No cabe duda de que el actual presidente argentino, Alberto Fernández (foto, abajo), ha venido tomando medidas importantes para sacar a la Argentina del hoyo en que la dejó Mauricio Macri, el anterior mandatario. Al mismo tiempo, Fernández no deja de adoptar formas de discurso que muestran un verdadero problema de vasallaje, que asoma también entre miembros de la Agenda Argentina que remplazó a Carta Abierta como "pensador" de las transformaciones necesarias para el país conosureño.
En efecto, no está de más preguntarse si Fernández realmente necesitaba asomarse a un acto público en Chaco para comenzar con un "buen día, amigos, amigas y amigues". Al terminar, tío Alberto dijo: "estoy acá para reparar las injusticias cometidas. Gracias a todos, a todas y a todes". Hay analistas y "estrategas" de izquierda que se indignan con el hecho de que el mandatario salvadoreño Nayib Bukele tienda a gobernar con twitter, pero no queda claro qué gana Fernández con gobernar para todes. Por si no fuera suficiente, Fernández, con tal de ser inclusivo, hace frases dignas de un candidato priísta mexicano en busca de algún puesto: "sigamos trabajando entre todos para construir esa Argentina justa, solidaria y unida que nos merecemos". Vaya, "una Argentina de pie" (¿no estaría mejor sentada para no cansarse tanto?). ¿Esa Argentina se la merecen también quienes la hundieron o digamos que la pusieron de rodillas?
En otro plano, ya más al estilo Demócrata estadounidense, Fernández creó un ministerio de las Mujeres, los Géneros y la Diversidad. ¿Es realmente una prioridad en un país donde hay hambre? En todo caso, la presidencia de la Casa Rosada anuncia la finalidad de esta instancia como parte de "(...) un Estado comprometido a promover que los derechos de las niñas, mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias se reconozcan de una manera sustantiva: en la realidad cotidiana de cada uno, una y une (sic)". Como no hay nada equivalente para hombres, no se trata de una política de igualdad, sino de "opción preferencial".
Y aquí entra Agenda Argentina para reproducir en su twitter una diatriba contra la meritocracia, algo que por cierto también llega a encontrarse en el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador, o al menos entre algunos de sus "simpatizantes intelectuales": Ahora resulta que una supuesta "ideología meritocrática" sería la fuente de discursos de odio. Sucedería que la meritocracia obvia la explotación (lo que no es exacto), la "autoexplotación" (una noción que se populariza pero que no tiene ningún rigor conceptual) y "(...) se opone a los derechos de los individuos al estipular que para el ejercicio de ciertos derechos es necesario esforzarse, trabajar para lograrlo, merecerlos". Así, supuestamente "(...) se termina santificando la desigualdad (...) (y oponiéndose) a la vigencia de niveles básicos de igualdad jurídica y política". Difícilmente sería el credo del liberalismo auténtico. Pero es cierto: tanto vale la vida de un parásito como la de quien trabaja, aunque luego no se entienda por qué los procesos de izquierda permiten -como el mal llamado "neoliberalismo", por lo demás- que se cuelen vividores (al igual que vividoras y vividoros, sic). Saludos, amiguites.
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