A diferencia del "palo" utilizado contra Rusia, a China se le reserva en Estados Unidos la "plata", o si se quiere, la zanahoria. No hay ante China nada comparable a la expansión occidental en las fronteras de Rusia mediante la Organización para el Tratado del Atlántico Norte. Prueba de ello es que no ha aumentado la beligencia de Taiwan (Formosa) contra China.
Basta ver la cuenta de twitter del halcón estadounidense Zbigniew Brzezinski ("Zbig", para los amigos), considerado el titiritero del presidente estadounidense Barack Obama, para constatar lo afirmado. En esa cuenta, Brzezinski se jacta de haber participado en las negociaciones secretas que llevaron en 1972 al restablecimiento de relaciones entre Washington y Beijing, con Deng Xiaoping en el poder. Ahí está la foto de "Zbig" con Deng. En la misma cuenta, Brzezinski celebra por ejemplo la abstención de China en Naciones Unidas cada vez que el interés ruso está en juego. No hay ni una sola palabra de agresividad contra Bejing. Y por lo demás, es a la muralla china que la esposa de Obama, Michelle, acaba de ir a relajarse.
En 1997, al dar a conocer su estrategia para Eurasia, Brzezinski se mostró partidario de dejarle un importante papel regional a China en Asia. "Zbig" señala que difícilmente puede China convertirse en un poder militar global antes de dos décadas, suponiendo que pueda conseguirlo, y tampoco es China un gran poder nuclear. Brzezinski observa que China no tiene con qué ser un poder global.
Para Brzezinski, "la influencia geopolítica de una China más grande no es incompatible con el interés de Estados Unidos en una Asia estable y pluralista". "Zbig" hace una clara invitación a que los chinos consideren a los estadounidenses como "aliados naturales".
Frente a quienes creen en un futuro chino, "Zbig" afirma: "el deseo convencional de que China sea el próximo poder global está creando paranoia fuera de China y fomentando la megalomanía dentro de China". Desde 1997, el halcón estadounidense señala que las tasas de crecimiento chinas no podrán ser mantenidas indefinidamente.
"Cooptar" es la línea que sigue Estados Unidos, y funciona bastante bien. Ahora, Estados Unidos calcula utilizar el hipotético "boom" del gas pizarra o "shale gas" para exportarle este recurso a los asiáticos y explotarlo en China, de tal modo que ésta no tenga la tentación de recurrir a los energéticos de Rusia.
Al menos en la visión estadounidense, China no es la potencia del mañana, ni hay motivos para hacerle la vida imposible. Los antecedentes de este enfoque están en la ruptura sino-soviética de 1960, una oportunidad que poco más de diez años después Washington supo aprovechar tan bien como los chinos, todo a espaldas de Rusia. Tampoco es para mañana la gran alianza Rusia-China. No es muy realista cambiar una megalomanía -la de Estados Unidos como poder unipolar, de los ricos- por otra -la de China, el poder de los "condenados de la Tierra". "Ricos" contra "pobres" es una versión Pedro Infante de las relaciones internacionales, o la creencia de que mañana serán "pobres venidos a más" y "ricos venidos a menos". Esto no es un análisis.
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