Una de las cosas mejor logradas del mandatario estadounidense Barack Obama -un gran admirador del extinto Ronald Reagan- está en presentarse como antiimperialista.
De vez en cuando se le escapan a Obama algunas frases impertinentes ("creo que lo que es cierto para Estados Unidos también lo es para prácticamente todas las democracias maduras", o "lidero las fuerzas militares más fuertes que el mundo jamás haya visto"), pero el mandatario estadounidense no sólo ha conseguido meterse a Cuba en la bolsa. Nicolás Maduro, el presidente venezolano, ha elogiado la "valentía" de Obama, quien mañana podría ser también, a este ritmo, un revolucionario (para Maduro, Obama es en todo caso comparable a ese hombre bueno que fue el hoy ex presidente James Carter)..
Obama, claro, está contra las dictaduras como la de Siria: "cuando un dictador asesina a decenas de miles de personas de su propio pueblo, eso deja de ser un asunto interno de un país, pues genera un tipo de sufrimiento humano de tal magnitud que nos afecta a todos". Obama es pues un internacionalista convencido, contrario a "tiranos" como al-Asad.
¿Qué le gusta a Obama? El estar "apoyando la aparición estable de democracias fuertes que responden a sus pueblos en vez de a una potencia foránea", una postura maravillosa, partidaria de la soberanía nacional y respaldada por las fuerzas populares (Obama quiere algo popular, democrático desde luego, soberano y antiimperialista). Obama admira a los que "ayudaron a evitar que los países más grandes impusieran su voluntad sobre las naciones más pequeñas" (vaya, el tiempo está a favor de los pequeños: Silvio Rodríguez inspira al discurso del mandatario estadounidense).
¿Qué, Obama no es revolucionario? Claro que sí: "los dictadores de hoy, dice, se convierten en la chispa de la revolución mañana", por lo que seguramente en Siria tiene lugar una revolución, y es por eso que Al-Asad "no puede calmar a la inmensa mayoría de la población" ni con "bombas de tonel" ni con armas químicas.
Obama es un hombre de convicciones: "nuestros sistemas -ha dicho- se basan en la idea de que el poder absoluto se corromperá, pero que la gente, la gente común, es esencialmente buena, valora la familia, la amistad, la fe y la dignidad que otorga trabajar arduamente". !Obama es adalidad de quienes trabajan!. "Se puede tratar de controlar el acceso a la información, pero no se puede convertir una mentira en verdad", dice Obama, para quien "se pueden encarcelar opositores pero no ideas" (Obama ya no está lejos del ideario del Che Guevara, a decir verdad).
Obama es contrario al extractivismo, también:"la prosperidad duradera- dice- ya no proviene solamente de la capacidad para acceder y extraer materia prima. La fortaleza de las naciones depende del éxito de su gente".
De este alud de buenos sentimientos y de lo que acontece en Ucrania (seguramente por injerencia rusa) o en Siria (otra vez por injerencia rusa), se desprende que, en nombre del pueblo, de la soberanía, de los pequeños, de las víctimas de lo que Obama llama "el conflicto y la coerción" y de las víctimas de las dictaduras, en nombre incluso de la revolución que provocan con su brutalidad los tiranos, hay que hacerse fuertes frente al imperialismo ruso y contenerlo. Nada más lógico ni más consecuente.
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miércoles, 30 de septiembre de 2015
martes, 29 de septiembre de 2015
FRANCIA EN LA ONU: EL BOCHORNO
El mandatario francés, Francois Hollande, se subió a la tribuna de la reciente Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a realizar todas las ecuaciones necesarias para que una intervención en Siria sea parte de los "escenarios" a tener en cuenta, un "escenario vendible". Hace tiempo, Nicolas Sarkozy ya se había adelantado de manera similar a los deseos estadounidenses, iniciando los bombardeos contra Libia. Con izquierda o con derecha, a Francia no solo no le queda la menor independencia, sino que, como sucursal de Estados Unidos, parece querer "vender la idea" mejor incluso que el Reino Unido y que Alemania.
Hollande lanzó la frase publicitaria: en Siria, "Bashar al-Asad no es parte de la solución, es parte del problema". Copiando al presidente estadounidense Barack Obama, Hollande culpó al actual presidente sirio de haber iniciado la represión con su "dictadura", contra gente inocente (niños incluidos, desde luego). El mandatario francés aseveró que no se podía homologar al verdugo y a la víctima, y desde luego que dejó parado a al-Asad en el papel de verdugo. Finalmente, Hollande fustigó a la "alianza del terrorismo y la dictadura": es lógico, una dictadura crea terror, por lo que el terror=el terror, venga de donde venga. El problema es que en vez de llamar a combatir a los terroristas, Hollande consideró prioritario sacar a al-Asad a patadas, puesto que sin terror no hay terror: es decir que, si no hubiera comenzado todo con una "dictadura", no habría existido como respuesta el terrorismo, llevado -nótese bien- casi al plano de "víctima"de la represión del régimen sirio, víctima que tal vez no tuvo otra alternativa que alzarse en armas dado el terror de la dictadura. Así que Hollande llamó a sentar en la mesa a todos, salvo a al-Asad: a miembros del régimen y a terroristas (que es casi lo único que hay de oposición siria). En resumidas cuentas, el llamado "pinguino" que gobierna a Francia vendió la idea de que los terroristas no hicieron más que reaccionar al terror de al-Asad, lo que no es más que el enésimo guión de la "libertad" (de sembrar el terror, por ejemplo) como reacción al autoritarismo (la dictadura de Damasco, capital siria). Es el tipo de operaciones para las cuales son ideales presidentes de centro-izquierda o intelectuales como Bernard-Henri Lévy.
Luego de mencionar que hay 8 millones de refugiados por la guerra en Siria (son cuatro millones de refugiados), tal vez pensando en los 8 millones de hogares franceses que pagaran menos impuestos (razón por la cual podrían tal vez avalar los cálculos de Hollande en Siria, si resultan más baratos) y de hablar de "millones" de refugiados a las puertas de Europa, el mandatario francés llamó a crear una "coalición internacional" para resolver el problema sirio. Días antes, adelantándose coquetamente al deseo de Washington, el gobierno francés fue a bombardear quién sabe qué en Siria alegando "legítima defensa", cuando nadie ha atacado a Francia, ni Bashar ni el Estado Islámico.. A estas alturas, lo único que sabe hacer gran parte de la sociedad francesa es cálculos de conveniencia a título de sucursal principal del imperio estadounidense en Europa y escupirle a cualquiera que se oponga (Marine Le Pen incluida).
Hollande lanzó la frase publicitaria: en Siria, "Bashar al-Asad no es parte de la solución, es parte del problema". Copiando al presidente estadounidense Barack Obama, Hollande culpó al actual presidente sirio de haber iniciado la represión con su "dictadura", contra gente inocente (niños incluidos, desde luego). El mandatario francés aseveró que no se podía homologar al verdugo y a la víctima, y desde luego que dejó parado a al-Asad en el papel de verdugo. Finalmente, Hollande fustigó a la "alianza del terrorismo y la dictadura": es lógico, una dictadura crea terror, por lo que el terror=el terror, venga de donde venga. El problema es que en vez de llamar a combatir a los terroristas, Hollande consideró prioritario sacar a al-Asad a patadas, puesto que sin terror no hay terror: es decir que, si no hubiera comenzado todo con una "dictadura", no habría existido como respuesta el terrorismo, llevado -nótese bien- casi al plano de "víctima"de la represión del régimen sirio, víctima que tal vez no tuvo otra alternativa que alzarse en armas dado el terror de la dictadura. Así que Hollande llamó a sentar en la mesa a todos, salvo a al-Asad: a miembros del régimen y a terroristas (que es casi lo único que hay de oposición siria). En resumidas cuentas, el llamado "pinguino" que gobierna a Francia vendió la idea de que los terroristas no hicieron más que reaccionar al terror de al-Asad, lo que no es más que el enésimo guión de la "libertad" (de sembrar el terror, por ejemplo) como reacción al autoritarismo (la dictadura de Damasco, capital siria). Es el tipo de operaciones para las cuales son ideales presidentes de centro-izquierda o intelectuales como Bernard-Henri Lévy.
Luego de mencionar que hay 8 millones de refugiados por la guerra en Siria (son cuatro millones de refugiados), tal vez pensando en los 8 millones de hogares franceses que pagaran menos impuestos (razón por la cual podrían tal vez avalar los cálculos de Hollande en Siria, si resultan más baratos) y de hablar de "millones" de refugiados a las puertas de Europa, el mandatario francés llamó a crear una "coalición internacional" para resolver el problema sirio. Días antes, adelantándose coquetamente al deseo de Washington, el gobierno francés fue a bombardear quién sabe qué en Siria alegando "legítima defensa", cuando nadie ha atacado a Francia, ni Bashar ni el Estado Islámico.. A estas alturas, lo único que sabe hacer gran parte de la sociedad francesa es cálculos de conveniencia a título de sucursal principal del imperio estadounidense en Europa y escupirle a cualquiera que se oponga (Marine Le Pen incluida).
MEXICO EN LA ONU: SIN PENA NI GLORIA
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, alertó en la reciente Asamblea de la Organización de Naciones Unidas contra "los nuevos populismos", tanto de derecha como de izquierda, que lucran con la crisis, crean miedo y odio y pretenden satisfacer ambiciones personales. No hubo ninguna mención concreta, aunque lo cierto es que en algunos círculos intelectuales oficialistas mexicanos se cree tener identificados a esos populismos.
En México nunca ha existido populismo de derecha, a diferencia de lo que llegó a ser el peronismo en Argentina y parcialmente el getulismo en Brasil. Lo que hubo en México fue un populismo de izquierda, creado por el general Lázaro Cárdenas, que fue aprovechado en la posguerra para mantener a las masas corporativizadas y por ende "quietecitas". En la actualidad, esta forma corporativa propia del populismo no tiene mayor fuerza en la vida política mexicana, ni siquiera en el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque subsisten las pugnas entre corrientes dentro del oficialismo, algo característico de cierto populismo (lo que le permite por ejemplo al peronismo argentino pasar de derecha a izquierda y al lulismo brasileño.hacer algo similar en sus alianzas para gobernar). Si acaso, lo que hay de populismo en México queda muy parcialmente en el mismo PRI, en la medida en que los populismos se llegaron a plantear -en el nombre de la nación- como el sempiterno "fiel de la balanza" entre izquierda y derecha. Situarse en el medio de corrientes de izquierda y de derecha no deja de tener algo políticamente "populista", aunque no demagógico.
Tampoco hay corporativización en gobiernos como los de Ecuador y Bolivia. Si acaso, esta corporativizacón existe en forma transfigurada en Cuba -algo sobre lo que valdría la pena detenerse, sin olvidar la admiración de Fidel por Perón- y parcialmente en Venezuela, aunque no es fuerte ni siquiera en Nicaragua ni en El Salvador. En suma: el populismo es en gran medida cosa del pasado, salvo para jugar a "ahí viene el coco" y adjetivar en vez de reflexionar.
No hay peligro "populista de izquierda" en México. Si la alusión era a López Obrador, líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el peligro está en su entorno, en el cual difícilmente podrían encontrarse cuadros políticos con un mínimo de seriedad y capacidad para gobernar a México, salvo contadas excepciones. AMLO (Andrés Manuel López Obrador) ha mostrado no tener estatura de estadista (ni tener la más remota idea de lo que es el mundo fuera del activismo), por lo que un "gobierno" de Morena sería, en el mejor de los casos, lo que en México se conoce como "un desmadre", muy poco deseable -salvo en las filas del mismo Morena. Como sea, Morena no tiene capacidad de corporativizar a la sociedad mexicana, suponiendo que este movimiento tenga alguna otra capacidad que la de acumular las pifias y los pequeños resentimientos y rencorcitos sociales -que no llegan ni a odio- de la clase media baja capitalina (chilanga) contra la autoridad, la que sea.
Si ya la injerencia de la ex secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton en la reforma energética mexicana reafirmó la muy lamentable "puertorriqueñización" de México (que de todos modos llevó a la práctica sobre todo el derechista Partido Acción Nacional durante doce terribles años), la iniciativa de adiestrar "cascos azules" en suelo mexicano -también presentada por Peña Nieto en Naciones Unidas- no es mejor, así sea para misiones no muy riesgosas e incluso relativamente positivas (Haití, Sájara Occidental, Líbano...), en la medida en que -se discutió en el pasado en México- contradice potencialmente la Doctrina Estrada (férreamente defensora de toda soberanía nacional, de la mexicana como de las demás en el orbe). Como sea, la intervención del mandatario mexicano en la Asamblea mencionada pasó, como está ocurriendo en la política exterior mexicana (salvo en la gravedad de la reforma energética), sin pena ni gloria.
En México nunca ha existido populismo de derecha, a diferencia de lo que llegó a ser el peronismo en Argentina y parcialmente el getulismo en Brasil. Lo que hubo en México fue un populismo de izquierda, creado por el general Lázaro Cárdenas, que fue aprovechado en la posguerra para mantener a las masas corporativizadas y por ende "quietecitas". En la actualidad, esta forma corporativa propia del populismo no tiene mayor fuerza en la vida política mexicana, ni siquiera en el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque subsisten las pugnas entre corrientes dentro del oficialismo, algo característico de cierto populismo (lo que le permite por ejemplo al peronismo argentino pasar de derecha a izquierda y al lulismo brasileño.hacer algo similar en sus alianzas para gobernar). Si acaso, lo que hay de populismo en México queda muy parcialmente en el mismo PRI, en la medida en que los populismos se llegaron a plantear -en el nombre de la nación- como el sempiterno "fiel de la balanza" entre izquierda y derecha. Situarse en el medio de corrientes de izquierda y de derecha no deja de tener algo políticamente "populista", aunque no demagógico.
Tampoco hay corporativización en gobiernos como los de Ecuador y Bolivia. Si acaso, esta corporativizacón existe en forma transfigurada en Cuba -algo sobre lo que valdría la pena detenerse, sin olvidar la admiración de Fidel por Perón- y parcialmente en Venezuela, aunque no es fuerte ni siquiera en Nicaragua ni en El Salvador. En suma: el populismo es en gran medida cosa del pasado, salvo para jugar a "ahí viene el coco" y adjetivar en vez de reflexionar.
