El hecho de que el Colegio Electoral estadounidense haya nombrado a Joseph Biden presidente electo de Estados Unidos no implica que no hubo fraude. Por lo visto, en distintos asuntos, el capitalismo actual, que no es "el mercado" ("el mercado" no quiere decir nada) se va decantando justamente por lo fraudulento. Viene siendo así por lo menos desde los fraudes espectaculares con sistemas piramidales de Bernard Madoff en la recesión de 2008, hasta llegar al modo también fraudulento de manejar la epidemia del coronavirus. Los mismos medios de comunicación masiva que lo tapan todo suelen ser fraudulentos, con columnistas que, si se observa bien, no informan, no proporcionan datos, no sacan a la luz hechos: simplemente buscan machaconamente doblarle las manos (o más bien, la mente) al lector u oyente.
Biden ha seguido haciendo nombramientos con mujeres, negros y hasta homosexuales por aquí y por allá. Algunos periodistas, como Caitlin Johnstone de Consortium News, han hecho notar que, dadas las características de los nombramientos, Biden haría mejor en nombrar directamente a directores ejecutivos de las grandes corporaciones. El próximo secretario estadounidense de la Defensa será el negro Lloyd J. Austin III. Uno podría decirse: qué bien, un negro, "el primero en la Historia que blablablablabla....". Pues bien, Austin fue partidario de la guerra contra Siria, de no retirarse de Afganistán, de la invasión a Iraq, etcétera. Pero lo más importante es que Austin es parte del equipo de directores de la corporación Raytheon, una "clásica" del complejo militar industrial a la que por cierto el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva contrató para la vigilancia por radar de la Amazonía. Raytheon es un gigante productor de armas que gasta carretadas de dinero en hacer lobby ante el gobierno estadounidense. La corporación se ha hecho rica por ejemplo con crímenes de guerra en Yemen. Como lo ha señalado Johnstone, lo que está haciendo casi Biden es poner a Boeing como secretario de Estado, Amazon en la dirección de la Central de Inteligencia Americana (CIA), Google al frente de la Dirección Nacional de Inteligencia, Goldman Sachs en el Tesoro, y así. No es un secreto que varios de los nombrados por Biden, antiguos del mandatario Barack Obama y con frecuencia egresados de la Ivy League (Havard, Yale, Princeton, Columbia...), son gente muy cercana a Wall Street y a Silicon Valley. El propio presidente electo recibió grandes sumas de Google. El secretario de Estado, Anthony Blinken, es miembro de una familia de banqueros de fondos de inversión en Wall Street. Lo que busca Biden es congraciarse con los halcones Republicanos si dominan el Senado y tienen que ratificar los nombramientos. Es el regreso abierto del establishment y del statu quo, pero con fraude: haciendo creer que lo mismo pero de color negro, con faldas, etcétera "hace la diferencia". Es decir, que "la diferencia" hará que no sea "lo mismo". Desde tiempos del presidente William Clinton, pero más con el presidente Barack Obama, se ha logrado la reconciliación protofascista entre el gran capital y los alardes "libertarios" de la izquierda sesentaiochera.
No se puede hacer nada si Occidente escoge este camino, pero es de suponer que incluso la gente de Biden, al guiarse por el cálculo costo/beneficio, sabrá al menos no llegar demasiado lejos frente a potencias que, como la Federación Rusa, tienen ahora la superioridad militar ofensiva y defensiva. Contra lo que se cree, Trump se detuvo a tiempo. Está por verse si la gente de Biden sabrá hacerlo. A pegar de alaridos como si le estuvieran pisando a uno los cojones, en vez de hacer música, pues... (da click en el botón de reproducción para sentirte Born in the Usa). En serio, ¿Está cantando o está haciendo un megaberrinche este tipo?