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jueves, 3 de diciembre de 2020

CONEJILLOS DE INDIAS

 El subsecretario mexicano de Salud, Hugo López-Gatell, seguramente insista en "tomarse en serio" la epidemia de la Covid 19 sin prestarle ni la menor atención a un dato curioso: México ya va por encima de los 100 mil muertos por la enfermedad, mientras que Haití, un país pobrísimo y con una infraestructura de atención médica difícilmente en buen estado contabiliza 232 muertes. Desde principios de octubre, el país caribeño se la ha pasado simple y llanamente la mayor parte de los días con cero muertos, luego de que se pronosticara un "apocalipsis", incluso desde la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tal vez la explicación esté en que los haitianos no comen gansitos. También podría estar en que desde un principio se agotaron en Haití en las farmacias los lotes de Nivaquine (cloroquina a secas) y el gobierno decidió luego importar de Africa una hierba utilizada contra la malaria, la artemisia. Desde agosto pasado, un comité de expertos validó remedios herbarios en el país caribeño para luchar contra la Covid 19. Ya se sabe: digan lo que digan las cifras, no se puede autorizar nada que no sea la dexametasona, porque lo demás, incluyendo el dióxido de cloro, no funciona a partir de "medicina basada en evidencias". Desde el principio, lo único que se espera es que llegue la vacuna, así las cifras de mortalidad por la Covid 19 no justifiquen una campaña de vacunación masiva.

      El "licenciado cardenista" Jorge Alcocer, secretario de Salud mexicano, se movió en algún momento -casi al mismo tiempo que el doctor Anthony Fauci, "epidemiólogo de la Casa Blanca" estadounidense-, en busca del Remdesivir, antirretroviral de la empresa californiana Gilead. La Unión Europea fue más lejos: a pesar que desde casi principios de año se sabía que el Remdesivir no servía para nada, la Comisión Europea le compró a Gilead 500 mil dosis para unos 36 países. En Francia, por ejemplo, fue la gran campaña de los médicos pagados (por Gilead, entre otras empresas) para desacreditar la hidroxicloroquina, al grado de proscribirla, y luego para distribuir Remdesivir a diestra y siniestra. Entetanto, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó de emergencia el fármaco (con el nombre de Veklury), basándose en estudios "con evidencias", puesto que no faltaron los ensayos clínicos randomizados (aleatorizados: a un paciente se le da el medicamento y a otro un placebo, etcétera). El gobierno estadounidense compró sus buenas dosis de Remdesivir y con tanto éxito, pese a las advertencias de algunos, Gilead se llevó en Bolsa en un trimestre unos 100 millones de dólares (la Comisión Europea compró Remdesivir por mil millones de dólares). Un número reciente de la revista Science confirmó lo que algunos doctores habían advertido: que el Remdesivir no sirve, lo que para colmo terminó reconociendo incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) a finales de noviembre. No se sabe de ningún escándalo: Gilead pudo como quiera hacer su negocio, puesto que en Europa y Estados Unidos le compraron el fármaco.

     Ahora, el "licenciado cardenista", el doctor Alcocer, firmó con la empresa estadounidense Pfizer  un convenio para adquirir 34.4 millones de vacunas contra la Covid 19. La vacuna ya fue aprobada en el Reino Unido (Pfizer-BioNTech), no en productores de recetas de hierbas como Madagascar.Una maravilla, la "luz al final del túnel" -según la OMS- omitiendo otra vez las advertencias: varias de las vacunas por las que se está corriendo no son en realidad tales, sino terapias génicas, todo un experimento riesgoso - que sólo se ha hecho con legumbres (para hacer productos genéticamente modificados)- al cual se va a exponer a una parte de la población, para el caso "conejillos de Indias". Son "vacunas" que dependen de la inoculación de un ARN mensajero ("instrucciones genéticas") fabricado en un laboratorio. Por lo demás, tanto en Estados Unidos como en la UE (la Comisión Europea cerró un convenio para comprarle a la estadounidense Moderna unos 160 millones de dosis), se firmaron acuerdos con los fabricantes de vacunas que, atención, los exentan de toda responsabilidad -correrá por cuenta del Estado- si aparecen efectos secundarios o complicaciones de cualquier índole. Cabe señalar que estas terapias génicas no han sido probadas nunca a gran escala (tampoco en animales) y los propios fabricantes dicen tranquilamente que no garantizan la erradicación del virus. No se han visto los estudios necesarios que validen este tipo de terapias, sino las cotizaciones en Bolsa de las empresas farmaceúticas productoras. Asimismo, no se han hecho estudios serios de serología que indiquen qué proporción de la población podría estar ya inmunizada contra el virus, ya que si la hubiera, e importante, restaría mercados a las vacunas. No está de más rematar señalando que mientras se corre al experimento genético, que tendrá suficientes lobbystas para negar que sea tal, se le ponen trabas a vacunas más tradicionales pero más seguras (no están hechas con material genético), como la china (Sinovac) y la rusa (Sputnik V), que la Comisión Europea no incluyó en sus compras.

     Ocho de cada diez mexicanos están dispuestos a vacunarse con la Sputnik V, así que era sin duda el momento de experimentar con Pfizer, después de haber negado las curas existentes y probadas, al grado que se desconozca por ejemplo un estudio internacional revisado por pares que muestra un 84 % de reducción en las hospitalizaciones y muertes gracias al uso temprano de hidroxicloroquina+azitromicina+zinc. El tema ya se cerró para beneficiar un negocio de Gilead puramente especulativo. Ahora se sincronizará el miedo de la gente sobre "La Vacuna" para los siguientes negocios, sin importar demasiado que algunos se lleguen a ofrecer incluso como fraudulentos, así sea sin decirlo directamente. Y aún falta algo de lo más suculento: Oxford/AstraZeneca. Por cierto, en el New England Journal of Medicine receta directamente Bill Gates: miles de millones de dosis de vacunas, más financiación pública y privada (¿la primera para la segunda?), etcétera. La receta no puede ser más clara: "aumentar la financiación pública minimizará el riesgo para las compañías farmaceúticas". En nombre del bien público, para lo que está el Estado -así es desde la segunda posguerra- es para garantizar los negocios privados, así terminen en fraude. ¿También van a vacunar a todos los haitianos? Desde la isla de la Guadeloupe, "Kobay" (da click en el botón de reproducción).



    

LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

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