No hay peligro "populista de izquierda" en México. Si la alusión era a López Obrador, líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el peligro está en su entorno, en el cual difícilmente podrían encontrarse cuadros políticos con un mínimo de seriedad y capacidad para gobernar a México, salvo contadas excepciones. AMLO (Andrés Manuel López Obrador) ha mostrado no tener estatura de estadista (ni tener la más remota idea de lo que es el mundo fuera del activismo), por lo que un "gobierno" de Morena sería, en el mejor de los casos, lo que en México se conoce como "un desmadre", muy poco deseable -salvo en las filas del mismo Morena. Como sea, Morena no tiene capacidad de corporativizar a la sociedad mexicana, suponiendo que este movimiento tenga alguna otra capacidad que la de acumular las pifias y los pequeños resentimientos y rencorcitos sociales -que no llegan ni a odio- de la clase media baja capitalina (chilanga) contra la autoridad, la que sea.
Si ya la injerencia de la ex secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton en la reforma energética mexicana reafirmó la muy lamentable "puertorriqueñización" de México (que de todos modos llevó a la práctica sobre todo el derechista Partido Acción Nacional durante doce terribles años), la iniciativa de adiestrar "cascos azules" en suelo mexicano -también presentada por Peña Nieto en Naciones Unidas- no es mejor, así sea para misiones no muy riesgosas e incluso relativamente positivas (Haití, Sájara Occidental, Líbano...), en la medida en que -se discutió en el pasado en México- contradice potencialmente la Doctrina Estrada (férreamente defensora de toda soberanía nacional, de la mexicana como de las demás en el orbe). Como sea, la intervención del mandatario mexicano en la Asamblea mencionada pasó, como está ocurriendo en la política exterior mexicana (salvo en la gravedad de la reforma energética), sin pena ni gloria.
domingo, 27 de septiembre de 2015
RUSIA: ¿QUE HACER CON LA HISTORIA?
Una parte del entorno del mandatario ruso, Vladimir Putin, parece haber optado por "cortar" de otro modo la Historia de la Federación Rusa. Un nuevo libro publicado en 2006 cifra el inicio de la historia moderna de Rusia en 1945 (Historia moderna de Rusia 1945-2006. Manual para maestros de Historia). Putin defendió este libro con el argumento siguiente: "no podemos permitir que nadie nos imponga un sentimiento de culpabilidad sobre nosotros". Seguramente se refiere a que ya sería el colmo quitarle a la Federación Rusa su papel decisivo en la derrota del nazismo, aunque no son pocos los que buscan la condena al olvido para este acontecimiento (los estadounidenses consideran más importante el "Día D" por ejemplo), puesto que tuvo lugar bajo el gobierno de Stalin y no valdría reivindicar como superior (con un mejor precio o con mayor valor) a un régimen totalitario que, ya en términos de valor de cambio, equivale en el fondo también en precio y en valor -salvo variaciones ocasionales del mercado- a otro régimen totalitario (un totalitarismo=un totalitarismo, puesto que son intercambiables desde el "abominable" Pacto Molotov-Ribbentrop).
El enredo es tan mayúsculo que Moscú no parece al tanto que la Federación Rusa (como parte de la Unión Soviética) que enfrentó al nazismo pudo ganarle porque se había modernizado desde antes (cerca de una década antes, que distó mucho de reducirse al "terror" y que creó una industria impresionante con un respaldo agrícola eficaz y la adhesión del grueso de la población). Si no hubiera sido así, tal vez Rusia hubiera seguido con el tipo de ridículo que hacía el zarismo semi-feudal en guerras como la ruso-japonesa o en la primera Guerra Mundial, que hartó a la población. La aberración consiste en reducir los años que van desde el fin de la NEP (Nueva Política Económica) hasta vísperas de la segunda Guerra Mundial en un auténtico "vacío" donde solo existiría el Gulag (el tipo de visión obtusa de alguien como el Primer Ministro Dmitri Medvedev y sus "Comisiones de la Verdad"). El acceso a los archivos está incluso trucado: ahora hay que consultar con los familiares de la víctima -por algo que hizo o no hizo, solo el familiar lo sabe- objeto de represión para tener acceso al expediente correspondiente.
De igual forma, Rusia no tiene ni idea de quién fue Lenin (al grado de que lo glorifica mucho menos que a Stalin, en otra auténtica aberración), aunque permanece en la Plaza Roja un mausoleo con una momia que debiera ser enterrada como todo el mundo. Como del zarismo se homenajea a Stolypin y al zar Alejandro III (finales del siglo XIX), en realidad Rusia desconoce casi medio siglo de su Historia (como le ocurre a México, por ejemplo, sobre casi todo el mismo periodo) y mientras tanto se complace en el escupitajo a lo soviético por "los huesos de Leningrado" e historias de terror parecidas y para consumo del turismo occidental, A falta de análisis social, la modernidad para el entorno de Putin comenzó poco antes de que Nikita Jruschov se pusiera a mentir a todo lo que daba y a provocar el resquebrajamiento de décadas previas de esfuerzo por una vida mejor. No se peleó por la Estadolatría con relativa escasez (nadie fue al frente a salvar a la burocracia en ciernes ni a una horda de convenencieros de jruschovka con aspiraciones a clase media de país emergente). En suma, la historia moderna de Rusia, tal y como la concibe este entorno, es la de una pequeña verdad (la de la gran victoria sobre el nazismo) en medio de la gigantesca mentira de la segunda posguerra: no es de extrañar que más de un autor ruso se pregunte por qué, desafortunadamente, Leonid Brezhnev (líder soviético del "estancamiento") no pudo convertirse en un Putin, es decir, por qué no pudo seguirse con la megalomanía y el aire de "gran potencia", algo que tenía por completo extraviado al mismo Brezhnev. Es Historia para los medios de comunicación masiva y sus "pájaros carpinteros", siempre ávidos de "algo en grande", con tal de "picar".
El enredo es tan mayúsculo que Moscú no parece al tanto que la Federación Rusa (como parte de la Unión Soviética) que enfrentó al nazismo pudo ganarle porque se había modernizado desde antes (cerca de una década antes, que distó mucho de reducirse al "terror" y que creó una industria impresionante con un respaldo agrícola eficaz y la adhesión del grueso de la población). Si no hubiera sido así, tal vez Rusia hubiera seguido con el tipo de ridículo que hacía el zarismo semi-feudal en guerras como la ruso-japonesa o en la primera Guerra Mundial, que hartó a la población. La aberración consiste en reducir los años que van desde el fin de la NEP (Nueva Política Económica) hasta vísperas de la segunda Guerra Mundial en un auténtico "vacío" donde solo existiría el Gulag (el tipo de visión obtusa de alguien como el Primer Ministro Dmitri Medvedev y sus "Comisiones de la Verdad"). El acceso a los archivos está incluso trucado: ahora hay que consultar con los familiares de la víctima -por algo que hizo o no hizo, solo el familiar lo sabe- objeto de represión para tener acceso al expediente correspondiente.
De igual forma, Rusia no tiene ni idea de quién fue Lenin (al grado de que lo glorifica mucho menos que a Stalin, en otra auténtica aberración), aunque permanece en la Plaza Roja un mausoleo con una momia que debiera ser enterrada como todo el mundo. Como del zarismo se homenajea a Stolypin y al zar Alejandro III (finales del siglo XIX), en realidad Rusia desconoce casi medio siglo de su Historia (como le ocurre a México, por ejemplo, sobre casi todo el mismo periodo) y mientras tanto se complace en el escupitajo a lo soviético por "los huesos de Leningrado" e historias de terror parecidas y para consumo del turismo occidental, A falta de análisis social, la modernidad para el entorno de Putin comenzó poco antes de que Nikita Jruschov se pusiera a mentir a todo lo que daba y a provocar el resquebrajamiento de décadas previas de esfuerzo por una vida mejor. No se peleó por la Estadolatría con relativa escasez (nadie fue al frente a salvar a la burocracia en ciernes ni a una horda de convenencieros de jruschovka con aspiraciones a clase media de país emergente). En suma, la historia moderna de Rusia, tal y como la concibe este entorno, es la de una pequeña verdad (la de la gran victoria sobre el nazismo) en medio de la gigantesca mentira de la segunda posguerra: no es de extrañar que más de un autor ruso se pregunte por qué, desafortunadamente, Leonid Brezhnev (líder soviético del "estancamiento") no pudo convertirse en un Putin, es decir, por qué no pudo seguirse con la megalomanía y el aire de "gran potencia", algo que tenía por completo extraviado al mismo Brezhnev. Es Historia para los medios de comunicación masiva y sus "pájaros carpinteros", siempre ávidos de "algo en grande", con tal de "picar".
sábado, 26 de septiembre de 2015
RUSIA-TATARSTAN: REHABILITACIONES
Algunos habitantes tártaros (y por ende musulmanes) de la Federación Rusa se han puesto a dar extrañas volteretas. En el muy reciente 70 aniversario de la victoria soviética en la gran Guerra Patria, el XI Festival de Cine Internacional de Kazán premió como mejor documental "La guerra inolvidada", de Denis Krasilnikov El documental muestra la historia de prisioneros de guerra soviéticos que terminaron combatiendo con los nazis, como le sucedió a la legión tártara Idel Ural (en total fueron 7 legiones de tártaros). Cualquier occidental pensará de inmediato que los tártaros y otros grupos de los Urales lo hicieron porque eran oprimidos por la terrorífica política de nacionalidades estalinista. Lo cierto es que estas legiones musulmanas terminaron haciendo cosas "inolvidables", como su participación -al mando de las Waffen SS -en las deportaciones de judíos polacos. No queda muy claro por qué debiera justificarse esta colaboración con las temibles SS, pero esta vez hasta el actual presidente de Tatarstán, en la Federación Rusa, Mintimer Shaimiev, se enterneció con estos colaboradores. Durante la guerra, a la cabeza de éstos estaba Shafi Almas, un hombre de negocios tártaro que emigró en 1920 a Alemania (¿también lo va a reivindicar el cineasta de todo régimen Nikita Mikhalkov?).
Mucho se dijo sobre el destino de muchos prisioneros soviéticos al volver a la Unión Soviética terminada la guerra: con frecuencia eran condenados a muerte o deportados. Sería un poco extraño que se los hubiera premiado por colaborar con el enemigo. La pena de muerte por deserción, en todo caso, no la inventó Stalin: ya existía en la época de los zares que tanto gusta en el actual régimen ruso, de tal modo que esa pena se aplicó por ejemplo durante la primera Guerra Mundial. Como sea, pese a los escupitajos contra lo soviético (el documental convierte a la Unión Soviética en un "bosque cementerio", una "enorme fosa común"), el hecho es que al finalizar el conflicto bélico se castigó sobre todo a quienes hubieran cometido algún delito (como, además de desertar, combatir contra su propia gente), siempre y cuando hubiera evidencia real: entre un 5 % y un 15 % de quienes estuvieron en cautiverio alemán fueron reprimidos (encarcelados o fusilados) en la Unión Soviética, según Igor Pyhalov.
La prueba de que los tártaros de Idel Ural fueron utilizados está en que muchos otros tártaros y bashkires musulmanes combatieron al lado de las tropas soviéticas y otros más, de diversas nacionalidades, no se comportaron igual al ser capturados: el general Karbyschev, hecho prisionero, fue ejecutado al negarse a colaborar, como fue brutalmente tratado otro prisionero, el general Lukin, por no querer "cambiarse de Patria". Al momento de la guerra, en realidad los tártaros tenían doble patria, la Federación Rusa y la República de Tatarstán (con autonomía desde 1920), con sus propias autoridades, sus propias escuelas y el derecho a la enseñanza de su lengua materna.
Tal vez alguien pueda establecer algún vínculo claro entre "liberarse de la opresión estalinista" e ir a aplastar en las Ostlegionen-recibiendo incluso condecoraciones por ello (incluyendo la Cruz de Hierro nazi)- la resistencia judía en Polonia. ¿Qué es lo que premiaron en Kazán a nombre de la identidad "étnica" y de las condolencias a los colaboradores? Premiaron al mercado, puesto que, sea humana o inhumana, una vida=otra vida=toda vida (es el tipo de operaciones de dignidad humana "a lo Bergoglio", y toda vida es digna, como una coca cola=una coca cola); discriminaciones fuera, una vida tártara=una vida tártara. Incluso puede decirse que los del Idel Ural fueron triples víctimas: de los horrores de la política de las nacionalidades, de las represiones al fin de la guerra y "en cierta medida" del hecho (¿mala suerte?) de caer prisioneros. Los que no sean víctimas y hayan defendido su patria -tártaros incluidos- se pueden ir al olvido.
Mucho se dijo sobre el destino de muchos prisioneros soviéticos al volver a la Unión Soviética terminada la guerra: con frecuencia eran condenados a muerte o deportados. Sería un poco extraño que se los hubiera premiado por colaborar con el enemigo. La pena de muerte por deserción, en todo caso, no la inventó Stalin: ya existía en la época de los zares que tanto gusta en el actual régimen ruso, de tal modo que esa pena se aplicó por ejemplo durante la primera Guerra Mundial. Como sea, pese a los escupitajos contra lo soviético (el documental convierte a la Unión Soviética en un "bosque cementerio", una "enorme fosa común"), el hecho es que al finalizar el conflicto bélico se castigó sobre todo a quienes hubieran cometido algún delito (como, además de desertar, combatir contra su propia gente), siempre y cuando hubiera evidencia real: entre un 5 % y un 15 % de quienes estuvieron en cautiverio alemán fueron reprimidos (encarcelados o fusilados) en la Unión Soviética, según Igor Pyhalov.
La prueba de que los tártaros de Idel Ural fueron utilizados está en que muchos otros tártaros y bashkires musulmanes combatieron al lado de las tropas soviéticas y otros más, de diversas nacionalidades, no se comportaron igual al ser capturados: el general Karbyschev, hecho prisionero, fue ejecutado al negarse a colaborar, como fue brutalmente tratado otro prisionero, el general Lukin, por no querer "cambiarse de Patria". Al momento de la guerra, en realidad los tártaros tenían doble patria, la Federación Rusa y la República de Tatarstán (con autonomía desde 1920), con sus propias autoridades, sus propias escuelas y el derecho a la enseñanza de su lengua materna.
