Regresó el hijo pródigo. Papá dirige una universidad pública y el hijo propone en la selva Lacandona "hacer pedazos" al Estado, como supuestamente lo hubieran propuesto Marx a propósito de la Comuna de París y Lenin a partir de los soviets. De manera increíble, papá premia al hijo, con reconocimiento y emolumentos, para que siga prestándole voz a los neozapatistas. No, papá no es autoritario, no reprime, no coerciona: tolera que su hijo proponga "destruirlo", hacerlo añicos, llenarle la entrada de indios levantiscos, etcétera, en plena provocación, y lo recibe (los recibe) con fiesta y comida opípara en casa.
El hijo pródigo se ha desprendido, él también (lo hacen todos) del marxismo tradicional y propone que los "movimientos sociales", así de telúricos, se organicen solos, sin vanguardias, sin líderes, "sin Comités Centrales", etcétera, en pleno espontaneísmo. En el fondo, no es anarquismo, como ciertamente lo dice el señor, convencido de que en América Latina están "los movimientos sociales más importantes del planeta" (pudo agregar que intergalácticos) y, por cierto, uno de los máximos pensadores universales "de todos los tiempos"- no es otro que BEA, el lector de Sartre y Heidegger. En vez de anarquismo, es la creencia libertaria (y no liberal) de los neocons estadounidenses: el mercado, supuestamente, se auto-organiza, se "autorregula", y a menor intervención estatal, mejor. Lo mismo dice el hijo pródigo de los "movimientos sociales". Y está la misma insinuación que en el supuesto "neoliberalismo": que haya alguna forma de organización estatal o algún liderazgo es una potencial traición, el riesgo de sacrificar a subalternos y otros en el altar de los intereses "del Comité Central" o instancias por el estilo (líderes charros, etcétera...).
CAAR, el hijo pródigo, es antisistémico, anticapitalista y, sobre todo, modesto: seguidor de "uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos", estudioso de "los movimientos sociales más importantes del planeta", publica a los "grandes clásicos" de nuestro tiempo y no aparece como mitómano, sino como alguien "que se atrevió a trascender", dizque sin vanguardismo, pero con esa manía latinoamericana de superarlo todo de antemano. El gauchisme, en el caso de CAAR, dice para los "movimientos sociales" lo mismo que dicta "el mercado" para la vida en sociedad, así que, después de todo, bien vale la pena que papá se haga de la vista gorda ante los escándalos vandálicos de su hijo pródigo.
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lunes, 26 de junio de 2017
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