesidad las mismas funciones o los mismos temas al infinito, porque de lo que se trata es de seguir las coyunturas para agarrar fondos (fund raising). Son casi tres décadas que algunos estudiosos han demostrado que la universidad pública no se ocupa de los problemas nacionales, al menos en ciencias sociales y Humanidades. Pero sí se ocupa de seguir en el despilfarro y en sincronía con el extranjero y con los medios de comunicación masiva, lo que no es función de un organismo descentralizado del Estado que, en el pasado, creaba cuadros para éste.

       Los universitarios y científicos tienen toda una manera de hablar. "Se deben a la sociedad", dicen, como si estuvieran fuera de ella, cuando en realidad debieran decir "nos debemos a la sociedad de la que somos parte", pero suena demasiado igualitario, porque es gente que, si se sigue lo que dice, se cree "aparte". Pocos son los científicos en su "torre de marfil", entre tubos de laboratorio o entre libros y archivos polvorientos: es más fácil encontrar universitarios con toda clase de privilegios para vivienda (para hacer relaciones de manera desaforada y como si fueran hacendados, de Coyoacán a "Tepoz"), transporte y muchos viajes,  desde los años '80, además de que, justamente como parte de la sociedad en la que viven, aquéllos no están exentos de corrupción, inmoralidades, arreglos "en lo oscurito" y clientelismos, hasta llegar a climas asfixiantes de rivalidad, salvo que se quiera creer que a los universitarios "todo lo humano les es ajeno", en cuyo caso serían inhumanos -lo son, con harta frecuencia- o extraterrestres. Con frecuencia, ni las evaluaciones escapan a la trampa como razón de vida con tal de "llegar", mientras los privilegiados se hacen asistir de una tropa mal pagada, porque no se aprecia de verdad la enseñanza. Basta con ver el suplicio que suelen ser los dictámenes para tener una idea de lo que creen ser "los científicos". Es torpe decir que hay "ciencia neoliberal", pero lo es más decir que hay "ciencia" sin más, como si un científico, por el solo hecho de serlo, estuviera exento de ideología o de sesgos políticos. Si así fuera, ¿por qué se pasan el tiempo tomando partido por unos u otros? Otra vez la "exención", es decir, el fuero, como si el mundo de "la ciencia" fuera un estamento (como en el Medioevo), y sus miembros no pudieran ser objeto...de tribunales ordinarios. Hasta alguien de negocios como el imposible fiscal Alejandro Gertz Manero se cree que los títulos científicos son de nobleza. 

     Así, "la doctora" es garantía por ser "doctora", cuando muchos mexicanos, sin pasar de secundaria, no distinguen entre un doctor por título de doctorado y un doctor por médico. Deben creer que "la doctora" está para "curar males" y que el país es Catemaco. Por cierto, lo dicho está acompañado de un profundo anti-intelectualismo, es decir, de la creencia igual de popular de que el universitario que no es "técnico" -algo así como un mecánico algo refinado, si no es médico o abogado-  es un rudo bohemio bueno para nada y hasta marihuano. Como los universitarios son los primeros en creerlo, no faltan los buenos para nada que se dedican al choro y la grilla, como se conocen coloquialmente en México, a estar de floreros o a creer que las Humanidades son una planta de ornato; con anti-intelectualismo, otros creen que todo es cosa de "prácticas de campo", es decir, de "acción", y ahora imperan tres tendencias: a estar dando supuesta "expertís" (!) en los medios de comunicación masiva, a no considerar más que el último grito de la moda en organismos internacionales, y a creer que "lo personal es político", de tal modo que se satura el espacio de sexualidad y género, llegando a lo que se conoce como "ombliguismo". Fuera de lo enumerado, la tendencia es a convertir a la universidad en tecnológico, como si una licenciatura en Filosofía e Historia  tapara lo que es en realidad el Instituto Rosario Castellanos del gobierno capitalino, un centro no de educación, sino de formación para distintas modalidades de negocios. Eso es lo que hacen los libertarios. Ya echaron a perder la escuela con la libertaria NEM (Nueva Escuela Mexicana). Ahora, previo paso por las universidades del Bienestar Benito Juárez García y sin ninguna evaluación de nada, está por asomarse el remate a la educación superior: el derecho de todos a una formación "patito".

     Desde los '80, José Arthur Giannotti denunciaba los males universitarios en un caso como Brasil (A universidade em ritmo de barbárie), y Marcos Kaplan anunciaba el riesgo de que se cayera en la "universidad lumpen", lo que en algunos aspectos ya es, un depósito de subocupados. No queda claro por qué imitar a Estados Unidos, país de la técnica y el cálculo sin gran tradición de pensamiento, y en donde, fuera de algunas universidades de punta, gran parte carece de nivel, simplemente porque el estadounidense promedio es más un "pragmático" que alguien que sepa pensar. La derrota del pensamiento que anunciara desde los '80 Alain Finkielkraut en Francia se va cumpliendo, y como lo ha sugerido por ejemplo el periodista Carlos Ramírez en El Independiente a propósito de un "intelectual" como Jesús Silva-Herzog Márquez, la intelectualidad mexicana se está terminando de volver irrelevante, si alguna vez realmente fuera de los "cenáculos" de iniciados, habida cuenta de una clase dominante poco interesada en dirigir y, por ende, en educar, para lo que con frecuencia -no siempre- se prefirió mantener a la gente en la ignorancia. En la universidad pública, la problemática de mantener la calidad se planteó desde mediados de los '60 y le costó al rector de turno ser sacado por porros.. 

     El riesgo es que en el proceso que arrancó en los '80 -como el activismo de Sheinbaum- el negocio termine tomando el lugar de lo que la universidad representaba de institución, para que una academia que se extingue sea remplazada por la mercantilización y a la par la ambiguedad entre "grupo de interés especial" y grupo clientelar con la creencia de tener fuero. No es nada más cuestión del relegamiento de los problemas nacionales, al grado de no saber ni cuáles son, ni qué necesidades tiene el país: es también la conversión, mencionada por un estudioso como Horacio Crespo, del campus como espacio no institucional y más proclive a una forma de antropofagia, es decir, a que habida cuenta de la rivalidad existente un universitario no dude en comerse vivo a otro.  Ante la extranjerización galopante, lo que los medios de comunicación muestran como nacional es la creencia de que fuera del hampa no hay futuro. Toda la historia mexicana independiente y de la Revolución quedó en ruinas: a imitar al gringo o irse al gabacho, o a bailar con copal para la cooperacha en el Zócalo y a extorsionar y traficar. El centralismo chilango -empresarial/libertario- se apresta a ponerle el último clavo del ataúd a quienes quieren a México, porque el pivote del "proyecto" (que no es de nación) es ponerse por completo, o casi, al servicio de una entrada masiva de inversión extranjera. Como un científico es en realidad parte de la sociedad en la que vive, no está exento del mayor de sus males, que es la extorsión (da click en el botón de reproducción).




FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...