Tal vez alguien pueda establecer algún vínculo claro entre "liberarse de la opresión estalinista" e ir a aplastar en las Ostlegionen-recibiendo incluso condecoraciones por ello (incluyendo la Cruz de Hierro nazi)- la resistencia judía en Polonia. ¿Qué es lo que premiaron en Kazán a nombre de la identidad "étnica" y de las condolencias a los colaboradores? Premiaron al mercado, puesto que, sea humana o inhumana, una vida=otra vida=toda vida (es el tipo de operaciones de dignidad humana "a lo Bergoglio", y toda vida es digna, como una coca cola=una coca cola); discriminaciones fuera, una vida tártara=una vida tártara. Incluso puede decirse que los del Idel Ural fueron triples víctimas: de los horrores de la política de las nacionalidades, de las represiones al fin de la guerra y "en cierta medida" del hecho (¿mala suerte?) de caer prisioneros. Los que no sean víctimas y hayan defendido su patria -tártaros incluidos- se pueden ir al olvido.
viernes, 25 de septiembre de 2015
RUSIA: A CAVAR LA PROPIA TUMBA
Recientemente se suscitó en la Federación Rusa una polémica sobre el heroísmo de un puñado de soldados soviéticos. Seguramente parte de esta polémica pretende inculcar, mediante los medios de comunicación rusos, que suelen ser una porquería, lo que cualquiera sabe en una economía de mercado: el heroísmo que sacrifica la propia vida en aras de un ideal no significa más que una pérdida y de ningún modo una ganancia, mucho menos para el muerto (es que ningún muerto queda vivo para gozar del beneficio). Es, en cierto modo, el tipo de "espíritu" que guía las muy ambivalentes declaraciones del señor Bergoglio (el actual Sumo Pontífice), por ejemplo, en su reciente viaje a Cuba: hay que ocuparse de personas y no de ideas (lo cual, aunque tenga supuesto trasfondo pastoral, es a fin de cuentas muy pragmático). Cierto, las ideas no se comen ni vale sacrificarse por ellas, según lo ha demostrado el siglo XX, repleto de cadáveres de idiotas.
Según un corresponsal del periódico militar "Estrella Roja", durante la Segunda Guerra Mundial, a las afueras de Moscú, unos 28 guardias de de la División de Rifles 316 del Ejército Rojo se enfrentaron de modo "suicida" a los nazis, aunque alcanzaron, a costa de su vida, a destruir 18 tanques panzers alemanes. El jefe, general Iván Panfilov, recibió de manera póstuma en 1942 el título de "Héroe de la Unión Soviética".
Hace poco, el Director del Archivo Estatal de la Federación Rusa, Serguei Mironenko, no delante de rusos sino de extranjeros, dió a conocer que la hazaña de los 28 de Panfilov es una falsificación (Andrei Zhdanov, miembro del Politburó, recibió en 1948 un informe de que la pequeña batalla en el cruce Dubosekovo "no tuvo lugar"). De inmediato, los medios de comunicación rusos se lanzaron a reproducir esta "sensacional primicia". En honor a la verdad, es probable que el corresponsal (de apellido Koroteyev) de "Estrella Roja" se haya equivocado en esos momentos de la batalla por Moscú. La cifra "28" sería una leyenda.
Sin embargo, también existen hace tiempo documentos del archivo científico del Instituto de Historia de Rusia con transcripciones de la división Panfilov (recogidos por la Comisión de Historia de la Gran Guerra Patria, comisión que trabajó de 1942 a 1947): estos documentos prueban el heroísmo de los combatientes en la defensa de Moscú (en particular de la División 316, la de Panfilov) y no desmienten la batalla del cruce Dubosekovo., a reserva de lo que haya ocurrido con los "28".
Después de todo, como lo sugiere Andrei Sorokin en el portal Web de Odnako, lo que cuenta para los "pájaros carpinteros" de los medios de comunicación rusos es el "heroísmo de los millones que soportaron el Gulag y sucumbieron en él". ¿Por qué heroísmo? Porque fueron todos "víctimas". Que 28 idiotas -verdaderos o falsos- se hayan hecho matar "por la Patria" en las afueras de Moscú (¿qué, no eran en realidad millones?) es francamente deplorable. Insistamos en que, en términos de economía, reivindicar a esas víctimas -reales o supuestas- reditúa, mientras que hacerse matar por "ideas" (siempre traicionadas, claro está) frente a casi dos decenas de tanques alemanes es un pérdida imperdonable -un sacrificio inútil y un gasto, además- que podría haberse evitado con solo salir corriendo entre la nieve. Desde luego, estos "28" ineptos e "irracionales" eligieron (al menos en el filme "Los 28 de Panfilov") no ser víctimas sino entregar la vida por una causa y, la verdad, "éso" ya no se hace -ni debió hacerse nunca, en términos de cálculo de mercado. Las únicas guerras que valen son las rentables, y los únicos sistemas que sirven son los que reditúan.
Según un corresponsal del periódico militar "Estrella Roja", durante la Segunda Guerra Mundial, a las afueras de Moscú, unos 28 guardias de de la División de Rifles 316 del Ejército Rojo se enfrentaron de modo "suicida" a los nazis, aunque alcanzaron, a costa de su vida, a destruir 18 tanques panzers alemanes. El jefe, general Iván Panfilov, recibió de manera póstuma en 1942 el título de "Héroe de la Unión Soviética".
Hace poco, el Director del Archivo Estatal de la Federación Rusa, Serguei Mironenko, no delante de rusos sino de extranjeros, dió a conocer que la hazaña de los 28 de Panfilov es una falsificación (Andrei Zhdanov, miembro del Politburó, recibió en 1948 un informe de que la pequeña batalla en el cruce Dubosekovo "no tuvo lugar"). De inmediato, los medios de comunicación rusos se lanzaron a reproducir esta "sensacional primicia". En honor a la verdad, es probable que el corresponsal (de apellido Koroteyev) de "Estrella Roja" se haya equivocado en esos momentos de la batalla por Moscú. La cifra "28" sería una leyenda.
Sin embargo, también existen hace tiempo documentos del archivo científico del Instituto de Historia de Rusia con transcripciones de la división Panfilov (recogidos por la Comisión de Historia de la Gran Guerra Patria, comisión que trabajó de 1942 a 1947): estos documentos prueban el heroísmo de los combatientes en la defensa de Moscú (en particular de la División 316, la de Panfilov) y no desmienten la batalla del cruce Dubosekovo., a reserva de lo que haya ocurrido con los "28".
Después de todo, como lo sugiere Andrei Sorokin en el portal Web de Odnako, lo que cuenta para los "pájaros carpinteros" de los medios de comunicación rusos es el "heroísmo de los millones que soportaron el Gulag y sucumbieron en él". ¿Por qué heroísmo? Porque fueron todos "víctimas". Que 28 idiotas -verdaderos o falsos- se hayan hecho matar "por la Patria" en las afueras de Moscú (¿qué, no eran en realidad millones?) es francamente deplorable. Insistamos en que, en términos de economía, reivindicar a esas víctimas -reales o supuestas- reditúa, mientras que hacerse matar por "ideas" (siempre traicionadas, claro está) frente a casi dos decenas de tanques alemanes es un pérdida imperdonable -un sacrificio inútil y un gasto, además- que podría haberse evitado con solo salir corriendo entre la nieve. Desde luego, estos "28" ineptos e "irracionales" eligieron (al menos en el filme "Los 28 de Panfilov") no ser víctimas sino entregar la vida por una causa y, la verdad, "éso" ya no se hace -ni debió hacerse nunca, en términos de cálculo de mercado. Las únicas guerras que valen son las rentables, y los únicos sistemas que sirven son los que reditúan.
viernes, 18 de septiembre de 2015
¿TODAVIA ES PUBLICA LA UNIVERSIDAD PUBLICA?
Según el "crítico cultural" (?) y pedagogo estadounidense Henry Giroux, ya no, entre otras cosas porque la democracia ya no es tampoco tan democrática y tiende a reducirse a los actos de compra-venta. En este contexto, no queda claro que la universidad siga siendo vista como una "esfera democrátca", entiéndase aquí que pública (la universidad como un "guardián de valores públicos", en palabras del pedagogo).
Una observación de Giroux parece un detalle nimio: la universidad es vista como "un gasto del dinero de los contribuyentes". Suele suceder así que estos contribuyentes se convierten en "demanda", entiéndase que de mercado: exigen que les rinda el dinero "invertido" vía impuestos en las universidades públicas, de manera curiosa, ya que el impuesto no es el pago de una colegiatura ni una cuota (por lo demás, muchos de estos muy exigentes contribuyentes, empezando por numerosos universitarios, tienen a sus vástagos en universidades privadas).
Hoja de impuestos en mano, el contribuyente demanda, exige y reclama la debida rendición de cuentas por parte de quienes, según suele creer, no son más que un montón de "vagos" -y hasta "revoltosos" -subsidiados, exactamente como si fueran los hijos del mismo contribuyente y la universidad pública fuera parte de este funcionamiento familiar. Papá paga, el hijo es rebelde y está más atento a sus churros - por lo demás es el ideal universitario del 68 y de más de un estudiante.
Frente a lo que creen que "la sociedad" demanda, exige y reclama, las universidades públicas, sin reparar en quienes son los contribuyentes (su estructura difiere según los países, por ejemplo) ni en el hecho de que esta demanda suele tener una orquestación mediática (¿qué se hace con "nuestro" dinero?), decidieron ya desde hace un buen número de años corresponder no con autonomía, ni con valores públicos distintos de los privados del contribuyente, ni con pensamiento (ya ni se diga crítico), sino con una "oferta educativa" (de mercado, el lenguaje lo dice), por lo que ahora la misión de la universidad pública, frente a la demanda, es "ofertar" u "ofertarse". Es tanto como colocar el mercado en el corazón de lo público y basta ver lo que se ponen a "ofertar" las universidades públicas, desde yoga hasta marketing, pasando por los carrujos y la "revolución".
A cambio de su "inversión" vía impuesto (como si pagar un impuesto lo convirtiera en empresario), el contribuyente exige, reclama y demanda que la universidad le preste los servicios que él,"la sociedad", necesita, con el agravante de que nadie en su sano juicio invierte dinero en pensar, ni se diga en criticar no en "defender la esfera democrática", puesto que "todos los políticos son iguales" y no rinden. El contribuyente espera servicios, "expertos" y casi casi "técnicos" de la misma manera en que algunos esperan que a la brevedad, después de una llamada con voz imperativa, llegue el plomero a componer una fuga de gas o la llave de agua. Nadie pide de estos "adiestrados" universitarios que "piensen", sino que "sepan qué hacer". Es lo que "ofertan" las universidades públicas, salvo plomeros de verdad: únicamente pareciera faltarles a estas "casas de estudios" el servicio de académico express o de académico a domicilio "las 24 horas". Los buffets de ideas ya casi están y por eso algunos estudiosos estadounidenses consideran que la universidad se ha reducido casi a una cafetería. Para reconvertirse a este pragmatismo más descarnado, sin muchos valores, los nuevos universitarios "públicos" multiplican estos servicios de plomería mental (!le reparo sus ideas!) -sin importar lo que haya sido la universidad ni en la etimología ni en el pasado- a cargo del presupuesto universitario. Giroux lo llama financial looting: en suma, la "oferta educativa" se convierte en el saqueo por parte de los "ofertantes" que cobran de mil y un maneras sus servicios de reparación mental "llame, nosotros vamos". Si lo que está por descubrirse es que el sector público está para subsidiar al privado, en realidad no es tan nuevo. Lo que se perdió es la autonomía real, esa que los marxistas llamaban "relativa".
Una observación de Giroux parece un detalle nimio: la universidad es vista como "un gasto del dinero de los contribuyentes". Suele suceder así que estos contribuyentes se convierten en "demanda", entiéndase que de mercado: exigen que les rinda el dinero "invertido" vía impuestos en las universidades públicas, de manera curiosa, ya que el impuesto no es el pago de una colegiatura ni una cuota (por lo demás, muchos de estos muy exigentes contribuyentes, empezando por numerosos universitarios, tienen a sus vástagos en universidades privadas).
Hoja de impuestos en mano, el contribuyente demanda, exige y reclama la debida rendición de cuentas por parte de quienes, según suele creer, no son más que un montón de "vagos" -y hasta "revoltosos" -subsidiados, exactamente como si fueran los hijos del mismo contribuyente y la universidad pública fuera parte de este funcionamiento familiar. Papá paga, el hijo es rebelde y está más atento a sus churros - por lo demás es el ideal universitario del 68 y de más de un estudiante.
Frente a lo que creen que "la sociedad" demanda, exige y reclama, las universidades públicas, sin reparar en quienes son los contribuyentes (su estructura difiere según los países, por ejemplo) ni en el hecho de que esta demanda suele tener una orquestación mediática (¿qué se hace con "nuestro" dinero?), decidieron ya desde hace un buen número de años corresponder no con autonomía, ni con valores públicos distintos de los privados del contribuyente, ni con pensamiento (ya ni se diga crítico), sino con una "oferta educativa" (de mercado, el lenguaje lo dice), por lo que ahora la misión de la universidad pública, frente a la demanda, es "ofertar" u "ofertarse". Es tanto como colocar el mercado en el corazón de lo público y basta ver lo que se ponen a "ofertar" las universidades públicas, desde yoga hasta marketing, pasando por los carrujos y la "revolución".
