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lunes, 13 de mayo de 2019

BRASIL, CENTRO DE NEGOCIOS

Hasta cierto punto, pareciera que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, no está tan descaminado. Cuando ha llegado a criticar el "pensamiento crítico", ha dicho que los jóvenes chinos, japoneses o israelíes saben hacer ecuaciones químicas, hacer una integral, una derivada..."mientras, agrega, nuestro chaval tiene pensamiento crítico. Está decidiendo si es hombre o mujer, que es la gran cuestión de su vida, además de la militancia política". Lo que Bolsonaro llama el "marxismo cultural" tal vez se haya ganado a pulso este tipo de mofas, y es cierto que esta forma de dizque "pensar" suele anidar en las universidades, junto a la retórica política.
     Pero Bolsonaro concluye con toda la cortedad de miras de un "histeriquito"- como lo llamó en algún momento el corresponsal del diario mexicano La Jornada, Eric Nepomuceno- que está a fin de cuentas al servicio de Paulo Guedes, ministro de Economía curiosamente especializado en drenar capital productivo para llevarlo a la especulación financiera. En efecto, para el mandatario brasileño, habría que suprimir por ejemplo las carreras de filosofía y sociología, según un tuit, para que el presupuesto sea redirigido en "áreas que generen un retorno inmediato al contribuyente, veterinaria, ingeniería y medicina". He aquí un símil de hombre de negocios que cree que la universidad es una empresa como cualquier otra y que, en su ignorancia, jamás ha tenido idea de qué es el humanismo, por ejemplo. Parece especialmente tonto, obtuso, pero Bolsonaro podría estar expresando lo que en tantas latitudes los propios universitarios traen en mente, a nombre de la "rendición de cuentas" (a los contribuyentes, seguramente): sí, generar un "retorno inmediato" (ganancia) y no andar perdiendo el tiempo en "especulaciones". Más que fascismo o neofascismo, hay aquí una sorprendente ineptitud. !Incluso el capital ha necesitado en tiempos modernos de inversiones "sin retorno inmediato" que el mismo capital no puede asumir!
      Es un país "gobernado" (el entrecomillado es nuestro) por una "pandilla de locos", diría Luiz Inacio Lula da Silva. Mientras tanto, quien destituyó a la mandataria Dilma Rousseff para convertirse en presidente está hoy en la cárcel por corrupción: es Michel Temer.
     Desde su propia cárcel, Lula (foto, en medio de Bolsonaro arriba y abajo) trata de razonar, pero él, que se quejaba de la obsolescencia de ciertos métodos de izquierda en los Foros de Sao Paulo, no consigue salir de una retórica no exenta de egolatría e histrionismo: "sé muy bien qué lugar me reserva la Historia, declara, y también quién estará en el basurero". ¿Cual es el interlocutor de Lula, quien por lo demás tiene una visión edulcorada de su paso por la presidencia brasileña?¿Le habla a la gente o a la Historia, reservándose desde ya un lugar en la posteridad y decidiendo por el tiempo, es decir, generando él solito un "retorno inmediato" en el más allá?
     ¿De locos? Es más bien la "racionalidad del mercado", lo que ocurre cuando todo es negocio. Ni Lula se escapó de favorecer a los ricos e incluso a Estados Unidos mientras gobernó, así sacara a millones de la pobreza. Y Lula era, vaya, el modelo de la "izquierda buena" y "centrista y moderada". En Brasil nada es lo que parece, y el gigante se hunde como por cierto la Argentina del presidente Mauricio Macri.

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...