El gobierno francés de Emmanuel Macron no tiene razón de querer reformar el sistema local de pensiones, so pretexto de que son "privilegios" (el tipo de "argumento" que suelen usar columnistas tercermundistas también, para quienes un trabajador de país central es por definición "aristocracia obrera" mientras no viva como un bengalí). Por lo pronto, el gobierno de Macron ha tenido que dar algunos pasos atrás frente a las huelgas de protesta, aunque hayan disminuido en intensidad (mantienen por igual una fuerte simpatía de la población): no se fijará la edad de jubilación en 64 años y se mantendrá en 62, y se seguirán reconociendo algunos regímenes especiales (son 42), como los de los policías, los militares, el personal aéreo, los camioneros y otros, que de todos modos no conciernen más que al 3 % de la población activa.
El actual sistema francés de pensiones es de los mejores del mundo y hay distintas formas de remediar su déficit. El sistema por puntos y universal propuesto por el gobierno de Macron se ha revelado ineficaz donde se ha aplicado, por ejemplo en Suecia: entre las personas con más de 65 años con derecho a pensión en Francia apenas el 6,5 % está en la pobreza, mientras que la cifra se eleva al 17 % entre los habitantes del país escandinavo (la pobreza entre los jubilados se duplicó en 9 años con el sistema por puntos sueco). El problema es otro: hay 300 mil desempleados en Francia que tienen más de 60 años.En el fondo, como el sistema por puntos crea incertidumbre sobre el monto de pensión al que se tiene derecho, la gente se iría a cotizar con el sector privado que se dedica mediante fondos de inversión, aseguradoras y otros mecanismos a jugarse el dinero de los activos en la Bolsa. La "idea" de un Macron al que se le reconoce poca inteligencia es una privatización encubierta
El sistema de pensiones francés data de la Liberación, al final de la segunda Guerra Mundial. Su "padre" fue Ambroise Croizat, ministro del Trabajo de 1945 a 1947 y miembro de la Federación de Trabajadores Metalúrgicos de la Confederación General del Trabajo (CGT). Croizat murió joven, a los 50 años: un millón de personas asistieron a su funeral en 1951. El sistema francés es obligatorio, ya que toda persona activa cotiza de modo automático; funciona por repartición, por lo que hay solidaridad intergeneracional y el importe total de las cotizaciones que los asalariados entregan cada año sirve para financiar a los actuales jubilados; al ser solidario, toma en cuenta los periodos de desempleo, de enfermedad e invalidez, el número de hijos, las carreras largas y las situaciones de handicap; y es contributivo, ya que la pensión se calcula de acuerdo con las contribuciones hechas durante la carrera profesional. Actualmente, la iniciativa de Macron debe ser revisada por el Senado, en manos de la derecha (Los Republicanos). Macron ha jugado a dividir a los sindicatos, con cierto éxito, para aislar a la CGT, pero las protestas siguen y se las considera las más importantes desde hace décadas.
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