A cambio de su "inversión" vía impuesto (como si pagar un impuesto lo convirtiera en empresario), el contribuyente exige, reclama y demanda que la universidad le preste los servicios que él,"la sociedad", necesita, con el agravante de que nadie en su sano juicio invierte dinero en pensar, ni se diga en criticar no en "defender la esfera democrática", puesto que "todos los políticos son iguales" y no rinden. El contribuyente espera servicios, "expertos" y casi casi "técnicos" de la misma manera en que algunos esperan que a la brevedad, después de una llamada con voz imperativa, llegue el plomero a componer una fuga de gas o la llave de agua. Nadie pide de estos "adiestrados" universitarios que "piensen", sino que "sepan qué hacer". Es lo que "ofertan" las universidades públicas, salvo plomeros de verdad: únicamente pareciera faltarles a estas "casas de estudios" el servicio de académico express o de académico a domicilio "las 24 horas". Los buffets de ideas ya casi están y por eso algunos estudiosos estadounidenses consideran que la universidad se ha reducido casi a una cafetería. Para reconvertirse a este pragmatismo más descarnado, sin muchos valores, los nuevos universitarios "públicos" multiplican estos servicios de plomería mental (!le reparo sus ideas!) -sin importar lo que haya sido la universidad ni en la etimología ni en el pasado- a cargo del presupuesto universitario. Giroux lo llama financial looting: en suma, la "oferta educativa" se convierte en el saqueo por parte de los "ofertantes" que cobran de mil y un maneras sus servicios de reparación mental "llame, nosotros vamos". Si lo que está por descubrirse es que el sector público está para subsidiar al privado, en realidad no es tan nuevo. Lo que se perdió es la autonomía real, esa que los marxistas llamaban "relativa".
miércoles, 16 de septiembre de 2015
MEXICO: DESPRESTIGIAR AL ESTADO, LA CONSIGNA (y III)
El artículo 2 del Capítulo I de la Carta de la Organización de Naciones Unidas (ONU) dice textualmente: "ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará a los Miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta". La única excepción es el famoso capítulo VII, que permite intervenir incluso con la fuerza (y previa autorización del Consejo de Seguridad) cuando está amenazada la paz internacional. En suma, la ONU no está facultada para meterse en el caso de Ayotzinapa en México, pese a lo cual el Comité de Desapariciones Forzadas del organismo internacional acaba de solicitar que los especialistas del Grupo Internacional de Expertos Independientes (GIEI), dependiente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y de la Organización de Estados Americanos (OEA) puedan interrogar a militares mexicanos sobre lo sucedido con los normalistas en el vecino país al sur de Estados Unidos.
El antecedente es tan lamentable que el periódico español de mayor venta en el mundo critica, como si estuviera hablando de una dictadura, a "un generalato poco acostumbrado a rendir cuentas al poder civil", desconociendo de un plumazo la diferencia entre México y el resto de América Latina durante ya casi cerca de un siglo: pese a que las exacciones existieron (en particular en Guerrero), el ejército mexicano se diferenció de prácticamente todos los de América Latina (incluso de países como Uruguay) por someterse al poder civil desde los años '20, cuando fue profesionalizado e institucionalizado (cualquiera puede hurgar en el papel clave jugado por Joaquín Amaro, sobre el cual hay numerosos estudios). Salvo excepciones, el mexicano no ha sido un ejército de "generalatos" ni de "generalísimos", por lo que no se trata tampoco, contra lo que dice el rotativo, del "intocable estamento militar mexicano".
Así están las cosas: violando la carta de la ONU, la ONU quiere saber a quién le rinde cuentas el ejército mexicano, como si no importara demasiado saber a quién le rinde cuentas Naciones Unidas (que asume que en lo de Ayotzinapa "fue el Estado" desde el momento en que se tipifica el delito como "desaparición forzada"). Para esto ha servido una tipificacion dolosa ("desaparición forzada"), hecha por encima de la jurisdicción mexicana e incluso al margen de lo sugerido por el GIEI, aunque entre estos especialistas los hay no muy escrupulosos, como el peruano José L. Torero.
Una cosa es de lamentar, muy de lamentar: este tufillo "antiautoritario", procedente de la extrema izquierda y recogido muy en particular en Estados Unidos, que tiene un aspecto "libertario" y que sirve en lo fundamental para un "anarco-capitalismo" que vive del "caos controlado", no de ningún orden mínimo en la vida en sociedad (ni se diga institucional castrense).
El antecedente es tan lamentable que el periódico español de mayor venta en el mundo critica, como si estuviera hablando de una dictadura, a "un generalato poco acostumbrado a rendir cuentas al poder civil", desconociendo de un plumazo la diferencia entre México y el resto de América Latina durante ya casi cerca de un siglo: pese a que las exacciones existieron (en particular en Guerrero), el ejército mexicano se diferenció de prácticamente todos los de América Latina (incluso de países como Uruguay) por someterse al poder civil desde los años '20, cuando fue profesionalizado e institucionalizado (cualquiera puede hurgar en el papel clave jugado por Joaquín Amaro, sobre el cual hay numerosos estudios). Salvo excepciones, el mexicano no ha sido un ejército de "generalatos" ni de "generalísimos", por lo que no se trata tampoco, contra lo que dice el rotativo, del "intocable estamento militar mexicano".
Así están las cosas: violando la carta de la ONU, la ONU quiere saber a quién le rinde cuentas el ejército mexicano, como si no importara demasiado saber a quién le rinde cuentas Naciones Unidas (que asume que en lo de Ayotzinapa "fue el Estado" desde el momento en que se tipifica el delito como "desaparición forzada"). Para esto ha servido una tipificacion dolosa ("desaparición forzada"), hecha por encima de la jurisdicción mexicana e incluso al margen de lo sugerido por el GIEI, aunque entre estos especialistas los hay no muy escrupulosos, como el peruano José L. Torero.
Una cosa es de lamentar, muy de lamentar: este tufillo "antiautoritario", procedente de la extrema izquierda y recogido muy en particular en Estados Unidos, que tiene un aspecto "libertario" y que sirve en lo fundamental para un "anarco-capitalismo" que vive del "caos controlado", no de ningún orden mínimo en la vida en sociedad (ni se diga institucional castrense).
MEXICO: DESPRESTIGIAR AL ESTADO, LA CONSIGNA (II)
Al poco tiempo de los sucesos en los cuales perdieron la vida 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, un video hecho por artistas y jóvenes trató de explicar lo que sigue: why we say#Yamecansé.
Todos los mexicanos que se expresan en el video, y que comienzan sus frases explicando su "mexicanidad", lo hacen en inglés, evidentemente para un público de habla inglesa. Si algo llama la atención es, por el aspecto, el atuendo y las poses, la pertenencia de estos mexicanos -"buenas conciencias"- a lo que hoy se conoce como "clase creativa", la misma intelectual y bohemia que en la capital mexicana, el Distrito Federal, se encuentra en colonias/barrios como la Condesa, la Roma y similares, donde probablemente no falte la plantita-cola-de-borrego que ayude a "desinhibirse".
Al explicar los terribles resultados de la "guerra mesiánica" (?) contra las drogas del anterior mandatario mexicano, Felipe Calderón (¿guerra contra las drogas o contra cárteles de la droga?), un joven suelta en el video que hay en México decenas de miles de desaparecidos pero, lo que es mejor, que ya son cientos de miles los muertos (sí, cientos de miles). No queda claro si este miembro de la "clase creativa" distingue entre número de muertos y valor en pesos o dólares de las acciones bursátiles de papá. Si la cifra de muertos hubiera sido cierta, en poquísimos años (aunque hay videos que suman setenta y pico de años), México habría superado a todos los países de América Latina (incluyendo a Guatemala y Colombia, los más cruentos en materia de represión política, y a todas las dictaduras del Cono Sur) en cantidad de muertos. Pero además, los habría superado a todos juntos, puesto que alguna vez los politólogos latinoamericanistas estimaron en 250 mil las muertes políticas en las décadas previas a la "transición a la democracia" latinoamericana. Obviamente, el joven del video no tiene interés en lo que dice: se dirige a un "público" extranjero esperando lograr una ganancia política y mandando tal vez el mensaje subliminal de que esa ganancia se repartirá (¿entre los "autóctonos" que repitan la consigna?.)
El asunto de los desaparecidos no está mejor, porque habiéndolos, se quiere tratarlos cada vez más como "desapariciones forzadas", una figura que tiene su origen en la del "detenido desaparecido" de las dictaduras conosureñas. Aunque al video en los hechos no le alcanza la suma de muertos (juntando los de la Guardería ABC, Acteal, Aguas Blancas y Ayotzinapa), lo que cuenta es crear la imagen de algo que si no es dictadura, se le parece (incluso bajo la forma "perfecta"). Parte de la mentira está en que habría que suponer que los más de 20 mil desaparecidos lo fueron por fuerzas del Estado y no por ajustes de cuentas entre cárteles. No importa ningún hecho real, sino lo que concita la "desaparición": la ganancia política y el hecho de hacer de ésta -cargándole la pérdida ante la "opinión pública" al linchado- la materia prima de la buena conciencia. En inglés, además.
Todos los mexicanos que se expresan en el video, y que comienzan sus frases explicando su "mexicanidad", lo hacen en inglés, evidentemente para un público de habla inglesa. Si algo llama la atención es, por el aspecto, el atuendo y las poses, la pertenencia de estos mexicanos -"buenas conciencias"- a lo que hoy se conoce como "clase creativa", la misma intelectual y bohemia que en la capital mexicana, el Distrito Federal, se encuentra en colonias/barrios como la Condesa, la Roma y similares, donde probablemente no falte la plantita-cola-de-borrego que ayude a "desinhibirse".
Al explicar los terribles resultados de la "guerra mesiánica" (?) contra las drogas del anterior mandatario mexicano, Felipe Calderón (¿guerra contra las drogas o contra cárteles de la droga?), un joven suelta en el video que hay en México decenas de miles de desaparecidos pero, lo que es mejor, que ya son cientos de miles los muertos (sí, cientos de miles). No queda claro si este miembro de la "clase creativa" distingue entre número de muertos y valor en pesos o dólares de las acciones bursátiles de papá. Si la cifra de muertos hubiera sido cierta, en poquísimos años (aunque hay videos que suman setenta y pico de años), México habría superado a todos los países de América Latina (incluyendo a Guatemala y Colombia, los más cruentos en materia de represión política, y a todas las dictaduras del Cono Sur) en cantidad de muertos. Pero además, los habría superado a todos juntos, puesto que alguna vez los politólogos latinoamericanistas estimaron en 250 mil las muertes políticas en las décadas previas a la "transición a la democracia" latinoamericana. Obviamente, el joven del video no tiene interés en lo que dice: se dirige a un "público" extranjero esperando lograr una ganancia política y mandando tal vez el mensaje subliminal de que esa ganancia se repartirá (¿entre los "autóctonos" que repitan la consigna?.)
El asunto de los desaparecidos no está mejor, porque habiéndolos, se quiere tratarlos cada vez más como "desapariciones forzadas", una figura que tiene su origen en la del "detenido desaparecido" de las dictaduras conosureñas. Aunque al video en los hechos no le alcanza la suma de muertos (juntando los de la Guardería ABC, Acteal, Aguas Blancas y Ayotzinapa), lo que cuenta es crear la imagen de algo que si no es dictadura, se le parece (incluso bajo la forma "perfecta"). Parte de la mentira está en que habría que suponer que los más de 20 mil desaparecidos lo fueron por fuerzas del Estado y no por ajustes de cuentas entre cárteles. No importa ningún hecho real, sino lo que concita la "desaparición": la ganancia política y el hecho de hacer de ésta -cargándole la pérdida ante la "opinión pública" al linchado- la materia prima de la buena conciencia. En inglés, además.
MEXICO: DESPRESTIGIAR AL ESTADO, LA CONSIGNA (I)
Se puede estar o no estar de acuerdo con lo que hace o deja de hacer el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el gobierno de México. Lo que debiera preocupar en las críticas que se le hacen a este gobierno es el tipo de métodos empleados, ya que suponen que cualquiera puede decir absolutamente cualquier cosa sobre cualquier cosa. Es la "opinión pública", cuando la hay, la que resulta burlada.
En el caso del multihomicidio de la colonia Narvarte (el asesinato de cinco personas el 31 de julio en una colonia/barrio en la zona centro-sur del Distrito Federal, la capital mexicana), resulta sorprendente que el caso se haya politizado antes de que hubiera avanzado cualquier indagatoria y antes de que se completaran las evidencias por recabar. Hay quien pudo escribir, por ejemplo: "el trasfondo político para el caso de los asesinatos de Rubén Espinosa y Nadia Vera queda claro para todos" (antes de que hayan sido detenidos todos los sospechosos). El asunto es tan obvio que está claro para "todos" (¿pero cuales "todos"?), salvo al parecer para quienes llevan la indagatoria o para quienes tienen acceso a ella y quieren informarse.
Cierto, Espinosa era un fotoreportero de un semanario político y se había refugiado en la capital mexicana ante amenazas de muerte en el estado de Veracruz y Vera era activista del movimiento Yosoy132, suponiendo que todavía lo haya. Fue suficiente para que 600 intelectuales y periodistas, azuzados desde Estados Unidos, condenaran este "atentado contra la libre expresión" (¿dos de las tres mujeres asesinadas eran periodistas o tenían otras ocupaciones?) y fueran seguidos por un alud de cerca de 700 mil firmas en 192 países (#Nosnoscallarán).
Pasadas algunas semanas, la indagatoria apuntaba a un asunto de ajuste de cuentas entre narcomenudistas (dista mucho de ser el primero en la Ciudad de México) y, sin que por ello tengan nada que ver con redes de criminales, los resultados de análisis toxicológico de Espinosa y Vera no fueron los más favorables para ellos. Ambos parecen haber ocupado de todos modos un lugar secundario en el problema, probablemente debido al ajuste por deudas o por traiciones entre narcomenudistas, incluyendo a una mujer (si es que no a dos). Así, había proveedores y consumidores y nadie, al menos no desde la procuraduría capitalina mexicana, se apresuró a criminalizar a Espinosa ni a Vera, quienes podrían haber cometido una equivocación, aunque tal vez justificada por quienes, sin haber salido del 68, creen que "lo personal es político". Aprovechando el clima creado, los tres detenidos y sus defensores hicieron su agosto y se declararon todos inocentes de todo. Siendo así las cosas, todos resultaron inocentes, menos, seguramente, la procuraduría capitalina (parte de un gobierno de la ciudad contra el que también hay consigna). Dicho de otro modo: todos los que delinquieron y quienes lo hicieron por equivocación (si fue el caso, al menos a juzgar por los resultados de análisis toxicológicos) resultaron inocentes y la procuraduría del Distrito Federal fue indiciada -por "sospechosa"- por la "opinión pública".
