Francois Mitterrand fue en los años '80 un gobernante francés socialista (socialdemócrata) bastante hábil. El hoy Agrupamiento Nacional (RN, por sus siglas en francés) no era en ese entonces más que un grupúsculo fascistoide encabezado por Jean-Marie Le Pen. Mitterrand lo dejó entrar en las elecciones para irse formando un supuesto "centro" que de paso llevara a los comunistas a aparecer como de "extrema izquierda", lo que no son, puesto que el comunismo considera el "izquierdismo" como "enfermedad infantil". Para lo que terminó sirviendo la medida de Mitterrand fue para afianzar el "centro" gritando "ahí viene el fascismo", aunque el actual RN no reivindica el fascismo, e incluso Marine Le Pen expulsó a su padre, Jean-Marie Le Pen, ya mencionado. El RN se sitúa en la derecha, y llena el vacío de la derecha tradicional, fragmentada y desacreditada. El RN tiene hoy un líder de 28 años más mediático que de ideas. Si bien el partido de derecha ganó la primera vuelta de las elecciones legislativas, aunque lejos de conseguir una victoria abrumadora (cerca de un tercio del electorado), el truco es infalible: basta gritar "ahí viene el fascismo" para que el centro-izquierda medio se despierte y gane la segunda vuelta, como ocurrió con el llamado "Nuevo Frente Popular", una mezcla de socialistas, ecologistas, seguidores de La Francia Insumisa (LFI) y algunos más.
El "ahí viene el fascismo" es una buena manera de no escuchar lo que dice el RN, ya que propone limitar la inmigración. Que se sepa, ésta ha sido utilizada por el patronato francés para dividir a los trabajadores según el origen. Una vieja rencilla hace que los árabes en particular no sean siempre tolerados, pero no queda clara la reivindicación del "derecho a migrar": quienes migran debieran poder solucionar sus dificultades en su propia tierra o, en todo caso, luchar por hacerlo. Como sea, ni siquiera es el problema fundamental, sino la negativa de los inmigrantes más recientes a asimilarse a los valores locales: esto quiere decir, de modo sencillo, poner por delante la igualdad republicana, es decir, la semejanza entre personas y ciudadanos antes que las diferencias de cualquier tipo, sean de raza, de nacionalidad, de género, etcétera, lo que con frecuencia la gente de la periferia no entiende, porque su trato está en todo jerárquicamente mediado. De esta manera, Francia puede dejar de ser república para pasar a ser un carnaval de disfraces, como el burkini (meterse al mar vestida y con velo), el hiyab (velo islámico) o los espectáculos coloridos de los negros. Lo segundo es la aparición de lugares de "no ley", es decir, donde la "ley" la hacen grupos de delincuentes, con frecuencia de inmigrantes, y las fuerzas del orden locales no consiguen hacerse valer porque el menor orden es racismo. Finalmente, el RN es un partido que cuestiona el verdadero caos que impera en la educación nacional. Al menos habría que preguntarse si hay países obligados a aceptar toda inmigración o que la escuela deje de cumplir sus funciones y que la policía sea planta de ornato. El argumento contrario es que el patronato busca mantener las rivalidades entre trabajadores y ya no tiene interés en la escuela, porque no quiere conocimiento sino "destrezas y habilidades". Fuera de lo anterior, tampoco el RN es demasiado de fiar, pero recoge votos de desorientados.
No están mejor orientados los de "centro-izquierda", salvo en uno que otro punto preciso. La dirigencia del Partido Comunista Francés (PCF) cree que el presidente estadounidense Joseph Biden debería "tener el carnet" (del partido), el líder "Insumiso" Jean-Luc Mélenchon es "progresista" al "estilo latinoamericano" y los socialistas son amigos encarecidos de Estados Unidos. El que salió perdiendo es el presidente Emmanuel Macron, que alguna vez le ganó a Marine Le Pen gracias a los medios de comunicación masiva y a las finanzas Rothschild, que gobiernan junto con la Comisión Europea. Macron ha logrado debilitar al Estado y sus servicios públicos, la influencia estadounidense ha debilitado a la república y la nación está dividida, en gran medida porque perdió soberanía -incluso en materia migratoria- ante la zona euro y la Unión Europea (UE). Nadie tiene mayoría suficiente, y es la clase de caos que existe en varios países europeos cuya política nacional se ha ido desintegrando para ser migajas de lo que sea, con cierto asomo de "dos mitades del centro" a la estadounidense. La cosa es que, para permitirse privilegios a la estadounidense, habría que tener medios a la estadounidense para parasitar a buena parte del mundo, pero no es el caso de Francia, y la gente se enoja sin saber bien por qué, no quedando más que ciertos "reflejos" de toda clase de "identidades" (da click en el botón de reproducción).