Luego de que llegara a Siria una muy relativa calma -los combates en realidad continúan-, algunos analistas del Tercer Mundo, latinoamericanos incluidos, señalaron que Estados Unidos está en retirada en Oriente Medio, ya que el interés de Washington tiende a centrarse ahora en la región Asia-Pacífico, para contener a China. Esta versión, insistente desde hace ya bastantes años, ignora el problema ruso como antes ignorara el soviético, salvo para pasarle facturas. ¿Si el interés es Asia-Pacífico, por qué Occidente se apresuró a meter las manos en Ucrania?
Tan fue a meterse Occidente que dos políticos estadounidenses, el senador (republicano) John McCain y el senador (demócrata) Christopher Murphy, tomaron tranquilamente la palabra durante una manifestación en la Plaza Maidán de Kíev, capital ucraniana. McCain se entrevistó con el líder del partido opositor ucraniano Udar, Vitali Klichkó, y en el encuentro participaron otros dirigentes ucranianos de oposición, como Arseni Yatseniuk (partido Patria) y Oleg Tiagnibok, del partido Svoboda. Hasta el año 2004, Svoboda tenía otro nombre, que no deja lugar a dudas: Partido Nacional Socialista de Ucrania. Svoboda considera que Ucrania está bajo el acoso de la "mafia judía". Así, McCain se puso a coquetear con un partido ucraniano que no oculta su carácter neo-nazi, aunque la agrupación es minoritaria: al menos sirve para provocar.
Las manifestaciones en Kíev no fueron esta vez representativas. El bloguero Alexandre Latsa estimó el número de participantes en las protestas en 250 mil personas en Kíev, 0,5 % de la población ucraniana (Latsa hace notar que en Francia, en una protesta contra el "matrimonio para todos", participaron 800 mil personas, 1,5 % de la población francesa, sin que la prensa occidental prestara la menor atención).
A Ucrania fueron a meter las manos el ministro canadiense de Exteriores, John Baird, el ex presidente polaco Alexander Kwasniewski -quien aconsejó a los manifestantes "presionar al gobierno" y otros dirigentes occidentales más, al mismo tiempo que fue detectada la presencia de provocadores estadounidenses, como Fink Brian, quien fue directamente a aconsejar acciones violentas para desatar la represión.
El halcón estadounidense Zbigniew Brezinski (partidario de pactar un condominio sino-estadounidense) escribió desde 1997 que Ucrania debía ser una pieza clave en el oriente europeo contra Rusia. Esta vez, la provocación -que en el pasado se sirvió de una mujer, Yulia Timoshenko- jugó -sirviéndose para variar de jóvenes inexpertos y provocadores- a la vez la carta de la extrema derecha y la de la extrema izquierda "chic", como las feministas ucranianas de Femen, que en pleno París orinaron un retrato del presidente ucraniano, Viktor Yanukovich. Provocar es "de mucho mundo", sea por la derecha o por la izquierda, de tal modo que quien no caiga en la provocación quede como "autoritario", cuando sucede que se lo está chantajeando.
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