Se pueden firmar todos los acuerdos de libre comercio que se quieran, por ejemplo con Suecia, y pretender estar en Dinamarca, pero en México se permanece en lo que Álvaro Obregón llamaba "la política de la pistola": a partir de la creencia de que se tiene "fuero" (por ser representante o por tener alguna "esencia"), y por ende no habrá consecuencias, consiste en lo que se conoce también como "madruguete", adelantarse, con cierto factor de sorpresa, sin el menor diálogo o la menor consulta, a "sembrarle" algo al otro de tal modo que éste se vea coartado en su libertad y en su voluntad (capacidad de decidir y ordenar la propia conducta), "agarrado"...y limitado en su "fuero interno". En suma, saber sacar primero la pistola, incluso "por si acaso". El candidato opositor Santiago Taboada en la Ciudad de México puede así anticiparse a declararse ganador sin serlo, a la espera de algún "efecto" si los resultados son cerrados, y el no menos astuto (lo que no quiere decir inteligente, porque no lo es) Mario Delgado, líder del Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa), adelantarse a declarar a su partido ganador en todas las gubernaturas (dijo "las nueve") "por si acaso" fuera necesario regatear (Delgado cree por lo demás que México, "primer país de Norteamérica en ser gobernado por una mujer", supera así a Estados Unidos, lo que en palabrería no es falso). A su vez, la revista Proceso adelanta "poder total" (!) para la presidente electa, Claudia Sheinbaum, y otros periódicos encabezan que "arrasó", lo que no pasa de ser una apariencia. Distinto es el fraude burdo -para variar- de la candidata opositora, Xóchitl Gálvez, ladina, al lanzarse (como si no se notara que es por consigna, entre otras de Estados Unidos, que está manejando en distintas partes el mismo guión) a decir que hubo elecciones "de Estado" y de "crimen organizado": es la contraparte del "madruguete", es decir, la dilación -"dar largas" y "sacarle la vuelta"- como otra forma de paralizarle al otro la voluntad. Otra cosa es la política de "extorsión del plus" de "los mercados", que obligan a Sheinbaum y a Hacienda a precipitarse a "dar confianza" a grandes empresarios y la Bolsa. ¿Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho, según Benito Juárez? Según Carlos Alazraki, nada sin licencia para ser majadero y mandar a Sheinbaum "a la chingada". El antiguo régimen y sus fueros en todo su esplendor, y los medios de comunicación masiva metidos ya a dictarle a Sheinbaum qué hacer, condicionándole el rating.
Es una pena decirlo, pero Sheinbaum arrasó en Tabasco, el sur de México (Guerrero, Oaxaca y Chiapas), Quintana Roo, parte del viejo centro colonial (Puebla y Veracruz) y en el noroeste. Gálvez tuvo buenos resultados en todo el Bajío y en buena parte del norte. Y Delgado se quedó sin Aguascalientes ni Jalisco (si es "tiempo de mujeres", el mayor porcentaje por categoría ocupacional se lo llevó Sheinbaum entre amas de casa, 64%, cosa de no salir a vender gelatinas).. Por algún motivo desconocido, El Financiero se sacó de la chistera que MoReNa recuperó la "clase media" (39 % para Gálvez en clase media acomodada). Según datos aportados por El País, Sheinbaum tuvo resultados importantes entre los pobres (menos de 10 mil pesos mensuales, 65 %, la cifra más alta) y en gente que podría ser considerada en pobreza moderada y clase media baja (incluyendo trabajadores del sector privado, 59 %, y ni se diga cuentapropistas, 62%), pero sus porcentajes disminuyen y aumentan significativamente los de Gálvez no nada más entre ricos, sino también en "clase media" "media y alta". Llama la atención que la misma Gálvez empate con Sheinbaum entre universitarios (!gana Gálvez con 44 % contra 43 % de Sheinbaum! ...y 66 % de Sheinbaum con máximo de