Es inocente quien -en realidad difamando de antemano y llamando a linchar- escribió que el "trasfondo político (...) queda claro para todos". Es inocente porque, fuera de cualquier indagatoria, cualquiera es libre de soltar este tipo de frases o cualesquiera otras (en un artículo intitulado además "Encarar al narcogobierno") que no tienen como objetivo ni analizar, ni informar ni atender al lector, sino lucrar o, si se quiere, aprovechar una circunstancia para obtener una ganancia política. Es desde luego un "intelectual" y "activista" muy de izquierda quien escribió la frase de mercado, la más conservadora de todas, interesada tan solo en el negocio del momento ("fuera Peña", "fue el Estado", etcétera). !Igual que los y las narcomenudistas (y regenteadoras, probablemente), por cierto!.
En el caso del multihomicidio de la colonia Narvarte (el asesinato de cinco personas el 31 de julio en una colonia/barrio en la zona centro-sur del Distrito Federal, la capital mexicana), resulta sorprendente que el caso se haya politizado antes de que hubiera avanzado cualquier indagatoria y antes de que se completaran las evidencias por recabar. Hay quien pudo escribir, por ejemplo: "el trasfondo político para el caso de los asesinatos de Rubén Espinosa y Nadia Vera queda claro para todos" (antes de que hayan sido detenidos todos los sospechosos). El asunto es tan obvio que está claro para "todos" (¿pero cuales "todos"?), salvo al parecer para quienes llevan la indagatoria o para quienes tienen acceso a ella y quieren informarse.
Cierto, Espinosa era un fotoreportero de un semanario político y se había refugiado en la capital mexicana ante amenazas de muerte en el estado de Veracruz y Vera era activista del movimiento Yosoy132, suponiendo que todavía lo haya. Fue suficiente para que 600 intelectuales y periodistas, azuzados desde Estados Unidos, condenaran este "atentado contra la libre expresión" (¿dos de las tres mujeres asesinadas eran periodistas o tenían otras ocupaciones?) y fueran seguidos por un alud de cerca de 700 mil firmas en 192 países (#Nosnoscallarán).
Pasadas algunas semanas, la indagatoria apuntaba a un asunto de ajuste de cuentas entre narcomenudistas (dista mucho de ser el primero en la Ciudad de México) y, sin que por ello tengan nada que ver con redes de criminales, los resultados de análisis toxicológico de Espinosa y Vera no fueron los más favorables para ellos. Ambos parecen haber ocupado de todos modos un lugar secundario en el problema, probablemente debido al ajuste por deudas o por traiciones entre narcomenudistas, incluyendo a una mujer (si es que no a dos). Así, había proveedores y consumidores y nadie, al menos no desde la procuraduría capitalina mexicana, se apresuró a criminalizar a Espinosa ni a Vera, quienes podrían haber cometido una equivocación, aunque tal vez justificada por quienes, sin haber salido del 68, creen que "lo personal es político". Aprovechando el clima creado, los tres detenidos y sus defensores hicieron su agosto y se declararon todos inocentes de todo. Siendo así las cosas, todos resultaron inocentes, menos, seguramente, la procuraduría capitalina (parte de un gobierno de la ciudad contra el que también hay consigna). Dicho de otro modo: todos los que delinquieron y quienes lo hicieron por equivocación (si fue el caso, al menos a juzgar por los resultados de análisis toxicológicos) resultaron inocentes y la procuraduría del Distrito Federal fue indiciada -por "sospechosa"- por la "opinión pública".
Es inocente quien -en realidad difamando de antemano y llamando a linchar- escribió que el "trasfondo político (...) queda claro para todos". Es inocente porque, fuera de cualquier indagatoria, cualquiera es libre de soltar este tipo de frases o cualesquiera otras (en un artículo intitulado además "Encarar al narcogobierno") que no tienen como objetivo ni analizar, ni informar ni atender al lector, sino lucrar o, si se quiere, aprovechar una circunstancia para obtener una ganancia política. Es desde luego un "intelectual" y "activista" muy de izquierda quien escribió la frase de mercado, la más conservadora de todas, interesada tan solo en el negocio del momento ("fuera Peña", "fue el Estado", etcétera). !Igual que los y las narcomenudistas (y regenteadoras, probablemente), por cierto!.
martes, 15 de septiembre de 2015
UCRANIA: LOS NIÑOS, A FILAS
Como era de preveer, el actual gobierno de Ucrania, a pesar de haberse declarado contrario a todos los "totalitarismos", únicamente la emprendió contra los comunistas.
Ese mismo gobierno solapa ni más ni menos que el entrenamiento de niños para labores paramilitares, en un "campamento de verano" cerca de Kiev, capital ucraniana. Los infantes son instruidos muy en serio por miembros del batallón Azov, que sigue portando -pese a la prohibición del gobierno ucraniano- el emblema que pertenecía en la segunda Guerra Mundial a la división Das Reich de las SS. Más en concreto, este símbolo proviene de las creencias "esotéricas" de los nazis -que las tenían-, y es la runa Wolfangel o "gancho de lobo".
Los paramilitares, que ya han actuado en el Este de Ucrania, no están solos. Junto con otros, el batallón Azov forma parte de la Guardia Nacional ucraniana, asociada con la Guardia Nacional de California y entrenada por estadounidenses y británicos, según Manlio Dinucci en Il Manifesto.
A los niños se les enseña a disparar y a odiar, de tal modo que juran: "mataremos a todos los rusos". Este es el tipo de cosas de las que el "ciudadano" promedio occidental ni se entera, aunque lloriquee por todos los refugiados del mundo (sin distinguirlos de una tarjeta navideña de Unicef), incluyendo a niños kurdos/sirios ahogados y debidamente manipulados para la fotografía por soldados turcos. Que Occidente promueva -siempre en la estrategia de cerco contra la Federación Rusa- "golpes blandos" desde Macedonia hasta Moldavia, con mayor o menor éxito (en Macedonia falló, en Moldavia está por verse mientras la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, apoya la "revolución de color" latente), el entrenamiento en Bosnia de miembros del Estado Islámico, los cánticos protofascistas en las calles croatas y otros usos de lumpenpaíses, no es algo que llegue a la conciencia del propietario de clase media europeo o estadounidense, incapaz de imaginarse que algún día alguna consecuencia de sus acciones podría hacerle el efecto bumerán. Así que no hay inconveniente en utilizar menores de edad para formaciones paramilitares neonazis, en algo muy similar a lo que hizo Hitler muy cerca del final de la guerra, por más que la escala, eso sí, sea muy menor cerca de Kíev.
Ese mismo gobierno solapa ni más ni menos que el entrenamiento de niños para labores paramilitares, en un "campamento de verano" cerca de Kiev, capital ucraniana. Los infantes son instruidos muy en serio por miembros del batallón Azov, que sigue portando -pese a la prohibición del gobierno ucraniano- el emblema que pertenecía en la segunda Guerra Mundial a la división Das Reich de las SS. Más en concreto, este símbolo proviene de las creencias "esotéricas" de los nazis -que las tenían-, y es la runa Wolfangel o "gancho de lobo".
Los paramilitares, que ya han actuado en el Este de Ucrania, no están solos. Junto con otros, el batallón Azov forma parte de la Guardia Nacional ucraniana, asociada con la Guardia Nacional de California y entrenada por estadounidenses y británicos, según Manlio Dinucci en Il Manifesto.
A los niños se les enseña a disparar y a odiar, de tal modo que juran: "mataremos a todos los rusos". Este es el tipo de cosas de las que el "ciudadano" promedio occidental ni se entera, aunque lloriquee por todos los refugiados del mundo (sin distinguirlos de una tarjeta navideña de Unicef), incluyendo a niños kurdos/sirios ahogados y debidamente manipulados para la fotografía por soldados turcos. Que Occidente promueva -siempre en la estrategia de cerco contra la Federación Rusa- "golpes blandos" desde Macedonia hasta Moldavia, con mayor o menor éxito (en Macedonia falló, en Moldavia está por verse mientras la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN, apoya la "revolución de color" latente), el entrenamiento en Bosnia de miembros del Estado Islámico, los cánticos protofascistas en las calles croatas y otros usos de lumpenpaíses, no es algo que llegue a la conciencia del propietario de clase media europeo o estadounidense, incapaz de imaginarse que algún día alguna consecuencia de sus acciones podría hacerle el efecto bumerán. Así que no hay inconveniente en utilizar menores de edad para formaciones paramilitares neonazis, en algo muy similar a lo que hizo Hitler muy cerca del final de la guerra, por más que la escala, eso sí, sea muy menor cerca de Kíev.
BOSNIA: LA PRESENCIA DEL ESTADO ISLAMICO
Para encontrar terroristas del Estado Islámico de Iraq y Levante (EIIL) ni siquiera es necesario salir de Europa.
En unos cuantos lugares de Bosnia-Herzegovina donde croatas y sobre todo serbios tuvieron que irse, por la guerra o por las dificultades posteriores, las propiedades campestres fueron adquiridas por islamistas radicales, que las convirtieron en campos de entrenamiento, según lo descubrió la prensa británica. Es lo que llegó a pasar en las pequeñas localidades de Osve y, en el norte de Bosnia, Gornja Maoca, donde incluso las familias residentes, alejadas de las autoridades religiosas bosnias, profesan la fe del Estado Islámico.
En Osve se entrenaron terroristas que luego fueron a combatir a Siria. Una de las personas que adquirió propiedades, Harun Mehicevic, emigró a Australia en los años '90 y en la ciudad australiana de Melbourne se hizo conocer por su asistencia al centro cultural islámico local.
La comunidad de Gornja Maoca fue dirigida por Nusret Imamovic, quien, luego de irse a Siria en el año 2013, se volvió el número tres del terrorista Frente al-Nusra.
Las autoridades bosnias "siguen de cerca" a estos radicales y en algunos casos han tratado de parar a los fanáticos. Sin embargo, si las redes existen, es en parte porque lugares como Gornja Maoca tenían desde antes -muy en concreto, desde la guerra en los Balcanes- simpatías por Al-Qaeda. Y este grupo fue aliado de los occidentales en la guerra para la destrucción de la antigua Yugoslavia. Prisa, lo que se llama prisa, no parece que tengan los europeos por calmar al Estado Islámico y sus filiales internacionales.
En unos cuantos lugares de Bosnia-Herzegovina donde croatas y sobre todo serbios tuvieron que irse, por la guerra o por las dificultades posteriores, las propiedades campestres fueron adquiridas por islamistas radicales, que las convirtieron en campos de entrenamiento, según lo descubrió la prensa británica. Es lo que llegó a pasar en las pequeñas localidades de Osve y, en el norte de Bosnia, Gornja Maoca, donde incluso las familias residentes, alejadas de las autoridades religiosas bosnias, profesan la fe del Estado Islámico.
En Osve se entrenaron terroristas que luego fueron a combatir a Siria. Una de las personas que adquirió propiedades, Harun Mehicevic, emigró a Australia en los años '90 y en la ciudad australiana de Melbourne se hizo conocer por su asistencia al centro cultural islámico local.
La comunidad de Gornja Maoca fue dirigida por Nusret Imamovic, quien, luego de irse a Siria en el año 2013, se volvió el número tres del terrorista Frente al-Nusra.
Las autoridades bosnias "siguen de cerca" a estos radicales y en algunos casos han tratado de parar a los fanáticos. Sin embargo, si las redes existen, es en parte porque lugares como Gornja Maoca tenían desde antes -muy en concreto, desde la guerra en los Balcanes- simpatías por Al-Qaeda. Y este grupo fue aliado de los occidentales en la guerra para la destrucción de la antigua Yugoslavia. Prisa, lo que se llama prisa, no parece que tengan los europeos por calmar al Estado Islámico y sus filiales internacionales.
CROACIA-EUROPA: Y AHORA, LA LIMPIEZA ETICA
A principios de agosto pasado, Croacia festejó con pompa la "Operación Oluja" (Tormenta) por la cual, 20 años antes, 220 mil serbios fueron expulsados de territorio croata (en Krajina, 18 % de ese territorio) y mil 200 civiles fueron asesinados. El entonces presidente croata, Franjo Tudjman, había dado la orden de que a los serbios "los desaparezcan", por lo que la operación era de limpieza étnica. La operación fue asesorada por soldados estadounidenses y por miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La celebración de agosto pasado se hizo como parte del "Día de la Victoria y de la Gratitud de la Patria" y del "Día de la Defensa de Croacia". Asistieron representantes de unos cuarenta y pico de países, China incluida, aunque no de la Federación Rusa.
Los principales responsables de esta operación de limpieza étnica, los militares croatas Ante Gotovina, Mladen Markac e Ivan Cernak- fueron absueltos por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), son considerados héroes en Zagreb, capital croata, y al menos dos estuvieron en las celebraciones recientes.
En Knin, cabecera de Krajina, tuvo lugar algo peor: un concierto de rock en el cual la estrella, Marko Perkovic "Thompson", comenzó al grito de Za dom spremni! ("!Por la patria estamos dispuestos!"), grito de los ustachis croatas de Ante Pavelic -al fnal refugiado en la Argentina de Juan Domingo Perón- que colaboraron abiertamente con el nazismo alemán durante la segunda Guerra Mundial. El grito es el equivalente del "Sieg Heil!" alemán. Decenas de miles de espectadores en el estado de Knin corearon el grito de Perkovic.
Casi nadie reparó en esta enésima reivindicación croata del periodo de colaboración con el nazismo. Tampoco incomoda que este tipo de colaboración se festeje en países del Báltico y sea igualmente abierto en Ucrania. No es exactamente que los croatas sean fascistas -aunque muchos son algo así como "protofascistas". Es simplemente que la indiferencia moral ganó en las capitales europeas y estadounidense ante esta forma de violencia. Después de todo, a la limpieza étnica sigue a veces la limpieza ética.
