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martes, 18 de marzo de 2014

PUTIN: UN DISCURSO ARRIESGADO

El discurso mediante el cual el presidente ruso, Vladimir Putin, justificó la adhesión de Crimea a la Federación Rusa (lo que supone un largo proceso de ratificación constitucional en Rusia), no estuvo exento de algunos desvaríos que los occidentales se apresuraron a recoger, magnificándolos.
    Al principio de ese discurso, Putin hizo alusiones a la "gran Rusia" y al carácter "sagrado" de Crimea para los rusos. "En Crimea, dijo Putin, casi todo está compuesto de rusos". Sin embargo, el problema fundamental no está aquí, y el mismo Putin se encargó de señalar cómo lo ocurrido con Crimea se originó en buena medida por el desorden constitucional existente en Kíev, capital ucraniana.
     Que Crimea "siempre ha sido rusa" no lo dijo Putin. Crimea fue durante tres siglos parte del Imperio Otomano, lo que explica entre otras cosas la presencia de tártaros en la península. Crimea y Sebastopol son rusos desde bastante tarde en la Historia, 1783, finales del siglo XVIII. Por lo demás, guste o no, Crimea fue por décadas parte de Ucrania. Putin fue claro al asegurar que Crimea tendrá, nótese bien, tres idiomas oficiales: ruso, tártaro y ucraniano.
    Pertrecharse en el argumento de que Kosovo es independiente no fue lo mejor. Si Crimea es "muy rusa", Kosovo era siempre "muy serbio". La diferencia está en que Rusia recupera por "razones históricas" lo que Serbia debió conservar por esas mismas "razones históricas", pero perdió. El argumento esgrimido por Moscú es algo así como una puñalada de gran potencia contra la razón que en el pasado asistía a Belgrado: Rusia debe ganar por la misma razón por la cual Serbia debió aceptar una derrota que es una ofensa a la cultura y un culto al derecho de sangre ("Kosovo para los albaneses étnicos").
    Dmitri Rogozin, funcionario de la industria rusa de defensa sancionado ahora por Estados Unidos, agregó: "actuaremos como conviene a una gran potencia", para referirse a la eventual ayuda a los rusoparlantes de Ucrania. Esta es la línea en la que conviene no insistir: Occidente, que lo ve todo en términos de potencia, de grandes y chiquitos, está a la espera de que Rusia haga lo mismo para verla como competidor y caerle encima, no por ser rusa, sino por ser competidora. Muchos dirigentes e intelectuales rusos, crecidos bajo la ignorancia brezhneviana, no entienden mayor cosa del capitalismo al que siguen imitando (que si los intereses, que si las grandes potencias, que si el derecho de sangre....).
    Igual de desafortunado fue el pasaje del discurso sobre la "Rus de Kíev" ("Kíev es la madre de las ciudades rusas"), como lo fue el reconocimiento del derecho del oeste alemán a tragarse el Este (lo que se hizo en nombre del derecho de sangre). una Rusia que se crea "gran potencia" no hará más que excitar a quienes creen que es una prerrogativa estadounidense y mezclan sangre con dinero (tiene derecho de sangre el que puede comprárselo). Ideológicamente hablando, a veces Moscú es un monumento al desastre.

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...