Dada a conocer en 2012, la película de Carlos Bolado, Colosio: el asesinato, pese a ser ficción, apuntaba hacia un autor intelectual del crimen de 1994. Películas posteriores, igualmente ficcionales, no hay que olvidarlo, abandonaron esa pista.
A principios del año pasado, una periodista de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), Laura Sánchez Ley, encontró el enorme expediente Colosio en un juzgado perdido de Toluca, en el estado de México. Una nueva revisión mostró que en la supuesta investigación se habían dejado de lado pistas no desdeñables. Una es la del agente del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), de la Secretaría de Gobernación, el sinaloense Jorge Antonio Sánchez Ortega, quien declaró no haber disparado en el lugar del crimen, entre otras cosas porque su trabajo le prohibía la portación y el uso de armas de fuego. Sánchez Ortega fue encontrado con sangre del candidato en su chamarra. Dijo entonces no haber disparado, pero la prueba de rodizonato de sodio (Harrison Gilroy) dió positivo para plomo y bario, por lo que sí usó un arma de fuego (la prueba se realizó el mismo día del asesinato de Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994). El MCCI exhibió el documento correspondiente (por cierto, Mario Aburto también dió positivo). La Fiscalía Especial para el caso Colosio nunca investigó al agente del CISEN, pese a las contradicciones en las que este incurrió, y se abandonó así una línea de investigación no menor.
Otra persona mintió en sus declaraciones.Fernando de la Sota, parte de la Coordinación de Seguridad Personal del candidato, fue agente de la Central de Inteligencia Americana (CIA) y estuvo igualmente ligado al crimen organizado (narcotráfico). De la Sota, quien estuvo en el lugar del crimen, no paró de contradecirse en sus declaraciones: aseguró que Mario Aburto hizo los dos disparos y que vió al candidato boca arriba sangrando en el abdomen, salvo que el cuerpo de Colosio en realidad quedó boca abajo, algo ratificado por las periciales en materia de criminología. Otros testimonios del expediente recogidos por MCCI muestran a De la Sota desprotegiendo un flanco de seguridad de Colosio. Esta otra línea de investigación tampoco se investigó. MCCI muestra varios problemas de la misma índole.
Si fue un crimen de Estado, es difícil que se esclarezca, pero la versión oficial es lo suficientemente contradictoria para tener dudas, como lo muestra MCCI a partir no del resumen del caso del fiscal Luis Raúl González Pérez, sino de los documentos desclasificados (están en la página Web de MCCI).
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), antes oficialista y hoy en la oposición, y cuyos partidarios y/o militantes cargados hacia la derecha se perdieron en el envenenamiento contra todo lo que huela a izquierda o simplemente a justicia (así hagan frases de tipo soviético sobre la Historia que pondrá a tal o cual en su lugar), nunca quiso terminar de admitir que Estados Unidos lo quería fuera del gobierno y del poder. El Documento de Santa Fe II elaborado por "tanques del pensamiento" estadounidenses rezaba desde los años '80: "los Estados Unidos necesitan encontrar formas y medios para estimular a México a que acepte una oposición legítima. Las señales de oposición al dominio de un partido único son crecientes. Las reformas internas del PRI no serán suficientes para detener el crecimiento de partidos de oposición". Al poco tiempo, se trataba de fomentar "la alternancia".
A falta de poder aclarar el caso Colosio, se podría atender sus ideales: el entonces candidato estaba entre otras cosas contra un presidencialismo excesivo y lo cierto es que hasta hoy existe en México una personalización en demasía del gobierno en la figura presidencial, lo que no deja de favorecer a la oposición, aunque en lo inmediato encandile a un pueblo a veces atávico. Hay dos cosas de oro que quiso Colosio: hacer del sistema de impartición de justicia una instancia independiente de la máxima respetabilidad y certidumbre entre las instituciones de la república (no parece ser una prioridad de muchos lópezobradoristas, los más izquierdistas en particular), y nuevos métodos de administración para que cada ciudadano obtenga respuestas eficientes y oportunas cuando requiera servicios (está por verse y no es asunto de técnicas de digitalización, sino de cercanía con la gente). Nada tiene que ver lo anhelado con la supuesta "justicia" que pareciera querer por ejemplo la Secretaría de la Función Pública actual, a cargo de Irma Sandoval (una persona con una personalidad para nada sencilla y sí persecutoria), quien hasta donde deja verlo el periódico El Universal decidió con la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de Santiago Nieto una intentona de cacería contra el ex presidente priísta Enrique Peña Nieto. Además de terminar de servir a intereses que no son los mexicanos, es desleal probablemente con el actual mandatario, Andrés Manuel López Obrador, quien prometió ahorrarse los linchamientos sexenales. Ojalá no prosperaran ciertas provocaciones y se rescatara algo de la seriedad que encarnaba Luis Donaldo Colosio (centro, en la foto). López Obrador sabe que, como él mismo, era una persona recta, eso sí norteña y no tropical. Por lo demás, a diferencia de alguien como Felipe Calderón, quien al parecer no entiende que dejó la presidencia, los ex mandatarios del PRI han tenido todos el buen gusto de mantener la regla de no intervención en sexenios posteriores.
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