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lunes, 19 de marzo de 2018

RUSIA: SOMOS UN EQUIPO, DIJO PUTIN

El presidente ruso, Vladimir Putin, se reeligió para un cuarto mandato, de seis años, con un respaldo impresionante: casi 77 % de los votos (poco más de 56 millones de votos), con una abstención más bien baja (participó el 67 % de los habitantes inscritos, poco más de 74 millones de electores). Putin obtuvo altas votaciones incluso en las grandes ciudades, donde tiende a ser menor el fervor por el mandatario. Con una votación así, es muy difícil que Occidente pueda sostener una "quinta columna" para desestabilizar a la Federación Rusa y fabricarle algún "Maidán" en medio de pleitos de oligarcas, "a la ucraniana". Como en lo militar, los planes occidentales han fracasado en lo político, aunque no deja de conllevar problemas la dependencia de un solo hombre, en cuyo entorno no despuntan reemplazantes de idéntica altura y vocación de servicio.
     El resultado era esperado e incluso en la prensa occidental se especulaba sobre un 80 % de votos para Putin. Lo que no faltó fue la descalificación contra el candidato del Partido Comunista de la Federación Rusa (KPRF, por sus siglas en ruso), Pável Grudinin, quien de todos modos obtuvo cerca del 12 % de los votos (cerca de 9 millones de votantes, una cifra no desdeñable) y se colocó en segundo lugar detrás de Putin. Cabe señalar que Vladimir Zhirinovski, la eterna marioneta del Kremlin, esta vez se desplomó y sacó cerca de 6 % de votos (unos 4 millones de votantes). Maxim Suraikin, de Comunistas de Rusia (a quienes el Kremlin nunca incomodó), obtuvo medio millón de votos (0, 68 %).
     Las elecciones tuvieron lugar luego de campañas con "cancha inclinada", al ser Putin presidente y dedicarse los medios de comunicación masiva rusos, de manera obtusa, a criticar a uno solo de los candidatos, Grudinin. Según cálculos del KPRF, mientras los demás candidatos tuvieron por lo general comentarios de neutros a favorables en las noticias, el 80 % de las críticas le llovieron al candidato del KPRF. El cotidiano Vedomosti mostró que desde mediados de enero se soltó la jauría contra Grudinin: no pararon las "revelaciones" sobre él, sus supuestas "cuentas bancarias escondidas en Suiza" y de sus "co-accionistas", y su presunta "villa en Europa". Para mediados de febrero, la Comisión Electoral amenazó con sacar a Grudinin si no "cerraba sus cuentas en Suiza".
     El presentador de televisión Dmitri Kiseliov es uno de quienes más lejos fue, al incluir en sus ataques referencias a "la villa del hijo de Grudinin en Letonia", ya que la esposa de Grudinin habría adquirido la nacionalidad letona. Kiseliov insinuó que Grudinin tenía un pie fuera de Rusia (en un "aeropuerto de emergencia"), listo para largarse en caso de dificultades (como un oligarca cualquiera, vaya), y sugirió que el líder histórico del KPRF, Guennadi Ziuganov, "cambiara de candidato". Por lo demás, se difundían encuestas dándole el 7 % de votos a Grudinin y algunas que incluso lo situaban por debajo de Zhirinovski. Kiseliov difundió encuestas que supuestamente demostraban la división entre los comunistas del KPRF. Si ya se sabía que Putin es "el líder absoluto en el Olimpo político ruso", como lo llamó su vocero Dmitri Peskov, no había necesidad de tanto cochinero durante las campañas. Triunfó el más simpático invento ruso, el sovietismo anticomunista.
   

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