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jueves, 20 de junio de 2024

A LA CARGA MIS EVIDENTES

 Andrés Manuel López Obrador, presidente mexicano, tuvo entre otras dos buenas ideas: la de nombrar a Marcelo Ebrard como canciller, y luego, la de sustituirlo por Alicia Bárcena. Ebrard tiene sólidos estudios de Relaciones Internacionales, por el Colegio de México. Bárcena fue secretaria ejecutiva de la importante Comisión Económica para América Latina (CEPAL), toda una institución en la región. Ambos, Ebrard y Bárcena, tienen títulos en Administración, lo que les facilita estar en la Administración Pública. Bárcena, bióloga de formación, tiene igualmente experiencia en asuntos de medio ambiente, habiendo ocupado cargos internacionales al respecto, por ejemplo como coordinadora del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). No es extraño que se desempeñe como secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

      Ebrard, en cambio, tuvo la oportunidad de mostrar, como canciller, que al igual que López Obrador, no sabe de economía, al grado de adelantar auténticos disparates sobre la "integración americana", creyendo que está en la Unión Europea (UE). Pareciera que Ebrard fue nombrado secretario de Economía por sus relaciones, ante lo que vendrá de renegociación del TMEC (Tratado México Estados Unidos Canadá), cualquiera sea el presidente que sea elegido en Estados Unidos. Dicho de otra manera, Ebrard fue nombrado como "diplomático" en Economía, siendo por lo demás un fan del nearshoring. Ebrard tiene una creencia muy "integracionista" con Estados Unidos.

      Más allá de sorpresas (para quienes se complacen en "jugadas políticas", Ebrard sigue ahí, y en algo clave), resulta que el nuevo canciller, Juan Ramón de la Fuente, amigo de López Obrador y ex rector universitario, ex representante -bastante malo- de México ante Naciones Unidas, fue a aterrizar su vuelo de "chapulín" como canciller, sin experiencia diplomática, lo que ya demostró en Naciones Unidas, adoptando posiciones ajenas a la tradición diplomática mexicana, lo que en cambio no hizo Ebrard. Que un médico sea  secretario de Salud, como lo fue De la Fuente, se entiende, pero ahora aparece como resultado de una forma de amiguismo entre universitarios, siendo por lo demás que no es desconocida la tendencia de De la Fuente al amiguismo (también entre universitarios). Además de ser un asiduo de organismos internacionales, De la Fuente preside el Consejo del Aspen Institute. Es en este sentido alguien que también tiene ancla en Estados Unidos, y que de inmediato marcó como prioridad defender a connacionales en Estados Unidos, asunto preferenciado. Se encargó con otros de ir "a la moderación" en la autodenominada Cuarta Transformación, que en cierto sentido empieza a "hacer menos Historia" y a estar más sujeta a intereses externos y a presiones mediáticas, no ajenas a aquéllos.

     Como se trató de seguir complaciendo a los de arriba, se inventó una secretaría (Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación) encargada a Rosaura Ruiz, compañera de Facultad  de Sheinbaum -casada con un analista financiero- y ligada a un ex líder estudiantil del 68. Ruiz no tiene dos dedos de seso, habla sin pensar (recita), parece creer que cierta estatura y los ojos claros (sin expresión) son suficientes para la prepotencia y obedece a ciegas a cualquier dictado de organismos internacionales, como prácticamente todos los demás, simplemente porque hace rato que es a lo que se dedica la universidad pública, seguramente ya con más de uno dispuesto a "cooperar" si se entienden varios de estos nombramientos como "agencias de colocaciones". Un sexenio para científicos y para quienes crean que "los científicos" están exentos de ciertas prácticas, como el amiguismo en los nombramientos. Ruiz es de las personas que cree en "la evidencia", al grado de declarar que Sheinbaum "siempre toma decisiones basada en la ciencia y la evidencia", por lo que seguramente hizo nombramientos evidentes. México ya tuvo que sufrir un manejo de la Covid-19 basado en "evidencias", y seguramente el nearshoring es otra "evidencia", aunque los empresarios la llaman "bendición". Si a esas vamos, hubo suficiente mercadotecnia y mensaje subliminal para hacer pasar a Sheinbaum por "evidente", porque también parece otra "evidencia" que es "tiempo de mujeres". Sean felices en la prosperidad compartida y no duden de nada, puesto que todo es muy "evidente", y no cabe perder el tiempo en lo que no lo sea (el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, no duda de nada). Ni hablar de cuántas "evidencias" pueda desatar el nombramiento del "evidente" -hasta para sí mismo- Ebrard. De tan evidente, podría parecer que hasta se trata de ir entrando en lo superficial y hasta algo frívolo, evidencias de estatus y de que no es necesario perder el tiempo en comprender. Neg-ocio, nada de ocio, si se asimila pensar a meditar. Sheinbaum no perdió el tiempo. Ruiz considera que "la ciencia está en todo", otra evidencia: comerse un taquito no es un arte, sino algo que "tiene su ciencia".

