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martes, 9 de septiembre de 2025

TORRE DE ESPECIALIDADES "JOSÉ ALFREDO"

 Una de las más simpáticas cosas de varias profesiones liberales en México, incluyendo a médicos y abogados, es que no pagan impuestos, ni parece haber prisa o pedido de que lo hagan: una forma de privilegio, de entrada, y para todo un sector, de llenarse los bolsillos echando al mismo tiempo pestes contra el gobierno. Si alguna vez México tuvo muy buena reputación en ciertas áreas de la medicina, como la neurología o la cardiología, ahora ya no. Hubo una época en que era de gente acomodada el "me van a operar en Houston", y resultaba que en Estados Unidos el médico era mexicano.

      Como cuenta William Ospina de Colombia, el médico en México tiene la costumbre, si se equivoca, de rugirle a su víctima. Con hábitos de antaño, el médico tiene de cura y de militar: lo que dice es "verdad revelada" y, además, se le debe obedecer a ciegas. Tiene además hábito de monopolista o acaparador: es "el que sabe", y toma por ofensa ("aquí el médico soy yo") cualquier intento del paciente por informarse para cooperar. Pese al ademán de la "confianza", se trata ante todo de hacer valer una jerarquía ante quien está necesitado, llegando esta posición a ser más importante que el ejercicio de una "ciencia y arte". Para comenzar con el folclore, una medicina funciona si se le tiene "confianza", y si no funciona, es porque, para empezar, al médico no se le tiene la DEBIDA confianza. Luego, entra uno en un mundo de posibilidades, cuando el médico se sirve de la confianza para pasar a la desverguenza o el cinismo. Uno, que se cree especialista en medicina psicosomática, confunde uno tras otro los efectos secundarios con "somatizaciones": no se trata de error, sino de sensibilidad del paciente "idiosincrático", "porque cada uno reacciona a su manera", en cuyo caso debiera fabricarse un medicamento para cada paciente. Después está el Gran Maestro que le dice a su paciente: "lo que usted tiene da para todo", como otra que diagnostica "un poco de todo", para quedar enfermo "de todo un poquito" (a riesgo de entrar en una maratónica toma de medicinas para "todo"). Otra se saca de la chistera que el paciente tiene una mente "muy poderosa" que "destruye todas las medicinas" Uno más diagnostica: "tienes algo más raro que un perro verde", sin mover un dedo para indagar, en lo más mínimo. El asunto es que no se trata de curar, y mucho menos de "curar sin dañar", sino de ver quién se queda con "la culpa" (por "idiosincrático") y quien consigue eludir cualquier responsabilidad, porque lo propio del mundo señorial es que un señor no le rinde cuentas a nadie ("a mi nadie me..."). No se trata más que de fabricar culpables, como hasta hace algún tiempo en el aparato judicial: cosa del paciente si "tiene un poco de todo", algo "más raro que un perro verde" o si "somatiza" todo lo que toma o "destruye los medicamentos con su mente tan poderosa". El raro es el paciente, no el médico diciendo cualquier cosa para "salir del paso", no buscarse ningún "problema" y, en una verdadera enfermedad del "quedar bien", empezar consigo mismo, convencido de que el paciente es todo un fenómeno. No faltan otras gracejadas: si en un lugar le encuentran una catarata en un ojo, en otro, de "recomendado", le encuentra dos cataratas. Después de todo, en la recomendación no cuenta el paciente, sino "ofrendarlo" al tráfico de favores entre "quién lo recomienda" y el "profesional". El asunto puede eternizarse años y hacer que se estropeen por ejemplo los años de juventud en un larguísimo tour por lo que el médico de la psicosomática resume tranquilamente así: "soy huevón pero he estudiado" (!). Se puede añadir el otro Maestro que concluye: "estoy seguro de que usted no tiene nada" (será nada mejor que hacer que pasear entre médicos, total que es muy entretenido"). O el que recomienda atención "porque el paciente tiene doctorado" (excelente: el estudio de la economía internacional exenta de enfermedades). Y si hay confusión, lo "psiquiátrico" da para la sentencia ante la que ya sólo cabe el amparo: "lo que usted tiene es emocional". No es que los médicos no dominen su oficio; es que el paciente no domina sus emociones. Y vuelta a lo mismo, por cierto después de pasar por una "enfermedad de Crohn" y una "colitis" de las que se descubre que nunca existieron. "Lo suyo es emocional" tiene algo de "está usted para asilo de locos", no los médicos que tienen una imaginación para salir del paso cuando menos tan febril como la de uno.

        Para otros, muy tristemente, ha tocado la confusión de una angina de pecho con un infarto y una arritmia en realidad inexistentes, y, cuando corresponde recetar el más sencillo de los medicamentos por prevención, recibir nueve (!), como si se hubiera pedido buffet, ocho innecesarios por completo y uno de ellos considerado muy peligroso: suficiente para estar meses en cama encontrando el modo de salir de tan grave iatrogenia. No es suficiente, más allá del riesgo de terapeutas "naturistas" que, así ayuden temporalmente, no saben mucho de medicina. Al fin, hay algo, y es necesario volver a pasar por la conducta cínica: si se le dice al médico que ponga atención y que no es asunto de negocios, como todo un ilustre psicópata corta la conversación "porque ahorita se murió una tía muy querida y tengo que estar acompañando a mis primas". Algunos lógicamente se cansan, y llega a partir de una información médica errónea el desenlace fatal: nadie querrá saber de él si hubo algún "problema", sino ahorrárselo, "quedar bien" y desaparecer; pese a la ley, no hay demanda que valga ante un médico porque las cosas están hechas para que se protejan entre sí en el gremio. Así el negocio desde que, en los '80, empezó la medicina mexicana a olvidarse los bisturíes dentro de los cuerpos operados y otras linduras. Apenas recientemente, y de manera parcial, aparecen algunos médicos más jóvenes que no oscilan entre "a mi nadie me..." y la psicopatía narcisista. No están exentos, por más privilegios que lleguen a tener. (da click en el botón de reproducción")



TORRE DE ESPECIALIDADES "JOSÉ ALFREDO"

 Una de las más simpáticas cosas de varias profesiones liberales en México, incluyendo a médicos y abogados, es que no pagan impuestos, ni p...