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lunes, 8 de junio de 2020

CUANDO SE CUELA UN CHIMPANCÉ

Muchos medios de comunicación masiva, incluyendo Russia Today en Español, estuvieron repercutiendo durante días un estudio de la revista médica The Lancet que descalificaba la hidroxicloroquina en el tratamiento de la Covid 19. El problema está en que dichos medios casi nunca recogieron lo que decían no pocos científicos, en el sentido de que el artículo podía ser un fraude. No pasó mucho tiempo, sin embargo, hasta que tres de los autores del texto se retractaran de él aduciendo que "no pueden dar fe de la veracidad de las fuentes de datos", colectados por la empresa Surgisphere, de Chicago, Estados Unidos, que no cuenta con más de cinco empleados y que pretendía haber recogido cifras de centenares de hospitales -con decenas de miles de dossiers- en los seis (sic) continentes del mundo. Los tres autores se disculparon y la revista retiró el artículo. Que se sepa, The Lancet no se disculpó. El problema está en saber cómo un artículo que tenía bastantes elementos obvios de fraude (los detectó incluso un político como el francés Francois Asselineau, sin ser científico) pudo ser dictaminado, si lo fue (es decir, revisado por pares), y pudo haber pasado antes por un Comité Editorial (si es que pasó). ¿O fue una elección discrecional del editor de la revista, conocida por cierto gusto por pegarle desde el Reino Unido a la investigación hecha en Francia? La corrupción no estaba nada más en la empresa Surgisphere. Algo tuvo que haber pasado en The Lancet para que nadie se percatara o quisiera percatarse de que se trataba de un fraude. ¿O, como sugieren otros, se trataba de ganar en factor de impacto?
     Publicado el artículo, el gobierno francés optó por suspender el suministro de hidroxicloroquina, reservado por lo demás, de manera muy tonta, a pacientes hospitalizados. ¿Olivier Véran, el ministro de Salud francés, no se dió cuenta de que el artículo era un fraude, o ni siquiera lo leyó? Por lo demás, en Francia este tipo de decisiones es colegiado: ¿El Alto Consejo de la Salud Pública (HCSP, por sus siglas en francés) tampoco se percató de lo dudoso del artículo, o ni siquiera fue leído? Hasta esta fecha, el ministro Véran no ha corregido su decisión. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) también partió del artículo en The Lancet para suspender la hidroxicloroquina en los ensayos clínicos Solidarity Trial. Cabe la misma pregunta: ¿nadie leyó el artículo ni se percató entonces de que era dudoso, por decir lo menos?¿Así se toman las decisiones en la OMS? Tal vez no haya sido más que negocio: más de uno estaba esperando "vender la idea" de que la hidroxicloroquina no sirve, entre otros motivos porque no se espera en ciertas esferas una cura para la Covid 19, sino La Vacuna. La OMS restableció finalmente la hidroxicloroquina, pidiendo disculpas, pero de tal forma que volvió sobre la necesidad de "ensayos clínicos" y "evidencias" que hablan de un modo de concebir "La Ciencia" que no impide el fraude, salvo que en el fondo tienda a propiciarlo. Es el viejo asunto de que un chimpancé puede inscribirse en una carrera de la universidad pública y terminarla sin que nadie se percate. Suceden cosas algo similares en la realidad: se puede recibir para dictamen un artículo de doctorado que no pasa de ser un texto de bachillerato, pero si quien dictamina expresa su rechazo se gana la animadversión de la revista que no quiere quedarse sin material ni financiamiento. Sobre las necesidades de la ciencia se ha impuesto, como lo señalara recientemente la periodista francesa Natacha Polony, la lógica administrativa que busca "protocolos aplicados mecánicamente" y "procedimientos formateados". ¿Qué sucedió? No fue un error ni un accidente. Tal vez desde The Lancet hasta la OMS se buscó evitar pensar (lo que supone detenerse) y los "responsables" se guiaron por dicha lógica, además de un probable "consenso" -imposible en las ciencias- contra la hidroxicloroquina por un prejuicio favorable a "La Vacuna".
     El asunto de la vacuna es igualmente dudoso: puede tardar en llegar y no ser forzosamente tan efectiva como se espere, como sucede con muchas vacunas. Ahora resulta que incluso agencias noticiosas oficiales rusas (otra vez Russia Today) parecen enternecerse sobre la "pobre víctima de teorías conspirativas", Bill Gates. Lo cierto es que éste se encuentra financiando proyectos de vacuna y ninguna cura, sobre todo que ya hay también un antiviral que ha demostrado bastante éxito y que se distribuirá en los hospitales rusos a partir del 11 de junio para 60 mil tratamientos: el favipiravir, ya probado antes en China, también con buenos resultados, y de origen japonés (Toyama/Fuji). Lo que puede decirse es que a Gates le interesa ante todo el negocio con el 80 % de la población mundial y no el tratamiento efectivo para quien enferma. No hace más que comportarse como cualquier capitalista, al margen de lo que se le atribuya. Gates amenaza con que quien no se vacune correrá el riesgo de morir: los recientes descubrimientos sobre la inmunidad cruzada ante el SARS-Cov-2 lo desmienten (un porcentaje importante de la población puede estar inmunizado al haber luchado antes los linfocitos T contra otros coronavirus, ya que existen varios y cuatro de ellos estacionales) y se sigue a la espera de los "10 millones de muertos" anunciados por el magnate en su charla TED de 2015. Hasta ahora, los muertos por la Covid 19 en el mundo siguen sin alcanzar el mínimo de fallecimientos anuales por gripe estacional.
     Queda por saber si los medios de comunicación masiva también hacen ciencia. Recientemente, otra vez un portal oficial ruso (Sputnik France) le reprochó al doctor francés Didier Raoult el haberle dicho a una entrevistadora, Margaux de Frouville (sic, como Apolline de Malherbe o Cécile de Ménibus) "!cállese!", simplemente porque la tipa, en su arrogancia, no lo dejaba hablar ni terminar un razonamiento, lo que se ha vuelto habitual en los medios mencionados, en los cuales se tiende a gritonear, interrumpir, cortar la palabra al entrevistado de manera grosera, convertir una conversación en merienda de negros, etcétera. ¿Hace ciencia quien tiene más rating? De hecho, es lo que se quiso obtener en los medios con la publicidad para el artículo fraudulento de The Lancet.
      Entretanto, otros países, como México, han mostrado fallas en sus modelos de predicción de la evolución de la epidemia (lo que incluye a sectores tanto oficiales como no oficiales), dando cuenta de nuevo de que La Ciencia -la infalible- no existe, y mientras tanto sigue el erróneo "tómate un paracetamol y véte a casa", para no despertar al señor secretario de Salud, Jorge Alcocer. Lo que ha quedado demostrado es que la medicina está maltrecha en muchos lugares del mundo: hay excepciones que no confunden su trabajo -curar a los pacientes- con un negocio y muchos otros que parecen carecer de escrúpulos, como todos los que se vieron involucrados en el bochornoso asunto del artículo fraudulento de The Lancet. Las "disculpas" de unos y otros no deberían dispensar de pensar (valga la redundancia) en lo que se hace, en vez de "seguir intereses" y "aplicar protocolos". (la canción, da click en el botón de reproducción, es para Olivier Véran, y dice: "!ah, si pudieras cerrar tu hocico!")



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