      Sheinbaum, luego de ser invitada por la vicepresidente estadounidense Kamala Harris a seguir -evidentemente- con las energías renovables, fue a rendir cuentas al Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y al Consejo Mexicano de Negocios, para asegurarles que no habrá reforma fiscal, es decir, que los ricos no serán tocados. Por el bien de todos, primero Estados Unidos, los mercados, los organismos internacionales y los empresarios. ¿O no decían encuestas previas a las elecciones que una parte de la gente de derecha iba a irse con Sheinbaum? Ya está el resultado. Como es con modales, hasta parece natural empezar por inclinarse ante los grandes poderes económicos, financieros y mercadotécnicos. Es por el bien de todos o, con amor al "pueblo", porque "no hay de otra": el futuro de México no se decide en el país, al menos no el económico.

     Hasta ahora, hay gabinete "de buen ver" y "de familia" (igual un Berdegué Sacristán no para Agricultura, sino para cambio climático, lo que no es lo mismo), y algo más de presión para limitar a López Obrador, antes de que se retire, lo que hará, aunque afirmó tristemente no saber cómo le hará para viajar de la finca a la Ciudad de México para ver a Beatriz Gutiérrez Muller, quien no enmendó la plana para decir que irá ella a la finca para visitar al ex presidente. En fin, como López Obrador no quiere ser reconocido en vuelos comerciales y dijo "a ver cómo le hago" (cuando es más sencillo que la señora se mueva un poco de vez en cuando), pues ya será por la terminal de la ADO, que es donde se espera cuando se ha llegado a La Chingada, según el Tri.

     Es difícil recordar en la historia contemporánea de México un entreguismo tan naturalizado. Con el presidente Carlos Salinas de Gortari todavía tenía algo de vergonzante. Ahora no es más que "evidencia" . Para la siguiente oleada de "modernización pasiva", sin verdadera participación desde abajo, salvo sorpresas en futuros nombramientos.

     A no ser que se aparezca alguien "de pueblo" por algún milagro, ya se está con mayor claridad en la alianza "grandes poderes-libertarios", luego del paréntesis semi-popular con López Obrador, a quien se trata de darle los últimos "cerrones" por ser franco y directo. No hay secreto, puesto que se propone "prosperidad compartida", a ver qué tanto comparte la inversión extranjera masiva, que los empresarios esperan que sea "inclusiva". Como lo ha explicado la analista Viridiana Ríos, Sheinbaum no llegó con el apoyo crucial de quienes reciben ayudas sociales, sino de quienes trabajan y seguramente estén a la expectativa de que prosigan algunos aumentos salariales que eviten pasarse la vida de working poor (trabajador y pobre). Es por si hubiera alguna reunioncita en la que quienes trabajan pongan todas sus condiciones para no parar el país y las plantas extranjeras (era la clase de gente con la que se reunía Adán Augusto López Hernández, que no gozó de la gracia mercadotécnica). ¿Los salarios van a volver a ser decididos por exigencia estadounidense? A esperar el nombramiento en Trabajo y Previsión Social, y el de Gobernación, en lo que sigue la fuerte presión mediática para que la señora doctora "se orille a su derecha". Luego, a ver si la fórmula para salir del enésimo atolladero, por no mirar más que al exterior y no contar con fuerzas propias, no es como sigue (da click en el botón de reproducción).



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