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miércoles, 5 de marzo de 2014

UCRANIA: I LOVE GOEBBELS

Joseph Goebbels, un "oldie but goodie" de la propaganda, decía que una mentira que se repite cien veces puede convertirse en verdad. Este clásico nazi sabía que una mentira es una mentira y una verdad, una verdad. Hoy, muchos occidentales no pueden entender la diferencia, en parte gracias a la costumbre de afirmar que no hay verdad, o que cada quien debe vérselas con la suya. Así tuvo lugar en Crimea una ocupación rusa que nunca ocurrió.
     En el peor de los casos hubo en Crimea algunos movimientos de "spetnazGRU", algo así como agentes rusos encubiertos, pero las pruebas son escasas. Hay otros argumentos: frente al envío de provocadores desde Kíev, la capital ucraniana, una parte de la población de Crimea, que suele ser de origen ruso, habría creado autodefensas (tal vez apoyadas en las Berkut locales) y paralizado la provocación.
     Los medios de comunicación masiva occidentales no entienden de pruebas, ni les interesa, porque lo suyo es libidinal: si les excita afirmar que Rusia invadió Crimea, es que ahí está la verdad, en el éxtasis de la afirmación. Desde luego, pudieron haber mostrado a las tropas y los tanques rusos entrando en Crimea. No hay ni una fotografía. Si no pueden sacar fotos, podrían mostrar imágenes satelitales (un poco menos manoseadas que las de Colin Powell cuando inventó armas de destrucción masiva en Iraq). Tampoco. El quid es el orgasmo que se consigue atribuyéndole al presidente ruso, Vladimir Putin, lo que sea (quien no le entre seguramente que no sabe qué es un orgasmo y es un reprimido). El frígido Putin, por cierto, afirmó que Moscú ni siquiera estudia la posibilidad de anexarse Crimea (entre otras cosas, sería un acto ilegal en este momento).
     Incluso un bloguero francés en Moscú que destaca por su objetividad estaba listo a festejar la llegada de los tanques rusos a Crimea. Viacheslav Titiokin, diputado comunista en la Duma rusa, igual de perdido, se puso a celebrar el envío de tropas rusas a Crimea, como si estuviéramos en tiempos del mujeriego Leonid Brezhnev.
    Occidente quería la invasión. Esto se llama provocación. Lo que hay en Crimea es la Flota Rusa del Mar Negro, por un acuerdo legal entre Ucrania y Rusia. El personal de la Flota está ubicado en Sebastopol y Feodosia (25 mil hombres). También esta flota tiene dos aeródromos (Gvardeiski en Kacha, Sebastopol) arrendados. De estos lugares no salió nadie a tomarse ninguna Crimea.
     Muy simplemente, Occidente quiere a esa Flota fuera para ir metiendo a la Organización del Tratado del Atlántico Norte en la región y paralizar los movimientos rusos hacia el Mediterráneo (si se trata de restarle capacidad defensiva a Rusia, esto se llama una agresión). La recién liberada ex primera ministra ucraniana, Yulia Timoshenko, ya declaró lo que Occidente quería oír: "la Flota del Mar Negro -dijo-, especialmente tras todos los acontecimientos que están teniendo lugar, ha de ser calificada como foco de inestabilidad militar en territorio de Ucrania, una fuente de guerra. Por lo tanto necesitamos retirarla de Ucrania cuanto antes". A esta declaración se le llama "clímax". Y al modo occidental de excitarse, "Sex and the city", algo mucho más atractivo que el viejo Goebbels.

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