Los principales responsables de esta operación de limpieza étnica, los militares croatas Ante Gotovina, Mladen Markac e Ivan Cernak- fueron absueltos por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), son considerados héroes en Zagreb, capital croata, y al menos dos estuvieron en las celebraciones recientes.
En Knin, cabecera de Krajina, tuvo lugar algo peor: un concierto de rock en el cual la estrella, Marko Perkovic "Thompson", comenzó al grito de Za dom spremni! ("!Por la patria estamos dispuestos!"), grito de los ustachis croatas de Ante Pavelic -al fnal refugiado en la Argentina de Juan Domingo Perón- que colaboraron abiertamente con el nazismo alemán durante la segunda Guerra Mundial. El grito es el equivalente del "Sieg Heil!" alemán. Decenas de miles de espectadores en el estado de Knin corearon el grito de Perkovic.
Casi nadie reparó en esta enésima reivindicación croata del periodo de colaboración con el nazismo. Tampoco incomoda que este tipo de colaboración se festeje en países del Báltico y sea igualmente abierto en Ucrania. No es exactamente que los croatas sean fascistas -aunque muchos son algo así como "protofascistas". Es simplemente que la indiferencia moral ganó en las capitales europeas y estadounidense ante esta forma de violencia. Después de todo, a la limpieza étnica sigue a veces la limpieza ética.
lunes, 14 de septiembre de 2015
REINO UNIDO: CAMERON SE PASA DE CAMERON
La elección de Jeremy Corbyn como nuevo líder del Partido Laborista británico provocó en el primer ministro conservador, David Cameron, una declaración que debiera llamar la atención sobre el clima reinante en algunas potencias, e incluso más allá de ellas, en grupos sociales enteros.
Corbyn - actualmente casado con la importadora de café mexicana Laura Alvarez- no es el tipo de centrista que era Tony Blair. En efecto, el nuevo líder laborista no tiene inconveniente en defender a los sindicatos, en abogar por la gratuidad de la educación superior, en pedir la nacionalización de industrias como los ferrocarriles e impuestos más altos para los adinerados, ni en ser antimilitarista (contrario a la Organización del Tratado del Atlántico Norte-OTAN) y pacifista antinuclear. Ni siquiera es Corbyn un marxista de hueso colorado -aunque no desdeña a Marx- y, en rigor, no va más allá de una forma un tanto radical de keynesianismo (Corbyn es además vegetariano y amante de ir al trabajo en bicicleta). Desde luego que Corbyn no ha matado a nadie ni se ha mostrado jamás partidario del terrorismo tipo Al-Qaeda ni nada parecido. No hay en lo que dice Corbyn incitación al odio, ni siquiera en sus posiciones sobre Irlanda, donde, pese a ciertas simpatías con el Ejército Republicano Irlandés, el nuevo líder laborista ha encontrado acuerdo con Gerry Adams.
Pues bien, Cameron, siguiendo al ministro británico de Defensa, declaró: "el Partido Laborista representa ahora una amenaza para la seguridad nacional, la seguridad económica y la seguridad de nuestras familias". Desde luego, para Cameron "nuestras familias", la seguridad de la economía y la nación son lo mismo (¿cuántos no lo piensan exactamente así en los más distintos países?). Lo grave no es ésto: sucede que la menor diferencia real -no supuesta, como en el caso de Blair- es, literalmente (puesto que se trata de seguridad nacional) un ataque, además equiparable al terrorismo. Cameron dice que una diferencia real de enfoque sobre lo que debería hacerse en la política británica es, nótese bien, ni más ni menos que un atentado. No parece que Cameron haya estado bromeando y no tiene cara de bromista. Así, en el sistema tal y como parece concebirlo Cameron, cada familia, si en verdad quiere ser verde, es libre de escoger en la economía verde de la nación verde el verde que más le plaza, claro u oscuro y en todas las tonalidades imaginables entre estos extremos. Lo que nadie puede decir es: "el asunto no es verde, es azul" (ya no digamos rojo). Ya lo señalaba el comunista francés Michel Clouscard: en el capitalismo de hoy todo está permitido, pero nada es posible.
Por si alguien creyera que Corbyn es una amenaza, sucede que, al retratar al líder laborista como "amenaza para la seguridad nacional", Cameron está llamando desde luego a atacarlo: quien está amenazando -en forma muy fea- en realidad es Cameron, no Corbyn. En nombre de la familia y la economía (entiéndase que del sacrosanto derecho de propiedad), parece válido amenazar la menor discrepancia, descalificándola y colocándola "fuera" de la comunidad. Si alguien le quiere llamar a este proceder "democracia", pues adelante. Al fin y al cabo en el capitalismo todo, absolutamente todo está permitido, como decía Clouscard.
Corbyn - actualmente casado con la importadora de café mexicana Laura Alvarez- no es el tipo de centrista que era Tony Blair. En efecto, el nuevo líder laborista no tiene inconveniente en defender a los sindicatos, en abogar por la gratuidad de la educación superior, en pedir la nacionalización de industrias como los ferrocarriles e impuestos más altos para los adinerados, ni en ser antimilitarista (contrario a la Organización del Tratado del Atlántico Norte-OTAN) y pacifista antinuclear. Ni siquiera es Corbyn un marxista de hueso colorado -aunque no desdeña a Marx- y, en rigor, no va más allá de una forma un tanto radical de keynesianismo (Corbyn es además vegetariano y amante de ir al trabajo en bicicleta). Desde luego que Corbyn no ha matado a nadie ni se ha mostrado jamás partidario del terrorismo tipo Al-Qaeda ni nada parecido. No hay en lo que dice Corbyn incitación al odio, ni siquiera en sus posiciones sobre Irlanda, donde, pese a ciertas simpatías con el Ejército Republicano Irlandés, el nuevo líder laborista ha encontrado acuerdo con Gerry Adams.
Pues bien, Cameron, siguiendo al ministro británico de Defensa, declaró: "el Partido Laborista representa ahora una amenaza para la seguridad nacional, la seguridad económica y la seguridad de nuestras familias". Desde luego, para Cameron "nuestras familias", la seguridad de la economía y la nación son lo mismo (¿cuántos no lo piensan exactamente así en los más distintos países?). Lo grave no es ésto: sucede que la menor diferencia real -no supuesta, como en el caso de Blair- es, literalmente (puesto que se trata de seguridad nacional) un ataque, además equiparable al terrorismo. Cameron dice que una diferencia real de enfoque sobre lo que debería hacerse en la política británica es, nótese bien, ni más ni menos que un atentado. No parece que Cameron haya estado bromeando y no tiene cara de bromista. Así, en el sistema tal y como parece concebirlo Cameron, cada familia, si en verdad quiere ser verde, es libre de escoger en la economía verde de la nación verde el verde que más le plaza, claro u oscuro y en todas las tonalidades imaginables entre estos extremos. Lo que nadie puede decir es: "el asunto no es verde, es azul" (ya no digamos rojo). Ya lo señalaba el comunista francés Michel Clouscard: en el capitalismo de hoy todo está permitido, pero nada es posible.
Por si alguien creyera que Corbyn es una amenaza, sucede que, al retratar al líder laborista como "amenaza para la seguridad nacional", Cameron está llamando desde luego a atacarlo: quien está amenazando -en forma muy fea- en realidad es Cameron, no Corbyn. En nombre de la familia y la economía (entiéndase que del sacrosanto derecho de propiedad), parece válido amenazar la menor discrepancia, descalificándola y colocándola "fuera" de la comunidad. Si alguien le quiere llamar a este proceder "democracia", pues adelante. Al fin y al cabo en el capitalismo todo, absolutamente todo está permitido, como decía Clouscard.
miércoles, 9 de septiembre de 2015
AYOTZINAPA: MUNDO DE JUGUETE
No parece que la experiencia sirva a nadie ni de gran cosa: hoy se sabe en qué terminó la "primavera árabe" y a dónde está yendo a parar el Maidán ucraniano, pero Estados Unidos ha descubierto el modo más idóneo de moverle el piso a gobiernos incómodos o que deben ser al menos paralizados, "engarrotados": sirviéndose de la extrema izquierda.
Gracias al trabajo del Grupo Independiente de Expertos Internacionales (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los padres de los normalistas en el limbo -ahora ya no están muertos, están desaparecidos, y mañana desde luego que resuscitarán- solicitaron que estos especialistas permanezcan en México "indefinidamente" (¿qué tal unos tres años?). Algunos líderes de estos normalistas se las traen: están buscando desde hace rato involucrar al ejército mexicano, si con un horno crematorio, mejor. En fin, todo "puede ser" ("pueque sí, "pueque no").
La extrema izquierda de la sierra morena se encuentra feliz de desmontar la versión oficial y sí, puede que haya un quinto autobús, una mujer extraña en un taxi o lo que Argos quiera agregar (si ya llegamos a la película "los 33", podemos llegar a "los 43"). Los otros que quieren aprovechar la ocasión son de derecha, muy concretamente del Partido Acción Nacional (PAN): mientras los expertos se paseaban por Ayotzinapa con collares de cempasúchitl, los panistas pidieron que sea ni más ni menos que una Fiscalía Internacional, designada por el titular de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, la que lleve el caso (el perredista Jesús Zambrano, de centro-izquierda, no fue tan lejos). En resumen, quienes están pidiendo a gritos una tutela foránea sobre el caso Ayotzinapa son al mismo tiempo de la sierra morena y del pan. Vaya. Cualquiera que haya estudiado el papel de la OEA e incluso de la CIDH en la Historia latinoamericana debería irse con un mínimo de precaución. Parecen organismos neutrales, como Naciones Unidas, aunque siempre terminan por prestarse a determinados favores (Naciones Unidas, faltando a sus facultades, ya aprobó el trabajo del GIEI).
En un título reciente, La noche más triste, Esteban Illades (quien no esta casado con la versión oficial) cuenta con todo cómo en la escuela normal rural de Ayotzinapa un grupo de ocho personas (estudiantes de segundo y tercer años) organizaron la novatada, después de rapar (con los de cuarto año) a los de nuevo ingreso (convertidos en "pelones"), poco enterados de lo que debían hacer: tomarse autobuses, para no decir que secuestrarlos. El riesgo, al menos según el GIEI, es que un autobús de los "tomados" lleve dinero o droga en una región donde el tráfico de estupefacientes está en apogeo.
Un grupo de intelectuales estuvo hace poco en Ayotzinapa para apadrinar a la generación 2011-2015. No se supo que, como mayores de edad, recomendaran a los no tan mayores no andar buscando el secuestro de hasta 100 autobuses (era la cifra pactada) para causas revolucionarias, como la de asistir a la conmemoración del 2 de octubre. Después de todo, en la izquierda se califica o se descalifica, pero no se deslindan nunca responsabilidades, ni se supone que los pobres las tengan (no está fijado aún el monto de ingreso promedio mensual a partir del cual se le puede exigir a alguien un comportamiento medianamente responsable). En fin, que la izquierda infantil se encontró niños para hacer otra de las suyas: lo propio de los infantes es la inocencia y, con ella, la más completa irresponsabilidad, la misma de quienes a estas horas deben estar insultando al ex procurador Jesús Murillo Karam.
Gracias al trabajo del Grupo Independiente de Expertos Internacionales (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los padres de los normalistas en el limbo -ahora ya no están muertos, están desaparecidos, y mañana desde luego que resuscitarán- solicitaron que estos especialistas permanezcan en México "indefinidamente" (¿qué tal unos tres años?). Algunos líderes de estos normalistas se las traen: están buscando desde hace rato involucrar al ejército mexicano, si con un horno crematorio, mejor. En fin, todo "puede ser" ("pueque sí, "pueque no").
La extrema izquierda de la sierra morena se encuentra feliz de desmontar la versión oficial y sí, puede que haya un quinto autobús, una mujer extraña en un taxi o lo que Argos quiera agregar (si ya llegamos a la película "los 33", podemos llegar a "los 43"). Los otros que quieren aprovechar la ocasión son de derecha, muy concretamente del Partido Acción Nacional (PAN): mientras los expertos se paseaban por Ayotzinapa con collares de cempasúchitl, los panistas pidieron que sea ni más ni menos que una Fiscalía Internacional, designada por el titular de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, la que lleve el caso (el perredista Jesús Zambrano, de centro-izquierda, no fue tan lejos). En resumen, quienes están pidiendo a gritos una tutela foránea sobre el caso Ayotzinapa son al mismo tiempo de la sierra morena y del pan. Vaya. Cualquiera que haya estudiado el papel de la OEA e incluso de la CIDH en la Historia latinoamericana debería irse con un mínimo de precaución. Parecen organismos neutrales, como Naciones Unidas, aunque siempre terminan por prestarse a determinados favores (Naciones Unidas, faltando a sus facultades, ya aprobó el trabajo del GIEI).
En un título reciente, La noche más triste, Esteban Illades (quien no esta casado con la versión oficial) cuenta con todo cómo en la escuela normal rural de Ayotzinapa un grupo de ocho personas (estudiantes de segundo y tercer años) organizaron la novatada, después de rapar (con los de cuarto año) a los de nuevo ingreso (convertidos en "pelones"), poco enterados de lo que debían hacer: tomarse autobuses, para no decir que secuestrarlos. El riesgo, al menos según el GIEI, es que un autobús de los "tomados" lleve dinero o droga en una región donde el tráfico de estupefacientes está en apogeo.
Un grupo de intelectuales estuvo hace poco en Ayotzinapa para apadrinar a la generación 2011-2015. No se supo que, como mayores de edad, recomendaran a los no tan mayores no andar buscando el secuestro de hasta 100 autobuses (era la cifra pactada) para causas revolucionarias, como la de asistir a la conmemoración del 2 de octubre. Después de todo, en la izquierda se califica o se descalifica, pero no se deslindan nunca responsabilidades, ni se supone que los pobres las tengan (no está fijado aún el monto de ingreso promedio mensual a partir del cual se le puede exigir a alguien un comportamiento medianamente responsable). En fin, que la izquierda infantil se encontró niños para hacer otra de las suyas: lo propio de los infantes es la inocencia y, con ella, la más completa irresponsabilidad, la misma de quienes a estas horas deben estar insultando al ex procurador Jesús Murillo Karam.
