El proyecto euroasiático que se le atribuye al presidente ruso Vladimir Putin no ha funcionado. No existe una alianza sólida con China, y Rusia ha perdido una tras otra -con muy pocas excepciones- posiciones en el territorio de la ex Unión Soviética. Al occidente, no queda más que una relación mediana con Belarús. Hacia el sur, en el Caúcaso, Armenia es casi una isla en medio de países bastante hostiles a Moscú. Hacia el territorio de Asia Central, ni siquiera Kazajstán es un aliado muy fiable, pese a que es puente entre Moscú y Beijing.
A pesar de lo que dice Alexander Duguin, teórico del proyecto euroasiático, Putin es popular por lo que ha quedado del sovietismo. Duguin lo reconoce a su modo: los rusos siguen acostumbrados a un poder personal fuerte y es algo que les gusta de Putin. Al mismo tiempo, el presidente ruso está rodeado por una élite pro-occidental (Medvedev en cierta medida la integra), fuerte sobre todo en las grandes ciudades, en particular en Moscú, más ahora con la punta de lanza del opositor Alexei Navalny, con un tercio de votos en la capital. ¿Qué sucede con este entorno de Putin? Según Duguin, que el presidente ruso es alguien que se encuentra bastante solo, aunque al mismo tiempo toma decisiones, como lo hizo al escribirles a los estadounidenses para tratar de evitar una guerra en Siria.
Según Duguin, Obama es distinto. En Estados Unidos, un presidente tiende a ser algo así como un administrador, según el mismo Duguin. El presidente estadounidense encarna un "sistema" que decide y escribe el guión que sigue el ejecutivo. Duguin sugiere que si "Obama no es nada", "Putin lo es todo", aunque suena un tanto exagerado. El rumbo que tome la crisis en Siria puede mostrar si es cierta esta idea de Duguin.
Duguin sostiene que el ruso no es amante de la guerra. No es belicoso, a diferencia del estadounidense (hay que agregar que desde su creación Estados Unidos ha librado 260 guerras e intervenciones, casi todas fuera de Estados Unidos). Sin embargo, la tendencia marca que Rusia pierde batallas, pero suele ganar las guerras. No es el caso de Estados Unidos, al que le ha ocurrido ganar batallas y perder guerras (le ha sucedido desde Vietnam hasta Cuba). El estadounidense, aunque belicoso, no se sacrifica. El ruso no busca pleito, pero sí está dispuesto al sacrificio y a encarar las consecuencias de lo decidido. El pasado no desmiente un enfoque como éste. Por lo pronto, y aunque no se puede aventurar nada en la crisis de Siria, Rusia ha perdido bastantes batallas en Eurasia desde hace por lo menos dos decenios.
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