secundaria, que es casi el 60 % de la población adulta, algo muy teutónico), o que saque buenos resultados en profesiones independientes (42 % contra 46 % de Sheinbaum) y, algo muy llamativo, en empleados de gobierno (trabajadores del gobierno, , hasta 36 % por Gálvez, y menos del 50 % por Sheinbaum, porque una parte se la comió Movimiento Ciudadano), lo que de paso niega el acarreo al viejo estilo, pero también que "el aparato" sea de la autodenominada Cuarta Transformación. Como en bastantes otros lugares, la "clase media" está muy dividida y no hay quien "arrase" ni tenga "poder total". Si alguien está asustado con que México es Venezuela (lo que no tiene pies ni cabeza, salvo en las incongruencias de Beatriz Pagés, a quien la lógica no es algo que le importe), es imposible, aunque el efecto buscado, al igual que el de "los mercados", puede ser cerrarle el paso a los radicales ambiciosos que se creen el lado "libertario" de la presidente electa, quien lleva más bien las cosas hacia la derecha (no hay ninguna "radicalización", y una parte lo entendió bien, al grado que lo repitió en su programa Julio Astillero. Sheinbaum no sólo le comió votos al PRD (Partido de la Revolución Democrática), un 20 %, sino también al PRIAN (16 % al PRI), para no dejar de agregar cómo el presidente estadounidense, Joseph Biden, a quien Sheinbaum llama cariñosamente Joe, corrió a felicitar a la ganadora. Es paradójico. Como lo señalaran Jorge G. Castañeda y Joel Ortega en Las dos izquierdas, el presidente Carlos Salinas de Gortari -descrito por algunos como "peor que Santa Anna"- sedujo a buena parte de la sociedad mexicana; la "reacción al neoliberalismo", sin ser revolución ni cambio de régimen (¿es reforma?), como lo ha señalado bien el periodista Carlos Ramírez en El Independiente, pareciera estar esperando un reparto distinto, pero difícil si sigue la "austeridad republicana" actual y su desviación de recursos presupuestales para preferencias personales o de facción, en vez de atender los grandes problemas nacionales. Se va a algo no muy nuevo, porque cada cierto tiempo hay que agarrarse de lo que viene del exterior: hoy es la "relocalización", como ayer fue el libre comercio o anteayer la "administración de la abundancia" petrolera.
Cambiar supondría en parte una reforma fiscal en serio, pero habría que ver quién se atreve (más allá de las tibiezas propuestas por Sheinbaum) a lo que hacen países desarrollados: gravámenes a las grandes fortunas y ganancias, en un país en el que se cree que roban los políticos, y los empresarios son tan de éxito que puede que hasta se lo deban no al saqueo del Estado (como Carlos Slim, Germán Larrea o Ricardo Salinas Pliego, campeón del habla sinverguenza), sino a su "cultura del esfuerzo" (!!!). Si no es otra vez asunto de privilegios, cabe preguntarse qué hacen en el entorno de Sheinbaum personas como Juan Ramón de la Fuente, de amiguismo probado como rector; Rosaura Ruiz, una persona incompetente capaz de hundir a la universidad con tal de cumplir con organismos internacionales (al igual que De la Fuente), u Olga Sánchez Cordero, de bolsillo sin llenadera. Incompetentes, como "los alegres muchachos de la lucha de clases" que trata de colar Francisco Ignacio Taibo Mahojo, (a) Paco Taibo II, casi nombrado, sin evaluación ni rendición de cuentas. En tanto amor al pueblo rara vez hay alguien de pueblo gobernando (al desastre de Delfina Gómez nada más habría que mencionar el olvido despectivo hacia María Luisa Albores), y sí en cambio complicidades mal disimuladas: con una idea errada de la universidad (ah, pero Ruiz ha estado ligada al 68 y uno de sus líderes), otra igual de errada del manejo de una editorial y una más igual de equivocada sobre una persona que no se baja un sueldazo ni a patadas.
