En estos momentos, las grandes corporaciones del mundo no están ayunas de planes. El primero de ellos es llevar la vacunación contra la Covid 19 tan lejos como sea posible, desoyendo cualquier aviso y rayando en la obligación. La Unión Europea, por ejemplo, ha dado luz verde al otorgamiento de certificados de vacunación sin los cuales no se podrá circular entre los países europeos o viajar a ellos. Habrá que estar vacunado, sí o sí, pero además la resolución vigente estipula que por Pfizer, Moderna, Oxford/AstraZeneca o Johnson&Johnson, por lo que por lo pronto no contará estar vacunado con vacunas rusas o chinas. Habrá que ver por lo demás, al ritmo actual, a qué hora termina la vacunación, si termina algún día, mientras las grandes empresas farmaceúticas ya hicieron su negocio en la medida en que ya vendieron sus medicamentos a los gobiernos (lo que ocurrió con el ineficaz antiviral Remdesivir, por ejemplo). AstraZeneca, antes de ser suspendida temporalmente en varios países europeos, ya había conseguido por ejemplo la vacunación de un millón de franceses, que para el caso sirvieron entonces de conejillos de Indias. Los responsables políticos no pueden decir que no fueron llamados a la prudencia, pero "responsables" parece una palabra demasiado fuerte. Queda lo mejor, puesto que deben pasar meses o hasta algunos años para que aparezcan los efectos más graves de las vacunas: por ejemplo, a los dos años, la vacuna contra la gripe H1N1 demostró provocar casos de narcolepsia. No importa: en un país como México, la vacuna no es obligatoria, pero se volverá a clases cuando el profesorado esté vacunado. ¿Entonces sí es obligatoria, o se dejará en paz a quien en el profesorado escoja no vacunarse, al menos no con cualquier vacuna?¿"Los derechos y las libertades" son para qué exactamente?
Siguiendo lo dicho por el jefe del Foro Económico Mundial de Davos, Klaus Schwab, hay grandes corporaciones que están viendo en la epidemia una gran oportunidad. Así como las medidas antiterroristas en los aeropuertos se quedaron de manera crónica aunque se esté lejos de las circunstancias del 11/S de 2001, no falta quien aspire a que se queden el teletrabajo, el home office, la telemedicina, etcétera, que hacen ganar, y mucho, a determinadas corporaciones.
No es todo. Cuando se termine de magnificar la epidemia del SARS-Cov-2, ya se habrá anunciado con qué seguir atemorizando a la gente, ya que será, según el "filántropo" Bill Gates, "todavía peor": el cambio climático. Desde Davos, pero también a partir de la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se escandaliza sin pruebas científicas irrefutables, y siendo que las hay más bien en el sentido de que, lejos de dirigirse al calentamiento apocalíptico, la Tierra puede estar entrando en un periodo de enfriamiento relativo (Grand Solar Minimum). Dado que se atribuye al Hombre el calentamiento, la idea es reducir las emisiones de carbono. Ante todo, no está de más decir que quienes orientan esta gran preocupación por el cambio climático son grandes corporaciones y bancos. Mark Carney es consejero de la secretaría general de Naciones Unidas y enviado especial de este organismo para el Cambio Climático. Resulta que Carney es miembro del equipo directivo del Foro Económico Mundial. Hizo carrera en Goldman Sachs y fue gobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra. La política medioambiental no está así en manos de ambientalistas, sino de la alta finanza. A ver: la idea, de apariencia muy simpática, es que se recompense las empresas "limpias y sustentables" y se castigue las "sucias", basadas en el carbón, el petróleo y el gas. Lo menos atractivo es que, como lo ha señalado en su sitio el analista William Engdahl, se está proponiendo de alguna manera hundir una de las bases de muchísimas economías, y desde la alta finanza. Se trata de una forma de redirigir el flujo de riqueza.
Como parte del "Gran Reseteo" (Great Reset) propuesto en Davos, las grandes corporaciones y fondos de inversión gigantes como BlackRock estarían proponiendo recompensar las empresas ESG: Environment, Social Values and Governance (Medio ambiente, Valores Sociales y Gobernanza). Como en el cambio propuesto por Schwab del "capitalismo de accionistas" (shareholders) al "capitalismo de partes interesadas" (stakeholders), debería preocupar que se fusionen valores sociales y negocios.
Pareciera que se busca reanimar un capitalismo en crisis desde antes de la epidemia, y que se intenta hacerlo desde un ánimo productivo, pero se trata en realidad del proyecto de la alta finanza para seguir extrayendo renta sin importar demasiado que se meta en problemas la producción existente. El presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, ya está en el negocio. Hay aquí desde intentos por recuperar la tasa de ganancia hasta otros por hipotecarla a la alta finanza, y tal vez ambas cosas no estén reñidas. No es seguro que funcione, como tampoco los planes de vacunar a todo el planeta. Pero los planes están dichos, son explícitos y no obedecen por lo demás a ninguna "conspiración", sino a las grandes corporaciones y grupos financieros que, se supone que como "todo el mundo", también tienen intereses. Lo grave empieza ahí donde gran parte de la Humanidad confunde sus propios y diversos intereses con los de unos cuantos negociantes que para lucrar ofrecen la salvación. Tal vez ésa sea para muchos la felicidad, o sea el mundo maravilloso (da click en el botón de reproducción).