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miércoles, 5 de julio de 2023

¿OTRO ASUNTO QUE SE PUDRE?

 Es muy difícil saber en qué momento puede terminar el conflicto entre Rusia y Ucrania. En el terreno, Rusia prácticamente lo ha ganado y tendría que lograr "sellar" la nueva frontera, pero lo que es impredecible es el grado de provocación en el que quiera mantenerse el gobierno ucraniano de Volodímir Zelenski, al servicio de Occidente.

     Occidente ha ganado mucho desde hace varios años. Si la ambición de Hitler era apoderarse de los cereales de Ucrania y el petróleo de Bakú (Azerbaiyán, en el mar Caspio), la alianza de la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte  (OTAN) lo consiguió. Como Rusia no ha invadido Ucrania, sino que ha ocupado una parte del Este del país (ni siquiera toda), es posible dar por sentado el fin de Ucrania como se la conocía territorialmente, pero el centro-occidente seguirá en manos de Occidente, que tiene a grandes empresas transnacionales haciendo negocios en el lugar. Lo curioso es que se cumple lo deseado desde los años '90 por "halcones" como el extinto Zbigniew Brzezinski, que lo plasmó en el libro El gran tablero mundial, de 1997: crear un eje de "seguridad europea" París-Berlín-Varsovia- Kíev. Ya está. Occidente no va a arriesgar lo mucho ganado, a la espera de poder ir por más. Las hostilidades en el Este de Ucrania en sí mismas no importan mucho, sino que le sirven a Occidente para mantener la presión sobre Rusia, aunque sabiendo que la "estrategia de la tensión" no debe conducir a un riesgo nuclear que, entre otras cosas, ponga en peligro lo mucho ganado. Puede que no sean buenos para pensar, pero los occidentales, estadounidenses en particular, son excelentes para calcular sus intereses (costo/beneficio). Están cerca de ampliar la OTAN con algunos nórdicos.

     Lo que no queda claro es lo que pueda suceder dentro de Rusia, aunque en términos generales el país ha aguantado las sanciones, a reserva de que no faltan los pretextos para sumar más. Occidente quisiera intervenir en una Federación Rusa desmoronándose como castillo de naipes, pero no ocurrirá. En concreto, lo que las sanciones buscaron -y no funcionó ni siquiera con el circo mercenario de Evgueni Prigozhin- es dividir a la élite rusa, de tal modo que los oligarcas se pongan contra el gobierno de Vladimir Putin. La verdad es que, a raíz de las sanciones, los oligarcas con haberes en Occidente han perdido mucho, pero las fortunas disminuidas -ligadas a la energía, la metalurgia y los clubes deportivos, como ocurre por ejemplo con Viktor Vekselberg (Aluminio UC Rusal) o con Román Abramóvich (tuvo que vender el Chelsea FC)- no se han atrevido a levantarle la mano al Kremlin. Otros han comenzado a hacer negocios con el aumento de la demanda interna de productos (como Andrei Melnichenko). Podría darse así un vuelco de los oligarcas "compradores" a la aparición de una burguesía nacional, pero es temprano para saber si este deseo de Putin -muy capitalista- se cumplirá. Lo que cabe es decir que no hay golpe oligarca contra Putin -pese a lo esperado en Occidente a partir de las sanciones- porque el ruso es un "capitalismo político": los ricos son protegidos del gobierno, no al revés, y como acaba de mostrarlo el asunto de Prigozhin, un oligarca no le puede dictar al ministerio de Defensa qué hacer. Habida cuenta de lo férreo del sistema represivo, un opositor aliado de Occidente -como Alexiei Navalny- no tiene ninguna oportunidad, por lo que no se vislumbra alguna "revolución de colores". En suma: no parece que Rusia vaya a quebrarse por dentro.

     Así, las andanadas pueden tener altibajos, y depender en parte de los cálculos estadounidenses, midiendo hasta donde llegar sin arriesgar las ganancias obtenidas. Si para ello hay que dejar que el conflicto en el Este de Ucrania y Zelenski se pudran, se hará. Más estilo cansino eslavo (da click).


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