GUATEMALA: TIEMPO DE PAYASITOS
Hace poco, en un semanario mexicano que oscila entre el periodismo y la nota roja, un prestigioso analista -al menos así podría ser presentado, aunque también con disfraz de experto o de universitario- escribió, sin averiguar nada preciso, como acostumbra: "México cuenta con instituciones mucho más débiles que Guatemala". Primera trampa: este "analista" citó como "guatemalteca" a la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG), de carácter -su nombre lo indica- internacional y en gran medida dependiente de Naciones Unidas. Guatemala tiene -como si fuera cuasi-protectorado- a la CICIG justamente porque no parece tener ninguna institución ni digna de este nombre ni confiable, menos aún en materia de justicia. Tal vez de lo que se trataba era, uno, de salir con la consigna (de apariencia izquierdista) "si Pérez Molina cayó, Peña Nieto caerá", y dos, de facilitar toda clase de injerencias foráneas donde sea que pueda haberlas (es por este motivo que en México se ha persistido en el caso Ayotzinapa).
En 1954, a la caída (por golpe militar) de Jacobo Arbenz, decenas de miles de guatemaltecos (algunos cálculos llegan hasta los 160 mil) buscaron refugio en México, país que los acogió, como acogió en el sureste (Tabasco/Campeche), décadas después, a refugiados de la guerra interna en el país centroamericano. La "institucionalidad" guatemalteca es en realidad tan nula -cercana a lo inexistente- que la misma Guatemala pasó por cerca de tres décadas de guerra interna, varias dictaduras y 150 mil muertos -fue la más cruenta de la serie de dictaduras de toda América Latina. Gracias a tan esmerada institucionalidad, ninguno de los peores dictadores, ni siquiera Efraín Ríos Montt (salvado por "errores de procedimiento" de una condena por genocidio), ya ni se diga Mejía Víctores o Lucas García, fue juzgado ni sentenciado jamás, en notoria diferencia con algunos países del Cono Sur.
Esta misma gran institucionalidad guatemalteca le permitió a Rigoberta Menchú, la de los "fármacos similares", deformar -ya con el cerebro lavado- el sentido de la guerra interna guatemalteca, que nunca fue un genocidio contra los mayas: las guerrillas de la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG) no tenían ningún carácter indigenista, salvo la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA), y los indígenas no fueron las únicas víctimas de la secuencia de dictadores que consagró la gran "institucionalidad" guatemalteca.
Luego del "golpe blando" contra el hoy ex mandatario Otto Pérez Molina (lo que no lo exculpa), gracias a una injerencia foránea (y con los debidos aplausos de Washington), en su infinita institucionalidad el pueblo guatemalteco, con participación altísima en las urnas y sin alternativa ninguna de izquierda (¿salvo Arjona y los turistas de Antigua?), votó en primer lugar a un payaso (o cómico, como se prefiera), Jimmy Morales, considerado por lo demás como alguien cercano a sectores duros del ejército y cuya formación incluye estudios recurrentes sobre "seguridad y defensa". Detrás de este "Aistónteles", por poco y llega copy and paste Manuel Baldizón, un millonario empresario hotelero apodado de este modo por el plagio de su libro Rompiendo paradigmas (qué duda cabe...), aunque finalmente se coló también la socialdemócrata Sandra Torres, tal vez el menor de los males. Hasta el periódico español de mayor venta en el mundo no pudo ocultar su extrañeza por el hecho de que una supuesta "revolución civil" (¿qué revolución?) haya ido a parar en la antipolítica, entre payasos y gente de dinero. Desde luego, la izquierda "de la sierra morena" es libre de festejarle al pueblo guatemalteco sus extravíos como una que otra madre le festeja a su hijo hasta las peores malcriadeces, si es que realmente hay algo que festejar en obscenidades como la que jura y perjura que "México cuenta con instituciones mucho más débiles que Guatemala". ¿Why not? Johnny too bad, me pitourrearse del lector..
En 1954, a la caída (por golpe militar) de Jacobo Arbenz, decenas de miles de guatemaltecos (algunos cálculos llegan hasta los 160 mil) buscaron refugio en México, país que los acogió, como acogió en el sureste (Tabasco/Campeche), décadas después, a refugiados de la guerra interna en el país centroamericano. La "institucionalidad" guatemalteca es en realidad tan nula -cercana a lo inexistente- que la misma Guatemala pasó por cerca de tres décadas de guerra interna, varias dictaduras y 150 mil muertos -fue la más cruenta de la serie de dictaduras de toda América Latina. Gracias a tan esmerada institucionalidad, ninguno de los peores dictadores, ni siquiera Efraín Ríos Montt (salvado por "errores de procedimiento" de una condena por genocidio), ya ni se diga Mejía Víctores o Lucas García, fue juzgado ni sentenciado jamás, en notoria diferencia con algunos países del Cono Sur.
Esta misma gran institucionalidad guatemalteca le permitió a Rigoberta Menchú, la de los "fármacos similares", deformar -ya con el cerebro lavado- el sentido de la guerra interna guatemalteca, que nunca fue un genocidio contra los mayas: las guerrillas de la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG) no tenían ningún carácter indigenista, salvo la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA), y los indígenas no fueron las únicas víctimas de la secuencia de dictadores que consagró la gran "institucionalidad" guatemalteca.
Luego del "golpe blando" contra el hoy ex mandatario Otto Pérez Molina (lo que no lo exculpa), gracias a una injerencia foránea (y con los debidos aplausos de Washington), en su infinita institucionalidad el pueblo guatemalteco, con participación altísima en las urnas y sin alternativa ninguna de izquierda (¿salvo Arjona y los turistas de Antigua?), votó en primer lugar a un payaso (o cómico, como se prefiera), Jimmy Morales, considerado por lo demás como alguien cercano a sectores duros del ejército y cuya formación incluye estudios recurrentes sobre "seguridad y defensa". Detrás de este "Aistónteles", por poco y llega copy and paste Manuel Baldizón, un millonario empresario hotelero apodado de este modo por el plagio de su libro Rompiendo paradigmas (qué duda cabe...), aunque finalmente se coló también la socialdemócrata Sandra Torres, tal vez el menor de los males. Hasta el periódico español de mayor venta en el mundo no pudo ocultar su extrañeza por el hecho de que una supuesta "revolución civil" (¿qué revolución?) haya ido a parar en la antipolítica, entre payasos y gente de dinero. Desde luego, la izquierda "de la sierra morena" es libre de festejarle al pueblo guatemalteco sus extravíos como una que otra madre le festeja a su hijo hasta las peores malcriadeces, si es que realmente hay algo que festejar en obscenidades como la que jura y perjura que "México cuenta con instituciones mucho más débiles que Guatemala". ¿Why not? Johnny too bad, me pitourrearse del lector..
martes, 8 de septiembre de 2015
LATINOAMERICANISMO: INJERTESE LA AGENDA TRANSNACIONAL, PERO QUE EL TRONCO SEA DE NUESTRO ARRIBISMO
Los estudios latinoamericanos en diversos lugares dedicados a ellos, desde universidades públicas hasta centros y facultades especializadas en el asunto, han dejado en su mayoría de ocuparse de los temas de antaño.
Como ocurre en general en las ciencias sociales, estos estudios se han convertido en un espacio de movilidad ascendente a como dé lugar: pareciera haber llegado la hora de los lobitos. Estos lobitos se dedican a dos cosas: una, hacia el pasado, a la adulación, y otra, hacia el futuro, a colgarse de agendas diseñadas fuera de América Latina, por lo general en organismos internacionales y en universidades estadounidenses.
Los lobitos ni siquieran reparan en la incongruencia de colgarse de lo que sus maestros rechazaban o veían con cierta suspicacia: los temas del pasado tenían que ver con el desarrollo y el subdesarrollo, el capitalismo y el socialismo, el Estado, la nación y las clases sociales, la estructura social en su conjunto y las organizaciones políticas, los procesos de largo plazo y así por el estilo. Los lobitos ponen los nombres de sus "grandes maestros", la mayoría difuntos o casi, en aulas, en becas y en fundaciones, en concursos y en una que otra compilación; se celebran el centenario del nacimiento de tal o cual, el aniversario de tal otro, la fecha luctuosa de uno más, y a todo asisten los lobitos -siempre presentes- para adular y "estar ahí", "en la grande".
Como a estos lobitos no les importa en lo más mínimo el pensamiento de sus "grandes maestros" (salvo para nimiedades barrocas o para embadurnarse como los seres primitivos con el "espíritu" de tal o cual), se dedican a otras cosas, dictadas desde fuera: que a las mujeres y los jóvenes, que a todas las orientaciones sexuales inventadas o por inventar, que a la ecología, a los migrantes y a la pobreza, que a la literatura de moda, al arte y a la democracia y todas las palabras que se le puedan asociar (gobernanza, gobernabilidad, transparencia, etcétera...), sin el menor vínculo con los estudios de antaño. Por el camino de la adulación (sin que importe qué aportó el adulado) o por el de la adaptación a la agenda del poder, lo fundamental es trepar, "hacerse visible" -o hasta vedette-, granjearse recursos sin demasiado esfuerzo y bloquear a cualquiera que empiece desde abajo. Eso sí, si algo aprendieron de sus "grandes maestros", es la costumbre de hacer latinoamericanismo "desde arriba", aunque en el pasado no fuera exactamente así y hubiera más discusión que en la abultada "agenda" actual, en la cual se repite al unísono. En el pasado el "gran maestro" a veces extraía una renta -local, por lo demás- de la cual se ponía a vivir ("cría fama y échate a dormir");el lobito extrae su renta de compartirla con la ganancia transnacional, lo que, espera él, le redituará a la vez la fama de antaño y los reflectores y los estelares de hoy.
Como ocurre en general en las ciencias sociales, estos estudios se han convertido en un espacio de movilidad ascendente a como dé lugar: pareciera haber llegado la hora de los lobitos. Estos lobitos se dedican a dos cosas: una, hacia el pasado, a la adulación, y otra, hacia el futuro, a colgarse de agendas diseñadas fuera de América Latina, por lo general en organismos internacionales y en universidades estadounidenses.
Los lobitos ni siquieran reparan en la incongruencia de colgarse de lo que sus maestros rechazaban o veían con cierta suspicacia: los temas del pasado tenían que ver con el desarrollo y el subdesarrollo, el capitalismo y el socialismo, el Estado, la nación y las clases sociales, la estructura social en su conjunto y las organizaciones políticas, los procesos de largo plazo y así por el estilo. Los lobitos ponen los nombres de sus "grandes maestros", la mayoría difuntos o casi, en aulas, en becas y en fundaciones, en concursos y en una que otra compilación; se celebran el centenario del nacimiento de tal o cual, el aniversario de tal otro, la fecha luctuosa de uno más, y a todo asisten los lobitos -siempre presentes- para adular y "estar ahí", "en la grande".
Como a estos lobitos no les importa en lo más mínimo el pensamiento de sus "grandes maestros" (salvo para nimiedades barrocas o para embadurnarse como los seres primitivos con el "espíritu" de tal o cual), se dedican a otras cosas, dictadas desde fuera: que a las mujeres y los jóvenes, que a todas las orientaciones sexuales inventadas o por inventar, que a la ecología, a los migrantes y a la pobreza, que a la literatura de moda, al arte y a la democracia y todas las palabras que se le puedan asociar (gobernanza, gobernabilidad, transparencia, etcétera...), sin el menor vínculo con los estudios de antaño. Por el camino de la adulación (sin que importe qué aportó el adulado) o por el de la adaptación a la agenda del poder, lo fundamental es trepar, "hacerse visible" -o hasta vedette-, granjearse recursos sin demasiado esfuerzo y bloquear a cualquiera que empiece desde abajo. Eso sí, si algo aprendieron de sus "grandes maestros", es la costumbre de hacer latinoamericanismo "desde arriba", aunque en el pasado no fuera exactamente así y hubiera más discusión que en la abultada "agenda" actual, en la cual se repite al unísono. En el pasado el "gran maestro" a veces extraía una renta -local, por lo demás- de la cual se ponía a vivir ("cría fama y échate a dormir");el lobito extrae su renta de compartirla con la ganancia transnacional, lo que, espera él, le redituará a la vez la fama de antaño y los reflectores y los estelares de hoy.
lunes, 7 de septiembre de 2015
IZQUIERDA: LA NATURALEZA CONTRA LA FALSA ERUDICION
Un reciente encuentro de intelectuales en solidaridad con Venezuela mostró algunos de los vicios que acompañan a una izquierda para la cual la palabra es, ante todo, retórica (si inflamable, mejor), y no expresión de ideas, por lo cual nunca se analiza nada ni se informa. Se gritonea y gusta el vituperio.
En el encuentro en Caracas, capital venezolana, Alvaro García Linera, vicepresidente boliviano, hizo delante del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, un llamado (no sin retórica, ciertamente) a disputarle al capitalismo el "sentido común" en las más diversas actividades cotidianas, lógicas y éticas. No había mayor secreto en este llamado "gramsciano" y, por lo demás, García Linera (quien nunca ha renunciado al pensamiento) jamás se pronunció por desertar de la academia ni por dejar de escribir. García Linera, eso sí, dijo que el intelectual "debe salir de la academia" (!pero precisó que sin dejarla!) y agregó: "¿por qué no va a la calle?" (!pero dijo que sin dejar de escribir!).
Fue penoso ver en el video (disponible en Youtube) a la intelectualidad vestida al estilo "hermoso-huipil-llevabas-llorona" y a los barbudos de turno aplaudir a rabiar no por las ideas de García Linera, que las había, sino por la frase "salir de la academia" y más aún por el "salir a la calle". Es un viejo reflejo antiacadémico de los intelectuales latinoamericanos. García Linera no estaba diciendo otra cosa que Marx: "convertir las ideas en fuerza material". El deplorable público de antiguo estilo "los folkloristas" y "desde el hondo crisol de la patria, venceremos" entendió -como se acostumbra desde que Cuba resolvió tomarse el poder a tiros- que hay que dejarse de ideas para pasar a la acción, y llegar como sea a la fuerza material (a pedradas, tal vez), sin perder el tiempo en pensar. El intelectual no está para perderse en un cubículo: debe estar en la calle, que es desde donde muchos quieren "gobernar" y "poner y deponer" -siempre a gritos.
