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domingo, 7 de septiembre de 2025

VAMOS A ARMAR UN DESMADRE

 Es en gran medida un enigma hasta dónde la personalidad de la época puede conservar la conciencia de sus actos y de la responsabilidad, o volverse irresponsable por creer a ciegas, sin distancia alguna, en tal o cual cosa, los negocios como "realidad última", por ejemplo, en cuyo caso los países centrales están en una contradicción: entre la necesidad de buscar "reabrir" a su favor el mercado ruso y sus gigantescas riquezas, en aras de quitarse límites a la ganancia, y el riesgo de desembocar en una situación absurda, dado que, de volarse el planeta por una guerra nuclear o la "Tercera Guerra Mundial", ya no habrá posibilidad de gran cosa, y por ende, tampoco de hacer negocios. Como se encuentran las cosas en la actualidad, la segunda opción supone que Estados Unidos tenga un papel importante, y se desate un conflicto intercontinental.

         Recientemente, se anunció en París, capital francesa, que la "Coalición de voluntarios"  ha logrado la anuencia de 26 países para, en caso de alto al fuego, armisticio o acuerdo de paz, llevar a Ucrania tropas a ser desplegadas "por aire, mar y tierra". Se ha llegado a un punto en que no hay problema, como se ha sugerido ya, en delirar: el presidente francés, Emmanuel Macron, puede afirmar a la vez que se trata de "lograr una paz duradera" y "que no se imponga ninguna limitación de formato o capacidad al ejército ucraniano". La manera más "segura" de lograr la paz es armando y respaldando a fondo a un ejército. Aquí está por lo demás la mezcla de mala voluntad e ignorancia, puesto que, si acaso se hiciera realidad este plan, hace rato que se sabe -y lo ha reiterado el presidente ruso, Vladimir Putin- que estos nuevos "voluntarios" (al parecer nunca faltan en Ucrania)- que se convertirán en blanco para Rusia. Ni siquiera se está negociando nada: se le ha dicho a Rusia que no podrá "condicionar" esta presencia de "voluntarios" (es "sí" o "sí"), porque se trata de "disuadirla", pero además, Macron considera que hay que presionar a Rusia con más sanciones para que "se siente a negociar", sin que se sepa qué, puesto que, de entrada, sobre los "voluntarios" se dice que no hay nada que negociar. Por lo visto, no se quiere notar que la Unión Europea (UE) y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) no están negociando absolutamente nada, a diferencia del presidente estadounidense Donald J. Trump, chantajeado, sino buscando por enésima vez imponer y buscar hechos consumados, por lo demás siguiendo un guión de más de 30 años de existencia. Como es sabido, el psicópata o perverso narcisista ("perverso" en el sentido de "torcer" las cosas) tiene dificultades para entender, si no es que, como dicen algunos, "no entiende que no entiende", no dejando más alternativa que el límite por la fuerza, cuando, peor, cree que la paciencia del otro no es más que debilidad. El medio es el mensaje: si los "voluntarios" aducen que "la paz" se hace por la fuerza (para "disuadir", "dar seguridad", etcétera), no hay motivo para que, perdida la paciencia, el otro considere lo mismo, que "pacificar" Ucrania es, en buena lógica, desmilitarizarla y, por lo mismo, usar la fuerza contra cualquier pretensión de darle fuerza a Ucrania. El resto es para el espectador, si se trata de saber quién empezó: se dirá que Rusia en 2022, sin cuestionar qué hace la OTAN rodeando a Rusia desde 1997, cuando menos, es decir, desde mucho antes de 2022. Al menos que "los voluntarios" no conozcan lo que no sea el chantaje, implícito si el capital "extorsiona plusvalía", basándose en la necesidad de la fuerza de trabajo, que no tiene otra que venderse para ganarse la vida. Lo "natural", entonces, es aprovechar "la ocasión" ("la ocasión hace al ladrón"), desde luego la caída del bloque socialista, para chantajear a Rusia y buscar colocarla en la situación cuando menos de venderse, después de haberlo hecho tan bien en los años '90, si no "en necesidad". Hasta aquí la mala voluntad. La ignorancia parece estar en otro lado: como se cree y se repite que Rusia es poca cosa, sobre todo si los "voluntarios" se creen "superiores" (por "deducción" luego del fin de la Guerra Fría), se tiende a olvidar que, por sus dimensiones y su grado de adelanto, el "estado de necesidad" de Rusia no lo es tanto.

     Lo que está en juego es una creación del capitalismo naciente, en el siglo XVII, con los Tratados de Westfalia, el Estado-nación (que en Rusia es multinacional), puesto e tela de juicio por los "globalistas", y que está en dificultades un poco por doquier, a reserva de cómo sean interpretadas, porque no es asunto sencillo ni de reivindicar ninguna Estadolatría o el "Estado de Bienestar", contra las creencias "progres". Desde el punto de vista de lo que representa históricamente, Rusia es "reaccionaria", ya que no hay futuro en el Estado "porque sí" o para respaldar negocios. Este es otro debate. la UE está dañando gravemente a más de un Estado-nación miembro. En más de un lugar del "Sur global", el Estado no alcanzó a consolidarse, se ha debilitado desde los '80 o ha caído en situación "fallida", en particular en América Latina y África. En principio, el Estado debiera estar para "la administración de las cosas", y no más. Al mismo tiempo, el "globalismo" implica tal concentración de poderíos que complica la resolución de problemas a escala nacional, e incluso local, llevando a formas varias de descomposición. Entre "globalistas" y "nacionalistas", se trata de una diferencia "por arriba" que no tiene visos de solución.

     Por lo pronto, lo que tal vez logren los "voluntarios" sea escalar la tensión, si no es por lo demás lo que buscan, como parte del chantaje, porque es propio de la personalidad de la época no conocer de límites y, por lo mismo, crear situaciones límite, al grado de jugar a diario con "la guerra nuclear" o "la Tercera Mundial" no para suicidarse, sino para intimidar al otro, por lo demás culpándolo y convirtiéndolo para el espectador en "el malo". Dicho de otro modo, los "voluntarios", después de todo, buscan escalar, presentándose como "el bien", porque no se saben ninguna otra. No es posible anticipar demasiado, aunque hay que distinguir dos cosas: la razón y la justicia que están del lado del patriotismo ruso, y la notoria incapacidad de Rusia para entender hasta qué punto es el propio sistema escogido por Rusia el que, en la actualidad, tiene rasgos patológicos. No queda claro, por o pronto, si lo que están buscando los "voluntarios" no es un desastre a las puertas de Rusia (da click en el botón de reproducción).



        

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