El Día Internacional de la Mujer se celebra con cada vez menor éxito el 8 de marzo, frente al consumismo desaforado de celebraciones de origen estadounidense como el Día de la Madre, que data de las reuniones caseras que organizaba Ana María Reeves Jarvis en Virginia a finales del siglo XIX y que en 1914 el presidente Woodrow Wilson convirtiera en conmemoración pública.
Fue en el año 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que por iniciativa de la comunista alemana Clara Zetkin se propuso celebrar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer o Día de la Mujer Trabajadora ("Jornada de Solidaridad Internacional entre Mujeres Proletarias"). En esta lucha participaron otras mujeres de izquierda como Rosa Luxemburgo, Alexandra Kolontai, Nadezhda Krupskaya e Inessa Armand. El Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez en 1911 en varios países europeos y las participantes exigieron el derecho al trabajo y la no discriminación laboral. Curiosamente, esta lucha se oponía al feminismo, que reclamaba el voto únicamente para las mujeres de las clases altas, mientras que las mujeres mencionadas pedían el sufragio universal. La división se puso claramente de manifiesto ante la Primera Guerra Mundial: las feministas pidieron ser incorporadas al esfuerzo de guerra, por lo que el gobierno británico, por ejemplo, reconoció el derecho al voto de 8 millones de mujeres de clases altas, mientras que las mujeres socialistas de la IIa Internacional llamaron a una Conferencia contra la Guerra, un conflicto que se convirtió en una carnicería -de hombres- para beneficio de unas cuantas potencias imperialistas. Dicho sea de paso, Alexandra Kolontai, la primera mujer en ocupar un puesto de gobierno en una nación, logró en la Unión Soviética el voto de la mujer y la legalización del divorcio y el aborto. También se otorgaron a la mujer salarios de maternidad y guarderías y hogares para niños. Kolontai logró que se celebrara el 8 de marzo en la Unión Soviética, aunque no fue sino hasta 1965 que se volvió día no laborable. Kolontai fue la primera mujer embajadora de la Historia (en Noruega, Suecia y México). Por su parte, Clara Zetkin se vió obligada a irse de Alemania -se exiló en la Unión Soviética- por el ascenso de los nazis. Naciones Unidas no descubrió seriamente el Día Internacional de la Mujer sino hasta 1975, para lanzarse luego a lo más parecido a la "opción preferencial por las mujeres", lo que no tiene nada que ver con la igualdad (igualdad y paridad no son lo mismo).
En la actualidad, el feminismo está alejado de un socialismo inexistente y del mundo del trabajo, y más cerca de la "unión de mujeres" original del siglo XIX: es poco lo que se hace por la mujer trabajadora y por evitar que la mujer sea convertida de mil y un formas en objeto (¿ya reparó alguna feminista en la epidemia de suicidios de mujeres en la industria pornográfica?) por el sistema económico imperante, algo que en realidad está culturalmente aceptado. Kolontai reprobaba la misma prostitución que el feminismo hoy quisiera incluso legalizar. Como lo hiciera notar hace poco Robert Abele en Counterpunch, reacciones como #MeToo están más cerca del "progresismo" que de la tradición liberal: no apuntan al cambio social, sino -con o sin motivo- contra personas (en este caso, hombres), sin reparar mayormente en los engranajes de la colectividad que deshumanizan por igual a hombres que a mujeres. No se trata de la mujer como persona, porque entonces se trataría también del hombre como persona. Se trata de competencia y de "empoderar" para competir como sea y pasando por sobre quien sea. Para el caso, ha resultado mucho más interesante la reacción mexicana #YoNoDenuncioPorque, al mostrar justamente un fenómeno colectivo de encubrimiento de la agresión sexual.
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lunes, 12 de marzo de 2018
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