Es difícil olvidar cómo el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, se puso a ulular "¡pruebas, pruebas, pruebas!" al principio de la epidemia de SARS-Cov-2, en enero de 2020. La idea no venía exactamente de la OMS, sino del hospital Charité de Berlín, en Alemania, apoyado por la Fundación Bill y Melinda Gates. Un año más tarde, la misma OMS reconoció que las pruebas de polimerasa de transcripción inversa en tiempo real (rR-PCR) no paran de arrojar falsos positivos a ciclos de amplificación superiores a 35 Ct. En este caso, la prueba detecta únicamente "señales" que no se pueden vincular forzosamente con el virus infeccioso. Según la OMS, todas las pruebas a un ciclo de 35 o superiores son simple y llanamente inválidas, lo que quiere decir que el número de contagiados por el SARS-Cov-2 está sobreestimado. El umbral de 35 Ct (ciclo umbral) o más fue el sugerido por la OMS, porque es la norma en muchos de los laboratorios de Estados Unidos y Europa. Claro, se supone que la OMS es La Ciencia. Para colmo, la OMS ha sugerido ahora, para salir del apuro, "repetir la prueba", una imposibilidad científica. Habría que agregar, si de sobreestimación se trata, los muertos con la Covid, que murieron de otra cosa (no de Covid), mientras se obligaba -se demostró por ejemplo hace tiempo en Italia y fue un escándalo- a los médicos a poner por causa de fallecimiento "Covid". De igual modo, habría que agregar los muertos de hospitales estadounidenses recompensandos por admitir "pacientes Covid", aunque no lo tuvieran. Por lo visto, se trató de amplificar al máximo el problema, lo que no quiere decir que la forma de llevarlo en un país como México, por ejemplo, no haya sido un desastre. ¿Todavía nadie se atreve en México a comparar con Haití que lleva meses con cero muertos?¿O con las cifras llamativamente bajas de fallecidos de un país como Argelia que usa hidroxicloroquina, mientras el gobierno mexicano no dió cuenta abiertamente de uno que otro ensayo que se llevaba a cabo con este fármaco, y por lo demás nadie le pidió rendir cuentas, mucho menos desde la oposición que no cree más que en La Ciencia?
Otro medicamento ha estado dando muy buenos resultados contra la Covid 19, al grado de poder parar la infección en unas 48 horas (y de hecho se está usando en algunos hospitales mexicanos): la ivermectina, un antiparasitario sin mayores efectos secundarios, muy benigno. Satoshi Omura, científico japonés que descubrió alguna vez este medicamento, y por lo demás acreedor al Premio Nobel de Medicina 2015 (es un poquito más que Tony Lazcano, inventor de la manera de llenarse los bolsillos en nombre de La Ciencia), ha dicho que no usarlo sería lo mismo que haber renunciado a la penicilina una vez descubierta y probada. Al igual que la hidroxicloroquina, la ivermectina es a fin de cuentas menos tóxica que el paracetamol. Hasta hace poco había ya 92 estudios a favor de la ivermectina, con menos polémica que en el caso de la hidroxicloroquina. Pues bien, desde finales de marzo la OMS recomendó usar la ivermectina...sólo en ensayos clínicos, el equivalente de prohibirla. De paso, según sitios Web oficiales del gobierno de México, grupos de especialistas o expertos de este país se apresuraron a desaconsejar el uso e la ivermectina, como desaconsejaron para colmo el antibiótico azitromicina, eficaz contra la Covid 19 junto con la hidroxicloroquina, y en algunos casos solo. La afirmación provino de un Panel Multidisciplinario de Expertos (PME) de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE, son encantadoras estas siglas así de largas). Saben más que los Premios Nobel japoneses (Omura hizo un estudio favorable a la ivermectina con tres científicos japoneses más) y los mejores infectólogos del mundo, como el profesor francés Didier Raoult. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, también consideró que faltaban "evidencias" sobre la ivermectina, pese a lo dicho en sentido contrario por la Secretaría de Salud de la Ciudad de México.
Esta gente que sólo promueve soluciones “seguras”no tuvo empacho en seguirle con la vacuna de AstraZeneca, que resultó limitada para su uso en varios países europeos, porque sí se estableció (por parte de la Agencia Europea del Medicamento, para los creyentes en La Ciencia) la relación entre aquélla y casos de trombosis. En España, por ejemplo, la vacuna fue prohibida para menores de 60 años. El enredo no deja de ser simpático: se utilizará la vacuna en un grupo de edad en el cual la efectividad es del 8 %. Francia, que usará la vacuna en los mayores de 55 años, ha tenido la gentileza de reconocer, por boca de su presidente, Emmanuel Macron, que en este grupo de edad la vacuna no sirve. Lo dicho: si hay que inyectarse néctar de durazno de marca para el negocio, no faltará ni quien lo recomiende ni quien se lo crea si hay lucro de por medio. ¿Qué pasará con la segunda dosis? En Francia y Alemania se ha sugerido darla con Pfizer o Moderna. Ahora bien, los medios de comunicación masiva globales se han cuidado de dar cierta información: por ejemplo, que en la Unión Europea, hasta finales de marzo, la vacunación había provocado cerca de 4 mil muertes y casi 163 mil accidentes, con un alto porcentaje correspondiente a Pfizer. Datos similares existen para Estados Unidos: en comparación con el primer cuarto de 2020, un 6000% (!) más de muertes por vacunación en el primer cuarto de 2021, o más muertos por vacunación en los últimos tres meses que en los últimos diez años. En México, se decidió seguir tranquilamente -aquí, puro macho- con la vacunación con AstraZeneca y con lo que caiga, incluyendo vacuna hindú: los accidentes no serían más que éso y, como el lenguaje es el de la ganancia, "los costos no superan los beneficios" (será seguramente cosa del candidato a vacuna saber si se arriesga a caer del lado del costo o del beneficio, siendo que en México ni siquiera se hace lo que en Alemania, evaluar los riesgos por el historial del paciente). México actuó como le corresponde a cualquier Estado cuasi Libre Asociado, dejando a los médicos al garete y sin mayor orientación, descalificando oficialmente los tratamientos probados existentes, comprando fármacos ineficaces e incluso peligrosos como el Remdesivir, no investigando seriamente mayor cosa y guiándose a ojos cerrados por la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) estadounidense. En ésto, aunque a su manera, la Secretaría de Salud no se distinguió de una oposición que, atención, pidió a gritos La Ciencia sin indagar nada. Hablando de vacunas, México lleva registro de las reacciones adversas: la única que tiene 0 casos graves es la Sputnik V (por cierto, las autoridades médicas chinas ya reconocieron que la efectividad de las vacunas del país asiático es baja, por lo que las van a "mezclar"). Cabe agregar la cantinfleada del experto en microbiología y enfermedades infecciosas de la universidad pública: "la mejor vacuna es la que te toca" (!órale!: si no te toca, aunque te pongas, y si te toca, aunque te quites...).
No se puede insistir ni presentar pruebas al infinito si se llega a formatear masas enteras, por ejemplo con el "milagro de la vacuna" (¿por cierto, ya saben los creyentes que se tendrían que estar vacunando cada año o cada dos años?). Lo que queda por saber es qué de esta crisis sanitaria, de duración incierta, puede ser y será utilizado para proyectos para nada conspiratorios -el líder del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, dijo claramente que estamos ante una "gran oportunidad"- y sí ligados a un nuevo intento del sistema económico vigente por salir de su atolladero (porque ni siquiera consiguió salir del todo del golpe de 2008). Si no existiera la religión del corona, habría que inventarla.
Lo mismo, mu...(da click en el botón de reproducción)