Dado que no hay de qué emanciparse, el sistema capitalista privilegia no la educación como medio de superación, sino la formación, con habilidades, destrezas y competencias para saber adaptarse. Para lo primero no faltan obstáculos; para lo segundo, en cambio, pareciera que el propio sistema se encarga de dar todas las facilidades. Como lo promueve la publicidad, parte de la creencia está en que el éxito implica acceder a la comodidad y el confort. Pensar y aprender no siempre es cómodo ni confortable: como se dice a veces, "la verdad no peca pero incomoda" o, en otras lenguas, "sólo la verdad hiere", si pensar y aprender suponen buscar alguna forma de verdad. También existe otra posibilidad: mientras la vida o la realidad no digan otra cosa, creerse que la verdad ya está dada, al igual que el bien. No es muy difícil de pensar que el sistema vigente considera verdad el negocio, que es también el bien. Nadie debe meterse en lo que no haya algo qué ganar para sí, que es "lo que está bien" (para mi, ante todo, si suena absurdo perseguir los intereses de los demás). El sistema tiene así la facultad de estar mostrando lo que es verdadero y bueno, además de exitoso, puesto que, habiendo competencia, nadie querrá ser un "fracasado" o un "mediocre".
Si de lo que se trata es de saber adaptarse en la competencia, la facilidad está en todo lo que está hecho para formatear la mente de la gente, con el conductismo, es decir, con la adaptación de la respuesta al estímulo. Las redes sociales abundan en mensajes de formateo de la mente y los sentimientos y emociones para "ganar", lo que sea, pero "ganar": como es para beneficio propio, la respuesta al estímulo está en desechar con indiferencia o desapego lo que no sea "ganar para sí" y tener un gran sentido de lo que conviene para lograrlo. Nunca falta un ejército de psicólogos y psicoanalistas listos a ayudar a que la persona sepa ante todo tener el ego con sentido de "ganar" y no meterse en nada que no permita "ganar": si no hay ganancia o "plus" en el horizonte, no es algo que merezca la atención. Gracias a esta forma de enfocar las cosas, hasta el más feo consigue que publicando su foto en Facebook no falte quien le escriba: "qué guapo te ves". Otros, como es sabido, tienen tal colección de amigos que cabe preguntarse si lo son de verdad, o si se trata de "ganar" en cantidad de relaciones. Si ya está dado que "ganar" es lo verdadero y lo bueno, no cabe la curiosidad por lo que no sea para ganancia. Lo que no sea bueno y verdadero reportando ganancias no merece curiosidad ni deferencia, sino que, de acuerdo al formateo constante, debe dejar in-diferente, con tal de no operar ni con la mínima pérdida. La habilidad consiste en la conveniencia; no en detenerse a pensar, sino en calcular qué se gana y qué se pierde, con el pretexto de que todos "tienen intereses", y que, por lo mismo, no hay quien no quiera "ganar algo".
Como se trata de estímulo-respuesta, no faltan expresiones del estilo "ya me programé para tal cosa" o me tengo que cambiar el chip", asunto de reacción automatizada al estímulo y no de pensar. Pensar pasa a ser algo así como "meditar". Por aquí está el equivalente de pensar como detenerse, hacer una pausa, centrar la atención, e incluir con frecuencia el silencio. Todo el sistema es una invitación a dejar de pensar para adaptarse: incluso hay formas de autoayuda que son no pensar. Resulta que no se trata de pausar, sino de no detenerse, al grado de no hacerlo por temor al silencio y a lo que aparece como "aburrido". En una conversación en familia en un restaurante no es necesario detenerse a "pensar lo que se dice": la vista puede ir alternando -con tal de no pausar en ningún vacío- entre los mensajes del celular y la posibilidad de voltear a ver no al interlocutor, sino a una pantalla gigante a todo volumen con un juego de futbol, basquetbol o futbol americano, de tal modo que, en algo que gusta al estadounidense promedio, y como sucede en Las Vegas, la atención esté permanentemente captada desde el exterior, hasta temerle al interior, lo que es enajenación, vuelco de la persona "fuera de sí misma" al grado de temer toparse consigo misma y tener que "pensarle". Es otro grado de formateo de estímulo-respuesta. Es el mismo sistema que pide "sé espontáneo" y que no jura más que por la libertad. Los medios de comunicación masiva mueven la captación de la atención de una coyuntura a otra con tal de no parar la excitación y la "sensación", vehículo del estímulo y respuesta condicionados, como el perro de Pavlov. En vez de dejar la libertad de pensar y aprender, el formateo por las más diversas vías es un uso tal de la técnica -por su uso, no por la técnica misma- que la atención no pueda ir más allá de lo que conviene o no para ganar: si no, se puede ver el celular o desviar la mirada a la pantalla gigante, para volverse una persona esquiva al menor problema, o que no sabe responder a uno más que en términos de cálculo de conveniencia, al margen de cualquier otra consideración humana. Si "no hay que pensarle" y el criterio es el de la conveniencia para ganar, no es necesario ejercer una facultad de discernimiento que se ha perdido, desde el momento en que se plantea reaccionar, no discernir, y se tiene dada la creencia en lo que es verdadero y bueno sin siquiera examen.
Queda así que no se tiene discernimiento, porque no se consigue ver que la alienación es inhumana. No aparece como tal, sino como más creíble y vero-símil que la verdad misma. Como lo señalaba hace poco el portal de Rebelión, el sistema permite encontrar la verdad, pero capta la atención para que no ocurra, no por "complot", sino por llevar la atención a lo que "rinde" y da para "ganar" y actuar para ello de modo que sea "de conveniencia". Fuera de la conveniencia, no hay lo verdadero o lo bueno, si es que incluso no se cree que cualquier otra opción no es más que fracaso o riesgo de tal. Pensar, en suma, no es muy recomendable y puede llevar a la desadaptación, al igual que "hacer conciencia". No vale arriesgarse a poner el precio y es preferible ser borrego-lobo: la contradicción llega a la "especie" en la que tiende a predominar el mismo tipo de estímulo-respuesta -el de la conveniencia-, de manera repetitiva (borrego), y con cada uno creyendo en lograr el beneficio para sí, en exclusiva (lobo). Es a lo que se le llama "reproducir la especie" a costa de hacer a un lado el potencial de humanidad: para pantallas planas a todo volumen, seguidores por "k" en las redes, ruido permanente y evasión fuera de lo que permite "ganar" no se necesita pensar, ni discernir, ni tener civismo, ni reglas de sociedad, ni siquiera la idea de "desarrollo", menos si el modelo a seguir es un mundo de enajenados con "cosas", animadas e inanimadas. Puro éxito (da click en el botón de reproducción)