Nicolás Maduro terminó celebrando en García Linera al "intelectual orgánico" y recordando a José Carlos Mariátegui, a quien el venezolano, con retórica, llamó "nuestro Gramsci" -lo que sea, pero que "suene". Desde luego que entre tanta idiotez, la idea que trató de transmitir García Linera se perdió por completo: el boliviano estaba llamando a crear cultura y los demás, naturaleza por delante, estaban pensando en cómo quitarse las ideas de encima.
En el encuentro en Caracas, capital venezolana, Alvaro García Linera, vicepresidente boliviano, hizo delante del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, un llamado (no sin retórica, ciertamente) a disputarle al capitalismo el "sentido común" en las más diversas actividades cotidianas, lógicas y éticas. No había mayor secreto en este llamado "gramsciano" y, por lo demás, García Linera (quien nunca ha renunciado al pensamiento) jamás se pronunció por desertar de la academia ni por dejar de escribir. García Linera, eso sí, dijo que el intelectual "debe salir de la academia" (!pero precisó que sin dejarla!) y agregó: "¿por qué no va a la calle?" (!pero dijo que sin dejar de escribir!).
Fue penoso ver en el video (disponible en Youtube) a la intelectualidad vestida al estilo "hermoso-huipil-llevabas-llorona" y a los barbudos de turno aplaudir a rabiar no por las ideas de García Linera, que las había, sino por la frase "salir de la academia" y más aún por el "salir a la calle". Es un viejo reflejo antiacadémico de los intelectuales latinoamericanos. García Linera no estaba diciendo otra cosa que Marx: "convertir las ideas en fuerza material". El deplorable público de antiguo estilo "los folkloristas" y "desde el hondo crisol de la patria, venceremos" entendió -como se acostumbra desde que Cuba resolvió tomarse el poder a tiros- que hay que dejarse de ideas para pasar a la acción, y llegar como sea a la fuerza material (a pedradas, tal vez), sin perder el tiempo en pensar. El intelectual no está para perderse en un cubículo: debe estar en la calle, que es desde donde muchos quieren "gobernar" y "poner y deponer" -siempre a gritos.
Nicolás Maduro terminó celebrando en García Linera al "intelectual orgánico" y recordando a José Carlos Mariátegui, a quien el venezolano, con retórica, llamó "nuestro Gramsci" -lo que sea, pero que "suene". Desde luego que entre tanta idiotez, la idea que trató de transmitir García Linera se perdió por completo: el boliviano estaba llamando a crear cultura y los demás, naturaleza por delante, estaban pensando en cómo quitarse las ideas de encima.
jueves, 3 de septiembre de 2015
CHINA Y SU BURBUJA
Cuando venía diciéndose que la economía china es el nuevo gran "taller del mundo", el gigante asiático se dió de bruces con algo que tiene muy poco de productivo: la especulación.
El economista mexicano Alejandro Nadal atribuyó la reciente crisis china a dos factores: el más importante de ellos, una monumental especulación con bienes raíces, en medio de un desenfrenado tránsito de una sociedad antaño rural a una urbanizada al vapor, por no decir que a la maldita sea (basta ver lo que sucede con la contaminación en algunas ciudades como Beijing o con el deterioro en las ciudades industriales de Manchuria). Así, recuerda Nadal, desde 1949, año del triunfo de la Revolución China, surgieron en el país asiático ni más ni menos que 600 nuevas ciudades.
En el año 2004, por reforma constitucional, se abrió la puerta a la propiedad privada de casas y departamentos y a la inversión en bienes raíces. Agreguemos que seguramente, en este otro país BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), muchos corrían por convertirse en ciudadanos de clase media al estilo estadounidense, entiéndase que con derechos de propiedad por delante. El asunto, explica Nadal, terminó en burbuja, con un exceso de espacio residencial y de oficinas sin vender: ni más ni menos que la friolera de 60 millones de departamentos en esta situación. En 2013, siempre según Nadal, existía en China una locura de 10 mil millones de metros cuadrados de construcción en varias ciudades, con un valor de mercado de dos veces el producto interno bruto (PIB), algo sin parangón en la historia del capitalismo. Una parte de la cartera vencida de los bancos chinos acabó vinculada al mercado de bienes raíces. El mercado repercutía en otros sectores como las industrias del acero, el cemento, el vidrio, el mobiliario y los aparatos eléctricos.
¿Había que reanimar al sector de bienes raíces (30 % del PIB chino) con más crédito, o ajustando los precios de casas y departamentos para encontrar compradores? En este caso, correrían riesgos los agentes de bienes raíces que se sobrendeudaron y que no podrían pagar sus créditos. Por lo demás, como lo sugiere Nadal, es altamente probable que todo este negocio haya ido de la mano de la corrupción. El asunto terminó en impasse y en desmanes bursátiles.
El segundo elemento fue la especulación con divisas (carry trade), la obtención de divisas a bajo costo para invertir en títulos en divisas con rendimientos superiores. En tanta fiebre especulativa, China tuvo que "aterrizar". No es seguro que haya encontrado el modo.
La conclusión de Alejandro Nadal es contundente: "si alguien -escribió- pensó alguna vez que el capitalismo en China no mostraría su verdadera cara, debe pensarlo dos veces y revisar los números e indicadores sobre el sector financiero y la economía real. Es posible que la crisis en China apenas esté arrancando".
Ocurrió también que no se quiso ver el rostro del capitalismo chino, desde la forma de tratar a la mano de obra local hasta cierta depredación en la inversión extranjera (notablemente en Africa). Un buen día, una izquierda heredera de la añeja China maoísta decidió proseguir con el gigantismo y el futurismo sin reparar en que, en el país asiático, no falta la realidad que contradiga lo que las autoridades y los admiradores externos proclaman, y sin menoscabo de los logros de Beijing. En fin, que se creía que era "el taller del mundo"; se descubrió otro casino de tantos.
El economista mexicano Alejandro Nadal atribuyó la reciente crisis china a dos factores: el más importante de ellos, una monumental especulación con bienes raíces, en medio de un desenfrenado tránsito de una sociedad antaño rural a una urbanizada al vapor, por no decir que a la maldita sea (basta ver lo que sucede con la contaminación en algunas ciudades como Beijing o con el deterioro en las ciudades industriales de Manchuria). Así, recuerda Nadal, desde 1949, año del triunfo de la Revolución China, surgieron en el país asiático ni más ni menos que 600 nuevas ciudades.
En el año 2004, por reforma constitucional, se abrió la puerta a la propiedad privada de casas y departamentos y a la inversión en bienes raíces. Agreguemos que seguramente, en este otro país BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), muchos corrían por convertirse en ciudadanos de clase media al estilo estadounidense, entiéndase que con derechos de propiedad por delante. El asunto, explica Nadal, terminó en burbuja, con un exceso de espacio residencial y de oficinas sin vender: ni más ni menos que la friolera de 60 millones de departamentos en esta situación. En 2013, siempre según Nadal, existía en China una locura de 10 mil millones de metros cuadrados de construcción en varias ciudades, con un valor de mercado de dos veces el producto interno bruto (PIB), algo sin parangón en la historia del capitalismo. Una parte de la cartera vencida de los bancos chinos acabó vinculada al mercado de bienes raíces. El mercado repercutía en otros sectores como las industrias del acero, el cemento, el vidrio, el mobiliario y los aparatos eléctricos.
¿Había que reanimar al sector de bienes raíces (30 % del PIB chino) con más crédito, o ajustando los precios de casas y departamentos para encontrar compradores? En este caso, correrían riesgos los agentes de bienes raíces que se sobrendeudaron y que no podrían pagar sus créditos. Por lo demás, como lo sugiere Nadal, es altamente probable que todo este negocio haya ido de la mano de la corrupción. El asunto terminó en impasse y en desmanes bursátiles.
El segundo elemento fue la especulación con divisas (carry trade), la obtención de divisas a bajo costo para invertir en títulos en divisas con rendimientos superiores. En tanta fiebre especulativa, China tuvo que "aterrizar". No es seguro que haya encontrado el modo.
La conclusión de Alejandro Nadal es contundente: "si alguien -escribió- pensó alguna vez que el capitalismo en China no mostraría su verdadera cara, debe pensarlo dos veces y revisar los números e indicadores sobre el sector financiero y la economía real. Es posible que la crisis en China apenas esté arrancando".
Ocurrió también que no se quiso ver el rostro del capitalismo chino, desde la forma de tratar a la mano de obra local hasta cierta depredación en la inversión extranjera (notablemente en Africa). Un buen día, una izquierda heredera de la añeja China maoísta decidió proseguir con el gigantismo y el futurismo sin reparar en que, en el país asiático, no falta la realidad que contradiga lo que las autoridades y los admiradores externos proclaman, y sin menoscabo de los logros de Beijing. En fin, que se creía que era "el taller del mundo"; se descubrió otro casino de tantos.
martes, 1 de septiembre de 2015
CHINA, RUSIA: GASES LACRIMOGENOS
El cineasta ex soviético, Nikita Mikhalkov, ignorante del estudio de la sociedad como casi cualquiera que haya crecido en el sovietismo de posguerra, embarcó a la cultura oficial rusa en la creencia de que la Revolución Rusa (de Octubre) y la guerra civil posterior rompieron con la evolución "natural" de la Historia. Este regreso desde la Revolución a la Evolución con "E" mayúscula se ha acompañado del denigramiento de todo lo revolucionario, por contraste con el enaltecimiento de lo "blanco" y el idilio con "la Rusia que perdimos".
Los chinos se han puesto a lo mismo, La película de John Woo (crecido en Hong Kong), "The crossing", no disimula demasiado la simpatía por los "guardias blancos" chinos, en este caso por quienes, mediante la evacuación orquestada por Chiang Kai-shek, pasaron hasta Taiwan (Formosa) durante la guerra civil en China . La película de Woo se estrenó en Beijing en 2014 y gustó mucho en el país asiático (y claro, en Taiwan), llevándose por un buen rato algo así como el 40 % de las recaudaciones de taquilla. La gente se quedó con la idea que transmite la película: las guerras civiles dividen a los hermanos (¿a la gran familia rusa o la gran familia china?), impiden el amor (y tal vez hasta la belleza de filmarlo), y después de todo, frente a la masa de soldaditos rojos, el general blanco Li Yufang era -para retomar la expresión de Konstatin Semin en el portal ruso Odnako- un "tipo fresco" -simpático, varonil, además casi un niño. Vaya: las revoluciones, encima de todo, liquidan hasta lo poético que hay en la vida.
Algunos rusos se han enojado y han recordado lo que era la propiedad de los medios de producción antes de las Revoluciones. En realidad, con estos aires aristocráticos, Mikhalkov o Woo responden al espíritu de una época: ¿qué dice Wikipedia que es una clase social? pues una que genera "intereses y objetivos" que pueden considerarse "comunes" y que pueden reforzar la "solidaridad interpersonal". Ahora también puede existir una clase porque en un "marco social mayor" unos grupos o ciertas personas tienen funciones "mutuamente dependientes". Así, gente de distintas clases sociales puede ir a creerse, llorando en las mismas películas sobre guardias blancos en dificultades, que es igual -entiéndase bien: de clase media- y puede incluso reconocerse y solidarizarse en versiones estetizadas de "Los que vivimos". Seguramente no es el momento -menos en Rusia, sobre todo- de ponerse a dividir a la sociedad, pero otra cosa es hacerle creer, al estilo estadounidense y en imitación BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que todo se resuelve en una lacrimosa reconciliación: no es entre iguales, por cierto, sino con la aristocracia de antaño (y la afición del negociante estadounidense promedio es, claro está. comprarse una genealogía). Ya no hay Estado ni nación: solo una gran familia muy unida y con una hermosa genealogía, el bello pasado que perdimos.
Los chinos se han puesto a lo mismo, La película de John Woo (crecido en Hong Kong), "The crossing", no disimula demasiado la simpatía por los "guardias blancos" chinos, en este caso por quienes, mediante la evacuación orquestada por Chiang Kai-shek, pasaron hasta Taiwan (Formosa) durante la guerra civil en China . La película de Woo se estrenó en Beijing en 2014 y gustó mucho en el país asiático (y claro, en Taiwan), llevándose por un buen rato algo así como el 40 % de las recaudaciones de taquilla. La gente se quedó con la idea que transmite la película: las guerras civiles dividen a los hermanos (¿a la gran familia rusa o la gran familia china?), impiden el amor (y tal vez hasta la belleza de filmarlo), y después de todo, frente a la masa de soldaditos rojos, el general blanco Li Yufang era -para retomar la expresión de Konstatin Semin en el portal ruso Odnako- un "tipo fresco" -simpático, varonil, además casi un niño. Vaya: las revoluciones, encima de todo, liquidan hasta lo poético que hay en la vida.
Algunos rusos se han enojado y han recordado lo que era la propiedad de los medios de producción antes de las Revoluciones. En realidad, con estos aires aristocráticos, Mikhalkov o Woo responden al espíritu de una época: ¿qué dice Wikipedia que es una clase social? pues una que genera "intereses y objetivos" que pueden considerarse "comunes" y que pueden reforzar la "solidaridad interpersonal". Ahora también puede existir una clase porque en un "marco social mayor" unos grupos o ciertas personas tienen funciones "mutuamente dependientes". Así, gente de distintas clases sociales puede ir a creerse, llorando en las mismas películas sobre guardias blancos en dificultades, que es igual -entiéndase bien: de clase media- y puede incluso reconocerse y solidarizarse en versiones estetizadas de "Los que vivimos". Seguramente no es el momento -menos en Rusia, sobre todo- de ponerse a dividir a la sociedad, pero otra cosa es hacerle creer, al estilo estadounidense y en imitación BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que todo se resuelve en una lacrimosa reconciliación: no es entre iguales, por cierto, sino con la aristocracia de antaño (y la afición del negociante estadounidense promedio es, claro está. comprarse una genealogía). Ya no hay Estado ni nación: solo una gran familia muy unida y con una hermosa genealogía, el bello pasado que perdimos.
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