Algunos alocados han querido interpretar lo que ocurre en el Perú como una épica batalla de una "ciudadanía buena" (y harta) contra una "clase política mala" (todos son iguales). En estas andaba por ejemplo -y andadaba que bufaba- el comentarista de Russia Today, Jorge Rodríguez Carrasco, al abordar la renuncia del hasta hace poco presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski. Al parecer, nadie le había informado a Rodríguez de la fuerza del fujimorismo en el Perú.
A finales de febrero, Jorge Henrique Simoes Barata, exsuperintendente de la constructora brasileña Odebrecht, declaró que la empresa aportó 8,4 millones de dólares a las campañas políticas en el Perú de 2006 a 2014. El dinero vino de los fondos ilícitos de la compañía, desde el "Departamento de Operaciones Estructuradas". Cabe señalar que muchas empresas transnacionales cuentan con un rubro especial para corromper autoridades en países atrasados, rubro que en algunos países es muy simpáticamente deducible de impuestos. Barata, en todo caso, destapó financiamientos para las candidaturas de Keiko Fujimori, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski y Alejandro Toledo. De paso, se habrían entregado a la campaña de Ollanta Humala 3 millones de dólares. Actualmente, Toledo se encuentra prófugo fuera del Perú, en Estados Unidos, Kuczynski está fuera de la presidencia y Ollanta Humala y Nadine Heredia, su esposa, están por 18 meses en prisión preventiva. Si uno pone atención en la lista de Barata, salta a la vista que ni Keiko Fujimori ni Alan García han sido tocados. A la candidatura de la hija de Alberto Fujimori le llegaron de Odebrecht en 2011 unos 1,2 millones de dólares, a través de Jaime Yoshiyama Tanaka y Augusto Bedoya Cámere. El aporte se hizo en efectivo y queda la frase de Marcelo Odebrecht:"aumentar 500 para Keiko e eu fazer visita". En reuniones con Barata para recibir los sobornos de Odebrecht estuvieron presentes importantes miembros de la Confiep (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas). En otro asunto, en el año 2006, según Barata, se entregaron 200 mil dólares en efectivo para la campaña de Alan García, a través del conocido dirigente aprista Luis Alva Castro. Cabe señalar que la fujimorista Fuerza Popular y la APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) -Partido Aprista Peruano son el tipo de partidos que bien podrían ser tildados de populistas por quienes son los comentócratas expertos en encontrar populismos hasta bajo la alfombra en América Latina y más allá. Pero nada.
Hay algo que destacó en las declaraciones de Barata: afirmó que Humala y Heredia no tenían conocimiento de que hubiera dinero ilícito en la campaña del Partido Nacionalista. En primer lugar, los Humala no tenían función pública en 2011 y en segundo lugar, desconocían que hubiera dinero ilícito en su campaña. Contra lo que dijo Marcelo Odebrecht, Nadine Heredia negó haber solicitado apoyo económico del Partido de los Trabajadores (PT) brasileño, el partido de Luis Inácio Lula Da Silva, y pidió del mismo PT un desmentido, que no llegó o ni siquiera trascendió, porque en la derrota hay un tipo de izquierda que sale corriendo a esconderse. Como sea, Heredia tuiteó mediante su abogado: "a quienes sí recibieron coimas camufladas en servicios a empresas amigas, offshores o conferencias ni se les formaliza investigación".
Ollanta Humala y Nadine Heredia, probablemente inocentes, están en la cárcel desde el 13 de julio. Alan García está dedicado por su parte a pontificar, y Keiko Fujimori se dedica a hacer caer presidentes -le acaba de pasar a Kuczynski- mientras goza de impunidad, si su hermano Kenji se lo permite. El poder del dinero se inclinó por Keiko Fujimori. El "buen ciudadano" peruano tal vez asiste a estos escándalos -que hacen creer que "todos los políticos son iguales"- como quien lo hace a un espectáculo, a la espera de que salga un vencedor y sin enfrentar, desde luego, a quien pudiera serlo. "La paz nace de la justicia", dijo hace poco Nadine Heredia, y no parece que el Perú vaya a tenerlas mientras reine el fujimorismo.
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