Hay más de un indicio de que, en Estados Unidos, pudo haber sido otra jugarreta del "Estado profundo" no muy a favor de Trump. En efecto, el secretario estadounidense de Estado, Michael Mike Pompeo, pareciera ser quien desde hace meses buscaba cómo deshacerse del alto jerarca militar iraní Qasem Soleimaní, proponiéndoselo a un mandatario, Donald Trump, renuente a hacerlo, hasta que le pusieron las "pruebas" de que, supuestamente, el persa estaba por volar en pedazos algunas legaciones de Estados Unidos. Fue el "argumento" que finalmente dió el mandatario de la Casa Blanca, pero, en un hecho muy curioso, salió a desmentirlo....no algún iraní, sino el ministro estadounidense de Defensa, Mark Esper, quien adujo no haber visto ninguna prueba de que Soleimaní buscara volarse cuatro embajadas de la mayor potencia del mundo. Algo extraño pasó no en la cabeza del supuestamente "loco", "irracional" e "impredecible" Trump, sino de gente como Pompeo.
Lo que se anunciaba como la Tercera Guerra Mundial tomó otros giros extraños más. En una estampida en pleno servicio fúnebre de Soleimaní, en su ciudad natal, Kerman, murieron decenas de personas (entre 30 y 56, según las fuentes) y hubo unos dos centenares de heridos. La sed de venganza pisoteó a varios persas, para empezar. Luego, Teherán, capital iraní, anunció la muerte de 80 estadounidenses en ataques a bases militares de Washington en Iraq, a lo que Trump contestó "todo está bien", algo que difícilmente habría dicho de existir tales muertos. A los pocos días, y mejor aún, la Guardia Revolucionaria de Irán argumentó que "no buscaba matar a soldados de Estados Unidos" que por lo demás no mató. "Eso no era importante", dijo el comandante de esa Guardia, Hossein Salami (sic). Entretanto, en pleno heroísmo, Irán confundió a un avión de pasajeros ucraniano con un misil de crucero y derribó aquél con uno antiaéreo, matando a 176 personas. Estudiantes iraníes de clase media y alta salieron a las calles de Teherán a protestar por el hecho y Trump pidió al régimen persa "no matarlos".
Desde luego, no parecen maneras de empezar una guerra mundial, y sí de comenzar una comedia de enredos, pero se puede mantener toda la solemnidad de la bandera roja en señal de venganza izada en la mezquita Jamkaran, en Qom, Irán (da click en el botón de reproducción para ver el vídeo), luego de la muerte de Soleimaní. También se puede comentar lo que hasta ahora parece un enredo como si fuera la Tercera Guerra Mundial o su inicio: el rating es mayor y uno se aburre menos.