Ya se ha dicho, Sheinbaum de lo que sabe es de infraestructura y logística, así que va a multiplicarla -otra fachada más de modernización- y, además, digitalizar todo lo que caiga en sus manos, en gran alarde técnico que le hace apostar a los técnicos mexicanos para servir al nearshoring, entiéndase que un alud de inversión extranjera directa. Está tan bueno que los 100 Puntos para la Transformación de México se encontraron más técnicos que en Alemania (!), en cuyo caso no se entiende que no sean puestos mejor al servicio de la patria, salvo que se crea que por estar instalada en suelo patrio la inversión extranjera es patriótica. Si "el atractivo de México es su gente", los datos del documento de Sheinbaum muestran que los maestros ganan malos sueldos (unos 12 mil pesos), a reserva de saber en qué condiciones trabajan; que por el sueldo que les pagan, enfermeras y médicos del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) o del ISSSTE (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado) deben preguntarse quién va a aguantar mejor, si el enfermo o ellos. El sueldo promedio de un trabajador formal -y en torno al cual debería situarse el de maestros, personal médico y militares- es de unos 16 mil pesos, poco para el precio de bienes y servicios. Para ser más precisos, las previsiones de crecimiento no son buenas, ni con toda la relocalización del mundo, ni parece por lo pronto que vaya a amainar la inflación. Junto a toda la infraestructura y logística que se cree y otras ventajas, se entiende el atractivo de siempre, a reserva, también, de saber si la gran masa de técnicos empata su cantidad con calidad, porque hace rato que se hace fraude con tal de ganar en rankings. Rosaura Ruiz, por ejemplo, sabe bastante bien cómo fabricar una mayor cantidad de egresados con calidad cada vez peor y ni idea de su utilidad social. Es así que personas como De la Fuente "venden la idea" mientras las cosas se caen y no tiene que responder por ello. Al fin y al cabo, "se ve que es de familia".El resultado son mexicanos disfrazados de daneses y grandes técnicos mejores en el papel que los de Alemania. Es que "papelito habla", aunque no se le entienda qué dice.
Una cosa es el programa 2024-2030 de MoReNa, radical en algunas cosas y con una que otra buena idea, aunque también con grandes pifias, y otra cosa el programa de "sello personal" de Sheinbaum (los 100 Puntos), y está claro que no faltarán los encargados de lograr que Sheinbaum "se orille a la orilla", como piden los patrulleros en México, para que una parte de la "clase media" gestione los intereses económicos dominantes, sin siquiera dirigir el país, a falta de Estado. No interesa. No fue el caso del mandatario saliente, Andrés Manuel López Obrador, porque se impidió, pero queda duda sobre buena parte de los que llegan, "liberal-libertarios" de los que cabe pensar que están para garantizar, como parte de la gestión, que esa vaguedad llamada "el pueblo" no luche por lo que le corresponde. No habría que fijarse mucho ni en los deseosos de "hacer Historia" -!hasta a la posteridad se la puede madrugar!-, ni en los que no creen más que en la Agenda 2030 de Naciones Unidas y en el último reporte de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), sino en quienes, dentro de "la Cuarta de Cuarta" -la modernización pasiva para consumo patito-, siendo de trabajo, lo que incluye a parte de la "clase media", se decidan a buscar lo competente. Al menos quienes hicieron el programa de MoReNa y el de Sheinbaum -no sin influyentismo- no tienen, incluso por convicción, capacidad para hacer operar un Estado sin distingos. Sheinbaum entendió "sin distingos" en modo influyente, salvo excepciones (por ejemplo para seguridad y para desarrollo regional, con los planes serios de Altagracia Gómez por si surge un nuevo tipo de empresariado). Es increíble que en el madruguete y el influyentismo subsista la creencia de que el asunto no es servir, sino saber colocarse "donde hay", que es lo que ofreció Sheinbaum. Los títulos no son garantía, para lo que basta ver lo "sabido" que es un partícipe del programa de MoReNa como Vidal Llerenas, premiado por no hacer nada útil. Pero así nos despedimos de la honestidad valiente, ahora que seguirá tal vez la honestidad como defecto, antes de volver a ser la potencia que únicamente existió cuando la Nueva España era "la joya de la Corona", lo que se quiere ser hoy con el gabacho (da click en el botón de reproducción):
Boomers y sesentayocheros: el tiempo está esperando, como con todos, y puede que, aún si López Obrador deja un recuerdo cálido, no sea tanto como Hidalgo y Morelos, Juárez y Madero. Sheinbaum sabe hacer segundos pisos: no evitar que sigan terribles embotellamientos, ni el ánimo de "adelantársele al otro" al volante, ni por asomo de civismo. Eso ya sería cosa de Estado, y pues no hay, ni nunca hizo nada Sheinbaum por dirigir educando, porque ya sería demasiado "autoritario"..